—Déjame decirte que estoy impresionado —confieso con Seraphine en mis brazos mientras que observo el jardín perfectamente organizado. Lina en cuatro días organizó un banquete en el jardín. Ella aprovechó los árboles para iluminar el lugar y también puso en lugares estratégicos otras lámparas. Dos mesas largas paralelas entre sí adornadas con centros pequeños de mesa. La decoración es minimalista, pero elegante y llena de vida y color. La música inunda el ambiente relajándome en el proceso.

—Gracias, tu padre me ayudó en contratar al personal para la decoración —exclama Lina acercándose a las mesas—. Conociendo tus gustos de austeridad, no me quise explayar en decoraciones estrafalarias porque sé que no es tu estilo. La comida está en proceso, el personal listo para servir, nosotros estamos arreglados, solo faltan los invitados.

—En serio no tengo palabras —confieso abrumado—. Tengo años que no tengo una fiesta de cumpleaños.

—Es entendible, esta fecha no es fácil para ti —ella comenta caminando entre la larga mesa, ella sabe que a mí me encerraron en mi cumpleaños—. Pero cada año es una demostración que no siempre será igual, y que puedes cambiarlo. Y que mejor forma que celebrar tu cumpleaños.

—Te concedo eso —sonrío feliz, me volteo porque escucho la voz de Atlas acercarse hacia nosotros—. ¡Hey! —exclamo emocionado, le entrego a Seraphine a Lina para cargar a Atlas—. Como pesas —digo removiéndole el cabello.

—No me despeine, es muy difícil peinarme por mis cuernos —dice apartando mi mano de él.

—Discúlpame —le digo y lo bajo—. Estás muy guapo.

—Gracias —él se afloja un poco el cuello de su jubón—. Tengo hambre.

—Cuando lleguen los invitados, comeremos todos en el banquete —Lina le dice amable.

—¿Puedo jugar con Seraphine? —Atlas le pregunta suplicante a Lina.

—Depende del juego —responde Lina acomodándole el vestido a Seraphine.

—Yo me escondo y ella tiene que buscarme —responde Atlas cabizbajo, él sabe que ese juego no.

—Sabes que no —le digo.

 Observo que el carruaje de mi padre entra en el camino de grava de la casa. Atlas sale corriendo a ver si mi madre aparecerá, pero se desilusiona cuando solo ve a mi padre con mis abuelos maternos con mi tía Unai. Me sorprendo al verla y voy a verlos. Lina me sigue.

—¡Tristan! —exclama mi tía abrazándome eufórica—. Mírate —ella se aparta y me aprieta los cachetes—. Estás enorme, cuando te vi la última vez eras a penas un niño escuálido y callado.

—Crecí —digo apartando sus manos de mis mejillas—. Ha pasado mucho tiempo que te vi y al tío Mikel, también a mis primos.

—Sí, ellos están bien —exclama observando cada facción de mi rostro—. Te ves igual que tu padre, cuando eras un niño te parecías más a mi hermana.

—La que se parece a mi madre es Estrella, son iguales —respondo sonriente—. Tía, abuelos. Les presento a mi novia y a mi hija, Seraphine Godness

 Mis abuelos y mi tía se acercan a Lina y ella le muestra a nuestra hija. Mi tía chilla emocionada al ver a Seraphine.

—¡Es idéntica a Cosmo! —exclama asombrada—. ¿La puedo cargar? —le pregunta a Lina y ella asiente—. Miren —ella sostiene a Seraphine y la pone al lado del rostro de mi padre—. Es idéntica.

—Lo que hace la genética —expresa mi padre feliz.

—Solo tienes que esperar a que nazca el segundo y tendrás al que se parezca a ti —le dice mi tía a Lina—. Solo ve a los hijos de mi cuñado, la primera idéntica al padre; pero la segunda es el retrato de la madre, y el tercero es la mezcolanza de los dos.

—Es una forma de verlo —responde Lina confundida—. Tristan y yo estamos bien con Seraphine, no queremos más hijos.

—No es cuestión de que quieras, es que llegará el momento que no podrás rechazarlos —mi tía entrega a Seraphine a mi abuela—. Los hijos aparecen, no se planean. Si tan solo eso fuera posible. Si fuera por mí, yo hubiera tenido a mi primer hijo ya casada, pero no fue así. Me casé después de tener a mis dos hijos y de allí nada más vino. Pareciera que la fábrica de bebés se hubiera cerrado. Lo importante es que sigan juntos a pesar de no estar unidos de forma legal, porque en esas dificultades se darán cuenta que el compromiso va mucho más allá de un anillo o pacto de sangre.

 Lo que dice tiene sentido para mí. Quiero agregarle algo más, pero escucho el sonido de unos caballos aproximándose y supuse que eran los carruajes de los ministros, pero son mi hermana Luna con su capitán. El hombre se baja primero y ayuda a mi hermana a bajar de su caballo. Ellos se acercan a nosotros y mi tía la saluda efusivamente.

—¿Ven a lo que me refería? —pregunta mi tía señalando las facciones de Luna—. Los primeros siempre se parecen a los padres.

—Entendimos hija, me alegro que hayas puesto atención en las clases de biología —comenta irónico mi abuelo. Mi tía hace un ademán con la mano en señal de indiferencia.

 Después que Luna llegara, empezaron a llegar los carruajes de los ministros y el jardín empezó a llenarse de vida. Recibo a cada invitado educado y ellos agradecidos de haberlos invitado. Ellos traen cajas de regalos de distintos tamaños. Se me olvidó lo que era recibir un regalo, se siente bonito que alguien se interese por ti.

 Atlas no se despega de mí en toda la celebración. Converso con los invitados, Atlas está allí; bailo con Lina, Atlas baila cerca de nosotros. Lina no ve con buenos ojos que me haga cargo de él, pero estoy atrapado en un trato con su madre, además, Atlas es un niño tan dulce y encantador que no reparo que él podría reclamar el trono sombrío dejándome de lado. Aunque eso suene poco posible.

 La fiesta es muy hermosa, Lina ha hecho un gran trabajo en organizar todo y estar allí en los momentos importantes. La fiesta transcurre parte de la tarde y toda la noche hasta el amanecer. Me siento en paz, no sabía cómo se sentía, pero estoy seguro que puedo comenzar un nuevo capítulo.