Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 12: X-rated

El lunes, después de clases, el club de teatro realizó las audiciones para Romeo y Julieta, su siguiente obra. Elizabeth trató de convencerme de unirme al club para que interpretáramos juntos a los protagonistas, pero hasta ese día insistí en que no quería, a lo que terminó haciendo la audición junto a Will, como si no hubieran protagonizado recientemente un musical.

Si bien ella quería que la acompañara, decidí aquel día ir con Adrián a conseguir licencias falsas para su cumpleaños, con un dato que le había pasado un amigo de él que estaba en su banda.

—¿Cómo que cuarenta? —Adrián se quejó con el chico que tenía contacto con un falsificador—. ¿No que eran dos en cuarenta?

—¿De verdad crees que una licencia falsa te saldría menos? Y te estoy cobrando poco, casi sin comisión para mí.

—Jódete, no tengo ese dinero.

—No creas que voy a dejar de ganar porque tú no tienes. Trata de preguntar por otro, dudo que consigas y no será por menos si encuentras a alguien. —Sonrió arrogante—. Terminarán volviendo conmigo.

—Adi, ya vámonos —le pedí—, fue una mala idea.

—Sí, conozco lugares que no piden licencia —dijo con total seguridad.

Lo miré confundido, pero preferí no objetarlo, pues con eso se dio media vuelta y se marchó, así que, solo lo seguí. Varios metros más allá, decidí preguntarle:

—¿De verdad conoces alguno?

—Eh... No, pero seguramente va a haber alguna fiesta grande en un galpón o algo así y es como el equivalente.

—¿Cuál es el punto? ¿Por qué quieres ir a una en vez de que celebremos en tu casa?

—No lo sé... Creo que necesito conocer a más personas o festejar más allá de nosotros.

Asentí, con cierta preocupación. No estaba seguro de que estuviera bien, sentía que algo podía salir mal en la fiesta, pues Adrián se veía muy ilusionado con estar en una gran fiesta, como en las películas.

Nos alejamos sin volver a hablar por un rato, cada uno con sus propios pensamientos.

—Tal vez sí debería ser en mi casa, ¿no? —dijo bastante después—. Es más fácil. Puedo pedirle a mi mamá que nos compre alcohol.

—¿Seguro de que quieres que tu mamá sepa? —Solté una risilla.

—Mmm... O sea, es de mentalidad muy abierta, pero no sé si ella nos compre tanto. Ay... Sí está difícil, ¿no?

—¿Y el vocalista de tu banda? El qu te pasó el dato del falsificador?

—Todavía no cumple 21.

—Ya, pero si te pasó el dato...

—¡Debe tener una licencia falsa! —exclamó alegre. Que bueno que se dio cuenta.

—Sí, así es. —Reí a carcajadas.

Sí, lo quiero mucho, pero admito que también es divertido burlarme un poco de él cuando se pone algo... ¿tonto?

Bueno, también es tierno cuando se pone así.

Me invitó al cine, pues según él estaban proyectando una de sus películas favoritas solo por esa semana. Se trataba de un thriller, no me sorprendía, aunque yo hubiera preferido de otro género... Digamos que no me gustan mucho las películas de terror, pero quería acompañarlo y que se sintiera mejor.

Sin embargo, al llegar a la boletería, tuvimos un problema:

—Sus licencias.

Adrián lo miró con molestia, frunciendo el ceño y descolocando su quijada.

—¿Es una puta broma? ¿Desde cuándo necesito mostrar mi licencia para ver una película?

—Desde que tuvimos quejas y mi gerente está pendiente.

Adrián bufó. Yo solo los miraba, pensando en que todavía no tenía licencia de conducir porque no había aprobado el examen... Dos veces. Bueno, igual podía ser que hubiéramos usado las visas, pero seguíamos sin ser mayores de edad.

—Aquí dice que tienes diecisiete —dijo el vendedor.

—Sí, ¿y? —Adrián estaba al borde de explotar de ira, podía verlo en su cara.

—Los de diecisiete solo pueden entrar acompañados por un adulto.

—¡¿Qué putas estás diciendo, hijo de la chingada?! —gritó en español—. ¡En unos días tendré dieciocho, es lo mismo!

—No si mi gerente lo ve, no quiero que me despida.

—¡Jódete!

—¿Tu amigo no tiene licencia?

—Eh... Todavía no tengo dieciocho, así que, es lo mismo.

—Lo siento, chicos, así son las reglas. Estas funciones son solo para adultos y solo puedo permitir que entren si vienen con un adulto.

¡Chinga a tu madre!

Se dio media vuelta y salió enojado, desde luego yo iba detrás. Esa situación se sentía como una completa mierda, como haberse caído dos veces en el mismo lugar.

—Podemos comprar palomitas y otras cosas, ir a tu casa y ver la película en alguna página —sugerí.

—Sí, obvio, pero no es lo mismo... ¡Además, de nuevo está eso de que es solo para adultos!

—Sí, acá son bien curiosos con sus reglas. De repente no tiene mucho sentido.

—Encima, aunque digan que algo es solo para adultos, igual es parte de nuestro día a día. Si supieran las cosas que he visto o consumido... —Sonrió con clara malicia.

Para nadie era un misterio que Adrián se drogaba. Usualmente era con marihuana, pero sabía que uno de los chicos de su banda tenía acceso a otras drogas y en ocasiones le convidaba. Nunca me especificó qué era, pero a veces decía que debería salir con ellos y probar, que me haría bien, a lo que nunca accedí.

Adrián era muy genial, pero ese era tal vez su mayor defecto: necesitaba olvidar quién era todo el tiempo o, como decía él, borrarse un rato. No era una adicción a una sustancia específica, sino a dejar de ser.

Mientras íbamos en el autobús hacia su casa, conversamos de distintas cosas, principalmente de películas, cuando de la nada se quedó en silencio, sonrió y elevó las cejas, casi como una caricatura.

—¡Ya sé cómo ponerle a mi banda!

Lo miré extrañado, tratando de indagar.

—Imagina, ¿qué es lo que más nos dicen? Lo que me quejé hoy, a ver.

—¿Que hay cosas que son solo para adultos y que al final igual tenemos acceso a eso?

—Exacto, no es legal, claro, pero nos da igual.

—¿Entonces...?

—¡X-rated Scandal! O sea, que es tan escandaloso, que solo los adultos deberían tener acceso.

Sí, X-rated Scandal en inglés era "escándalo solo para adultos", algo que no se me hubiera ocurrido, claro.

No sonaba como nombre para una banda.

—A ver, y si... —Traté de pensar rápido. Sabía que los chicos llevaban meses en eso y era claro que ya estaban desesperados por tener un nombre, hasta se habían presentado en la escuela y todavía no tenían uno—. ¿Y si lo acortas? Podrías, no sé, reemplazar la "s" de "scandal" por la "x" de "X-rated".

—¿X-candal? —Era evidente su disgusto, pero en unos segundos su gesto se transformó—. ¡Me encanta!

***

Al día siguiente, acompañé a Elizabeth a ver los resultados de su audición, publicado en el tablero de informaciones. Ella estaba segura de que había obtenido el papel de Julieta, sin embargo, estaba muy nerviosa por eso y había intentado sin éxito calmarla en los últimos días.

—Espero que Elizabeth sea Julieta y yo Romeo. —Escuché que dijo un chico, llamado Benny, a su amigo, un chico muy flaco y algo encorvado—. Solo por estar con ella me metí a este estúpido club.

El chico flaco levantó los hombros, restándole importancia. Había muchos agolpados tratando de llegar al cartel en que salía la lista del elenco, buscándose entre la gran cantidad de nombres, y ahí se fue a meter Elizabeth.

Mandy, otra de las chicas que audicionó para el papel, se alejó algo desilusionada:

—¿La madre de Julieta? ¿Es en serio? —Se quejó y vi que se agrupó con sus amigos.

—¿Quién mierda es Mercurio? —dijo Benny.

—Creo que te refieres a Mercucio.

—Como sea, ese soy.

Mary y Jeff —a quienes en ocasiones he mencionado antes—, también se acercaron al tablón. En eso, vi que Elizabeth regresó hacia mí, seria pero con la frente en alto, lo que significaba que estaba ocultando lo mal que se sentía.

—¿Y...? —pregunté, inseguro de si estaba bien que preguntara

—Pues...

—¡Mierda! —gritó Mary—. ¡Maddie, tienes que venir!

—¡Somos Romeo y Julieta! —exclamó Jeff hacia la chica de cabello naranja, quien seguía con su grupo, atrás del montón.

—¿Qué? —Vi que sonrió.

Elizabeth rodó los ojos y, al ver que la chica trataba de ir a ver el tablero de anuncios, hizo un globo con su chicle y lo reventó mientras pasaba por su lado, haciendo que se le pegara parte del chicle.

—¡Ellie! —exclamé, a modo de reprimenda.

Maddie se veía sorprendida, algo ida quizás, y se llevó la mano a los mechones de cabello afectados.

—¡¿Qué mierda te pasa?! —Mary se dirigió a nosotros enfadada.

—Lo siento —atiné a decir y busqué un pañuelo.

—¡Tú no, ella! —Apuntó a Elizabeth.

La rubia medía poco más de un metro ochenta y era parte del equipo femenino de básquetbol, por lo que, resultaba bastante intimidante para todas las chicas cuando se enojaba, pese a que nunca la vi peleando con alguien en realidad. Estando tan cerca, me interpuse entre ella, furiosa, y Ellie, para protegerla. Acto seguido, Jeff se me plantó en un segundo adelante, con los puños apretados. Nick, su mejor amigo, se paró junto a él, aunque él provocaba más ternura que intimidación, pero se entendía su intención.

—No quiero pelear —dije, alzando los brazos para hacer que retrocediera el más grande.

—Entonces no se metan con mis amigos.

—Sí, bien, muy de acuerdo. Estoy tratando de evitar que peleen ellas, ¿sí? Ellie se va a disculpar y luego nos vamos.

Volteé para buscar a Maddie, pero ya no estaba. Ellie sonrió orgullosa al ver que se había marchado.

—Bueno, ya podemos olvidarnos de este circo. —Me sonrió Elizabeth, pero la miré molesto.

—Tienes que disculparte con ella. ¿A dónde fue? —pregunté a sus demás amigos.

—Se estaba sacando el chicle. —contestó una chica ¿gótica? ¿Emo? ¿Merlina? Ni idea—. Fanny fue con ella al baño.

—Ve para allá —le susurré a Elizabeth.

—Ni muerta, vamos.

—No.

—¡Bien! Me voy, ¡sola!

—Ellie, espera...

No, no se detuvo, tuve que ir detrás de ella para atajarla y tratar de que entendiera qué era lo correcto. La alcancé varios metros más allá, casi en la salida.

—Que bueno que me vas a acompañar. —Sonrió.

—No, vengo a llevarte devuelta, para que te disculpes.

Sonrió incrédula.

—No.

—Ellie, eso fue como del jardín de niños.

—¿Y? Ella se lo merece.

—¿Por qué?

—¡Ni siquiera hizo la audición como Julieta! Audicionó con sus amigos como el fray, fue lo más ridículo que te podrías imaginar.

—¿Y qué? No puedes ir por la vida agrediendo a otros solo porque no te gusta lo que hacen.

—¡No la agredí!

—¡Le pegaste un chicle en el cabello!

—Eso es nada. —Cruzó los brazos y giró los ojos—. Además, fue solo un accidente. —Sonrió.

—No puedo creer que... Ugh. Me voy a la práctica de básquetbol mejor, ya voy tarde por tratar de razonar contigo.

Volteé para irme.

—¿Qué? ¡No, espera!

Caminé hacia el gimnasio, tratando de ignorar lo que decía.

—¿Qué tengo que hacer para que no estés molesto? —preguntó, tratando de abrazarme por detrás.

—¡Ni siquiera se trata de eso! —Aparté sus brazos—. No deberías estar preocupada porque me enoje, deberías entender que no estuvo bien lo que hiciste.

Hubo un silencio. Me preguntaba por qué lo seguía intentando, mientras ella solo me miraba. Éramos tan distintos, que no tenía sentido.

—Mejor hablemos después —le dije finalmente.

—¿Qué significa eso?

—Lo que escuchaste.

—Si quieres terminar, dímelo.

—¿Cuándo...? ¡Yo no dije eso! ¿Pero sabes qué? Ya en este punto no te soporto, así que sí, terminemos.

—¡Bien! —Alzó los brazos, enojada.

La verdad era que podía ver en sus ojos que estaba a punto de llorar, pero era difícil que ella admitiera eso. Ante todo, siempre estaba su orgullo.

Tampoco sabía qué debía hacer al respecto. Nunca había terminado una relación —porque nunca había estado en una—, así que, ¿debía decir algo? ¿Consolarla? Me habría mandado a la mierda, obviamente. Solo me fui a entrenar, sintiéndome como un completo patán, aunque a la vez sentía que me había quitado un peso de encima.

Llegué a la práctica y me enfoqué en ello. Olvidé el mal rato con Elizabeth, al punto en que cuando Will me preguntó en un descanso si iba a una doble cita con él y Kim, contesté que sí, en automático. El plan solo duró una hora, pues después del entrenamiento, Kim lo llamó enojada, estando nosotros en los vestidores todavía.

¡Elizabeth me lo contó todo! —gritó Kim desde la otra línea.

—¿De qué hablas?

¡Jorge terminó con ella!

—¿Qué? Pero si recién me dijo que no había problema con que saliéramos los cuatro juntos.

—No... respondí exactamente eso. —Torcí los labios, a la vez que noté la mirada fulminante de Will. Claramente quería matarme.

—Bebé, podemos vernos de todos modos esta noche, ¿no? —Will insistió, parecía desesperado—. Solo los dos, te puedo pasar a buscar en mi auto...

Chatarra, más bien.

—¡No, no lo haré! Ella está destrozada, ¡por culpa de tu amigo! Tengo que quedarme con ella para levantarle el ánimo.

—¡¿Qué?! ¿Es broma? ¿Prefieres quedarte con tu amiga en vez de pasar una noche con tu novio?

—¡Eres incorregible!

Kim le colgó. Ahora sí que Will estaba enojado.

—¿No podías aguantar un poco más a Elizabeth? ¡¿En serio?! —me gritó Will.

—Tu relación es tuya. Si tu novia no quiere estar contigo, no tiene que ver con lo que yo haga.

Por su cara, creí que Will me golpearía, pero solo se dio vuelta y se fue a una ducha. Momentos después, lo escuché gritar y que golpeó varias veces las baldosas de la ducha, mientras el agua caía. Realmente no era mi culpa si su relación iba mal y creo que todos sabíamos que Kim nunca quiso ser su novia en el fondo, tal vez él también lo sabía y de ahí que armara planes complicados para lograr estar con ella y dependiera tanto de que yo tuviera a Elizabeth embobada.

No sé por cuánto tiempo me duché, pero cuando salí, Will ya se había ido. Tomé mis cosas y le mandé un mensaje a Adrián, para ver si podíamos reunirnos, solo por diversión, pese a que teníamos que estudiar para los parciales y que, de por sí, ninguno tenía mucho tiempo.

Como empezaba a correr viento fuerte y a mí nunca me gustó el frío —Adrián bromeaba con que era la "raza débil veranista"—, me invitó a su casa. Me dijo que los chicos no fueron a ensayar aquel día y que tampoco irían más tarde, pues un par de su banda sí eran lo suficientemente responsables como para estudiar. Ellos iban en otra escuela, mucho más exigente, por lo que supue que se tomaban más en serio la época de parciales —que a algún imbécil se le ocurrió que debía ser justo previo a navidad, ¿esa gente no tiene espíritu navideño como para querer prepararse desde que empieza diciembre? O antes de diciembre, mejor.

En cuanto Adrián abrió la puerta de su casa, chocamos nuestras palmas a modo de saludo y entré. Me ofreció una cerveza, pero dudé aceptarla.

—Solo bebo en fiestas.

—Lo que es... ¿nunca? —Rio—. Vamos, somos prácticamente adultos y sé que bebes vino con los estirados de tus padres.

Quizás no lo había mencionado, pero en ocasiones especiales, sí tomaba vino con ellos o champaña para celebrar, como cuando invitaban a alguien del trabajo a cenar o en nuestros cumpleaños, desde que cumplí dieciséis.

—¿De verdad no vas a beberte una cerveza con tu mejor amigo? —Se llevó la mano al pecho, exagerando que estaba ofendido.

—Deberías ser parte del club de teatro, dramático. Te sale natural.

—Prefiero que primero me castren.

Reí al escucharlo.

—Dudo que perderías algo que uses —bromeé.

Abrió la boca, acombrado. Solíamos hacer ese "ping pong" de molestarnos, pero creo que no pensó que lo haría en ese momento.

—Que no lo haya usado contigo, no significa que no sea más activo que tú.

—Si ser activo es usar tu mano...

—¡Al menos es más de lo que alguna vez has hecho! —Soltó una carcajada.

—Ya, ganaste. —Me reí tamvién—. Pásame una botella, pero solo porque sí me dieron ganas de tomar.

—Mejor te preparo una michelada. —De repente, se veía excesivamente orgulloso.

—Lo que sea.

Lo acompañé a la cocina, mientras sacaba los ingredientes. Me pidió que le pasara un par de vasos y se los dejé en el mesón.

—Sobre lo de recién...

—Oh, no solemos hablar de las bromas que hacemos, no —Me puse nervioso ante la idea de haberme pasado con algo—. Perdón si te ofendí.

—No, no es eso. —Sonrió—. Sabemos todo del otro, ¿no? Por eso somos tan buenos jugando a eso.

—Sí, supongo. Sabemos qué usar contra nosotros, sin lastimarnos. De nuevo, si...

—Descuida, no me ofendiste. —De repente, su expresión me pareció de picardía, aunque tal vez solo era idea mía—. ¿Me habrías contado si ya te hubieras acostado con Elizabeth?

—¡Oh! Bueno, sobre eso...

—Supongo que sí. Ya se me hacía raro que no me lo dijeras, tal vez como son pareja es normal y pensaste en que no tendríamos que hablar de eso...

—No, nada que ver. O sea, no sé qué tanto diría sobre acostarme con alguien, por respeto...

—Claro.

—Pero con Elizabeth nunca pasó.

—Claro... pero puede pasar —murmuró, mirando lo que hacía. Tal vez creyó que no lo escuché—. Son pareja, ya va a pasar.

—Esa es la cosa... —Sonreí con nerviosismo—. Ya no somos pareja.

Levantó la vista y me miró a la cara.

—¿En serio?

Suspiré. Pensar en ello me generaba una extraña sensación de cansancio.

—Peleamos, siento que somos muy distintos... O sea, no está mal ser distinto a alguien, pero en nuestro caso, no se trata de la forma de ser, sino de cómo vemos las cosas. Me parece hermosa, es como estar con una modelo, pero como persona deja mucho que desear.

—Estoy seguro de que te lo dije.

—Creo. —Reí—. Pude ver un lado de ella más vulnerable, más humano, que me hacía pensar que a veces solo reaccionaba para tener un lugar socialmente, que quizás se arrepentía, pero ya rayó en lo abusivo y es inaceptable. No puedo estar con alguien que hace daño a otros sin sentir remordimiento, ya sabes todas las cosas que me ha hecho mi padre y odiaría ser parte de dañar así a otro.

—Uh... daddy issues.

Reímos de nuevo. Para alguien que no tenía papá y para alguien que su papá lo maltrataba, no había algo mejor que hacer chistes sobre padres.

—Hablando en serio —dijo—, me parece super bien lo que hiciste. La verdad es que fui parte de ese hostigamiento a varios compañeros de escuela, junto a Will, y no me enorgullece, al contrario. Me cuesta la parte de pedir perdón, porque me avergüenza pensar en las cosas que dije e hice por encajar con ellos.

—Descuida, lo primero es que puedas reconocerlo. —Sonreí y le puse la mano en el hombro—. Sé que llevas un tiempo tratando mejor a los demás y espero que en algún momento te atrevas a disculparte.

Me sonrió también y me abrazó con fuerza de repente, pero se apartó rápido.

—Olvidé poner música.

Partió a la sala de estar y encendió el equipo de audio que tenían. Colocó un CD, un recopilado de clásicos del rock latino que oía normalmente, y se metió al baño. Lo esperé durante unos minutos y aproveché de sacar un poco de comida del refrigerador.

—¿Todo bien? —pregunté cuando regresó a la cocina.

—Sí, sí... ¡Ahora termino de armar las micheladas!

—Ok...

—Anda a sentarte al sofá, luego podemos ver una película.

—No sé si pueda quedarme tanto rato.

—Bueno, si tienes cosas que hacer...

—Como estudiar para los parciales...

—O pensar en qué me vas a comprar para mi cumpleaños... —Sonrió.

—¡Solo quieres mi dinero!

Ambos reímos ante mi broma. Me pareció que quiso decir algo, pero se contuvo y solo rio. Me fui a esperarlo al sofá y, cuando regresó, me pasó un vaso que tenía sal por el borde y se sentó en un sillón.

—Creí que te sentarías conmigo...

—No... descuida. Así puedes aprovechar de acostarte un rato, debes estar cansado de tu entrenamiento.

—Bueno... Sí, un poco. Por cirto, por lo de Ellie, Will está muy enojado conmigo.

—¿Y eso?

—Al parecer, Kim se enojó con los dos por Ellie, algo así entendí.

—Que insoportables.

—Sí, por eso mejor nunca tengas novia.

—Ni que lo digas.

Nos quedamos en silencio un momento. Adrián cambió su expresión y dejó su vaso sobre la mesa de centro, paró la música y encendió el televisor, en total silencio.

—¿Estás bien?

—Tengo Netflix, ¿qué tipo de película quieres ver?

—Si fue por...

—Veamos alguna novedad, algo que ninguno haya visto.

Me quedé en silencio un momento, mientras él revisaba con el control de la televisión.

—Sí, dale —contesté al fin.

Adrián asintió con una dulce sonrisa y, por un segundo, tuve la sensación de que su rostro estaba especialmente iluminado.

—Por cierto —dijo volteando a ver la pantalla, mientras buscaba alguna película nueva—, le conté a Alex, el vocalista de mi banda, el nombre que se nos ocurrió y le encantó. Este sábado voy a aprovechar de hablarlo con todos, para que quede como nombre definitivo de la banda.

—¿Todos los sábados ensayan?

—Por lo general. —Lucía alegre—. Claro que el próximo sábado haré que terminemos antes, para poder preparar bien acá.

—¿Entonces vas a hacer la fiesta acá?

—¡Sí! Ojalá que mi mamá tenga turno nocturno ese día... No me malinterpretes, mi mamá es genial, pero es raro pensar en que ella esté al momento de hacer una fiesta.

—Entiendo. ¿Pero sí sabrá que harás una fiesta?

—¡Claro! Nunca haría algo así sin decirle.

Ojalá yo tuviera ese nivel de confianza con mis padres.

—Además, así ella compra el alcohol, a falta de una licencia falsa. —Se puso a reír con serenidad.

—Que bueno que estés tranquilo con ese tema. —Sonreí—. Últimamente te veías irritado.

—Todo está bien, ¿no? Estoy aquí, contigo, y voy a celebrar mi cumpleaños en poco más de una semana... ¿por qué tendría que estar irritado?

—Salud por eso.

Chocamos nuestros vasos, sin dejar de sonreír. Era extraño, pero me sentí tan aliviado en aquel momento. Todo estaba bien.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro