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💗04: Confusión Perfecta💗

Los días siguientes no fui al instituto. Lo último que quería era encontrarme con Hoseok después de las cosas horribles que le dije. Apenas podía soportar mi reflejo en el espejo. Me sentía un desastre.

El ama de llaves, preocupada, me preguntó varias veces si estaba bien. Incluso me tomó la temperatura en una ocasión, convencida de que tenía fiebre.

-Señorita, ¿segura que no quiere que llame al doctor? -insistía, mientras yo negaba con la cabeza y volvía a hundirme entre las sábanas.

Me dolía el pecho. Literalmente dolía, como si alguien hubiera colocado una mano invisible sobre mi corazón y la apretara sin piedad. No podía dejar de pensar en Hoseok, en su expresión al escuchar esas palabras tan crueles que le lancé. Una y otra vez, lloraba en silencio, deseando poder retroceder el tiempo.

[...]

Unos días después, mientras estaba recostada en mi cama mirando el techo, el ama de llaves entró con una nota en la mano.

-Señorita, el joven Hoseok le dejó otra carta. Dijo que, por favor, le responda los mensajes.

Dejó la carta al lado de mi cama, junto a las otras cuatro que se habían acumulado en la mesita. Ni siquiera había tenido el valor de abrirlas. Solo podía imaginarme que en cada una me reprochaba el daño que le había hecho.

"Seguro me escribió para enumerar las razones por las que soy una pésima persona. O para advertirme cómo va a destrozar mi reputación..." pensé, aunque una parte de mí sabía que Hoseok no era ese tipo de persona.

Decidí distraerme encendiendo el teléfono. Ya me había aburrido de ver televisión; después de días, hasta mi programa favorito me parecía insoportable.

En cuanto la pantalla se iluminó, comenzaron a llegar cientos de notificaciones. Mensajes, llamadas perdidas, menciones en redes sociales... Me llevó un minuto procesarlo todo.

Mis amigas del instituto estaban histéricas. Algunas mandaban emojis llorando, preguntando por qué no había ido a clases. Nayeon, en particular, había enviado una avalancha de mensajes:

📱-¡Abre la puerta! ¡Sé que estás ahí!😡

📱-¿Estás enferma? ¿Qué tienes?😢

📱-Perdón, no quise gritarte... ¿Pero por qué no contestas?🧐😭

📱-Te extraño.😭

Sonreí un poco al leer sus mensajes. Nayeon siempre había sido así: intensa, impulsiva, pero con un gran corazón. Había venido a verme en varias ocasiones, pero yo no tenía fuerzas para levantarme o hablar con alguien.

Entonces noté algo que me heló la sangre. Entre las decenas de notificaciones, había varios mensajes de Hoseok. Por lo que pude leer rápidamente, me pedía que nos viéramos. Decía que tenía algo "importante" que decirme.

"¿Importante? Claro, seguro planea reunir al equipo de baloncesto para enterrarme viva..." pensé, llevándome las manos a la cabeza.

-Oh, no... ¿Qué he hecho? -gemí, con un falso llanto mientras imaginaba la escena.

En mi mente, ya me veía enfrentándome a Yoongi y su pandilla de locos, quienes probablemente se encargarían de "ajustar cuentas" por lo que le hice a Hoseok.

-Estoy arruinada -suspiré dramáticamente, mirando al techo como si ahí pudiera encontrar respuestas a mis problemas.

Me quedé así por lo que pareció una eternidad, hasta que una notificación captó mi atención.

📱-Te postulé para reina del baile. Tendrás que venir ya que debes hacer que voten por ti. Seré tu asistente, pero no haré nada hasta que vengas.

Solté una carcajada. Su insistencia no tenía límites. Por supuesto, Nayeon siempre lograba lo que quería, y esta vez no sería la excepción.

Volví a leer el mensaje, deteniéndome en esas tres palabras mágicas: "reina del baile." ¿Yo? Por supuesto que sí.

📱-¿Bromeas? Nací para ser la reina del baile. Te espero mañana temprano en el gimnasio.

De inmediato, mi ánimo subió considerablemente. Me senté en la cama y chasqueé los dedos, lista para ordenar mi pequeño mundo.

-Nana, dile al chef que me prepare algo delicioso, digno de una reina. Ah, y avísales a las empleadas que necesito un tratamiento completo. Que me esperen en el patio; quiero tomar un poco de sol mientras me consienten.

-Por supuesto, señorita -respondió el ama de llaves con una sonrisa, claramente aliviada por mi repentino cambio de humor.

Poco después, el patio trasero de la mansión se transformó en un pequeño oasis privado. Una sombrilla elegante me protegía del sol mientras una mesa se llenaba con platos que parecían sacados de un banquete real: langosta al ajillo, ensalada con trufas, una crema de espárragos, y para rematar, un mousse de chocolate servido en una copa de cristal.

Mientras comía, las empleadas comenzaron con mi tratamiento. Una exfoliación corporal con azúcar morena y aceites esenciales, una mascarilla de oro para el rostro, y un masaje relajante en los pies con crema de lavanda. Era el paraíso en la tierra, y me lo merecía.

Al terminar, subí a mi habitación y me sumergí en la cama, más relajada de lo que había estado en días.

-Señorita, ¿necesita algo más? -preguntó una de las empleadas antes de salir de la habitación.

-Nada más. Buenas noches.

Me quedé dormida rápidamente, soñando con coronas y vestidos deslumbrantes.

Por la mañana, los primeros rayos de sol se colaban por las enormes ventanas de mi habitación. Al abrir los ojos, me encontré con una bandeja de desayuno esperándome en mi mesita de noche. Tostadas francesas, jugo de naranja recién exprimido, una copa de frutas tropicales y café latte con espuma perfectamente decorada.

-Señorita, hemos colocado varios conjuntos en su vestidor para que elija -señaló hacia la puerta abierta donde un desfile de ropa de diseñador me esperaba: desde vestidos casuales hasta trajes con un aire deportivo pero igualmente costosos.

Me levanté con entusiasmo y caminé hacia el vestidor. Después de una breve deliberación, elegí un conjunto sencillo pero impactante: unos pantalones de cuero negros ajustados, una blusa blanca con volantes en las mangas y un blazer azul marino que me daba un aire de autoridad.

-Perfecto. Ahora, preparen el coche. Hoy quiero el descapotable azul.

Minutos después, bajé las escaleras lista para salir. En la entrada principal, mi coche me esperaba reluciente como siempre.

Subí al asiento del conductor y encendí el motor. Al llegar al Instituto, estacioné estratégicamente en el lugar más visible. Quería que todos supieran que estaba de regreso y más fabulosa que nunca.

Nayeon me esperaba en la entrada, cruzada de brazos y con una sonrisa que mezclaba satisfacción y burla.

-Tardaste, pero valió la pena. Estás impresionante.

-Por supuesto que sí -respondí, lanzándole una mirada segura mientras nos dirigíamos juntas al gimnasio.

Planeamos toda la campaña, o como se llamara. Sabía que ganaría sin esfuerzo, ya que todos me "aman." Claro, ser popular era sencillo cuando jugabas bien tus cartas.

Cuando sonó la campana, Nayeon y yo nos separamos para ir a nuestras respectivas clases. No pude evitar notar cómo el Instituto parecía un espectáculo de excesos. Las decoraciones rosas estaban por todas partes, como si alguien hubiera abierto el estómago de un unicornio y lo hubiera esparcido por los pasillos.

Faltaban unas semanas para San Valentín, pero ya se notaba el "amor" en el aire. Un amor tan falso como mis uñas perfectamente arregladas.

Las clases pasaron sin pena ni gloria, hasta que llegó la última.

-Lizzy... ¿en serio no quieres ir conmigo al baile? -preguntó por enésima vez ese chico cuyo nombre ni siquiera recordaba.

-Ya te dije que no. Yo... ya tengo una cita. Será alguien perfecto, alguien con presencia. No como tú.

El chico salió corriendo del salón, visiblemente herido. Fue entonces cuando recordé lo mucho que disfrutaba molestar a los demás. Aunque, esta vez, algo dentro de mí se sintió... raro.

Suspiré, saqué un papel de mi libreta y escribí una nota rápida: "Lo siento, no quise ser tan cruel contigo." La doblé cuidadosamente y la dejé junto a su mochila antes de salir del salón. Nadie podía saberlo. Mi reputación de villana debía permanecer intacta.

Con mi bolso al hombro, caminé hacia la salida, pensando en lo que Nayeon me había dicho: habíamos conseguido un montón de votos en un solo día. Estaba confiada. Nada podía salir mal.

Pero al llegar afuera, mi confianza se desplomó.

Mi costoso auto estaba destrozado. Rayado, con insultos garabateados en los cristales: mentirosa, rompe corazones, chica sin escrúpulos ni sentimientos. Las gomas delanteras estaban ponchadas y el brillo impecable de la pintura estaba arruinado por un aerosol barato.

-¡Maldita sea! Estoy segura de que fue algún imbécil resentido -grité, dándole una patada al auto. Pero el universo parecía haberse aliado contra mí, porque mi tacón se rompió en el proceso-. Genial. Lo que faltaba.

-¿Necesitas mi ayuda otra vez?

El tono familiar y tranquilo me heló la sangre.

"Oh, no. Esa voz. ¿Por qué estaba aquí?"

Negué con la cabeza, ignorándolo mientras intentaba caminar con el tacón roto y el orgullo herido, pero mi intento fue lamentable. Me viré el pie y estuve a punto de caer al suelo de no ser porque Hoseok me atrapó justo a tiempo.

-Escucha -dijo, sin soltarme-. Tenemos que hablar. Hay algo importante que debo decirte.

-No tenemos nada de qué hablar, Hoseok -respondí, intentando mantenerme firme-. Te dije que me acerqué para lastimarte. ¿Por qué no te alejas?

Él no se movió. En cambio, me sostuvo con más fuerza.

-Porque sabía que todo lo que decías era mentira. Aún así, tenía la esperanza de que llegaras a sentir algo genuino por mí.

Sus palabras me dejaron helada.

-¿Qué? -pregunté, intentando liberarme de su agarre.

-Sabía todo desde el principio, Lizzy.

-¿De qué hablas? -mi voz se quebró ligeramente.

Hoseok dejó escapar un suspiro y me miró directamente a los ojos, su expresión estaba llena de calma.

-Fui yo quien te envió el mensaje diciendo que era un mujeriego. Lo hice para que te acercaras.

Lo miré, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar.

-¿Qué...? ¿Estás diciendo que... te acusaste a ti mismo? ¿Por qué harías algo tan ridículo?

-Porque me llamaste la atención desde la primera vez que te vi. No podía acercarme de otra manera, lo sabes bien. Nunca habrías aceptado salir conmigo.

Sentí cómo el suelo desaparecía bajo mis pies. Mi mente estaba hecha un caos.

-Eso no explica cómo supiste tanto sobre mí, sobre mi plan...

Él bajó la mirada, un leve rubor apareció en sus mejillas.

-En la fiesta de Jungkook... estabas tan borracha que me contaste todo. Absolutamente todo, Lizzy.

De repente, lo recordé. Los flashes de esa noche me golpearon como un tren. Había bebido demasiado, mucho más de lo que era prudente, y Hoseok estuvo ahí. Lo busqué con una mirada temblorosa.

-Ese día... me confesaste que fuiste tú quien envió los mensajes -murmuré, horrorizada por la verdad que había olvidado.

-Lo hice, y lo habría hecho de nuevo. Se sintió bien confesarlo antes de salir contigo. Aunque no lo recordaras.

Mis piernas se debilitaron, pero me mantuve de pie, obligándome a no quebrarme frente a él.

-Eres... increíblemente manipulador.

Hoseok dio un paso hacia mí.

-Tú tampoco eres exactamente un modelo de virtud. Desde el primer día escuché como todas las chicas hablaban de tu "negocio."

Su tono me dejó sin palabras. Todo lo que había construido a mi alrededor: mi imagen, mis defensas, mis juegos, todo parecía derrumbarse en ese momento.

Y por primera vez, no supe cómo responder...

La parte donde se relaja en la mansión, el menú está un poco raro para mi gusto, pero eso apareció en la investigación. Imaginemos que es algo que comemos con frecuencia. 😅😭

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