Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❪5❫ Nada cambia del todo

Habían pasado ya 12 años desde aquel día, y la guerra comenzaba a tornarse más seria. Pero a pesar del tiempo las cosas no llegaron a cambiar del todo, al menos no en Naboo.

Padmé seguía siendo una figura importante, era Senadora, y representaba a Naboo en todo lo relacionado a la política.

Kaia, por el contrario, seguía siendo la misma chica dulce y educada, solo que con unos años más. La hermosa peliblanca, de ahora 16 años, seguía encerrada y escondida en Naboo, oculta de cualquier persona que pudiera tratar de hacerla daño. Sus rutinas eran las mismas siempre, se despertaba muy temprano y se iba a las praderas a ver el amanecer; luego recogía flores y frutos y se los llevaba a su pueblo, decorando Naboo en el proceso; y luego recibía algunas clases, aunque ya no eran tantas como antes, pues ella solía pasarse la mayor parte del tiempo leyendo libros e imaginándose la vida que le habría gustado tener.

Era duro para ella. Después de que Padmé se uniera al Senado, Kaia se había quedado sola en Naboo; por ello sus clases no eran constantes. El castillo era un lugar solitario para ella, a pesar de que ahora había una nueva reina, ella no se sentía del todo aceptada. La reina había prometido darle su protección, pero nunca le dio nada más que su firma en un contrato que lo aseguraba.

A menudo paseaba por los pasillos del castillo sola, cuando la oscuridad se abría paso y entonces ella observaba las estrellas y se imaginaba que cada una era un guerrero Jedi caído. Todos sabían que el trabajo de los Jedi era la protección, por eso ella creía que estaban ahí arriba protegiéndola. Soñaba con que un día esos Jedi le enviarían a alguien que la sacaría de ese lugar, que la cuidaría y la haría sentir la persona más maravillosa del universo.

Amor...

Ella había podido experimentar el apego, pero nunca el verdadero amor; el amor incondicional.

Ese era uno de esos días en los que se encontraba en un balcón, con los ojos cerrados y con la respiración serena, mientras esperaba alguna señal de que sus súplicas habían sido escuchadas.

El sonido de un bastón contra el suelo hizo que Kaia se desconcentrara. Sabía quién era, y eso la desanimaba mucho más.

Suspiro con tristeza y bajó la cabeza.

—Sé que prometí dormir, pero no puedo hacerlo, Maestro Yoda. No mientras aún tenga esperanza.

—La esperanza procesar de muchas formas puedes, en tu mano está que malas o buenas sean.

La peliblanca suspiró de nuevo y dirigió su vista al cielo estrellado, que parecía brillar con más fuerza.

Se preguntaba qué era lo que tendría que hacer para que los antepasados Jedi la ayudaran.

—A los muertos añorar no podemos, pero esperar tanto de ellos tampoco. El control sobre la vida y la muerte en manos de la fuerza está —señaló con una garra a la joven y entrecerró los ojos—. Algún día, encontrar tu lugar deberás. La fuerza te guiará.

—Lo sé, Maestro.

Hacia 12 años, Kaia había conocido al Maestro Yoda. Tras la victoria de Naboo la joven había acabado juntándose con el experimentado maestro. Desde entonces, Yoda solía coger una nave desde Coruscant para ver a la chica. A menudo hablaban de las preocupaciones de ella; de sus sentimientos y emociones, que parecían no tener fin.

Yoda sentía la tristeza y la desesperación de la joven, y le preocupaba el rumbo que tomaría su vida si seguía por ese camino infeliz.

La partida de las que habían sido como sus hermanas, Padmé y Sabé, la marcó en sus años próximos, dejando una herida que nunca terminaría de cicatrizar.

Kaia no sabía de lo que habría sido capaz si no hubiera tenido al Maestro Yoda. Él era su prueba de que aún quedaba esperanza, tanto para ella como para la galaxia.

—Una buena noticia para ti tengo, joven Kaia. Visita pronto tendrás.

Los ojos de Kaia se abrieron por la sorpresa. No podía creer que tendría compañía.

—¿Cómo es posible? ¿Quién?

—Una vieja amiga, acompañada de un maestro Jedi.

Los ojos de la joven se iluminaron al pensar en que conocería a otro maestro Jedi. Su ánimo había crecido en un instante.

—Prepararte debes, por la mañana llegarán.

Kaia no tuvo tiempo de responder cuando su cuerpo reaccionó por sí sólo y corrió a su habitación.

Cuando ella se fue, una sonrisa se plantó en el rostro del maestro, quien tan solo quería que ella se sintiera feliz y acompañada.



[...]



Ya era por la mañana, y Kaia se encontraba en las praderas, como de costumbre. Acariciaba a un Shaak con cariño y delicadeza. Llevaba una falda granate larga que tenía una raja en una de sus piernas; un precioso top de oro real que dejaba su espalda a la vista, y una bonita trenza de raíz, decorada con flores, que caía por uno de sus hombros.

Ya con 16 años Kaia destacaba por su belleza. Desde muy joven había resultado una chica muy bonita a la vista, pero ahora que ya era una adolescente y sus rasgos se habían pronunciado, era muy atractiva a la vista de cualquier persona. Cuando ella sonreía parecía que el mundo tenía más color, y muchos en el pueblo alardeaban del afortunado que podría llegar a ganarse el afecto de alguien como ella. Pues a pesar de ser una joven agradable, ella no solía apegarse a las personas como para decir que las quería de forma incondicional; una parte de ella se lo impedía.

Suspiró mientras dejaba que el Shaak se marchara con los demás y sintió una sensación que no había sentido desde hace años. Se levantó con velocidad y comenzó a buscar la razón de tal sensación extraña pero acogedora. A lo lejos logró vislumbrar dos figuras que se acercaban y preparó una sonrisa cortés para su encuentro. Sin embargo, se llevó una sorpresa al reconocer a Padmé a lo lejos, por lo que sin pensarlo corrió tan rápido como se lo permitió su falda larga y se abalanzó hacia Padmé para abrazarla. Había echado mucho de menos el tener compañía.

—No me creo que estés aquí —Kaia hacía su mayor esfuerzo por controlar las lágrimas, pero estas se acumulaban en sus ojos. A diferencia de la más joven, Padmé sí se permitió soltar sus lágrimas.

—Yo tampoco me lo creo. Mírate, estás tan mayor que me cuesta hasta reconocerte.

Kaia rió por el elogio de su casi hermana y luego se paró a mirar al chico que la acompañaba. Este no había apartado su mirada de la peliblanca desde que ella apareció.

Solo con ver sus hermosos ojos azules Kaia sabía exactamente quién era; y no podía creer lo que veía.

Después de tanto tiempo...

La joven ensanchó su sonrisa, deslumbrando al joven a quien se la dirigía. Pero su sonrisa fue decayendo al pensar en que quizás él no la reconocía; no la recordaba. Ese pensamiento la azotó y su mirada cambió a una asustada y llena de pánico, esperando a recibir el impacto doloroso.

Por suerte, Anakin pareció entender el porqué del cambio en la joven y le sonrió.

—Me alegro de volver a verte, pequeño Ángel —dijo con una gran sonrisa. La joven se relajó y le sonrió de la misma forma, tratando de ocultar la emoción que le había producido el volver a oír ese apodo que tanto la había marcado.

—Hola, Caminante del cielo —suspiró. La voz de la joven sonó baja y con un toque soñador, como si de verdad no se creyera que volvieran a verse. Esas pocas palabras despertaron algo en Anakin, algo antiguo.

Puede que no llegaran a conocerse del todo cuando eran niños, pero siempre hubo una comprensión por parte de ambos. Llegaron a sentirse acompañados en un momento de tristeza, como si no estuvieran solos.

Padmé viajó su mirada de su casi hermana hasta el maestro Jedi que la había acompañado en el viaje. Algo en ella se encogió al ver la emoción en los ojos de ambos. Ni siquiera ella pudo provocar esa emoción en ninguno de ellos. Se sentía fuera de lugar.

La castaña carraspeó, buscando atraer la atención de ambos.

—No sé si recordáis el nombre del otro, lo correcto sería presentaros de nuevo.

La joven de pelo blanco se agarró las manos y las colocó apoyadas en su vestido, para dirigir su mirada a Anakin, esperando que él comenzara primero.

—Oh, sí, me llamo-

—Anakin Skywalker —interrumpió la joven con una sonrisa divertida—. Lo recuerdo. Te dije que no lo olvidaría.

—Cierto. Pero yo tampoco lo he olvidado..., Kaia.

Padmé carraspeó de nuevo y se posicionó frente a ambos, impidiendo que se miraran.

—Genial, entonces ya podemos irnos.

La castaña avanzó la primera, irritada, y la peliblanca la siguió. Soltó un suspiro y de repente sintió una presencia junto a ella. Giró la cabeza para ver como Anakin se posicionaba para andar hombro con hombro junto a la joven. Ambos se dedicaron una sonrisa y giraron sus cabezas hacia el frente, con una emoción que no parecía disminuir.


Holaaa, espero que os esté gustando, vengo a aclarar que habrá varios cambios en cuanto a las películas y aunque sigue el orden cronológico y pasa por todas las películas, hay cambios y también escenas que aparecerán inventadas por mí.

Aviso que habrá muchísimos giros en esta historia, tanto en la relación de ambos como en general, solo digo que nada es lo que parece. Me encantan los libros de misterio y sorpresas impactantes, así que os aseguro que os dejaré con la boca abierta de la sorpresa.

Espero que no os decepcione ^^

Votad y comentad, responderé a todos los comentarios y haré dedicatorias.

—Venus

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro