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XX

SEHUN, ¿estás silbando? —Tommy lo miró atónito cuando llegó para la ronda de la noche—. ¿No me digas que vuelves a ser el mismo SeHun de siempre? Nos estábamos acostumbrando a tu yo taciturno.

—¿Qué? —SeHun alzó la vista y dejó de lavarse las manos, parpadeando—. ¿De qué estás hablando?

El enfermero y el doctor que estaba a su lado intercambiaron miradas divertidas.

—Has estado un poco serio últimamente. —dijo Ren.

—¿Un poco? —Tommy alzó las cejas—. Ese es un modo muy suave de decirlo. ¿Es que el amor de tu vida ya ha regresado de sus vacaciones?

SeHun lo miró con dureza.

—No recuerdo haberte dicho que se hubiera ido. — dijo SeHun, preguntándose de dónde habría sacado el enfermero aquella información—. Pero sí, ha vuelto. —agrego sonriendo.

Aunque no estuviera en su casa, al menos estaba en Daegu.

—Pues sé de un psiquiatra muy sexy que no se va a sentir muy feliz al respecto. —dijo Tommy—. Eso sin mencionar una docena de enfermeros más.

Ren se rio, y SeHun dedujo que Tommy debía haber sacado sus propias conclusiones basadas en los intentos que Tao había hecho, públicamente, para convencerlo de que fuera a su fiesta. Había ido a su casa por educación, pero no se había quedado mucho tiempo.

—¿Existe alguna posibilidad de que nos pongamos a trabajar, o hoy es el día dedicado a fastidiar al especialista de turno? —cuestiono SeHun.

—Todos los días son estupendos para fastidiar al especialista de turno. — dijo la enfermera que cuidaba de Dongwoon por la mañana—. Así es como nos divertimos.

—Bueno, no solo así. —le dijo Tommy—. No dejes que esta te acorrale en la esquina de alguna sala vacía. Es peligrosa.

SeHun se rio. La enfermera estaba casada con uno de sus colegas anestesistas, así que dudaba que fuera realmente peligrosa.

—¿Dónde está Chanyeol? —preguntó SeHun, mientras hacían la ronda. Chanyeol había empezado a trabajar el día anterior.

—Está en la ciudad, en una reunión administrativa. —dijo Tommy—. Volverá después de comer.

El señor Dongwoon estaba sentado en la silla, esperándolos.

—Tiene aún ciertas secuelas. —informó el fisioterapeuta—. Pero el neurólogo dijo ayer que había progresado mucho. Si las cosas siguen así, espero que el señor Dongwoon vuelva a andar en dos o tres semanas.

—Esas noticias son extraordinarias. —dijo SeHun complacido. Hacía ya ocho semanas que el paciente había llegado al hospital—. Yo creo que ya podemos quitarle el tubo. ¿Tú que piensas, Tommy?

—Hemos estado esperando a que se diera la orden. —dijo el enfermero—. Se lo quitaremos hoy mismo.

Una vez que el paciente hubiera pasado veinticuatro horas sin respiración asistida, podrían pensar en que dejara la UCI.

Los resultados de las pruebas de Jung Jiwoo, la muchacha víctima de un accidente de tráfico, también eran esperanzadores.

—Los resultados son buenos. —dijo SeHun al ver las pruebas—. El potasio se ha estabilizado. Ya les había comunicado a los padres la buena noticia de que no necesitaba diálisis y los había informado de que el equipo de ortopedas se estaban encargando de su pierna rota.

—¿Los ortopedas están preparados para el traslado? —le preguntó SeHun a Tommy.

—A lo largo de la mañana lo estarán. —respondió el enfermero—. ¿Y Jiwoo, está preparada para dejarnos?

—Ansiosa por hacerlo. —dijo Jiwoo—. Y eso que le he tomado cariño a todo el mundo. Pero, aquí, mis amigos no pueden visitarme normalmente.

A la UCI solo podía pasar la familia cercana, para evitar el riesgo de infecciones.

Pero, en el caso de Jiwoo, Tommy y SeHun habían hecho una excepción, y le habían permitido que la visitara su novio. Pero en los últimos dos o tres días ya había estado lo suficientemente bien como para agradecer visitas de otros amigos a los que no les estaba permitida la entrada. Sus amigos se habían visto forzados a saludarla a través del cristal de la puerta principal, convirtiéndose en una verdadera molestia para el personal de la UCI.

—En los últimos días he tenido que pelearme contra esa masa de amigos que te esperan fuera para poder irme a casa. Debes ser la muchacha más popular de la ciudad. —hablo Ren.

Jiwoo se rió.

—No, realmente no. Solamente están siendo amables. Pensaron que me iba morir. —respondió ella.

SeHun intercambió una mirada con Ren, recordando las noches que ellos también habían llegado a pensar lo mismo. Pero ver a alguien superar lesiones tan graves como las que Jiwoo había tenido, y que habrían sido letales en otras circunstancias, era una de las alegrías de trabajar en la UCI.

Tanto en las UCI pediátricas como en las de adultos, a veces parecía que la sofisticada tecnología solo había sido creada para retrasar lo que era inevitable. Pero, en ocasiones, sin esa tecnología los pacientes perderían la vida, tal y como había ocurrido en el caso de Jiwoo.

El día anterior habían admitido a otro paciente. Un hombre que se había tomado una sobredosis de antidepresivos. Nada más llegar había necesitado respiración artificial, pero, transcurridas unas horas, estaba respirando con normalidad y fuera de peligro.

—Ya puede salir de la UCI. ¿Ha venido a verlo el psiquiatra?

—Sí, pero, por extraño que parezca, no ha venido Tao. —dijo Tommy—. Ha venido el especialista de turno. Lo que me ha desconcertado, pues pensaba que el doctor Tao era el que se iba a encargar de nuestros pacientes siempre.

SeHun lo miró con una expresión neutra.

—Supongo que la razón por el que ha estado atendiendo a nuestros pacientes es porque es nuevo y no tiene aún muchos pacientes propios. —respondió SeHun.

Tommy sonrió y continuó la ronda.

Cuando terminaron, SeHun quería ver una serie de radiografías, pero, en ese momento, una de las recepcionistas de la planta lo sorprendió con un ramo de flores envueltas en papel celofán.

—Son para ti, SeHun. —anuncio Jimmy, el otro enfermero de recepción.

—¿Para mí? —SeHun parpadeó perplejo, pero sin oír el comentario de Tommy sobre sus admiradoras secretas. Abrió el pequeño y encontró una nota.

Doctor Oh:

Me han dicho que me salvó la vida. Que Dios lo bendiga. De una mujer con un corazón que ahora sí funciona. Miyeon

El nombre le sonaba de algo, pero no sabía exactamente de qué.

—Jimmy, ¿hemos tenido alguna paciente que se llamara Miyeon? —le mostró la tarjeta.

Jimmy negó con la cabeza y repasó la lista de pacientes.

—No, no me suena. —respondió el joven—. Tampoco recuerdo a alguien en la recepción preguntando por ella.

—«Con un corazón que ahora sí funciona» —repitió tommy acercándose a Jimmy—. ¿No nos contaste que habías atendido a una paciente, que estaba a punto de entrar a quirófano y que descubriste que tenía un problema de corazón? Creo haber oído que le tuvieron que reemplazar una válvula pocos días después.

—Sí. —SeHun recordó a la mujer y lo conmovió que se hubiera acordado de él—. Pero si no hice nada. Simplemente la mandé al cardiólogo. ¡Qué detalle!

Llamó a Bora para preguntarle qué había ocurrido con la señora Myeon y Bora le confirmó lo que Tommy había apuntado.

—Sufrió un ataque aquella misma noche en el hospital. —le explicó la cardióloga—. La resucitaron y la operaron de urgencia. Tuvo un buen postoperatorio y le dieron de baja ayer. Tuvo suerte de que diera la casualidad de que la citaran para la operación de hernia ese día.

SeHun volvió a la UCI después de hacer la llamada.

—¿Sigues silbando feliz? —le preguntó Tommy con una mirada jocosa.

—Simplemente es que hoy parece un buen día. — dijo SeHun. 

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