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15📿

Las mañanas en un lugar alejado del cemento, el tráfico, y la contaminación sonora de las grandes ciudades eran, para Jimin, sin duda lo mejor, el aire era fresco, el sutil aroma a hierba y flores eran un complemento perfecto que acariciaban sus pulmones. Todo era verde, verde paz que lo invitaba a tirarse al pasto y quedarse allí hasta ser uno con la tierra, y lo hubiera hecho en esos momentos si no estuviese trabajando.

Como había planeado la noche anterior, a primera hora de la mañana se dispuso a recorrer el área más allá de los campos, en el bosque, cerca de donde encontraron las maquinarias mientras el señor Im se encargaba de encontrar a los dueños de estas para pedirles que se detuvieran y se marcharan ya que no contaban con ningún permiso de estar allí.

Y como pensó que pasaría, caminando a su lado estaba Yoongi, quién había abierto los ojos cuando lo sintió moverse, el tipo era un jodido sensor de movimiento humano, pero, si quería que él colaborase, debía dejarlo ser y enseñarle.

—¿Cuál de todas las cosas que has visto hasta ahora te ha dado más miedo? —Curioseó el detective Min.

Luego de que Jimin se abriera a él la noche anterior, Yoongi sintió que podía ir un poco más allá con sus interrogantes y sus dudas, de verdad quería saber todo sobre las cosas que podía hacer su compañero.

Jimin llevó su mirada pensativa al cielo, había muchas cosas de hecho, quizá debía corregir a Yoongi diciéndole que la pregunta correcta era << ¿Cuál de todas las cosas que has visto hasta ahora te ha dado menos miedo?>> Pero sin dudas, siempre serían sus primeras experiencias ligadas a su infancia. El inicio, la raíz de todo siempre sería lo que dejaría marcas en su memoria.

—Está científicamente comprobado que es en la infancia donde las vivencias quedan más marcadas, y yo puedo dar fe que es cierto porque las cosas que más miedo me dieron fueron cuando era un niño. Una vez, fuimos a la casa de la amiga de mi mamá, yo estaba en el patio jugando con sus hijos cuándo me sentí observado, ya sabes, de esas miradas intensas que pretenden perforarte y llegar hasta lo más recóndito de tu interior. Era una mujer, tenía su cuerpo calcinado y vestía un camisón que supongo fue blanco cubierto de sangre y hollín, ella me miraba desde la ventana del piso superior. Incluso toda quemada y deformada hasta los huesos, pude reconocerla en una de las fotografías de la casa. Ella era la abuela de la señora, sufría de demencia y según recuerdo, una noche en donde todos dormían, ella prendió fuego su dormitorio. Para cuando todos se dieron cuenta de lo que estaba pasando el fuego ya había consumido la mitad del piso de arriba. La buscaron por toda la casa, pero no pudieron encontrarla. Fueron los bomberos quienes lo hicieron tras apagar el fuego, se había metido en el armario.

Por la mirada perdida en alguna parte del horizonte, Yoongi supo que mientras le relataba la historia, Jimin veía cada cuadro de ella en su cabeza. El conjunto de la carne quemada y llena de ampollas pegada a la ropa, el cuero cabelludo en carne viva y sus ojos crudos y vacíos perdidos sobre él, habían dejado una fuerte impresión en su pequeño yo.

—Perdóname, solo hago que hables de cosas que no te gustan recordar. —Se disculpó Yoongi rascándose la nuca en un gesto nervioso al ver que el semblante se su compañero había decaído nuevamente.

Sus palabras lograron que Jimin lo viera, asomando una sonrisa sutil, como si con ella le estuviera diciendo que entendía las razones por las cuales estaba siendo tan preguntón.

—Descuida, no tienes que disculparte, estoy bien. Sólo que se siente extraño poder compartir esto con alguien que piensa que no estoy loco... —La realización de esa frase hizo que Jimin detuviera sus pasos y con él los de Yoongi—. Espera, tú no crees que estoy loco ¿o sí?

—Sí lo hago, pero, creo que eso es muy independiente de lo que esté relacionado con los espíritus y esas cosas. Tómalo como parte de tu encanto —dijo Yoongi usando un tono ligero.

Bueno, no es que ambos no recordaban que habían tenido sus diferencias y peleas cuando arribaban al lugar, Yoongi había pensado que, además de loco, Jimin era un sinvergüenza estafador y Jimin sabía de eso, no porque le hubiese leído la mente, sino porque había estado escrito en toda la cara y mirada de su compañero. Gestos particularmente familiares que había visto en otras personas. No obstante, ninguno de los dos se atrevió a tomar la pregunta de Jimin con un significado más profundo, razón por la que Yoongi se atrevió a bromear y él a tomarlo como tal.

Jimin resopló una sonrisa, sin culpa podía decir que el chiste era completamente aplicable a su compañero. Una persona normal, con los todos sus patitos en fila, ya hubiese huido de aquella situación, acusándolo de tener desequilibradas sus facultades mentales. Yoongi era todo un caso, a pesar del cruce que tuvieron en un principio, él no se había marchado, sí fue un poquito histérico, lo normal, pero en esos instantes, estaba siendo como un niño curioso, preguntando sin descanso hasta que todas sus dudas quedaran saciadas.

Jimin secretamente estaba feliz por eso, si así se sentía el tener un Yoongi, esperaba de todo corazón que todos en el mundo encontrasen al suyo propio.

—Sabes compañero, tú deberías ir a revisarte. Te estoy diciendo que puedo ver muertos, auras y algo más que demonios, y tú lo estás tomando como si te estuviese diciendo que me voy de vacaciones a las playas del Caribe.

—Eso es porque confío ciegamente en ti, dudo que me estés mintiendo, eres pésimo en eso y un claro ejemplo que lo demuestra fue cuando me contaste sobre tus tatuajes. —Se justificó Yoongi con descaro.

—¡Pues si yo digo la verdad, tú eres el vil mentiroso de esta relación! ¿Te recuerdo quién fue el que me trató de ser un fraudulento caza fortuna? —Exclamó Jimin abriendo sus ojos al tamaño de una naranja.

Indignado, se sentía terriblemente indignado, y eso parecía divertir mucho a su compañero que no se molestó en esconder una escandalosa carcajada.

—Prometo que lo superaremos.

—Eso le dijo el protagonista infiel a la protagonista de mi novela favorita, pregúntame si ellos terminaron juntos. —dijo Jimin enviándole una mirada poco amistosa antes de seguir con su camino.

—Me gustaría saber por qué el espíritu que acosa al señor Im no apareció anoche ¿qué fue lo que cambió qué no apareció? —preguntó Jimin para sí mismo ignorando deliberadamente a su acompañante.

—Me estás ignorando, entonces sí es cierto ¿Qué tienen tus tatuajes? Jimin sé que puedes escucharme —insistió—, dudo que puedas quedarte sordo por voluntad propia.

—Son protecciones de distintas religiones —dijo al fin sin detener sus pasos—. Te sorprenderá saber que la mayoría de los espíritus pueden ser purificados o enviados al más allá con rituales de su propia religión. Lo mismo pasa con las protecciones, depende mucho de las religiones que seguían los espíritus cuando estaban en vida. Budismo, taoísmo, catolicismo, etc.

Jimin dejó el resto al aire debido a que no quería que Yoongi supiera que cabía la posibilidad de que fuese como él, debía tener cuidado, Yoongi era astuto como un zorro, inteligente como un cuervo y curioso como un niño y eso sería un problema si decidía meterse a fondo en el tema.

Rodó sus ojos, Yoongi tenía suficiente pelo en pecho como para tomar sus propias decisiones, y si él pretendía ser un kamikaze era problema suyo, pero Jimin no podía evitarlo, hasta el presente, había vivido muchas cosas oscuras debido a sus habilidades, y quizás, sí estaba más dañado de lo que aparentaba y de lo que estaba dispuesto a admitir, y era justamente por eso mismo que quería proteger a su compañero y persuadirlo para que él fuese el único fenómeno en el equipo.

—Que Dios me ayude...—soltó en un suspiro, de verdad esperaba que el instinto de supervivencia de Yoongi fuese mucho más grande que su curiosidad para que así, se mantuviera al margen.

—¿Y tus ex compañeros? Ellos ¿eran cómo tú?

Jimin se volteó a verlo con una cara que expresa algo como "¿es en serio?", y como todo "niño" inocente, Min se encogió de hombros.

—Lo siento.

—Ellos no eran, ni son por asomo iguales a mí. Es por eso que están donde están ahora. Es por eso que no quería que el capitán me pusiera a un compañero nuevo, temía que la historia se repitiese como un bucle sin fin, pero en cambio, veo que me tocó un compañero demasiado curioso para su propio bien. Casi extraño al idiota que me dijo farsante, casi.

—Sí, de nuevo perdón por eso.

Ambos se sonrieron. Todo estaba bien entre ellos ahora, y eso era lo que realmente importaba.

La caminata se extendió un poco más, Jimin no recordaba que el camino fuese tan largo, pensó que tal vez le debió parecer más corto porque prácticamente solo tuvo una cosa en mente esa noche, huir lo más lejos que podía de aquella bola de espíritus iracundos.

Debió pasar alrededor de unos quince minutos cuando finalmente llegaron al lugar en donde Yoongi lo había encontrado. A la luz de la mañana todo era muy distinto, el bosque no era tan siniestro como al anochecer.

Jimin se sentó en una gran raíz y revisó sus cosas, cuando salió de la cama había olvidado hacerlo y eso era un error fatal, pero en su defensa ¿cómo podía pensar en algo más que no fuese su compañero refunfuñando malhumorado por el ajetreo a su alrededor? sin mencionar que cada vez que intentaba salir de entre las mantas Yoongi ejercía más y más fuerza en su abrazo.

—Bien, yo ya hablé mucho de mí querido compañero, y en vista de que estaremos aquí un buen rato podrías deleitar mis oídos contándome algo sobre tu mundana y aburrida vida. —Jimin levantó su mirada con una sonrisa burlona floreciendo en su rostro.

—Mundana y aburrida —repitió—: Pues discúlpame por no ser genial y no poder ver fantasmas y ser el héroe de la historia como uno que yo sé. —Yoongi puso sus ojos en blanco, pero todavía un poco ofendido por como catalogaron su vida, se sentó junto a él y comenzó a contarle un poco—. Pues nací en Daegu, mi familia no es tan ancestral como la tuya, pero, ya sabes, tiene lo suyo. Ahora mismo solo somos mis padres y yo. Mi abuela materna fue la última en morir, y pues, como dices, viví una infancia relativamente mundana y aburrida, hasta que comencé el secundario y mis compañeros habían pensado que sería una gran idea tomarme como blanco de bullying por ser el más pequeño y escuincle del salón.

》Tuve suerte de poder ser capaz de tomar todas esas cosas malas para convertirlas en cosas buenas. Comencé a hacer ejercicio y boxeo, también aprendí un poco de artes marciales. Lo que quedó del semestre mis compañeros no la pasaron nada bien, defenderme de sus agresiones me costó varias amonestaciones, pero valió cada segundo del mundo. No me arrepiento de haber roto unas cuantas narices.

—Chico malo, me agrada ¿qué más? —dijo Jimin con mirada risueña.

Descartando el acoso escolar, la historia de vida de su compañero era completamente fascinante para él y por un momento, imaginó cómo hubiese sido su vida si no tuviese esa particular habilidad.

Yoongi guardó silencio preguntándose a sí mismo si debía y quería continuar, pero luego piensa en Jimin, él por insistencia suya le había dicho más de lo que debía y posiblemente quería, y le sería totalmente injusto no hacer lo mismo.

—Un año antes de que me trasladara...ocurrió algo —dijo enseñándole una cadena de plata, la cual tenía una argolla de oro blanco como dije—, mi pareja y mi compañero de trabajo falleció. Lo asesinaron cuando estábamos en el parque de diversiones. Íbamos a casarnos a finales de octubre, era un gran fanático del Halloween.

Yoongi tragó con dificultad el nudo que se formó en su garganta debido al doloroso recuerdo. Todavía podía sentir la sangre caliente manchando sus palmas, jadeos de dolor y una promesa susurrada antes del último aliento.

—Lo siento, no pretendía llorar. —Se disculpó enjuagándose las lágrimas que escapaban de sus ojos.

Jimin se acercó a él, tal y como Yoongi lo había hecho la noche anterior, lo envolvió entre sus brazos con la misma firmeza y los mismos sentimientos de protección.

—No tenías que contarme eso idiota —reprochó con sus ojos rojos y con las lágrimas asomándose por el rabillo.

—Hubiese sido totalmente injusto no hacerlo después de todo lo que te insistí en decirme —respondió Yoongi fregando su cabeza en el hombro ajeno—, además, está bien si eres tú. Confío en ti.

Confianza...confiar en alguien era la prueba más grande que alguien podía tener con otra persona. Una cualidad que no todos eran capaces de tener y algo tan frágil de romper como el más fino de los cristales.

Ambos podían asegurar que las personas a las que le habían proporcionado incondicionalmente su confianza, eran contadas con el dedo de una sola mano, y ahí, entre los brazos del otro y tras haber compartido el dolor del pasado, quisieron con toda sus fuerzas que el otro pudiera ser un dedo más de esa mano.

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