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Let Go - Final.

El hombre de cabellos largos y negros marcó el número de teléfono repetidas veces. Cada que caía la llamada sólo sonaba el timbre de fondo, pero en ningún momento respondían. Bufó cuando la voz de la contestadora repetía el mecánico discurso. Se apartó el aparato de los oídos y lo bloqueó para entonces miran por sobre el hombro del castaño ante el volante y cruzar su mirada en el retrovisor. Alzó sus manos para hacer un ademán de que continuará.

ㅡ¿No contesta?ㅡ cuestionó el de cabello gris que acababa de entrar por la puerta del copiloto con un maletín en sus manos. Esa misma tarde estaba decido llevarse a JiMin. Si, era un riesgo que estaba por correr, pero eso era lo de menos conociendo las implicaciones. Principalmente porque el imbécil del gobernador no tendría pies ni pisada en apoderarse del chiquillo. No se fiaba en absoluto de sus insinuaciones, mucho menos cuando el otro Assasin era tanto o más peligroso.

Y a todo eso. Estaba irritado por la desaparición de Tae Min. El muy idiota había salido desde temprano y no aparecía en ninguna parte. Siquiera contestaba el jodido teléfono y el juraba que lo golpearía desde que pisara su suelo. A veces no soportaba su actitud denegada a pesar de estar acto de recibir sus mandatos. Lo trataba como si fueran iguales y lo hacía a propósito sólo para irritarlo.

Negó al menor a su lado y volvió su rostro a la ventana. Pronto caería otra ventisca.

ㅡTae Min ya no te obedece como antes. Eso debiste esperarlo desde hace tiempo por su parte. Le has dado demasiada libertad.ㅡ inquirió este con una mueca, mirando al frente. El barrio que ocupaba el Clan Kim estaba bastante tranquilo en comparación a la pasada vez que lo habían visitado. ㅡLos hombres están en posición.ㅡ cambió de tema, mirando su teléfono celular. Dong Hae asintió.

Espérame pequeño.

***

Ho Seok trató de controlar su pulso sosteniendo el arma punzante que le hacía presión en la piel. Apretó los ojos, aferrando la base para intentar sacarla. Pero dolía horrores. La sangre brotaba de entre la carne y le ardía suficiente como para hacerle soltar varios gruñidos. El dolor era tan fuerte que no se percató del enfrentamiento que se llevaba a cabo delante de sus ojos. Tae Hyung y Dae Hye no habían cesado la batalla, una y otra vez. Ahora los dos se limpiaban el sudor y la sangre que manchaba sus pieles agotadas.

Una patada reflejada en un santiamén, se deslizó de la pierna de la mujer para plantarse en el rostro del menor. Este cayó a un lado, aferrándose al piso y tosiendo un poco. La mujer se sonreía regocijada, acercándose queriendo no perder su última oportunidad de terminar con Ho Seok.

Una cuerda gruesa color negro le rodeó el tobillo, haciéndola caer de rodillas con un grito saliendo de sus gruesos labios. Ho Seok ahora estaba de pie viendo la acción. Tae Hyung había enredado en sus manos el la delgada cuerda y enroscado al rededor del nivel cuello, plasmando una línea rojiza entre la base del mismo y el inicio de las clavículas.
La mujer empezaba a bloquear con premura y manoteaba al rubio que le apretaba cada tanto.

ㅡ¡Hyeong!ㅡ gritó una voz a un extremo. Bobby aparecía en el edificio sofocado hasta los tuétanos y con un hilo de sudor corriéndole en la sien. Ho Seok de pie, mirando al muchacho con desasosiego. El pelinegro se detuvo de sus prontas palabras, para observar al chico en pleno acto de asesinato. El mayor pelirrojo, a pesar de no sentirse del todo bien ante el episodio que se debatía ante sus ojos, por causa de sus sentimientos. Invitó a Ji Woo para que no se detuviera. Si él estaba allí tan apresurado era por alguna razón vigente. ㅡLos hombres del gobierno están por todos lados. Y otros que no he identificado del todo. No se si del clan en Seúl, pero nuestros hombres ya están involucrados y creo que hay muchos muertos.ㅡ pausó el joven tragando saliva, para retomar el anuncio. ㅡLo peor de todo es que nuestro líder y JungKook están en peligro.

El pellirrojo captó cada palabra. El pelinegro mencionó sólo a dos. Pero entonces, ¿que de Nam Joon y Jimin?

Un ataque de pánico empezaba a pulsar en su cuerpo. Tan sólo el pensamiento de que Nam Joon estuviera muerto le haría perder la cabeza. No se lo perdonaría por estúpido, por dejarlo sólo y creer que podía seguir. Que tenía el valor para enfrentar a Yoon Gi a pesar de todas las repercusiones.

Si, quería creerse el valiente. El héroe de la historia, el que todo lo podía, pero no era para incrementar su ego y su dicha. Más bien deseaba ayudar a esas personas que amaba. A las que quería mantener a su lado a toda costa. Sin embargo; estaba consciente de que aún así, con todos sus deseos, no podía devolver el tiempo y cambiar la dirección que deparaba el retorcido destino.

Dejando de lado el enfrentamiento entre Dae Hye y Tae Hyung, corrió junto a Bobby para bajar el edificio. El dolor no era nada comparado con lo que se arremolinaba en su interior. Su corazón le tamborileaba sin descanso, haciéndolo ahogarse en sus propios temores. Si Yoon Gi estaba allí, nada iba bien.

Llegó a la entrada del edificio, mirando al pelinegro apuntar de un lado a otro con su arma, sin dejar de mirar a la dirección de los grupos que se disparaban y peleaban, sacó de la parte trasera de su pantalón una glock negra, extendiéndosela al mayor que la recibió. Revisó el peine y volvió a colocarlo, comprobando la cantidad de balas disponibles.

ㅡVaya por la parte de atrás. Estaré vigilante.ㅡ indicó el chico sin dirigirle la mirada concentrado en el exterior. No Seok asintió y corrió esquivando todo a su paso, tropezando de vez en cuando con algunos artefactos que se interponían en su camino.

Que Dios lo ayudará. Porque si alguno moría, él mismo no dudaría en matar al causante.

***

Los dos hombres bajaron del vehículo. Dong Hae alzó los dedos para con el peligris que hablaba por el teléfono. Este asintió emitiendo un mandato firme a quien permanecía detrás del auricular. Ya sus hombres sabían entrado en contacto con los del Clan Kim y ahora ellos irían por Jimin.

Un muchacho de cabello rojo les paso por el lado a toda prisa, tropezando con el peligris que no dudo en maldecir en voz baja.

ㅡIdiota, mira por donde cami...ㅡ se detuvo de su improperio cuando se dio cuenta de quien era. Jung Ho Seok. ¿Que rayos hacía ese inepto allí? Afianzó el camino tras él.

En el otro lado de la casa, un inquieto Seok Jin observaba a los dos rubios que se mantenían la mirada. Sus hombres habían sido llamados por un nervioso JungKook que tiritaba de miedo tras sus espaldas. El mayor sostenía una de sus muñecas por si era necesario salir corriendo de aquel lugar. No lo perdería. No lo dejaría atrás aunque moviera mar y tierra para mantenerlo a salvo.

Yoon Gi había adoptado una posición más siniestra que la del menor y empezaron entonces a combatir por quien mantendría la pistola. Se golpeaban y removían como si no le doliesen los golpes del otro.

Nam Joon veía a ambos hipnotizado, mientras los golpes se repartían y sonaban secos en los cuerpos que no tenían ápice de cansancio.

El rubio mayor sonreía al menor con malicia, imponiendo su puño sobre su cuerpo delgado. Varios golpes más desequilibraron al menor y entonces cayó al suelo. Yoon Gi extendió su sonrisa y se colocó a horcajadas sobre él. Viendo los demás la acción. Ho Seok apareció en ese momento y tras el peligris, seguido de Dong Hae.

El alivio inundó el pecho del pelirrojo al ver a los demás a salvo, pero lo que no se esperaba era a los dos rubios en el suelo. Creyendo lo peor por parte de JiMin, corrió hasta él para sacarlo de debajo de Yoon Gi.

ㅡ¡No!ㅡ gritó Nam Joon hacía Ho Seok, horrorizado.

El golpe que le propinó Yoon Gi le aturdió no siendo insuficiente para detenerlo. Lo tomó de la chaqueta que llevaba, para empotrarlo en el piso.
El platinado lo miró con burla, recordando la deuda pendiente que tenían. Esta vez no se salvaría de sus manos.

El hecho fue tan desgarrador como rápido. Dong Hae se colocó tras JiMin, que estaba sobre sus rodillas y lo levantó de golpe. El menor lo vió y con un manotazo se apartó de él. El mayor insistía tomándolo de la muñeca para llevarlo consigo.

Unos hombres entraron al salón, apuntando sus armas a todos los presentes y JiMin sin premura observó en el cinturón de uno de ellos que mantenía un par de armas.
Cuando estuvo cerca, golpeó a Dong Hae y blandeó el arma punzante, clavándola directamente en la vena aorta del contrario en una herida profunda, cual revelaba su pronta muerte, coronaba su cuello. El sujeto cayó en el suelo convulsionado y JiMin, con fingida inocencia, hizo un puchero, le sonrió y susurró a sus oídos:

ㅡGracias por enseñarme esto, Hyeong.ㅡ contempló la mirada espantada y suplicante que le ofrecía. Relamió sus labios y se volvió, tomando ahora la pistola en su mano. La observó como si fuera el artefacto más bello del mundo y recorrió lo que le rodeaba mordiéndose el labio inferior.

Tin Marín, do pingüe. Cucara mácara, títere fue. 

Canturreo en su mente y disparó. Su descontrol estaba por los aires y su mente retorcida ahora, sólo quería ver sangre derramada.

Los disparos hacían eco en las paredes y daban por sentado la masacre que el menor con una sonrisa maquiavélica; ya no de ojos y mejillas sonrojadas, llevaba a cabo. JiMin no reconocía a nadie, no se detenía en nada, su mente sólo veía la nublazón y el color rojo desprenderse de los cuerpos. Sus manos y ropa mancharse, dejando el espeso color que sentía ser su favorito recorrerle. Le parecía hermoso. Sólo la mirada de Tae Min, su sonrisa dulce y sus palabras cálidas eran lo que a veces le rozaba la mente por segundos. Se había vengado, pero ¿era suficiente?

El chico era indetenible.

El mundo no es perfecto y las mentiras siempre salen a la luz. Nada es color de rosa y la vida nos enseña que así como hay personas buenas, las hay malas. Personas que pueden destruir la vida ajena en un segundo y sentirse satisfechas con ello. Personas que hacen que todo se vuelva gris, aunque también hay algunas que lo hacen todo luz, pero... ¿dónde estaba la luz de aquellos dos jóvenes en ese momento? Quizá sus amigos podían serlo. Su familia. Más sus almas estaban atadas a la cárcel, sumisas a aquella terrible disociación.

En un arranque de suma cólera, Yoon Gi había arremetido con todo hacía Ho Seok y como el destino es tan despiadado; y la vida tan injusta, JungKook se había metido en medio, recibiendo la estocada del mayor en el mismo centro de su estómago. Las orbes del menor se llenaron de lágrimas con la vista fija en su hermano mayor, que ahora no era más que un intruso, un desconocido. Al que nunca tuvo la oportunidad de conocer a fondo. Sus gustos, sus anhelos, lo que guardaba su corazón. El lo amaba a pesar de todo aquello. Se había sentido tan aferrado a él, tan contento de volver a encontrarlo. De que estuviera vivo, De querer recuperarlo...

Pero a ellos no les había tocado la mejor parte. Ellos no eran del grupo en donde todo es perfección, donde todo es felicidad y amor.

¿Puede un Assain volver a ser lo que era antes?

No lo creía en absoluto, sin embargo el brillo doloroso que los ojos de Yoon Gi reflejaron, viendo al muchacho caer de espaldas sobre el cuerpo de Nam Joon, delatando un resquicio de lo que había sido antes. O eso quería creer.

A Ho Seok se le rompió el corazón.

ㅡ Hyeong...ㅡ susurró, dejando caer las gotas saladas por las esquinas de sus ojos. Seok Jin lo llevó consigo rápidamente, comunicando por el propio auricular que necesitaban ayuda.

ㅡJungKook, no te duermas. Estarás bien.

ㅡDime que esto es mentira, Hyeong. Dime que no moriré. Que esto es un sueño y cuando despierte todo estará bien. Te creeré, lo juro que lo haré.ㅡ decía el menor entre desvaríos. Seok Jin aferró la mejilla del pelirrojo y le asintió, no queriendo decir nada porque se quedaría allí mismo con las palabras en la boca. Su garganta quemaba y sus manos empezaban a temblar. ¿Dónde carajos estaban los otros? Gritó a los inútiles a su alrededor. Nam Joon le ayudó para ponerlo en pie, el chico se quejaba de dolor.

ㅡNo podemos moverlo, Seok Jin. Creo que si lo hacemos seguirá perdiendo más sangre.

ㅡ¡Tenemos que!ㅡ histérico, se sacó el abrigo que llevaba sobre la camiseta para cubrir el área. No le permitiría morir. ¡No podía hacerlo!

JiMin se paró en frente de Yoon Gi, olvidándose de los demás en aquel lugar. Ladeó la cabeza analizándolo. Y levantó la pistola manchada de sangre con su tétrica mirada enloquecida.

Iba enserio. 

El platinado extendió la suya con la misma idea.

El que más rápido disparará, caería.

Los ojos de JungKook miraron a la dirección donde se encontraba su hermano por última vez. Quería pedir un deseo. Quería que por esa vez el cielo, Dios, los ángeles, un genio le cumpliera el deseo de su cumpleaños y así podría sentirse feliz.

Dos hombres lo levantaron con dificultad, su peso era muerto, pues no podía moverse. El ardor insoportable lo estaba matando lento. Sabía quienes eran, pero prefería no fijarse y dejar grabada en su memoria la cara de su mayor más amado.

Lo amaba, lo odiaba.

Odiaba lo que habían hecho de ellos. De Jimin, Seok Jin, Yoon Gi... De si mismo. Su deseo más profundo era que nada de eso fuera real. Sus ojos se quedaron anclados en el que ahora era lanzado hacía atrás como un resorte por la bala impactada en su cráneo.

Se desvaneció su corazón junto a su conocimiento, en el momento en que el impacto de la bala de su hermano había caído sobre su mejor amigo. Marcando el destino de los que allí espectaban la mortal escena.

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Saquen sus conclusiones.
Este es el capítulo final, en unas horas terminaré la historia con el épilogo.

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