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CAPÍTULO 21.

CAPÍTULO  21.

Amelia:

Recorro todo a mi alrededor con mis ojos, en busca de alguna persona que me ayude. Lucían acaba de desmayarse en mis brazos y esta cubierto de la sangre que no para de salir de su abdomen donde aun la navaja permanece enterrada. Por mucho que quisiera quitarla, no puedo hacerlo, porque se que si lo hago el morira a causa de la hemorragia.

Un grito de frustración y enojo se me escapa, e intento cargarlo pero es muy pesado y fracaso automáticamente.

«vamos, piensa Amelia... piensa»

Podría dejarlo aquí y pedir ayuda pero... en cuanto bajo la mirada a su rostro sin expresión descarto la idea.

—¡Definitivamente no! No soy capas de dejarte. —Le hablo aunque se que no puede  escucharme.

El sonido de un motor me pone alerta y a lo lejos una camioneta negra se acerca rápido adentrándose al callejón donde estamos. Todas mis alarmas se encienden cuando el chico de ojos café y cabello castaño salta del vehículo y a toda prisa y se dirige en mi dirección .

—¡No des un paso más!— Le grito y el se frena por un momento en donde observa la escena frente a el con los ojos muy abiertos.

Su rostro se pone palido y juraria que lo escucho maldecir en italiano. Con la mirada busco algo con que pueda defenderme en caso de que se acerque mientras permanezco de rodillas en el suelo y aferro a Lucían contra mi cuerpo en un patetico intento por protegerlo.

El chico frente a mi desvia la mirada recorriendo todo a nuestro alrededro hasta que se detiene observando el cuerpo del hombre al que lucían le partió la mandíbula.

La escena es horrorosa y yo parezco un ciervo asustado que no para de temblar y llorar mientras me aferro de forma protectora al cuerpo del hombre que estuvo dispuesto a dar su vida por proteger la mia.

—¡Aléjate de nosotros!—balbuceo con voz trémula y me mira alzando las cejas con asombro.

—¡No puedo hacer eso! —dice cuando empieza a caminar en mi dirección.

Se acerca a Lucían e intenta tocarlo, pero se lo impido apartando su mano con brusquedad.

—¡No! No lo toques, no confío en ti.— Le gruñó.

—¡No tenemos tiempo para esto! ¿Acaso quieres que muera?— Dice señalando el cuerpo del hombre inconciente en mis brazos, sin apartar sus ojos fijos en los míos.

Por inercia bajo mi rostro hacia Lucían y luego a la camioneta estacionada tras de mi, mis ojos viajan al asiento del copiloto buscando a la persona que siempre esta pegada al chico que insiste con "ayudarnos."

—¡No está aquí! ¡Confía en mi! No estoy del lado de Matteo. Déjame hacer mi trabajo.—Habla y no entiendo a que se refiere con "su trabajo", pero algo en su mirada me dice que es honesto. Y por un leve momento recuerdo que solo lo vi una vez, el día en que el y Matteo nos llevaron a sofi y a mi a casa después del instituto.

Me aparto un poco dándole espacio para que se acerque a Lucían, pero lo detengo un instante antes de que lo toque.

—¡Si haces algo en su contra, juro que no descansaré hasta que lo pagues! —le advierto y me aparto dejando que lo levante.
No me responde, solo pasa el brazo de Lucían sobre su hombro mientras me apresuró a abrir la puerta trasera de su camioneta donde lo recuesta en el asiento.

—Estamos cerca del hospital. Llegaremos en unos minutos. —Dice cuando nos subimos a la camioneta.

—¡No! El dijo que nada de hospitales.

—No es prudente Amelia, podría morir sin la debida atencion.

—Iremos a mi apartamento, mi vecina es enfermera y ella puede encargarse. —Ordeno y el chico me mira pero nota que no hay duda en mis palabras.
—se los riesgos, pero si Lucían no quiere hospitales sus motivos tendrá—.

—¡Esta bien! Se hará como digas.— Responde tomándome  por sorpresa.

Asiento en aprobación. Y volteo sobre mis hombros al asiento de atrás para verlo, se ve demasiado quieto y temo lo peor.

— Estará bien! No te preocupes.—Dice el chico a mi lado y lo miro.

Mi ceño permanece fruncido observándolo  con recelo.
Su repentino interés por lucían me da curiosidad, y desconfianza pero no tengo más opción que permitir que me ayude.

Cinco minutos después llegamos al apartamento, no son más de las once de la noche pero el frío hace que las calles estén desiertas. Subimos los escalones con Lucían a cuestas, una vez llegamos al apartamento, guio al chico castaño para que deje a Lucían sobre mi cama.

El chico acerca su mano al pulso en el cuello de Lucían y asiente en mi dirección! Esta a punto de hablar pero su teléfono suena dejando sus palabras a medias .

Mira el número y suelta una maldición.

—¡Tengo que irme!

—¿Que? ¡No! No puedes, ¿que voy a hacer sola con el en este estado? —Voltea y me mira de pies a cabeza.

—Dijiste que tu vecina podía encargarse... no me tardo, es mi jefe quien me llama y no estará feliz con la snuevas novedades. —Dice y alzó ambas cejas.

—Espera... !¡Enzo! —Grito pero se marcha dejándome sola otra vez.

Corro en dirección a la sala y marco el número de la señora Martínez. Es una anciana y probablemente esté dormida pero ella es mi única esperanza ahora. El teléfono suena un par de veces y tres tonos después al fin responden.

—¿Diga? —Habla la señora Martínez al otro lado.

—Señora Martínez, buenas noches, soy yo Amelia...

—Amelia querida. ¿Esta todo bien? ¡Te oyes nerviosa!

—Porfavor necesito que suba a mi apartamento, es urgente. Lucían esta herido.
—ella conoce a Lucían—.
Y aunque no habían tenido ninguna interacción directa, pero incluso en alguna oportunidad me regalo algunas cosas para el.

La mujer al otro lado de la línea hace  una pausa pero al final responde.

—Enseguida voy. ¿Que tan grave es?—Sollozo  y en un hilo de voz respondo.

—¡Lo apuñalaron por protegerme! Aun tiene la navaja  en el abdomen.

—Enseguida subo. No lo toques.—Advierte.

Pocos minutos después el timbre suena y me apresuro hacia la Anciana que aparece en mi campo de visión tan pronto abro la puerta.

Arrastraba un bolso con ruedas en sus manos. Y me saluda dedicandome una mirada nerviosa al verme cubierta por la sangre.

—¿Tu estas bien? —Pregunta y asiento lentamente.

—¡Si! Yo... estoy bien. Pero el...

—Tranquila, todo estará bien.— Me interrumpe y asentí soband9 mu nariz mientras la guio a mi habitación, donde Lucían permanece inconciente sobre mi cama.

Ella se apresura a sacar gasas, algodón y muchas cosas más del bolso que ha traído y se coloca un par de guantes antes de pedirme que salga de la habitación.
Suspiro cerramdo los ojos un instante, negandome a dejarlo solo pero la mujer vuelve a hablar.

—Necesito que salgas y esperes afuera, porfavor.—Me pide otra vez,  antes de comenzar con su trabajo.

No quiero dejarlo pero tampoco quiero interferir en el trabajo de la Enfermera. Asi que obligo a mis pies a girar sobre mis talones y retroceder hasta la puerta de mi habitación.

Ya en la cocina me sieto a esperar que todo termine , rogando al cielo que todo salga bien.
Si ella no puede hacer algo por el, entonces tendre que romper mi promesa y llevarlo si o si a un hospital.

Media hora después la puerta de mi habitación se abre dando paso a la mujer que me mira con una sonrisa cálida y tranquilizadora.

—Esta estable. Tuve que suturar la herida del abdomen, pero fue bueno que no retiraras el cuchillo. Eso contuvo la hemorragia. —Suspiro un poco más aliviada.— Tambien le di algunos puntos a un lado de su cabeza, pero no parece ser nada de que preocuparse, estará bien.
No dejes que se ponga de pie. No tengo calmantes pero seria prudente que lo lleves a un hospital allí...

—No puedo hacer eso, en lo que a mi respecta no se nada sobre el y fácilmente podría ser ilegal o quien sabe, si lo llevo a un hospital...

—La policía indagara por la puñalada y podría tener problemas.—Termina ella por mi y asiento.

—Bien. Entonces deberás conseguir analgésicos y calmantes por tu cuenta...—duda unos segundos antes de volver a hablar. —Aunque quizás pueda conseguirte algunos analgésicos, pero será mañana. Hoy ya no puedo. —Asiento y la guio hacia la puerta.

—¡Muchas gracias señora Martínez! No tengo como pagarle todo esto.

—No te preocupes, Lucian parece un buen muchacho. Desdichado pero un buen muchacho. Regreso en la mañana para cambiar su vendaje y ver como sigue, cualquier cosa que necesites puedes llamarme. Y Amelia.... Cuídate mucho. —dice regalándome una mirada preocupada.

—¡Gracias nuevamente! —Respondo con una casi nula sonrisa, antes de que se marche.

Suspiro y me volteo nuevamente en dirección a mi habitacion. Desde la puerta observo al chico dormido sobre mi cama, golpeado y apuñalado.
Y desvió la mirada recorriendo su cuerpo aún sucio por la sangre seca.

Me meto al baño  y tomo agua tibia en una recipiente, al igual que una toalla de mano y me siento a su lado en la cama.  Sumerjo parte de la toalla en el agua tibia, la escurro y comienzo a limpiar la sangre de su rostro y de sus manos.

Sus ojos estan cerrados y peino con mis manos su cabello húmedo por el sudor apartandolo de su rostro. Bajo la mirada a sus vendajes y mis ojos rápidamente se dirigen a la mesa de noche donde ahora esta la navaja que la señora Martínez quito de su abdomen.

Vuelvo la mirada hacia el y acaricio su mejilla. Y Nuevamente las lágrimas escapan por mis ojos, empapando mi cara.

Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo ... y me siento tan agotada... Pero aún así, me obligo a ponerme de pie y me dirijo al baño para quitarme la ropa cubierta de sangre.

Diez minutos despues regreso a la habitación luego de ducharme y Lucían observo a Lucían que sigue dormido. Me acerco a él y lo cubro con una manta hasta los hombros.

Arrastro a un lado de la cama una pequeña butaca y recuesto mi cabeza hacia atrás antes de soltar un largo suspiro.  Mis ojos se cierran por el cansancio y pronto comienzo a sentir mi cuerpo más liviano a medida que me pierdo lento en el abismo de la inconsciencia.

El sonido chillón del timbre me sobresalta haciendo que de un brinco y mire alarmada a mi alrededor.

Suspiro cuando noto que estoy en mi habitación, aún sentada en la misma butaca. Desvio mis ojos a la cama a mi lado y allí esta el. Aun dormido. Un brillo de sudor corre por su frente y su respiración esta algo mas acelerada que ayer pero cuando me dispongo a tocar su frente dos golpes fuertes en la puerta me hicen volver la mirada en dirección a la sala.

Miro el reloj de mi mesa de noche y junto el ceño al notar que son lass 06:00 am.

Me pongo de pie rápidamente pensando que quizás puede ser  le señora Martínez. Entonces me aproximo a la puerta y otra vez el timbre y un golpe del otro lado me sobresaltan.

Tome el pestillo, nerviosa y tra ssoltar un suspiro abro la puerta.

Todo mi cuerpo se tensa y mi rostro se contrae con nerviosismo parada frente al hombre de traje elegante, frente a mí  que me miraba como si toda yo fuese alguna especie de bicho raro.
El extraño no aparenta más de veintidós o veintitres años, es alto de cabello rubio oscuro y ojos verdes. Tiene una mirada amenazante y emana peligro al igual que elegancia por donde lo mire.

Y por extraño que parezca tiene algo que me recuerda al hombre inconsciente en mi cama.
Me recorre con la mirada y me da una sonrisa extraña antes de pasar por mi lado como si esta fuera su casa.

—¿Donde esta? —Suelta sin más haciendo que me voltee sobre mis talones cuando me vuelvo consiente de a quien es la persona que esta buscando.

—¿Quien es usted? ¿Y que hace en mi casa? —Hablo tratando de parecer calmada.

—No te hagas la lista conmigo y dime donde lo escondes, ordena recorriendo con los ojos la habitación hasta que sus ojos se clavan en la puerta de mi habitación y luego en mi.

Algo en mi rostro me delata y sonrie con soberbia antes de encaminarse hacia la habitación. Pero rápidamente me apresuro y paso corriendo por un lado del sofá interponiéndome en su camino.

—¡Largo de mi casa!—Advierro—¡O llamare a la policía! —Ladro tratando de parecer lo más amenazante posible.

Pero por el contrario, en lugar de intimidarlo mi amenaza parece causarle gracia ya que suelta una carcajada.

—Adelante... llama. Ten... —Mete la mano en el bolsillo de su saco y me extendió un teléfono celular.
—Llama a la policía, pero antes de que lleguen aquí, te pondré una bala en la cabeza y lo único que encontrarán será tu maldito cadáver si no te apartas.—Gruñe.

—¡No me importa! ¡No entraras allí! —Le grito dando un paso al frente a medida que tomo la lámpara portátil de la mesita a mi lado y la inclino amenazándolo con ella.

—Bambina... no tienes idea de con quien hablas, será mejor que te apartes.—Advierte y alzo el mentón desafiándolo mientras apreto la lámpara en mis manos.

—¡Me importa una mierda quien seas! ¡Lárgate de mi casa!

—No lo volveré a decir...¡quítate! —Ladra dando un paso al frente.

Pero ni siquiera asi me muevo. Mis ojos permanecen fijos en los de el, desafiandolo.
Me da igual si miero aqui pero ni este hombre ni nadie mas se acercara a Lucían.

—¡Bien! ¡Como quieras! —Dice sin apartar los ojos de mi, cuando rápidamente me toma por el cuello haciendo que todo mi cuerpo tiemble tanto que la lámpara resbala de mis manos y calle al suelo.

Forcejeo pero me empuja contra la pared apretando mi cuello con su mano haciendo que cierre los ojos un momento ante la presion de su agarre sobre mi garganta.

El frio metal del cañon de su arma pegandose a mi frente me hace abrirlos de golpe, encontrándome con la mirada penetrante del hombre que me apunta a la cabeza con su arma.

—¡Mátame! Porque solo así podras llegar a el. —Le grito a la cara, sonando más valiente de lo que en realidad me siento.

El me da una mirada curiosa y sonríe extrañamente divertido.

—Como la Bambina desee...— responde presionando el arma un poco más, y paso saliva antes de cerrar los ojos con fuerza.

—Tres segundos... —Se pronuncia con tono filoso la voz que conozco a la perfección —Tres segundos es lo que tienes para quitar tus putas manos de ella.

Abro los ojos con brusquedad y el tipo que aún me sostiene del cuello, ahora me observa con una sonrisa divertida plasmada en su rostro. Pero aun asi no se mueve, y tampoco parece preocupado por la amenaza que le dio Lucían a su espalda, ni siquiera cuando sostiene, presionando contra su cuello la filosa navaja.

—No lo volveré a repetir.—gruñe —¡Sueltala o te corto el puto cuello!

Veo como apreta más la navaja contra el cuello del hombre y me tenso al ver el hilo de sangre que se escapa por la presión del cuchillo sobre su carne.

El hombre aparta su arma de mi rostro y alza las manos en rendición, pero aun sin borrar la sonrisa de su rostro.

—¿Serias capaz de matar a tu propio hermano? —Murmura  y me quedo anonadada obsevando al extraño.

«¿Hermano?»

Lucían aparta la navaja de su cuello y jala de mi brazo en su dirección a trayéndome cerca de el.

Me recorre de arriba abajo en busca de alguna lesión, pero el hombre que dice ser hermano de Lucían no me ha lastimado.
En realidad, solo me había asustado hasta la mierda.

Lucían desvia la mirada al hombre que aún sonrie con soberbia y mira a Lucían con confucion y ¿Admiración?

—¡Incluso me mataria a mi mismo si fuese un peligro para ella! —Respondeó Lucían sin apartar la mirada del hombre que estaba enfrente y movía la cabeza negando mientras guardaba su arma en la parte trasera del cinturón y deja escapar un Suspiro.

—¡Tiempo sin verte Cassiano!

—Lo mismo digo Hermano.— responde Lucían.

—¿Cassiano? —Susurro la pregunta mirando ente los dos hombre que se observan entre sí.

El supuesto hermano de Lucían con una sonrisa en su rostro y Lucían o... Cassiano como lo llamo el hombre, lo miraba con una mirada divertida.

«¿Que Diablos?... significa todo esto? ¿Y quien eres en realidad Lucían?»

Hola hola! ¿Como están?
¿Que me cuentan? ¿que les pareció este capítulo?

✨️¡Lucían siempre llega a tiempo! 🛐

✨️Y mi nena defendiendo a Lucían... ¿que les parece?

✨️¿Que piensan de Enzo? Será que la llamada que recibió era del hermano de Lucían?

Espero que les haya gustado el capitulo y prontito nos leemos, tengo muchas más sorpresitas por aquí...
Besitos 🥰


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