Todo había vuelto a la normalidad o esa era mi impresión repentina.

Desde el ministerio habían verificado que todo lo teníamos en regla y que las tierras cedidas por mi cuñada, ya estaban a disposición de la Reserva, eso nos significaba emoción pero también mucho trabajo extra. Lo bueno es que de inmediato habían hecho llegar más Dragones desde Dinamarca, jamás habíamos tenido especies mágicas de esa tierra y yo estaba fascinado.

Con todo esto había olvidado que mi intención de venir acá era tener una vida tranquila.

Jamás olvidé mi amor por los animales, pero las circunstancias habían puesto todo de cabeza. Todo este drama del ministro y sus ansias de poder eran parecidas a los líos que aparecían en la revista que solía leer mamá, Corazón de bruja.
Hablando de show mediático, no había tardado en venir la odiosa de Rita Skeeter a hacer sus preguntas para publicarlas por El Profeta en Londres, más supimos que venía a espiar ya que reconocimos un escarabajo extraño entre las plantas y la pusimos al descubierto como animago no registrado.

Evanna siempre entrometida, nos ayudó otra vez para sacarla rápido de la Reserva. La bruja estaría en graves problemas por espiar en propiedad privada y más encima en un país donde no es ciudadana. Los rumanos en ese sentido son muy estrictos y no aguantan ninguna de las tonterías que suelen suceder en Londres.

Pasó la tarde como cuando recién ella había llegado, decidimos jugar Quidditch y la verdad de las cosas nos estuvimos riendo demasiado, hace tiempo que no estábamos tan tranquilos luego del trabajo. El juego duró hasta que atrapé la snitch. De allí Yusuf se fue a recostar, ya que nos comentó que le dolía un poco la cabeza, los demás chicos comenzaron a irse a casa. Junto a Isaac decidimos guardar las escobas y hacerles un poco de mantenimiento, solíamos jugar, más jamás les cortabamos las hilachas o los palos sobrantes.

— Se ven tan tiernos allí— nos molestó Evanna. — Me gustaría sacarles una foto.

— Deberías venir a ayudar a limpiar y a pulir en vez de estarte riendo como una ridícula. — le escupió Isaac.

— ¡Qué demonios Foster! Te veo estresado — sacó la varita y comenzó a regar las fresas que habíamos plantado hace un tiempo. Aún habían dado fruto.

— Eres antipática.

Yo los veía con una sonrisa en la cara, ambos eran bastante infantiles.

—¿No dirás nada Weasley? —me increpó Isaac.

— No peleo en batallas que no son mías. — dije levantando las manos. — Hagan en amor, no la guerra.

— Es una indirecta para tí Eva.

Ella rodó los ojos. Odiaba que le dieran cosas así ya que se ponía nerviosa y colorada de inmediato.

— Miren, no me han dejado hablar. Venía a hacerles una propuesta. — comentó en tono risueño.

— ¿Ah si? — me interesé.

— Pues habla pronto, siempre te das demasiadas vueltas. — Isaac estaba comenzando a impacientarse.

— Como ya no tenemos de qué preocuparnos, además que mañana ya es sábado ...

— ¿Ya? — seguí su hilo de conversación.

— Podríamos irnos al lago, hacer una fogata y tomarnos algo para divertirnos. — propuso.

Junto con Isaac intercambiamos un par de miradas y barajamos la propuesta que ella nos hizo.

—¿Qué beberemos? — cuestionó mi amigo.

— ¿Cerveza? — respondió Eva.

— Pff, eso es para niñas, a mí me gustan los tragos más fuertes.

Ella soltó una carcajada.
— ¿De qué hablas? Estoy segura de que eres de los que se emborracha a la primera.

Isaac bufó, ya que Eva estaba siendo sumamente molestosa con él de un tiempo a esta parte.

— Propongo que todos bebamos whisky de fuego hasta que no podamos más. — determiné.

—¡Esa si que es propuesta! — exclamó mi compañero.

— Acepto — sonrió Evanna — pero tengo una duda ¿Quién nos ayudará a volver a la residencia?

—¡No seas delicada! Si nos dormimos lo haremos a la interperie, después de todos estaremos borrachos y no nos daremos cuenta. — terminó por decir Isaac.

— Yusuf se apiadará de nosotros y lo más probable es que nos haga levitar hasta la casa — sonreí.

—¡Sí! Iré entonces por las bebidas. — Eva se fue corriendo rápido hasta la casa para traer las cosas.

—¿ A qué se debe este cambio repentino? — me miró Isaac — ahora está alegre y fastidiosa.

— Ya déjalo así. — le corté de inmediato, ya que no quería que fuera tema de conversación en las próximas horas.

Nos pusimos de pie y saqué mi varita, comencé a recolectar varias ramas viejas que estaban en el suelo con ella, para después encender el fuego. Isaac fue a buscar unas mantas para que no nos enfriaramos, ya que estaba anocheciendo y con eso la temperatura descendía unos grados significativos.

Eva apareció al rato con haciendo levitar una canasta con botellas de whisky de fuego.

—¿Por qué tardaste tanto? — le espetó Isaac con el ceño fruncido — Ni que lo hubieras ido a preparar tú.

— No seas gruñón, sólo que traje la misma cantidad de botellas para todos, las tuyas las marqué con azul, las mías son las amarillas y las de Charlie son las rojas.

—¿Para qué hiciste eso? — preguntó él aún sin entender.

—¡Por Merlín Isaac! Para que después no estés peleando de que yo bebí más botellas que tú. — dijo la rubia con irritación.

— Se ven adorables peleando ¿les puedo tomar una foto? — les bromeé tal como Evanna lo había hecho con nosotros hace un rato.

— Definitivamente no. — soltó Isaac al tomar una botella y empinarsela en los labios.

Evanna se sentó junto a mí y me acercó una botella. En cuanto sentí el whisky en la garganta, me quemó y percibí el ardor característico. La verdad hace tiempo que no bebía, creo que con Evanna había sido la última vez.

— Quiero que brindemos por haberle dado una patada en el culo al ministro — rió Isaac.

— Y por qué al fin Charlie dejará de tener esa cara de amargado — ella me molestó y luego me besó en la mejilla.

— Y porque Eva ya no está enojada. — siguió mi compañero.

— Y para que Isaac se encuentre una novia y deje a los demás en paz.

— Y para que por favor cierren la boca — me uní.

Los tres estallamos en una carcajada sonora, el alcohol hacía efecto rápido y yo sentía que estaba más ligero y sonriente sin poder evitarlo. Comenzamos hablando sobre cosas muggles, después nos estábamos acordando de la profesora Trelawney, las anécdotas de Isaac en América, después hablamos de las constelaciones, comidas asquerosas, hasta que llegamos a un estado en que sólo nos reíamos.

— Deberíamos haber invitado a Yusuf. — dije.

— Va a matarnos por tomarnos todo.

—¿No dejaste nada dentro? — se volvió Isaac hacia Eva.

— Pues no — contestó con risas — o si no de donde creen que saqué tantas botellas ¿Qué las hice aparecer por arte de magia?

Los tres nos reímos ante esa mención irónica. La noche avanzó y como Evanna había previsto Isaac había sido el primero en caer. Ni siquiera se dió cuenta cuando empezó a cabecear y a roncar con una botella en la mano.
Eva y yo no pudimos evitar reírnos de su comportamiento de adolescente.

—¿Deberíamos llevarlo a su habitación?

— No, dejalo allí, se lo merece — me sonreí. Tenía que admitirlo, me encantaba molestarlo.

—¿ Qué haremos nosotros? — me preguntó.

— Ya no puedo beber más, de hecho creo que si me paro en este momento no puedo caminar en línea recta. — confesé.

— Sé en qué podemos entretenernos — saltó Eva y de pronto se sentó en mis piernas —¿Te parece verdad o reto?

En ese momento yo no tenía claridad de nada. Así que asentí sin preocuparme de las consecuencias que podría traer esa situación, sólo me lancé hacia la adrenalina que desprenden cuando estás ebrio.
Me apoyé en un árbol para esperar quien era el que debía partir jugando. Acomodé mi espalda y le cedí la palabra y la posición a ella.

— ¿ Qué quieres Charlie Weasley? ¿Verdad o reto?

— Pues partiremos con un reto. — afirmé con mi cabeza.

— Está bien, quiero que atravieses la reserva trotando. — se burló.

— Eso es una crueldad en este estado. — respondí al momento que me colocaba de pie y realizaba su mandato.

Dar la vuelta debe de haber sido una de las cosas más patéticas que he hecho estando borracho, algo que me hubiera tomado a lo sumo, cuatro minutos corriendo, se duplicaron. Y Evanna disfruto del espectáculo que yo causé en ese momento.

— Es mi turno.

— Si haré el ridículo del modo en que tu lo hiciste, para eso quiero verdad. — comentó, más pude percibir en su rostro la inseguridad inmediata después de haber dado su respuesta.

—¿ Quiero saber a cuantos chicos besaste en Hogwarts? — a decir verdad fue lo único que se me había ocurrido.

—¿Celos?

— No, simple curiosidad. Han pasado muchos años para sentir celos de esos chicos.

Se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja y pensó por unos momentos. Yo al menos eso no lo sabía.

— Besé a Harry Cyrus.

— ¿El preferido de Ravenclaw?

— Sí, y también a Daniel Cardiff.

— ¿El de Slytherin? — le acusé. —¡No te creo! Después de lo que te quejas de ellos.

— Sólo fue una vez. — rebatió para defenderse.

— Eso da igual, no cansabas de quejarte de ellos en escuela y ahora sales con esto.

—¡Ya es mi turno! De preguntar.

— Nadie dice que escogeré verdad.

— Ya hiciste reto.

Maldecí en mi interior, el alcohol ya estaba haciendo demasiados efectos después de todo lo que habíamos bebido. Me recosté en el piso y cerré los ojos por un momento.

—¿ La conozco? — me preguntó.

Mi lengua no supo callar, y tampoco recuerdo a qué se refería. Sólo sé que asentí con mi cabeza.

Se que volvió a preguntar otra cosa que yo no pude reprimir. No sé qué era lo que me sucedía. Pero me sentía sumamente extraño.

No supe en qué momento me quedé dormido, no supe nada más. De verdad

Tampoco me dí cuenta en ese momento que lo que tenía mi whisky era Veritaserum.