Érase una vez... Solía conocer a una chica, pantalones rasgados, cabello desordenado brillando como una perla. Supongo que tuve un mal día y llevé la noche demasiado lejos. Si tú sientes lo que yo siento, ves lo que veo, no te desanimes... No estás solo, no estás solo ahora... Oh, me perdí tratando de tenerlo todo, la visión del mundo tiene prisa y dicen que lo saben todo. Oh, me perdí tratando de tenerlo todo, amnesia del amor propio, no te preocupes si te atrapa, porque no estás solo, no estás solo. Intento luchar, pero se vuelve fuerte, se vuelve fuerte, se vuelve fuerte...

Amnesia — Roxen

Alexandra Stafford

Me desperté y no estaba en el despacho de Dumbledore con William. Estaba en el bosque prohibido de Hogwarts y enfrente de mí había una persona dándome la espalda.

—Alexandra Stafford, es un placer conocerte al fin —esa voz tan profunda y sin ningún sentimiento. El desconocido se dio la vuelta y allí lo supe, era Voldemort, tenía buen aspecto y podría decir que tenía la edad de mis padres, pero se le veía agotado, como si estuviera perdiendo las fuerzas.

—Tom Riddle...

—Ahora soy Lord Voldemort, ese nombre es de mi pasado —sonrió con una sonrisa cínica que te hacía ver que carecía de sentimientos.

—¿Qué quieres de mí? —todo el mundo le tenía miedo, pero yo, en cambio, lo único que sentía era pena. Era un hombre que solo ansiaba el poder, pero no lo lograría, no dejaría que lo hiciera.

—Quiero que te unas a mi querida, si lo haces, te pondré el mundo a tus pies —lo mire como si no pudiera creer lo que estuviera diciendo, ¿en serio creía que yo me uniría a él?

—Yo no quiero eso.

—Seremos invencibles, eres muy poderosa al igual que yo, ¿te imaginas lo que puede salir si nos unimos? —jamás me uniría a un ser tan despreciable como él, antes preferiría morir— Padre e hija, los dos juntos gobernando el Mundo Mágico —lo mire sorprendida, ¿acaso me había dicho que era su hija?

—No quiero ser invencible y no soy tu maldita hija, lo único que quiero es proteger a mi familia de ti —le espete enfadada.

—¿No lo eres? Creo que personas cercanas a ti no te contaron la verdadera historia —lo mire molesta.

—¿De qué historia hablas?

—Hace muchos años iba a Hogwarts, conocí a tu madre, sin duda alguna una mujer muy talentosa y hermosa. Ella tenía dos años menos que yo. En mi séptimo año le confesé mis sentimientos al igual que ella los suyos hacia mí. Por circunstancias de la vida también estaba el estúpido de tu padre en medio, así que tu madre al enterarse de mis planes decidió alejarse de mí y se caso con tu padre. Tuvieron a tus tres hermanos mayores, pero en 1959 la volví a ver y bueno, siempre estaré enamorado de tu madre, al igual que ella de mí. Entre los dos pasaron cosas y de ahí vosotros, o sea Jane, William y tú... Tu madre volvió a traicionarme, no quería saber nada de mí, estaba a nada de convencerla, pero ella amaba demasiado a tu padre. Así que cuando nacisteis, me asegure de llevarme a William y a Jane. Pude llevarte a ti, pero decidí dejarte con ellos. Aunque no fue buena idea, porque según sé te castigaba tu madre desde pequeña. Piénsalo bien, ¿no crees que te castigaba porque sabía que eras mi hija y sabía de lo que eras capaz? Hija mía, ella sabe que eres tan parecida a mí que se culpa de todo, ¿y como lo hace? Castigándote.

Lo miré sorprendida, no podía creer todo lo que había dicho. Eso era imposible, no podía ser su hija, ni William, ni Jane.

—Eso puede ser verdad —susurré, estaba atónita por toda esa información que me había desvelado él y no sabía si creerlo o no.

—Es la verdad, puedes leer mi mente o darme Veritaserum. Jamás mentiría y te doy mi palabra de que todo lo que te estoy diciendo es verdad —los ojos se me cristalizaron y no pude pronunciar ninguna palabra más.

Negué repetidas veces, no podía creer que en todo este tiempo haya vivido en una mentira. Tom Riddle era mi padre.

—¿Y te acuerdas del profesor Rosell? —asentí, tenía mis sospechas de que se trataba de él— Yo era ese profesor...

—Con poción multijugos —susurré y él asintió. 

—Pero bueno, si te unes a mí te contaré todo lo que quieras saber hija —negué mientras aguantaba las ganas de llorar.

—No —le dije con voz firme.

—Bueno, te lo plantearé de otro modo... Si no te unes a mí, mataré a tu familia dejando por último a tu gemelo o mejor aún a tu preciado James Potter —eso hizo que levantara mi varita y lo apuntara furiosa.

—Si les tocas un pelo estarás muerto, no me retes Voldemort —él soltó una carcajada y yo solo me enfadé más por su actitud.

—¿Crees que puedes vencerme?

—Sí.

—Hija no seas testaruda y únete a mí al igual que lo hicieron tus hermanos... Ellos se unieron porque sabían que no podrían vencerme y saben que esta guerra la ganaré yo —negué

—Mientes, tú los amenazaste, eres un maldito cobarde que tiene miedo de morir, ¿por qué si no me quieres a tu lado?

—¡Cállate! —lo había enfadado sin duda, pero jamás me uniría a él.

—Admítelo, tienes miedo, por eso me quieres en tu equipo... Porque los dos sabemos que tengo algo poderoso en mí que puede llegar a destruirte y no quieres eso.

—Te lo volveré a proponer por última vez Alexandra, ¿te unes a mí? ¿Te unes al lado correcto?

—Jamás —le solté decidida, jamás lo haría y lucharía por salvar a mi familia costara lo que costara.

—Entonces, espero que cuides muy bien de los tuyos porque los mataré uno a uno y luego rogarás para que te mate a ti también... Te quedarás sola.

Me levanté de golpe, encontrándome en una camilla de la enfermería y a mi lado estaba William apoyado con su cabeza en un parte de mi cama mientras que estaba sentado en una silla.

A mi otro lado se encontraba James casi en la misma posición, pero él me había agarrado de la mano, seguramente estaba demasiado cansado para darse cuenta de mi repentino movimiento.

En la camilla de enfrente estaban Marlene y Dorcas durmiendo también al igual que Tessa, mientras que Sirius, Remus, Charlus y Peter estaban en el suelo durmiendo en unas camas que habían improvisado, pero mi pregunta era porque no estaban durmiendo en las camillas restantes. Mia, Kath, Sam, Emily, Brooke y Jane también estaban durmiendo en las camillas y mis primos en el suelo en unas camas improvisadas. La enfermería quedaría pequeña con todos ellos ahí.

Ellos estaban durmiendo cerca de mi cama, todos estaban rodeándome y a todos se les notaba el cansancio.

¿Cuánto tiempo había pasado?

De pronto las puertas se abrieron dejando paso a Matthew y a Mary que iban hablando mientras traían comida. Los dos se fijaron en mí y rápidamente les hice un gesto de que se callaran para no despertar a los demás. Se acercaron aliviados hacia mí y Matthew me abrazó muy fuerte.

—Menos mal que estás bien —lo abrace muy fuerte, teniendo unas ganas inmensas de llorar.

—Casi nos das un susto de muerte —me separé de Matthew para mirar a Mary.

—Lo siento... Pero, ¿cuánto llevo dormida? —los dos se miraron mutuamente para que luego Matthew me mirara.

—Llevas casi dos semanas durmiendo —imposible.

—Matthew eso es imposible, sentí que solo fueron horas.

—Tu hermano tiene razón, llevas dos semanas durmiendo y estos —señalándolos a todos—. No te han dejado ni un minuto sola... Es más Madame Pomfrey se enfadó y discutió con Sirius, obviamente con lo terco que es él logró convencerla.

—Espera, ¿han faltado a clases todos? —Mary asintió.

—Yo fui la encargada de pasarles los apuntes y explicarles un poco con la ayuda de tu hermano... Matthew también se ocupó de traer comida para ellos... La profesora McGonagall quiso obligarles a ir a clase, pero no lo consiguió... Aunque ella también venía de vez en cuando.

—Por Merlín...

—No te preocupes, en esta enfermería hay un baño y Mary y yo nos encargamos de traerles ropa de cambio.

—Menos mal —miré a William que tenía el ceño fruncido.

—William casi ni se ha movido de esa silla, no quiso quitarte la vista de encima quería ser el primero al que vieras al igual que Potter. Y lo mismo conmigo, no quería que te despertaras y no me vieras.

Miré a James y este tenía una expresión de incomodidad y de tristeza, seguramente tuviera una pesadilla.

—Por cierto señorita, tenemos una conversación pendiente referente al señor Lupin —me miró con una ceja elevada.

Genial, Matthew era demasiado protector conmigo, en los años que estuvo en Hogwarts no dejó que ningún chico se me acercara, sinceramente era demasiado sobreprotector. Mierda, y mas mierda.

—No hay nada de que hablar —le regale una pequeña sonrisa tímida.

—Claro que sí y también tengo una conversación pendiente con él al igual que William también quiere hablar con él.

Si Matthew era sobreprotector no quería saber como era William, estaría luchando con dos hermanos sobreprotectores.

—Por las tangas de Merlín —me volví a tumbar y Matthew se acercó a mí.

—Te quiero Lexi.

—Yo también, aunque sigo enfadada contigo... Te uniste a él.

—Lo hice por ti y por él —señaló con la cabeza a William—, de ese modo puedo cuidarlo a él y puedo protegerte a ti... Si os pasara algo jamás me lo perdonaría.

—¿Y qué pasa si te perdemos?

—No te preocupes por mí, tú lo necesitas más a él.

—No, te necesito a ti, tú has estado siempre allí para mí cuando más lo necesite y sé que William también aunque no supiera de su existencia... Pero eres mi hermano mayor y no podría vivir sin ti, eres una parte demasiado importante para mí.

—Mi hermana, mi responsabilidad.

—Mi hermano, mi responsabilidad... Te quiero hermano mayor.

—Yo también pequeña —se agachó para darme un beso en la frente, pero sin querer golpeó a William.

Él se movió molesto y poco a poco abrió los ojos.

Es loco como crees conocer a alguien, cada pequeña peca en su cuerpo. Es una locura como es que ahora somos extraños, es curioso como todavía tengo noticias de tu familia. Me preguntó si es porque se sienten culpables, es una locura como yo no eres mi futuro. Duele, pero sé que algún día despertaré y no desperdiciaré mi maquillaje. Algún día despertaré y me reiré de la ruptura.

 Someday — Lexi Jayde

NOTA DE AUTORA

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