01
En la penumbra de la habitación, casi tratando de confundirse con la madera del piso, se encontraba un rubiecito de mejillas abultadas y labios esponjositos hecho bolita tratando de pasar desapercibido.
Había sido un niño malo por agarrar comida de la nevera sin permiso y su padre le había dado una paliza, dejándole el cuerpo adolorido y con hematomas, pero nada le dolía más que el estómago por aguantar el hambre. Debía esperar a que su madre llegara de trabajar para poder comer porque el Alfa de la casa no le tenía permitido probar alimento según decía porque “Un beta retrasado mental como Jimin no merecía nada” –y eso incluía los alimentos–.
Su padre se había sentido decepcionado cuando Jimin nació porque él quería una niña; sin embargo, lo aceptó con algo de esfuerzo aunque a medida que Jimin crecía, mostraba signos evidentes de un tipo de retraso: Su hijo crecía en tamaño, pero su mente seguía siendo niño de diez años.
Su madre lo llevaba con los doctores con el fin de descubrir qué era lo que le pasaba a su pequeño Minnie, pero nunca hubo evidencia física de algún daño causado por algún golpe.
—Señora Park, lo que su hijo tiene se denomina Infantilismo Psicológico. Es un trastorno mental que le ocurre a uno de cada diez niños, llegan a la edad adulta con el cerebro de un niño pequeño. No es algo de lo que deba preocuparse, generalmente hay cura pero es progresiva, se comienza de cero a cien poco a poco pero hay que ser pacientes. Ellos son como niños pequeños, por los que se debe tener más cuidado de no dejarlos solos porque buscan el peligro sin medir las consecuencias.
—¿Entonces tiene cura?
—Señora Park, si hablamos del infantilismo en el contexto de la psique, el asunto es probablemente el más difícil aquí. Es posible desarrollar una forma más madura para que Jimin descargue emociones negativas o prestar atención a la necesidad de tomar el control de sus propias decisiones y de la vida en general, aunque el proceso que lleva esto a menudo es muy largo. —Explicó con calma, observando como un Jimin de catorce años jugaba con sus deditos sin prestar atención—. Los encuentros sistemáticos con una psicólogo pueden ser de gran ayuda para trata el infantilismo, y la psicoterapia también puede traer resultados beneficiosos.
La mujer volteó a ver a su hijo, quien ahora comía una paleta sin dejar de jugar con sus dedos.
—Muchas gracias, doctor. —Suspiró, tomando la mano de Jimin y saliendo del consultorio.
Un psicólogo… ¿Cómo iba a pagar ella un psicólogo para Minnie si apenas le alcanzaba para dale de comer a él y a su esposo?
No vivían de lujos y no les sobraba el dinero; además, solo trabajaba ella mientras su Alfa “incapacitado” se quedaba en casa.
Así que nunca pudo pagarle a Minnie un especialista que lo ayudase a tratar su condición y aunado a eso su pequeño era un beta, ya con veintidós años no se había presentado.
Aunque para el señor Park, que Jimin fuera un beta y no un Alfa o –por lo menos– un omega, le hacía sentir más repelús hacia él.
—Está defectuoso. —Repetía una y otra vez.
Esa noche, cuando la mujer llegó a casa y encontró a Minnie encogido en el suelo con sus ojitos hinchados de tanto llorar, con sus brazos y piernas moradas de tantos golpes y terriblemente mojado, tomó una decisión.
Una madre jamás abandona a un hijo, nunca… Pero en casos extremos, medidas extremas. Ella no tenía dinero para darle de comer como debía, nunca fue a la escuela así que ella misma trató de enseñarle: Sabía leer y escribir, también decir su nombre y su edad.
Eso era suficiente.
Lo limpió pacientemente mientras derramaba lágrimas silenciosas ante la atenta mirada de su hijo, lo vistió con ropa limpia aunque muy vieja y desgastada.
—¿Mami, por qué lloras? —Con un dedito quitó una de las lágrimas de la mujer.
—Es sudor, bebé, no te alarmes. Ahora vamos. —Le tomó de la mano y salió con él a la sala donde él Alfa se había quedado dormido con la lata de cerveza en la mano.
—¿A dónde vamos, mami? —Preguntó extrañado cuando salieron de casa.
—A dar un paseo, cariño.
—¿Paseo con Minnie? —Saltó feliz, caminando al lado de su madre.
La mujer asintió mientras seguía llorando.
—Siempre se fuerte, Minnie, mi lindo betita. Fuerte y muy valiente.
Caminando, llegaron a un iglesia donde entraron y se sentaron hasta adelante. Ella en ningún momento le soltó la mano.
—Quédate aquí, cariño. Iré por dulce, ¿sí? —Habló después de un rato.
Jimin asintió mientras observaba a su madre irse.
Ella en cambio, le dio una última mirada. Sabía que estaba haciendo lo correcto, su esposo la mataría por hacer eso. No habría Minnie para hacer los qué haceres y mandados, pero no importaba. Sólo deseaba que tuviera una vida mejor.
💌: Primer cap y ya estoy *😭*
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