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67

Las manos de Damiano pasan por el torso desnudo de mi novio.

Frunzo el ceño al ver esto y lo empujo contra el colchón de la cama.

—¿Qué haces, Ethan? —me pregunta Damiano riendo, pero con una gran erección oculta bajo sus pantalones.

Beso sus labios saboreando el sabor a tabaco y frutos del bosque.

Mi lengua aparece y lo beso con pasión.

Dante me pasa una tela de color rojo que no tardo en usar.

Nuestro amigo intenta liberar sus manos, pero no puede.

Mi novio lo obliga a poner las manos encima de su cabeza tirando de la tela.

—Ethan, esto no me gusta —dice Damiano y yo sonrío.

—Hoy te toca ser sumiso por primera vez en tu vida.

Juro que el grito de Damiano es tan alto que la gente que vive a kilómetros de distancia lo escucha.

—¡No! ¡No! —grita entre risas e intenta mover su cuerpo dando patadas y elevando su espalda.

Coloco una mano encima de su boca para que baje el volumen de sus gritos y risas.

Es imposible.

No se calla.

Dante ríe y le da un beso en la frente mientras sigue agarrando la tela que tiene Damiano en sus muñecas.

—Damiano, no te pongas así. No te vamos a asesinar —le digo para tranquilizarlo. Se calla y me mira. Aparto mi mano. Mira a Dante.

—Dante, bonito, ayúdame —le pide y mi novio se ríe. Niega.

—Fue idea de Ethan. Yo no puedo hacer nada.

—Joder —dice nuestro amigo y suspira cansado de gritar.

—Nunca lo has probado y te pones así. No te puede gustar algo si no lo has probado —digo colocándome en una posición cómoda en la cama para empezar con mi plan.

—Ser sumiso me hace inferior —dice—. Eso no me gusta.

—No te hace inferior. Todo va a girar alrededor de ti. Serás el protagonista de todo esto.

Sonríe un poco, no muy seguro de si es buena idea.

Desciendo por su torso y me mira mientras su pecho se mueve mucho de arriba abajo.

—Tranquilo —le susurra Dante acariciando la mejilla de nuestro amigo—. No te va a pasar nada malo. No te muevas.

Fulmino a mi novio con la mirada al escuchar como le manda a Damiano.

Hoy no te toca hablar, Dante.

Mi novio sonríe un poco tímido y mueve sus labios diciendo lo siento.

Sonrío y me acerco más al ombligo de Damiano.

Mi lengua aparece cerca de la cintura de sus vaqueros y siento como tiembla.

Miro a mi amigo.

Tiene los ojos cerrados y está muy tenso.

Le hago una seña a Dante.

Entiende al instante lo que le estoy pidiendo.

Su mano acaricia la mejilla de Damiano y comienza a besarlo con tranquilidad.

Los besos se escuchan muy bien y esto me excita mucho más, queriendo seguir con mi plan.

Veo su lengua pasando por los labios de nuestro amigo.

—Cálmate —le dice Dante con suavidad—. Estás en buenas manos. Tú solo disfruta.

Veo la pequeña sonrisa de Damiano cuando escucha sus palabras.

Le había dicho a Dante que, si el chico se tranquilizaba, podía quitarle la tela de las muñecas. Y eso es lo que está haciendo ahora.

Una vez hecho, las manos de Damiano se colocan en el cuello de mi novio, profundizando el beso acercando a mi novio mucho más.

Quiere tenerlo lo más cerca posible.

Mi boca pasa a estar en sus muslos ocultos por sus vaqueros.

Los beso y acompaño esta sensación con pequeños apretones en su entrepierna.

Suaves y continuos.

Cada vez que lo hago, gime contra la boca de Dante.

Ambos no paran de besarse y de tocar la piel del otro.

Creo que es una manera para entretenerse y no centrarse en su papel de sumiso.

Con una mano, desabrocho sus pantalones y veo unos calzoncillos grises algo manchados de su líquido preseminal.

Quiero comerme a este chico.

Beso sus calzoncillos, es decir, su erección. Y oigo un gran gemido cuando lo hago.

Su cuerpo se está moviendo.

Sus piernas están más abiertas y su espalda se ha curvado un poco.

—¿Qué te gusta que te hagan? —le pregunto antes de continuar.

—No lo sé —dice con una voz muy excitada—. No lo sé, Ethan —gime teniendo a Dante en su cuello. Besando y pasando su lengua por esta zona mientras Damiano se descontrola entre gemidos y una respiración agitada.

—¿Te gusta que te den placer? —pregunto pasando un dedo por su erección, listo para introducir mi mano en sus calzoncillos.

—Me encanta.

Su voz tiembla.

Es una muy buena señal.

Sonrío satisfecho al ver como se va tranquilizando.

Mi mano se introduce en sus calzoncillos para luego, segundos después, dejarlo desnudo de cintura para abajo.

Que, por cierto, no lleva ninguna camiseta. Así que está desnudo entre dos hombres que solo llevan pantalones.

Traga saliva y se incorpora un poco para verme mejor.

—¿A dónde vas? —le pregunta Dante buscando sus labios.

—Déjame ver lo que hace.

Sonrío y, haciendo contacto visual, paso mi lengua por la punta de su miembro.

De la boca de Damiano sale un gemido y un joder.

Mis labios se colocan alrededor de su miembro y succiono un poco.

Cierra los ojos y deja escapar otro gemido. Este es más grave que los anteriores.

Busca los labios de Dante, pero se le es imposible besarlos porque no para de gemir.

No detengo mis movimientos.

Sé lo que pasará ahora.

—Avísame cuando estés cerca —le digo y él asiente rápido. Aprovecha para besar a mi novio unos segundos.

Gime alto y se deja caer en el colchón.

Su cabeza está encima de las piernas de Dante y mi novio está acariciando el pelo largo de nuestro amigo mientras gime sin parar.

—Ethan, si sigues me correré —dice Damiano. Siento como tiembla—. Me voy a correr.

Cuento dos segundos y me alejo de él.

Me mira con la respiración agitada una vez que ha gemido realmente alto, a punto de tener su orgasmo. Su mirada me ve y me doy cuenta de que está muy confuso.

—¿Por qué no has seguido? —me pregunta—. ¿Qué estás haciendo? Sigue, Ethan. Necesito llegar al orgasmo.

—Eres el sumiso hoy. Además, lo importante es que sientas placer. No necesariamente necesitas el orgasmo.

Veo a Dante y sonríe.

Me acerco a él y lo beso con cariño.

Está haciendo un increíble trabajo conteniéndose para no hacernos nada.

—Lo estás haciendo genial, amor —digo muy cerca de sus labios y él sonríe. Tiembla un poco.

Beso de nuevo a mi chico sin ninguna prisa, pero el beso ha subido de tono. Ahora nuestras lenguas juegan cuando oímos nuestros propios besos. Mientras, no siento las manos de Damiano en mi cuerpo.

—¿Dónde tienes las manos, Damiano? —le pregunto.

Mi amigo ríe y lo veo con una mano en su miembro.

—Lo malo es que ya no estoy cerca —comenta y suspira un poco.

Veo el lubricante entre sus dedos y su longitud.

Sonrío y le susurro algo a Dante en el oído.

Él sonríe mucho, encantado por lo que le acabo de decir.

Me da un beso rápido y va en busca de un preservativo en la mesita de noche.

Veo a Damiano moviendo su mano siguiendo un ritmo mientras gime un poco.

Hay que decir que gime mucho más cuando estoy tocándolo.

Paso la lengua por mis labios y veo a Dante con el preservativo ya colocado.

—Míranos —le pido a mi amigo mientras se toca y tiene los ojos cerrados—. Quiero que sepas como somos ahora.

Sonríe y beso sus labios antes de que Dante se coloque detrás de mí y me penetre muy despacio.

Dejo que salga una gran cantidad de aire por mi boca y empiezo a moverme en la cama por culpa de las embestidas lentas de mi novio.

Son suaves, pero algo bruscas, aunque me gusta.

—Míranos, Damiano —le pido—. Míranos. No te arrepentirás.

—Penetración —dice y atrapa su labio inferior entre sus dientes cuando aumenta un poco de ritmo tocándose—. Sois arte.

Sonrío y gimo al sentir a Dante mucho más despacio, pero moviéndose un tanto brusco cuando agarra mi pelo y tira un poco mi cabeza hacia atrás.

Vemos como Damiano gime mucho, pero también vemos cuando está cerca.

Intenta hablar para informarnos de que está cerca, pero no puede decir nada porque en un segundo está manchando su vientre, su mano, su miembro y nuestra cama.

Al ver esto, gimo más alto.

Damiano eleva su cuerpo gimiendo muy alto. Mientras, escucho a Dante quejándose y moviéndose más rápido.

Los tres gemimos alto para luego ver cómo limpio a mi amigo mientras gimo sintiendo a mi novio penetrándome.

—Estoy muy cerca —dice Dante antes de salir fuera de mí.

Se quita el condón bastante rápido y mueve su mano mientras se masturba delante de nosotros.

Para nuestra sorpresa, escuchamos a Damiano hablando.

Dando órdenes.

—Gime alto cuando te corras. No pares de mover tu mano. Date placer, Dante —dice y ya mi novio está gritando manchando su propia mano y mi pierna, también la de Damiano.

Mi novio llega al orgasmo. Es tan intenso que pierde el equilibrio y se cae hacia atrás.

Damiano y yo saltamos del susto al ver como mi novio se cae de espaldas de la cama.

—¡Dante! —exclamo preocupado y su respuesta es una risa mezclada con su respiración agitada.

Lo vemos desde el borde de la cama.

¡Menudo susto!

Dante está riéndose. Sus manos están en su pecho, el cual está manchado de su semen.

Su pelo está muy despeinado.

Damiano ríe con él y se queda acostado boca abajo en el colchón viendo a mi novio.

Son tan hermosos.

Sonrío y suspiro feliz.

Pensé que se había desmayado, pero no. Está de maravilla.

Y las sábanas están muy manchadas de nuestro semen pocos minutos después.

•••

****

¡Hola!

Por fin aparece este trío de nuevo AHHHH.

Se le echaba mucho de menos.

Necesitaba escribir más escenas de estos tres chicos cachondos. Damiano tenía que volver de Latinoamérica sí o sí para pasar un buen rato con la pareja.

Yo sé que son adictivos a esto. Y yo confieso que me encanta escribir estas escenas.

Mucho placer y todo va de maravilla entre estos chicos.

Me lo paso muy muy bien escribiendo sobre ellos.

¿Qué os parece este capítulo?

¡Nos vemos!

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