Capítulo 5: Encuéntrame
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El detective Forney salió de su despacho muy exasperado. Agarró a Ashton, que estaba tratando de apaciguar los nervios de Kori, y lo adentró en el cubículo para mantener a solas una conversación privada. El segundo intuía que algo lo mosqueó lo suficiente como para agarrar con fuerza a su amigo y alejarlo de las miradas intrusas.
Una vez en la privacidad, Ashton alzó sus brazos al aire encogiéndose de hombros, esperando una respuesta.
—¿Qué demonios te pasa, Forney?
Marcus sostuvo su teléfono móvil entre sus manos para enseñarle el mensaje amenazante y anónimo que mostraba su pantalla.
—¡Esto me pasa! —exclamó señalando el móvil—. ¡Tu maldita vecina es una pirada y todos los que la rodean!
Su compañero entrecerró sus ojos tratando de entenderlo.
—No, espera un momento... ¿Estás afirmando que ese mensaje anónimo es de Eileen Causey? ¿Te estás oyendo? ¡Estamos llevando su caso por un posible secuestro y conspiración!
—¡Ella es la que conspira contra todos nosotros! ¿Acaso no atiendes al discurso de odio que da contra la ciudad de Grivan? ¡Busca aliados!
Ashton frunció el ceño y se preparó para rebatirle.
—El discurso de odio lo da contra las personas de bien que han repudiado a Los Extraviados, Marcus. Tanto Kori, como su hermana Annika y ella han sido víctimas de malos tratos por los ricos. ¿Sabes la de gente que está a favor del discurso de Eileen? Tú mismo aseguraste que los matones de Grivan la alababan. No ha dicho una sola cosa que haya sido mentira, y lo sabes.
Marcus se llevó sus manos a la cadera y apretó los labios, molesto. Expulsó las siguientes palabras como un veneno de serpiente.
—Tu padre es el Alcalde de Grivan y tu madre es una mujer muy adinerada. ¿Te convierte eso en una persona de bien... O un Extraviado como todos los demás? —Juzgó sin escrúpulos.
Ashton guardó silencio observando la actitud de Marcus. Él se arrepintió al segundo de haberle sentenciado aquellas palabras y soltó un suspiro, agachando la mirada. Atacarle de esa forma no fue lo correcto y se arrepintió de inmediato.
—Lo siento mucho, Roux —confesó—. Tengo una mujer y una hija maravillosas que temo por su seguridad. Grivan es muy peligrosa y una persona anónima tiene mi número privado. ¿Entiendes eso? Tengo miedo...
—Comprendo muy bien tu temor, Forney. Pero el papel que desempeña mi padre con esta ciudad no me salpica en absoluto —espetó—. Me desvinculé de su círculo hace mucho tiempo. Creo que lo sabes. Atacarme con eso ha sido un golpe bajo.
—Sí, lo sé... No debí hacerlo. Lo lamento, compañero.
—¿Por qué tanta aversión por Eileen? —formuló sin titubeos. No le estaba gustando por donde iban los tiros.
Marcus alzó la mirada.
Dos toquecitos en la puerta interrumpieron la conversación. Un agente tenía algo de lo que informar.
—El chico «emo» se acaba de marchar de comisaría. Dijo que: “tenía cosas más interesantes que hacer que ver cómo juzgaban a su amiga desaparecida”.
Se refirió a Kori. Ashton expulsó un suspiro, intranquilo. Luego, antes de marcharse a su puesto, le dijo:
—Yo también estoy recibiendo los mismos mensajes que tú, Forney. Por alguna razón, tú también juegas en el Show de Eileen Causey. Pregúntate el por qué somos los elegidos en vez de enfurecerte, ¿no?
—¿Tú sabes la razón por la que has sido elegido? —cuestionó, intrigado.
—Aún trato de averiguarlo. Supongo que tú también, ¿no es así?
Dicho aquello salió de su despacho.
Su móvil vibró y leyó el mensaje que mostraba su pantalla.
«¿Qué pasa, guaperas? Soy Kori. Anoté tu número de teléfono al verlo en tu tarjeta de identificación que tienes en tu escritorio. Llámame cuando tu amigo el «Don Gracioso» no esté insultando el nombre de Eileen. Paz»
Ashton respondió:
«Me disculpo de antemano por él. Está teniendo un mal día y el caso de Eileen está siendo complicado. Nos vemos más tarde».
Kori rebatió:
«Annika también mereció llevar una investigación. Ambas hermanas ya no están presentes, detective. Téngalo en cuenta».
—Necesito un café —murmuró para sí mismo.
Mientras ordenaba su café en una máquina expendedora y se lo tomaba sin molestia alguna, vislumbró en la lejanía a través de los cristales de comisaría a unos grafiteros, dándose apuro en terminar su acción antes de que algún guardia les viera. Ashton abandonó su café y corrió afuera.
Eran Extraviados.
—¡Corre, hermano! ¡La chusma viene! —exclamó uno agarrando los botes de pintura entre sus brazos.
Cuatro bandoleros huyeron de allí ante los gritos imponentes del detective.
—¡¿Qué estáis haciendo?! ¡Está rotundamente prohibido pintar las paredes!
—¡Vámonos! ¡Corre, corre!
Huyeron.
Ashton jadeó al no poder atraparlos. Volvió a su posición y observó el «arte» que habían pintado. Él abrió su boca con asombro. Le iba a perseguir aquel nombre el resto de su vida.
«Eileen Causey reina de Grivan».
—¿Qué has hecho con la ciudad, Eileen...?
Marcus se presentó afuera de la comisaría, apreció lo mismo que su amigo y se posicionó a su lado. Luego, refutó:
—Te lo dije. Se ha ganado un público. ¿Qué cojones planeó tu vecina antes de desaparecer, Ashton?
Él guardó silencio sin respuesta alguna. Desearía poder contestar, pero ni él mismo conocía tan bien a Eileen como para poder hablar en su nombre. Esa mujer siempre fue un enigma.
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La voz de la noticiera sonaba de fondo mientras Ashton ojeaba en su portátil información sobre Eileen Causey. Caía una vespertina llovizna en Grivan y los cristales empañaban el apartamento. El detective encontró su Facebook, que la joven lo tenía abierto. En aquella red social contenía información de la ciudad en la que vivía y su edad. Se deslizó por la pestaña de fotos. En ellos salían Kori, Annika y ella misma. Se los veía felices. Un grupo de tres amigos bastante unidos.
Annika, la hermana de Eileen, se suicidó, supuestamente, el año pasado. La investigación quedó inconclusa, porque no se encontraron pistas suficientes para determinar cuál fue la verdadera causa de su suicidio. En su organismo se hallaron múltiples somníferos, pero fue hallada tirada en las calles de Grivan, cual persona sin hogar. Ni un solo bote de pastillas se vislumbró a su lado. Fue todo muy extraño.
—... La desaparecida Eileen Causey sigue dando de qué hablar en la ciudad de Grivan —Se pronunció la noticiera. Ashton atendió la televisión—. Algunos mensajes amenazantes han aparecido en las calles y los ciudadanos están inquietos por lo ocurrido. El Alcalde Corwin Roux pide calma ante este asunto, añade que alarmarse sería un error. Una clase de vídeos programados de Eileen acaparan las pantallas de todos los medios informáticos proclamando justicia para Los Extraviados. ¿Es Eileen quién hace todo esto? ¿O es alguien más haciendo justicia por ella? Esta es la cadena Grivan TV y les está informando Lissa —Finalizó.
El detective volvió la vista al portátil quedando prendado en una fotografía de Eileen. Su tez pálida relucía junto a sus ojos aguamarina y su cabello azabache, que decoraban su frente con un flequillo recto.
—Ya sales hasta en las noticias, Eileen. ¿Buscabas eso? ¿Ser escuchada? —Habló él mirando su rostro en aquella imagen congelada.
Dos suaves golpes llamaron la puerta sacándolo de su ensimismamiento. Miro a través de la mirilla y se encontró con Kori.
—¡Abre, guaperas! Me ha caído toda la lluvia encima y te oigo respirar —Emitió.
Él resopló y lo invitó a entrar.
—¿No tienes casa, Kori? —inquirió con sorna.
—Lo que no tengo es un paraguas como has podido comprobar. Esta maldita ciudad es impredecible.
Ashton miró la despensa de su cocina y le ofreció un té caliente. Al menos podría entrar en calor antes de pillar una hipotermia. Kori lo estudió agradeciendo aquel acto de cortesía. Para él, era la primera vez que alguien lo trataba con tanta calidez, ya que la gente de bien no solía hacerlo.
—Tengo curiosidad. ¿Por qué te metiste a ser madero? —preguntó el joven.
—A policía, querrás decir —corrigió—. Porque hacer el bien es algo en lo que me gusta participar.
—Pero hay mucha corrupción en la policía, colega. No es el mejor ejemplo, ¿no?
—Hay corrupción en todos los ámbitos, Kori. No solo en la policía. Hasta en la medicina, en la política, en la prensa... El mal siempre habitará vaya donde vaya. Solo que uno elige en qué bando estar.
Kori permaneció en silencio. Ashton le tendió el té caliente para que agarrase la pequeña taza. El primero le dio un sorbo que le supo a gloria. Necesita entrar en calor.
—¿Has averiguado algo más de Eileen? —Formuló el chico, intrigado a la vez que acongojado por su desaparición.
—Estamos en ello. Aunque me resulta bastante inquietante que Eileen grabase tanto contenido por si alguna vez le ocurría algo. Es como si ella misma se oliese que tarde o temprano irían tras ella. Pero... ¿Quiénes?
—Grivan oculta muchas cosas de las que nadie querría saber por su bienestar. Es una ciudad de mierda.
Ashton lo escuchó atento. Le resultó llamativa la primera frase. ¿Qué secretos y por qué daba por hecho eso?
—¿Tú sabes algo al respecto que yo no tenga conocimiento, Kori?
Los teléfonos de ambos sonaron al mismo tiempo logrando que se mirasen con complicidad. La última vez que ocurrió algo similar, los dos fueron citados en La Torre del Reloj. Dado que alguien estaba ayudando a Eileen a hackear todos los dispositivos, no fue de extrañar que el juego comenzase de nuevo. Ashton era un peón más del ajedrez.
Una cuenta atrás más una ubicación se leía en sus pantallas. La cuenta atrás detectaba quince minutos y el destino estaba cerca del apartamento de Ashton, pero no lo suficiente para llegar a tiempo. Debían ir en auto.
—¿Qué ocurrirá si el tiempo termina y no vamos al destino? —inquirió Kori. Tragó saliva, nervioso.
—Mejor no te lo preguntes. La última vez estalló una tienda con una maldita bomba —Ashton se levantó y buscó las llaves del coche. Kori imitó su gesto sin saber muy bien qué estaba examinando—. ¡Vamos!
—¿Ya? ¿Sin anestesia? ¡Dios santo! Me va a estallar el corazón con esta paranoia.
—No creo que tanto como a mí... —murmuró.
Dicho aquello, salieron del apartamento, se montaron en el coche del detective y partieron rumbo al destino ubicado.
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¡Hola! Ha pasado mucho tiempo desde que no continuaba esta historia. Algunos de ustedes la esperaban con ansias. Mi inspiración ha vuelto y estoy tratando de quedarme por mucho tiempo, aunque el público no sea el mismo. Escribir es una adicción para mí y una felicidad hacerlo con ustedes. Así que espero que disfruten mucho este nuevo capítulo y...
¡Nos vemos en el próximo! ♥️
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