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Capítulo 37

Las hembras más viejas del Jardín de la Inocencia estaban vigilando el embarazo que recién comenzaba de Clara, supondrían que tendría ya 3 meses de gestación, pero al ser una humana, conocían muy poco como ellos tienen a sus hijos, además de sus síntomas que el resto de los animales no tenían, como las náuseas frecuentes y vómitos que empezaron hace poco, esto le preocupaba a Aeolus, puesto que en ocasiones no retenía los alimentos y no comía mucho en el día

— En el mundo humano tienen mujeres que cuidan a las que están en el estado de Clara – comenta Lita — ya vi donde tienen la casa en la ciudad, podrías ir a ver que dicen ellas, le dicen parteras.

— ¿Pero será peligroso si abandonamos el Jardín? — pregunta Clara, mirando a Aeolus preocupada

— Por solo un momento, no creo que ocurra nada – dice de manera calmada Aeolus – puedo dejar a Jadurus a cargo mientras vamos.

— Pero para que no tengas problemas, puedo ir sola – insistía Clara

— Nada de eso, yo iré contigo – continúa diciendo Aeolus – este pequeño es mío también y quiero saber que todo esté bien.

— Clara, debes ir, es la salud de tu cría – intervenía Lita — en eso no puedes dejarlo esperar, además ninguno aquí sabe cuándo darás a luz, tienes que tener información y el Guardián debe saberlo también.

Tomando el consejo de Lita fueron a la ciudad con el apoyo de Jadurus quien se quedó como custodio del Jardín.

Al llegar entraron con la partera y Clara tuvo su primer control maternal, se informaron que nacerá en verano, próximo a la festividad del guardián y pudieron saber que estaba saludable por los sonidos del corazón del bebé que escuchaban con un gran cuerno. Al finalizar le dieron yerbas para las náuseas y algunos consejos de nutrición como alimentarse con más legumbres, hojas verdes y carnes (lo último no lo podría consumir, puesto que el Jardín no mataban a sus animales). Finalizando la partera le dio otra cita para controlar el embarazo y le solicitaba una dirección donde visitarla para cuando sea el momento del parto, a lo que se negaron a dar alegando que en ese momento la traerían a su clínica para dar luz ahí.

La pareja estaba feliz de escuchar la noticia de que su hijo estaba bien.

Clara mira a Aeolus, ya que desde hace más de un mes no tenía un contacto íntimo después de saber sobre su embarazo pensando que podría lastimar a su hijo, pero lo que le decía la partera la tranquilizó

— Volvamos a la cabaña... quiero ser tuya ahora...

— ¿Estás segura? – pregunta sorprendido Aeolus al llegar a la cabaña.

Clara sin decirle nada, lo arrastra adentro de la cabaña, desde hace días quería estar con su marido de aquella forma.

Al desnudarse Clara, ya se le notaba un pequeño bulto en el bajo vientre, invita a su marido a estar a su lado, y éste después de verla ya recostada, sus dudas se alejaron.

— Mi querida Clara no quiero lastimarte, debes decirme si algo te molesta

— Nada de ti podría molestarme, así que tranquilo, ya lo dijo la partera, lo que yo sienta, nuestro hijo lo sentirá, así que dame felicidad

Hicieron esa tarde el amor suavemente... algo que se repitió durante la noche y que los relajó a ambos y pudieron dormir plácidamente.

...

En la ciudad de Mirita

— Demonio de conejo, el Guardián no quiso enseñarnos a Verónica, quizás ni siquiera la tiene y me has engañado — dice Roberto, mientras esta recostado en su cama recuperándose de sus heridas causadas por el Guardián.

— Patético humano – se burlaba Rigi — yo no te he engañado, te lo advertí... el Guardián nunca te entregará a Clara, puedes hacer lo que quieras y solo terminarás herido como ahora, con el Guardián no se dialoga el siempre realizará su voluntad

— Te propongo un acuerdo, te liberaré si me ayudas a recuperar a Verónica de las garras del Guardián.

— Bien, existe un método – Rigi se da aire de importancia, prácticamente susurrado

Roberto adolorido, se trata de acercar a la jaula de Rigi para escucharlo

— Habla conejo

— Debes acercarte al borde del Jardín, y...

— ¿Y?

— Y correr lo más rápido que puedas antes que el Guardián te alcance, te aseguro que de esa manera conocerás a tu creador y algún día verás nuevamente a Clara.

— Maldito conejo – Roberto le da una patada a su jaula, lo que le provoca un gran dolor

Rigi del susto por el golpe, pasa a carcajadas viendo como Roberto se retorcía por el dolor.

— Estúpido humano, tu nunca serás un rival para el guardián, él te supera en todo, Clara nunca regresaría con alguien inferior como tú.

— Pues, eso lo veremos — dice Roberto de manera desafiante. Toma la jaula y se alista para salir.

Después de un viaje en caballo solo con Rigi, Roberto se acerca al límite del Jardín, aún con dolor después del último encuentro con el Guardián.

Aeolus se encontraba con su esposa, cuando siente que alguien lanza un objeto al interior del jardín, llegando rápidamente al lugar y repele el ataque. Con asombro ve a Roberto, que tenía en su mano al nieto de Jadurus, tomándolo por el cuello.

— Guardián, te intercambió a este conejo a cambio de Verónica – dice Roberto e insiste al no tener respuesta — Sé que estás ahí Guardián, regrésame a Verónica y dejaré este conejo en paz, lo entregaré vivo.

Aeolus estaba preocupado, nunca pensó que el nieto de Jadurus estuviera envuelto en esto, pero no podía entregar a Clara y, para volver el momento en algo desagradable, la familia de Jadurus apareció en el lugar, apareciendo más miembros cada tanto, todos atraídos por la presencia de Rigi.

— Guardián, no me quedaré mucho aquí y necesito tu respuesta, quieres este conejo vivo o lo mataré y comeré su carne aquí.

Él tipo estaba completamente demente, haría cualquier cosa por recuperar a Clara, Aeolus solo veía a Jadurus que le regalaba una mirada lastimosa, pero ¿Qué podía hacer? Era su culpa que se lo llevaran en primer lugar y ahora estaba en sus manos recuperarlo.

— Perdóname Jadurus, pero no puedo...

Jadurus lo seguía mirando de manera compasiva, pero sabía que no le podía pedir al Guardián entregar a su mujer por su nieto

Roberto luego de un rato intentando que él guardián responda y sin tener respuesta, comenzó a presionarlo.

— Bien Guardián, si no lo quieres por las buenas, te lo haré más difícil – Roberto apunta con un cuchillo al pecho de Rigi — Mataré a este conejo si no me regresas a Verónica

Aeolus está acorralado, no sabía que hacer o como salvar a Rigi sin entregar a Clara. No tenía ninguna idea en mente, y la presión de la familia de Jadurus con sus miradas, solo lo ponían más nervioso.

— El Guardián no la entregará, así que mátame ya y déjame partir con mis ancestros – suplicaba Rigi a Roberto

Roberto presiona más el cuchillo en el cuerpo de Rigi

— La muerte de este inocente quedara en tu conciencia – Roberto presiona más fuerte y lo lastima derramando un hilo de sangre por su pecho, Rigi comienza a gemir asustado.

Sale de su escondite Jadurus y mira a Roberto, pronto todos sus familiares salen a ver a Rigi y mirar suplicantes a Roberto.

— No, abuelo... no le hagas ver esto – reacciona Rigi al ver a su abuelo — llévatelos... no tengo miedo de morir, pero no dejes que mis hijos vean esto... te lo suplico.

Al decir esto, la familia de Jadurus comienza a chillar y dar lamentos, todos miraban a Roberto pidiéndole en su mirada que no le haga daño a su familiar.

Al ver esto, Roberto siente tristeza por la gran familia de conejos. No podría matar a un inocente, pero estaba desesperado. Decide arrojar nuevamente a Rigi a la jaula y cerrarla

— Me llevaré a este conejo, pero lo torturaré todos los días, hasta que regreses a Clara, cuando veas su piel arrojada en los terrenos del Jardín, explícale tu a su familia porque no lo ayudaste – Roberto se marcha

Mientras Rigi se aleja le grita a su familia

— ADIOS PADRES, ESPOSA, PEQUEÑOS, NO SE PREOCUPEN POR MI, ESTOY BIEN, LES ASEGURO QUE NO ME HAN DAÑADO HASTA AHORA Y NO LO HARÁN.

Cuando la familia de Jadurus regresa al ver partir a uno de sus miembros, Aeolus los mira de manera de manera suplicante y con los ojos lloroso.

— Perdóneme, pero no puedo entregar a Clara, yo no sé que hacer

— Lo sabemos Guardián, no te podemos pedir eso... pero entiende nuestra decepción y enfado hacia ti – Responde Jadurus con mirada triste.

— Les pido por favor, que ninguno mencione esto a Clara, se los ruego – Aeolus se reverencia ante la familia de Jadurus.

— Nadie dirá nada Guardia. Ahora, déjanos con nuestro dolor.

Aeolus al ver a la familia de Jadurus alejarse, se sentía vacío, puesto que los decepcionó.

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