━━🕋. 물: 𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗨𝗠 𝟬𝟰
Mi piel se estremece cuando sus manos me tocan. Mis labios suspiran cuando las caricias adormecen mi cuerpo. Un cosquilleo precioso se niega a abandonarme cuando sus labios devoran mi gusto. Su calor me rodea cuando me esconde entre sus brazos. Los dioses me visitan cuando toma mi cuerpo. Caigo en los brazos de un amor ardiente del que he sido prisionero voluntario cuando siento sus colmillos rozar nuestro lazo. Ese amor causante de las tolvaneras en mi pecho. De las insesantes cosquillas en mis dedos. De ese latir arrebatado que me vuelve loco. De ese sentir indescriptible que provoca su simple respiro ronco en mi cuello. De ese sentir caliginoso que recorre mi cuerpo entero con sus miradas. De todo aquello que queda poco en mis palabras.
Su inmutable presencia intimida a todos. Sus pasos recios amilanan. Su voz gruesa amedrenta. Es inevitable no inclinarse ante su sola imagen. Ante tanta gloria resplandeciente en un hombre. Tanta nobleza escondida pero firme. Ante el intangible dominio que su insigne existencia impone. Ante esa catadura que condena cuando pierde los estribos... O que mata cuando encoleriza en desacuerdo.
—Los resultados son desfavorables... mi soberano—el informe es desalentador. El inmenso alfa en el trono suelta un rugido alertando al resto. Casi retroceden temerosos por el siguiente movimiento de su soberano. —Lo-Los esclavos mueren con el pasar de las semanas. Cre-Creo que debe conside-
—Silencio—el informante reprime cualquier sonido de sus labios antes de reverenciar para retroceder con lentitud. El gran soberano se mantiene serio e inesperadamente neutral. Pero las feromonas cargadas en furia se esparcen como veneno por todo el trono. —Denme un registro de los muertos—exige sin toque alguno. Casi tan acostumbrado a no abandonar su voz de mando ni un por un instante. Su lobo ha tomado poder en una gran parte de su ser. No pueden calmarlo. Se encuentra arisco e inesperadamente violento con todos. Necesita de una sola presencia para sentirse en paz.
—N-Necesitaremos ir a la villa del pueblo para registrar sus nombres o las familias de las que provienen.
—¡No te he pedido sus malditos nombres! ¡No me importan en lo absoluto! ¡Son peones que deben cumplir con su deber! ¡Son solo eso! ¡Porque siquiera tratas de atribuir un trato equitativo! ¡Razona como egipcio! ¡No como un insignificante muerto de hambre!
—Pe-Pero soberano—el rugido furioso emitido por el soberano estremece a todos. Los adornos cercanos han temblado por completo. Las columnas han vibrado ligeramente.
—Dime cuantos—el mirar fuego arde e intimida desde su origen. —No necesito otro detalle—es tan demandante e incluso manipulador. Un alfa sin misericordias ni compasiones. Completamente ruin en busca de la prioridad absoluta de sus propios beneficios. Buscando autocomplacerse con las desgracias del resto.
—Diez a la semana mi soberano—los presentes aguardan silencio. No se han atrevido a hablar tampoco. Mucho menos el alfa menor que sigue conservando algunos moretones por la tortuosa paliza que el soberano le dio semanas antes.
—Hah—es ineluctable no sorprenderse frente a esa voz burlona del gran soberano que por unos cortos instantes ha prohibido a su lobo hablar. —Si esa inmundicia no quiere colaborar... —temieron. ¡Por supuesto que lo hicieron! El soberano ha tomado esa imagen atroz e intimidante que pone los pelos de punta a todos—entonces sus omegas van a ir a la obra con ellos—lo han sentido. Su lobo ha hablado furioso. Como resentido. Bastante dolido.
—¡Pero soberano!
—¡Guarda silencio! —ruge. Se encoleriza con la breve toma de palabra. La corte entera murmura entre ellos temerosa. Sorprendida. Sienten esa temperatura congelante en sus nucas. Esos cosquilleos desagradables de tan solo imaginarse la escena por venir. Se reprimen. Otros enfurecen.
Min Yoongi enfurece.
—¡Usted ha perdido por completo la cabeza! —la brutalidad con la que el monarca ha volteado a verlo es atroz. Su mirada se oscurece en frialdad pura que arde en llamas por el grito. —¡Es insensato siquiera que piense en algo como aquello! ¡No ha estado actuando como nuestro soberano! ¡Ha estado actuando como un alfa resentido por la ausencia de su Luna!
Los caninos del soberano inevitablemente crecen. Los rugidos leves han empezado a atemorizar. El imponente hombre se ha puesto de pie con una mirada oscura que hace retroceder al resto.
—¡No se ha detenido a reflexionar con responsabilidad lo que ha dictado! ¡No se ha detenido a pensar en el dolor que va a ocasionar en los alfas del pueblo! ¡Esos omegas pueden morir con extrema facilidad! ¡Ellos no han nacido para una labor tan pesada como esa!
Kim Taehyung ha empezado a descender las escaleras del trono. Tan peligroso como una cobra con el veneno listo para ser aplicado. No existen retornos. No existen borrones ni reparos. Solo el imponente alfa Kim furioso.
—¡No ha imaginado usted si fuera su omega el que estuviera en el lugar de esos esclavos! —fue como el pinchazo de una espina enorme. La ligera referencia ha provocado en el alto soberano de Egipto que todos sus sentidos se pongan alerta. Ha sentido ese dolor. Esa daga ardiente sobre su pecho lastimado. —¡Usted no se ha puesto a pensar si fuera su Luna el que labore frente a la furia de Ra sin agua para saciarse! —los murmureos desesperados intentan callar al alfa menor. Ruegan porque cierre la boca para pedir disculpas e implorar por su vida. Pero el soberano tiene la vista tan agrandada que incluso temen moverse. —¡Si fuera su Luna quien fuera esclavizada sexualmente por esos arqui-! —. Y su voz apenas pudo continuar.
—No te atrevas a hablar de mi Luna. —Entre las garras afiladas tiene tomado por el cuello a aquel alfa que se ha atrevido a mencionar a su omega. Min Yoongi apenas respira. No puede hacerlo porque empieza a asfixiarse con el pasar de los segundos. —¡Nunca vuelvas a hablar de mi Luna! —ruge furioso. Con la sola mano levanta el cuerpo del suelo sin esfuerzo alguno. Sus caninos salen enormes sobre sus belfos dispuestos a atacar. —¡Dirige tu insignificante persona al gran esposo real con respeto! —. Y la corte implora. Le ruega entre lamentos que no intente replicar.
Min Yoongi no es considerado ahora como la mano derecha del soberano. Ya no.
Primero su puesto de amigo fue removido en su mente. Luego el nombre de hermano se fue apagando. Min Yoongi no puede recibir algo de misericordia de su parte. Tiene que pensarlo de esa forma porque ese apenas existente afecto de hermandad quiere calar en su consciencia antes de exterminar con el denigrado alfa. Y al final terminan por hacerlo. Por eso lo lanza contra el suelo en un golpe seco que sacude el cuerpo contrario en dolor.
—¡Conoce tu maldito lugar Min Yoongi! —los presentes apenas retienen sus respiraciones. Saben que el soberano ha retenido sus impulsos por segunda vez en una pelea como esa. El gran monarca Kim conserva lo poco de aquellos buenos recuerdos que tan feliz lo han hecho en un pasado. Por eso se abstiene. Se abstiene de acabar con una vida que ha marcado tanto en su infancia. En su vida en general.
—Por... Por eso se fue—entre intentos por recuperar el habla ha logrado pronunciar sus palabras. Kim ha detenido los pasos que antes eran dirigidos al trono para encontrar un poco de paz. El silencio vuelve a reinar en el lugar. —Porque nuestra Luna no va a poder convivir nunca con un monstruo como usted.
Orus vivo en la Tierra. Soberano del inmenso Egipto. Amo de mis sentires. Amo de mis latidos. Mi amado e imponente alfa. Mi protectora mitad e inquebrantable nexo. Mi anhelada paz. Mi dios vivo en la Tierra. Pido a usted un poco de misericordia. Pido a usted que no aborrezca mi presencia. Pido a usted que me vuelva a reclamar como su omega. Su eterna luna.
—¡Minie! —los guardias detienen sus pasos bastante impacientes por continuar. Pero ver el preocupado mirar de su Luna los aturden por completo. El bonito omega de cabellos claros como las almendras se ha arrodillado ante la perdida de equilibrio del otro. Su omega real se ha desvanecido sobre el suelo sin detener la tos dolorosa que empezaba a gobernar sobre su cuerpo. —¡Por los dioses! —emite completamente asustado. De esos gruesos labios ha empezado a salir sangre pura como el vino. Manchando sus manos diminutas que temblorosas intentaban retener sus propias reacciones. —¡Hagan algo! ¡Ahora! —. Uno de los guardias de inmediato toma al diminuto omega entre los brazos. El mismo que no aparta sus manos de sus propios labios sangrantes. —¡Debemos-! —el esposo real se agita de pronto. Un dolor intenso ha invadido su cabeza.
—¡Mi soberano! —exclama de pronto el otro que lo toma de los hombros antes de que caiga al suelo. El rubio omega ha posado sus cansados irises sobre el mareado omega que ha llevado una mano a su cabeza. Porque ese es su deber. Velar por su Luna antes de preocuparse por propio bienestar. Por eso con un dolor desgarrador en la garganta abre los labios con levedad para intentar preguntar sobre lo ocurrido. Pero el gran esposo real lo detiene negando lentamente con la cabeza.
—N-No hables—le pide al otro omega. El martilleo sigue constante. Es como si la furia de Ra se posara sobre su mortal cabeza. Siente un calor incesante que incluso lo hacen transpirar. —Tenemos que... —finalmente lo siente. Un desconocido dolor traspasa los muros de su cuerpo. Su marca arde como las llamas vivas del fuego. Se enciende en un escarlata brillante que lo hace gemir de dolor. Sus piernas tiemblan. Y de pronto cae de rodillas llevando una mano a su cremoso cuello.
—Lu-Luna... —el guardia que de inmediato se ha arrodillado para tomarlo no oculta la mirada horrorizada por lo que presencia. La Luna apenas puede verlo. Ha perdido toda la fuerza en su cuerpo como si alguien se lo hubiera arrebatado. Se siente tan exhausto pero tan preocupado al mismo tiempo. —S-Su lazo ha empezado a sangrar.
Entonces apenas recae en el fino hilo escarlata que se desliza por sus dedos con extrema facilidad. Tan caliente como la lava. Tan doloroso como una espada atravesando su piel.
©lduhn2here | ©alduhdhanna.
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