Capítulo 15- Secretos
Por suerte, después del extraño encuentro con aquel curioso médico, ShiWei pareció olvidarse de su intención de buscar el jardín y la puerta del león, y Bo se fue con ella a las 48 aldeas. El camino era bastante largo, y demoraron algunos días en llegar, buscando posadas para pasar la noche y descansar, y haciendo largas y extenuantes caminatas durante el día.
El chico se divirtió mucho con ShiWei, que se quejaba de que en ese lugar nadie había inventado aún las bicicletas, porque pedir un auto o una moto era demasiado. Las carcajadas de los dos resonaban en el bosque. Cuando, varios días después, llegaron a la enorme puerta de acceso a las 48 aldeas, unos soldados los hicieron pasar, y con rostros serios los llevaron ante la presencia de Li Jin Rong, la líder del lugar y madre de Zhou Fei.
—¿Se puede saber qué haces aquí, Bo? ¿Y por qué trajiste a esta desconocida a las 48 aldeas? —preguntó la mujer, de mala manera.
ShiWei se quedó muda ante la poca educación de la líder: ahora sabía a quién le debía su pésimo carácter la maestra de su amigo.
—Lo siento, Da Dang Jia, pero mi maestra Zhou Fei me dió la orden de traer a ShiWei aquí… —El chico intentó explicar quién era ShiWei, y de dónde había venido, pero Li Jin Rong lo miró como si estuviera loco.
—Mejor vete a descansar, Bo, que parece que el sol te está haciendo alucinar. Deja a esta muchacha aquí conmigo y sal de aquí.
—Pero… Da Dang Jia… —El intento de protesta de Bo fue acallado por la fiera mirada de la mujer—. Sí… —Después de darle una disgustada mirada a su amiga, el chico se retiró del salón.
Li Jin Rong había observado a ShiWei mientras conversaba con Bo, y se disgustó: era muy raro que su hija hubiera enviado a esa desconocida a las 48 aldeas, sin saber de dónde había venido, y si era amiga o enemiga, con el pedido de buscar a alguien que la devolviera a su época. La chica se puso nerviosa con esa mujer, que se quedó observándola con una expresión desagradable, hasta que por fin le habló, con un tono no mucho mejor que su mirada:
—Así que no eres de aquí, ShiWei...
—No, no lo soy —la chica intentó permanecer en calma, pero su voz tembló un poco. No estaba segura de poder explicarse si comenzaba a contar su historia, pero tampoco podía mentirle a esa mujer que tal vez tenía el poder de ayudarla—. En realidad yo sé bien de donde vengo, Da Dang Jia, pero no sé en dónde estoy ahora...
Li Jin Rong escuchó la asombrosa historia con atención, y a pesar de los temores de ShiWei, permaneció tranquila. Solo la interrumpió un par de veces para hacerle algunas preguntas:
—¿Y dices que detrás de ese muro y esa puerta con el sello del león, existe una casa que es de esa familia, los Wang, que habitan en tu época?
—Sí, es una casa antigua... —Después de decir esa frase, ShiWei se dió cuenta de que esa casa aún no existía, y se corrigió—. Es antigua en mi época.
—Comprendo... —le dijo la mujer, pensativa, mientras hacía un gesto afirmativo con la cabeza.
ShiWei se tranquilizó un poco:
—Usted no piensa que estoy loca, ¿no? —le preguntó a la líder.
—La verdad que no, ShiWei. Se nota que no eres de aquí, y este mundo está tan lleno de cosas sin descubrir, que lo que me cuentas podría ser perfectamente cierto.
—Tengo un problema muy grande, Da Dang Jia... —dijo la chica—. En el lugar de donde vengo están mis padres, que deben estar muy asustados porque yo huí de casa para buscar a Bo...
—¿Buscabas a Bo...? —exclamó la mujer—. ¿Ya lo conocías?
La asombrada pregunta sorprendió a ShiWei, que no había recordado que su amigo aparecía en el jardín secreto vestido con ropas de otro tiempo, y temió meterlo en un problema. Tal vez en las 48 aldeas nadie sabía de su origen. Pero, para su suerte, un soldado llegó con un mensaje para la líder, que la dejó marchar luego de prometerle que iban a seguir con esa conversación.
—¿Qué te preguntó, ShiWei? —Bo estaba nervioso, esperando a su amiga, a unos metros del salón de Da Dang Jia.
—Quería saber de dónde vengo, y tuve que decirle toda la verdad del muro y la puerta del león que lleva a mi época... ¿Hice mal?
ShiWei deseaba volver a su casa: sabía que sus padres estarían locos de angustia, y tenía miedo de que tomaran una decisión drástica y se fueran de la casa de los Wang si creían que ella ya no iba a volver. En sus noches de desvelo, la chica pensó en las cosas que podrían ocurrir si por fin lograba encontrar la puerta del león: tal vez llegaría mucho antes de su tiempo y sus padres no la reconocerían, o podría llegar muchos años después, cuando ellos fueran demasiado viejos o ya no estuvieran vivos. Pero ahora que había conocido la Tierra de los ríos y los Lagos y pasado esos días con su amigo Bo, también le dolía la idea de irse de allí y dejarlo atrás.
***
Bo estaba en su dormitorio en las 48 aldeas, cuando apareció un soldado a avisarle que Da Dang Jia solicitaba su presencia. Extrañado, el chico dejó lo que estaba haciendo y salió tras el hombre rumbo al salón de la secta.
—Da Dang Jia... —saludó, con una reverencia.
—Bo... —La mujer lo observó con el rostro serio—. Estuve conversando con tu amiga ShiWei, y me contó su historia...
—Lo sé, Da Dang Jia, ella me lo dijo.
—Y por lo que vi, tú no le contaste la verdad sobre la tuya, ¿no?
El muchacho la miró sin responder. La mujer siguió hablando:
—No me mires así, Bo. Mi hija me contó sobre tu origen. Pero, ¿por qué ShiWei no sabe nada?
—No me atreví a decírselo, Da Dang Jia…
—¿Y de verdad pasaste a su mundo para encontrarla en ese jardín?
—A veces me pongo nostálgico y voy a ese lugar… —musitó el chico—. Un día ella entró por la puerta del león y me descubrió. Ahora quiere volver a su tiempo, pero ninguna de las personas que conocemos sabe cómo hacerlo...
—¿Y tú quieres que ella vuelva, Bo? Tal vez si lo logra, sea la única capaz de ayudarte a cumplir tu deseo...
—Lo sé, Da Dang Jia... pero si no podemos hacerla volver, es mejor que no sepa mi historia.
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