Capitulo 19; Descubierta
Mariana desperto temprano, se coloco su bata y se fue a su habitación. Debía alistarse para ir a misa con su tía. Se puso su vestido color verde agua y tras cepillarse el pelo, Doña Leonor la ayudo a ponerse una peineta de marfil, con una mantilla blanca.
-Estas muy guapa cielo –Leonor dio un beso a su sobrina –Y ahora vamos, que Gabriel nos espera para llevarnos al pueblo.
Juntas salieron de la casa y subieron a su carruaje, sin capota, por lo que fueron disfrutando de las vistas camino al pueblo, mientras Gabriel no paraba de hablar del golpe del día anterior.
-Sigo pensando que eso es demasiado peligroso para una dama –Leonor miraba a su sobrina con el ceño fruncido, mientras Gabriel reía.
-Ya sabes que yo no soy una dama muy corriente tía –Mariana respondió guiñándole un ojo
-No se preocupe doña Leonor, Mariana sabe defenderse muy bien –Gabriel no podía evitar recordar el golpe de su nariz –Además ninguno de los chicos permitiría que nada le ocurriera.
Cuando llegaron a la plaza Mariana y Leonor se dirigieron rápidamente hacia la iglesia, donde la gente comenzaba a llegar a sus asientos.
-Buenos días Padre –Leonor saludo al cura al entrar
-Usted –Mariana le reconoció de inmediato, el era el sacerdote que había estado en su boda.
-Hola hija es un placer volver a verte –El sonrió calidamente –Permítanme presentarme, soy el padre Luís.
-Es un placer conocerle padre Luís –Leonor sonrió
-Señora de la Vega, ¿me permitiría unas palabras antes de iniciar la ceremonia? –El padre sabia perfectamente que Jorge estaba herido y las circunstancias de su accidente pero estaba muy confundido con el rumor de que la banda, guiada por su jefe había vuelto a atacar al gobernador.
-Por supuesto padre –Mariana sonrió -¿Qué le parece si vamos al confesionario?
Mariana siguió al padre Luís al confesionario mientras Leonor tomo lugar en uno de los bancos de la iglesia y comenzó su rezo, sentía que debía pedir por la protección de su sobrina.
-Y bien hija ¿tienes algo que decirme? –El padre hablaba desde el otro lado del confesionario
-¿Yo? No padre –Mariana frunció el ceño
-Se perfectamente que Jorge esta en cama, después de resultar herido y tambien se de muy buena tinta que los conventos y colegios recibieron los donativos de la banda después de recuperar parte del dinero que el gobernador roba al pueblo –El padre Luís sonrió –Ambas cosas son incompatibles.
-Vera padre, pensé que seria bueno que vieran que la banda seguía activa, que el gobernador siguiera temiéndola –Mariana suspiro –pero por favor no le digáis nada a Jorge, si lo supiera estoy segura que no le gustaría.
-Entonces llevo razón en lo que suponía ¿Jorge no sabe nada de esto? –El padre Luís no pudo evitar sonreír –Tienes un gran corazón Mariana y no me cabe duda que eres la esposa perfecta para Jorge.
-Le recuerdo que no estamos casados padre –Ella suspiro –No soy su esposa
-Los caminos de Dios son inescrutables hija, solo el sabe porque hace las cosas –El padre Luís estaba totalmente seguro que Jorge y Mariana estaban hechos el uno para el otro –Y dime ¿Cómo se encuentra Jorge?
-Bien padre, las curas ayudan a que la herida cicatrice rápidamente y ya va recuperando fuerzas, la fiebre ha cesado –Mariana no pudo evitar sonreír al recordar la imagen de Jorge mientras ella le curaba –Dudo mucho que podamos mantenerle mas tiempo en cama padre.
-Habéis conseguido demasiado créeme –El padre sonrió y Mariana frunció el ceño, no sabia a que se refería –Bueno hija, será mejor que inicie misa, tened mucho cuidado.
Ambos salieron del confesionario con una sonrisa, Mariana se dirigió al banco junto a su tía y el Padre Luís alisto las cosas para comenzar la misa.
La ceremonia fue solemne y muy bonita, al final de ella el padre pidió por los pobres.
Salieron de la iglesia y caminaron por la plaza observando los puestos, Mariana compro algo de Melisa y Valeriana en uno de ellos, para ayudar a Jorge a descansar.
-Hola, ¿de compras? –Julieta se acerco a Mariana muy sonriente y ella sabia perfectamente a que venia esa sonrisa, recordaba perfectamente el beso que le había dado a su marido.
-Si, comprando todo para las curas de mi esposo –Mariana trato de hablar calmada, mientras Leonor se situaba a su lado.
-¿curas? ¿Qué le ha pasado a Jorge? –Julieta se alarmo rápidamente
-Esta herido, pensé que lo sabias –Mariana no sabia como reaccionar –Le atacaron y trataron de robarle.
-¿Pero como esta? –Julieta estaba muy nerviosa –Ire a verle de inmediato
-No puede recibir visitas –Las palabras de Mariana sonaron rudas, dejaba claro que no la quería ver por allí
-Se esta recuperando y debe permanecer en reposo –Leonor trato de relajar la situación, notaba perfectamente el resentimiento de su sobrina a esa mujer –será mejor que nos marchemos.
-Si tía, vamonos –Mariana se encamino hacia la salida de la plaza, donde Gabriel les esperaba en el carruaje, Leonor la siguió rápidamente
En el camino de vuelta nadie pronuncio palabra, Mariana aun estaba molesta por haberse encontrado a esa mujer y su tía lo sabia. Gabriel no quería preguntar que ocurría, pero sabia perfectamente que algo estaba pasando. Al llegar a la Hacienda vieron el carruaje del Gobernador parado frente a la puerta.
-¿El gobernador esta aquí? –Mariana frunció el ceño
-Esto no me gusta para nada –Gabriel ayudo a bajar a Leonor y después a Mariana
Ambas entraron a la casa y en el salón se toparon con el señor Roberto Sánchez y con Miguel, ambos se levantaron de sus asientos al verlas.
-Señoras –El gobernador se acerco a besar las manos de ambas –Están preciosas, como de costumbre.
-Señor Gobernador ¿podemos saber a que viene tan grata visita? –Mariana hablaba seria mientras Leonor tomaba asiento junto a Miguel
-Tenia ciertas dudas y aunque quedaron aclaradas pensé que seria bueno venir –Roberto Sánchez no aclaraba nada con sus palabras.
-Buenos días señor gobernador –Jorge entro al salón, con la bata puesta y Graciela ayunándole
-Jorge ¿Qué haces levantado? –Mariana se acerco a su marido y tomo el lugar de Graciela ayudándole para que ella se retirara, después le ayudo a sentarse en uno de los sillones y se sentó a su lado –Deberías estar reposando
-No te preocupes querida, me siento bien –Jorge tomo la mano de Mariana y se la beso, ante lo que ella sintió un escalofrió y el gobernador entrecerró los ojos –El señor gobernador insistía en verme y no podía negarme a recibirle
-Aprecio vuestro gesto señor de la Vega –Roberto Sánchez sonrió –Supe de su herida hace varios días y siéndole sincero me quede muy preocupado.
-¿Preocupado por mi Señor Gobernador? –Jorge frunció el ceño y Miguel y Leonor se miraron preocupados
-No exactamente, vera ahora parecerá una tontería pero en su momento fue una sospecha de lo mas coherente –Roberto sonrió –Usted había recibido una herida de bala justo el mismo día que mis hombres habian disparado al jefe de la banda de esos forajidos que azotan mis dominios.
-¿Esta usted diciendo que piensa que mi esposo pueda ser el jefe de esos maleantes?-Mariana trato de parecer ofendida y asombrada al mismo tiempo
-Pues en su momento si –El gobernador sonrió –Pero ayer todo quedo aclarado
-¿Cómo dice gobernador? –Miguel miro con el ceño fruncido a su hijo
-No entiendo a que se refiere –Jorge no sabia como reaccionar, estaba empezando a ponerse nervioso.
-Vera, supe que usted esta en cama desde el ataque y para nadie es un secreto que ha estado bastante grabe así que no pudo estar en el robo que esos bandidos me hicieron el pasado día –El gobernador hablaba con mucho desprecio
-¿Robo? ¿Quiere decir que esos hombres han vuelto a atacar a sus guardias? –Jorge no podía creer lo que acababa de oír, Miguel tampoco sabia como reaccionar
-Así es y se encargaron de mostrar su enfado ante el ataque anterior –El frunció el ceño –Pareciera que el jefe de esos bandidos fuera inmortal
-¿Inmortal? –Miguel frunció el ceño, Jorge no había salido de la casa, eso era imposible
-Si, ese hombre dirigió toda su rabia hacia mi, por haberle herido –El gobernador entrecerró los ojos –Y ese ataque fue el que me mostró que estaba equivocado, usted no podía ser el jefe de esos bandidos
-Bueno pues ahora que ya ha comprobado que estaba totalmente equivocado en esa teoría absurda, será mejor que regrese a sus labores gobernador –Mariana se levanto de su asiento –Como usted comprenderá mi marido tiene que reposar
-Por supuesto señora –el Gobernador se levanto y camino hacia la salida acompañado por Mariana, ya en la puerta volvió a besarle la mano –Ha sido todo un placer volver a verla señorita Mariana
Mariana entro de nuevo a la casa una vez el gobernador se había marchado en su carruaje y se encontró a Jorge y Miguel discutiendo y a Leonor muy nerviosa. Antes de que ella pudiera pronunciar palabra llegaron los chicos, Tomas, Santiago, Raúl, Fernando y Gabriel.
-¡¿A que diablos se refería el gobernador con que robaron a sus hombre?! –Jorge alzo la voz y los chicos no sabían como reaccionar
-¿Ustedes actuaron por su cuenta? –Miguel no sabia que pensar
-Si señor –Santiago respondió y todos asintieron –Pensamos que era la mejor idea
-No, ustedes no pudieron hacerlo solos –Jorge los miro serio –El gobernador dijo claramente que el jefe de los bandoleros estaba con ellos
-Se equivocaría señor –Fernando hablo rápidamente, a Mariana le quedo claro que ellos pensaban protegerla, pero eso no debía ser así
-No se equivoco –Ella hablo y todos la miraron –El jefe de los bandoleros estuvo allí o eso pareció
-¿Cómo que eso pareció? –Jorge tuvo que ponerse una mano en el pecho por el dolor y Mariana trato de ayudarle -¿de que estas hablando?
-De que vieron al jefe de la partida –ella suspiro –Me vieron a mi
-¿Qué? –Jorge no sabia como reaccionar
-Me vestí con tu ropa y actué como si fuera tu, como si nada hubiera ocurrido, como si la herida no fuera nada –Mariana sonrió –Y después de todo parece que fue buena idea, despisto al gobernador
-¡Una buena idea! ¡¿Estas loca? –Jorge la miraba enfurecido -¡Podrían haberte herido!
-Pero no lo hicieron –ella trataba de calmarle –Sabes perfectamente que se defenderme
-Jefe ninguno hubiéramos permitido que le pasara nada –Santiago hablo pero cuando Jorge le miro se puso rígido
-Vosotros le seguisteis el juego y no me dijisteis nada –Jorge les señalo -¡¿Cómo se os ocurre hacer caso a los planes de esta señorita malcriada?!
-¡Pues esta señorita malcriada evito que te metieran al calabozo! –Mariana se enfureció con sus palabras
-¡Nadie te dijo que te metieras en esos asuntos! –El la miraba ferozmente -¡Yo soy el jefe de la banda! ¡Y nada debe hacerse sin mi!
-¡Yo no soy parte de tus hombres! ¡Yo hago lo que me apetece cuando quiero! –Mariana se marcho del salón dejando a todos atónitos en el salón
-Jefe debe admitir que fue una buena idea y ella llevo la situación muy bien –Fernando trato de calmar la situación
-¡Fuera! ¡Ahora! –Jorge señalo la puerta y todos se marcharon, en el salón solo quedaron Santiago, Miguel y Leonor
-Hijo tranquilízate –Miguel suspiro –Mariana no hizo nada malo
-Jorge, ella lo hizo por nuestro bien y tienes que admitir que fue buena idea –Santiago hablaba tranquilamente mientras caminaba hacia la salida del salón –Por cierto, el dinero se repartió entre los campesinos, conventos y colegios de la zona
Jorge no dijo una palabra mas, simplemente subió a su habitación, presionando la herida de su pecho, en la habitación no había nadie, así que fue a buscar a su mujer a su habitación.
-Mariana –El entro a la habitación sin llamar y la encontró junto a la cama con el vestido prácticamente desabrochado
-¿Qué haces aquí? –Ella se cubrió rápidamente con el vestido, sosteniéndolo con sus manos
-Admito que fue buena idea lo de hacerte pasar por mi –El suspiro
-Vaya, eso es mas de lo que esperaba –Ella lo miro irónicamente
-Pero atiende bien a esto –El se puso serio de nuevo –Te prohíbo que vuelvas a poner un pie en la cueva y te inmiscuyas en los asuntos de la banda
-¡¿Disculpa?! –Mariana no podía creer lo que acababa de oír ¿El le estaba prohibiendo algo? -¡Tu no eres nadie para prohibirme nada!
-¡Soy tu marido! –Jorge frunció el ceño –Al menos mientras dura este trato y debes obedecerme
-Yo jamás he obedecido a nadie –Mariana le miro altiva –No lo hice con mi padre, no lo voy a hacer con tigo
-Yo no soy tu padre –El camino decidido hasta ella pero entonces sintió una punzada de dolor y paro de caminar –Agh –Se puso la mano en el pecho y se sentó a la cama
-Jorge ¿estas bien? –Mariana corrió a sentarse a su lado y rápidamente le abrió la bata para observar la herida, olvidándose de que su vestido estaba desabrochado y dejando que cayera un poco de sus hombros para detenerse en la parte superior de sus pechos –Déjame hacerte una cura –Jorge no dijo nada, no podía, solo la miraba, observaba sus hombros, su suave piel, la dulzura con la que ella le trataba.
-Mariana –Al pronunciar su nombre ella alzo la vista para encontrarse con el deseo y la pasión en los ojos de el –Eres tan hermosa –Ella no sabia como reaccionar, pero tampoco tuvo mucho tiempo, Jorge se acerco y la beso despacio, de forma suave, saboreando sus labios.
Mariana no pudo evitar disfrutar del beso y dejarse llevar, el paso sus manos por la cintura de ella atrayéndola a su cuerpo y besándola con urgencia. La apretó aun mas contra el, mientras con una de sus manos, acariciaba su espalda prácticamente desnuda y la besaba con urgencia. Mariana que ya antes había dejado al descubierto el pecho de su marido lo acaricio despacio, delineando cada uno de sus músculos. Jorge dejo de besarla para descender con sus labios por la barbilla de ella, su cuello, sus hombros, mientras Mariana respiraba agitada. Jorge hizo que ambos cayeran tumbados en la cama y entonces sintió de nuevo una punzada de dolor.
-Agh –El no pudo evitar llevarse la mano al hombro
-Estas sangrando –Mariana se incorporo inmediatamente, y se recoloco el vestido abrochándoselo –Déjame ver –Se sentó de nuevo junto a el, sin poder evitar sonrojarse al recordar lo que hace tan solo unos minutos había pasado –Se te ha saltado un punto
Mariana se incorporo y salio de la habitación en busca de Graciela, después regreso con ella llevando un balde de agua, venda y los ungüentos.
-Recuéstate –Mariana preparo la cama –será mejor que no te muevas así que esta noche dormirás en esta habitación –comenzó ha hacerle las curas mientras el la miraba atentamente, Graciela disponía las vendas.
Después de coserle la herida y curársela, salio de la habitación para bajar a almorzar junto a su tía y Miguel. Graciela se encargo de llevar la comida a Jorge para que el no se moviera.
Tras el almuerzo Mariana fue a las caballerizas a buscar a los chicos y a tranquilizarles, aunque ellos no se veían muy nerviosos, sabían que no habian hecho mal y mas de uno sabia que Mariana sabría como aplacar la ira de Jorge.
Miguel y Leonor salieron a pasear al jardín tras el almuerzo para charlar de todo lo ocurrido el día de hoy.
-Realmente Mariana es una muchacha de armas tomar –Miguel no podía evitar sonreír ante la actitud de esa muchacha –Me alegra que ella este junto a mi hijo
-Mi sobrina siempre ha sido una muchacha indomable –Leonor suspiro –Pero tu hijo estaba muy enfadado
-Tonterías, Jorge sabe que no tiene razón y ya ves hasta Mariana ha admitido en el almuerzo que estaba mas calmado –Miguel miraba a Leonor atentamente –Me alegra que hayáis llegado a nuestras vidas.
Leonor se quedo mirando a Miguel sin saber que decir o como reaccionar cuando el de repente la beso, fue un beso suave pero al mismo tiempo intenso. Después se separo de ella esperando una reacción, pero ella no dijo nada, simplemente se marcho a la casa
La cena transcurrió en un ambiente tenso, Miguel Leonor evitaban mirarse y Mariana se dio cuenta, pero no quiso preguntar. Después de cenar cada uno se retiro a su habitación, menos Mariana que marcho a la habitación de Jorge, la que había sido habitación de ambos antes, ya que Jorge estaba en la suya. Decidió que lo mejor era evitar una situación como la de esa tarde así que se fue a la otra habitación evitando a Jorge.
OS DEJO UNA FOTO DE MARIANA CON SU MANTILLA BLANCA PARA LA IGLESIA
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