28: Confrontation.
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VOL. I | CURSED
E28T1: SPRING COURT
Confrontación
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━━━JAMÁS LO ADMITIRÍA EN VOZ ALTA, pero el interior de la mansión era mucho más sorprendente de día, cuando los pasillos no eran caminos inmersos en oscuridad, sombras y cuando podía darme el lujo de apreciar cada detalle de la decoración a plena luz del medio día.
Una inmortal femenina de rasgos felinos, cuernos pequeños que le sobresalían en la coronilla, y que habia visto a antes puliendo un gigantesco jarrón de aspecto antiguo, se giró a observarme sin disimulo alguno mientras pasaba por su lado. El uniforme que portaba era, en una definición más corta, sencillo; discreto, lo que se esperaría de alguien que debería pasar inadvertidamente entre la ostentosa decoración y su amo. No obstante, a mí sí que no me pasó inadvertida la agudeza de su mirada, tan afilada como la de un tigre a punto de saltar sobre su presa.
Apresuré el paso silenciosamente, rogando a los dioses más antiguos que no fuera capaz de escuchar el desbocado latir de mi corazón.
Por muy hermosa que fuera la mansión, no podía ignorar esa vocecita en mi cabeza que me advertía que algo, y no sabía el que exactamente, no estaba bien en ese lugar. Podría llamarlo paranoia o sentido de supervivencia, pero era como si las exorbitantes decoraciones que me rodeaban se sintieran casi huecas, o como si fuera tan solo un envoltorio bonito que ocultaba algo mucho más inquietante en su interior. No podía sentirme cómoda allí, ni, aunque lo intentara. Las miradas furtivas que me lanzaban los inmortales con los que me topaba era una demostración clara de que me estaba perdiendo algo...
O bien, simplemente era porque era humana, una especie corriente que jamás debió de pisar sus tierras, mucho menos estar en el corazón del hogar de su Alto Lord. Lo más probable es que para ellos no fuera nada más que una intrusa en su territorio, y eso estaba bien, no esperaba algo distinto, pero aun así...
Mis pensamientos se vieron interrumpidos con la excepcional vista de unas escaleras en forma de caracol que parecia haberse construido para el descenso de un rey. Cada peldaño, tallado en mármol blanco, parecía brillar con una luz propia, reflejando la grandeza y el esplendor del lugar. La barandilla, hecha de oro puro, serpenteaba hacia abajo con elegancia, adornada con intrincados grabados que narraban historias de inmortales y batallas gloriosas.
Si Nesta y Elain pudieran ver algo así... No podía evitar preguntármelo. Las riquezas que poseíamos en las tierras mortales no eran nada en comparación con lo que existía en ese reino. Nada.
A medida que descendía, sentía como si cada paso me transportara a una época de realeza y opulencia. Los escalones, amplios y firmes, estaban cubiertos por una alfombra de terciopelo rojo, suave al tacto y rica en color, que amortiguaba mis pasos y añadía un toque de lujo a cada movimiento. Con las faldas que cubrían hasta la punta de mis zapatillas, cada paso fue dado con una extrema meticulosidad. No recordaba cuando habia sido la última vez que habia usado un vestido así de largo, pero al menos me esforzaría en llegar al comedor entera y sin un hueso roto.
No habia ni un alma merodeando por los rincones de la planta baja y, como si me llamara, el delicioso olor a comida me llegó desde la izquierda.
Lo primero que captaron mis sentidos al acercarme a las gigantescas puertas fue la risa de Feyre, tan despreocupada y alegre, seguida de la de dos altos faes machos que la secundaban. Por supuesto, a ambos los reconocí como Lucien y Tamlin. Sin embargo, sea lo que sea por lo que hubieran estado riendo quedó en el olvido cuando, sin cuidado alguno, empujé las puertas hacia adentro e hice notar mi presencia.
El silencio fue sepulcral; notorio para todos, incluyéndome.
Tres pares de ojos de distinto color se volvieron a verme, tres pares de ojos que reflejaban emociones y brillos completamente diferentes y que de no encontrarnos en esa situación tal vez me hubiese resultado cómico. Tres pares de ojos que se detuvieron segundos más de lo debido en el vestido que llevaba puesto.
Solo tuve que dar un repaso a lo que ellos personalmente llevaban y supe de inmediato que lo que yo habia escogido desentonaba tanto, o mucho más, de lo que hubiera esperado desde un principio. De allí que mi hermana me hubiera dirigido una mirada extraña, pero, ¿Acaso era miedo lo que destelló en el único ojo bueno de Lucien? Y Tamlin, ¿Tanto le habia impresionado como para palidecer?
No me permití mirar el bonito vestido negro que habia seleccionado para aquel almuerzo y, sin siquiera pedir permiso, me limité en tomar asiento junto a mi hermana en lo que parecia ser la mesa más ornamentada y formal que hubiera visto en toda mi vida.
Podría haber jurado que los tres aguantaron la respiración en respuesta, una demostración clara de lo tenso que se habia vuelto el ambiente con mi llegada.
—Ese vestido... —Lucien parecia haberse quedado sin voz. El ojo metálico que portaba zumbaba mientras trataba de buscar las palabras correctas para dirigirse a mi sin ofenderme— Ese vestido te queda precioso, Blair. Tanto como si hubiera sido hecho para ti —No me trague el cumplido, como tampoco la falsa sonrisa que ocultaba su aparente incomodidad. Le dirigió entonces una mirada furtiva a Tamlin—. No sabíamos que teníamos algo así aquí.
—Porque no lo tenemos —refutó este con la mandíbula apretada, antes de volcar sus ojos verdes en mí. La máscara dorada que cubría su rostro destelló en consecuencia— ¿Dónde lo conseguiste?
Fruncí el ceño, tomándome mi tiempo para responder. Me di cuenta que Feyre también parecia confundida. Seguramente, como yo, no comprendía porque tanto dramatismo por un simple vestido. Cuando me habia encontrado rebuscando entre el montón de telas coloridas que ofrecía aquel armario, habia pensado que sería ideal llevar algo que contrastara por completo con ese lugar. Algo que fuera lo opuesto con el anfitrión de esa gigantesca mansión. Y el vestido negro que ahora llevaba puesto habia aparecido como una respuesta a ese deseo interno en el fondo del armario.
Si lo comparaba con cualquier otro vestido que hubiera visto, e incluso con el de mi hermana, no tenía nada del otro mundo que fuera sumamente atrayente. Era un diseño simple, pero femenino; la falda tenía pocas capas, pero resultaba fresco al movimiento y la falta de mangas era ideal para no sentirme asfixiada, todo eso mientras me enfrentaba a lo que viniera sin sentirme como un personaje de cuento mal interpretado. Era la opción que menos sobresalía entre tantos diseños llamativos y brillantes, y por eso lo habia escogido. Porque no me atrevería a parecerme en lo más mínimo a el Alto Lord que se sentaba en la cabecera de la mesa como un dios todo poderoso y que en ese momento parecia fundirme con la mirada.
Entrecerré los ojos, lista para responder, cuando Feyre intervino rápidamente.
—¿Importa tanto el vestido? Yo creo que se ve hermosa.
Fue notorio, como gran parte de la tensión en los hombros de Tamlin disminuía con solo haber escuchado la voz de mi hermana. Y aquello me resulto tan insoportable de ver que aparté la mirada de golpe. La cubertería de oro y plata, por otro lado, atrajo mi atención por segundos, más allá de la comida que seguía cubierta por campanas del mismo material. Tras haber convivido días con una inmortal habia aprendido que la plata no era peligrosa para los de su especie, no como en el pasado los humanos nos habían hecho creer, pero si algo salía mal y era necesario, un corte con un cuchillo afilado para cortar carne sí que surtiría algo de efecto.
Justo en ese momento, estaba tan concentrada contemplando la posibilidad, cuando Tamlin volvió a dirigirse a mí.
—No te lo recomendaría, Blair. —Nuestras miradas chocaron como dos nubes de tormenta que se preparaban para soltar chispas y relámpagos a diestra y siniestra—. La ventana de mi estudio está siendo reparada ahora mismo. No es necesaria otra destrucción innecesaria en mi propiedad.
—En cualquier caso, tu eres el más propenso en casar desastres a tu propiedad —espeté en respuesta— Por lo que no te permito que me trates como un animal salvaje cuando el único que puede convertirse en uno está sentado al lado de mi hermana.
Pude oír como Lucien se ahogaba con su vino.
—Blair. —advirtió Feyre a mi derecha.
No la escuché. En su lugar, pude percibir como un musculo saltaba en la mandíbula de Tamlin, lo que me causó una sonrisa de satisfacción.
—¿Comemos? —Lucien interviene como el único dispuesto a disipar las tensiones del ambiente. Incluso sonríe. Una sonrisa que no les llegaba a los ojos, pero una sonrisa, al fin y al cabo— La comida se enfría y nuestra invitada ya está con nosotros.
Tamlin no responde, pero levanta una mano con gracia y chasquea los dedos sin dirigirme una segunda mirada.
Inmediatamente el olor metálico me cosquillea la nariz, avisándome del uso de su magia. No obstante, la molestia queda en segundo plano cuando las campanas de oro y plata comienzan a desaparecer una por una, evaporándose en el aire y dejando a la vista deliciosos y muy elaborados platillos que enseguida me abren el apetito.
—La noche anterior todos tuvimos una primera mala impresión del otro —Tamlin vuelve a tomar la palabra, dirigiendo todo el peso de su mirada color esmeralda hacia mí. No sabía si eran imaginaciones mías, pero habia un ceño fruncido debajo de esa mascara dorada, lo presentía—. Pero esperaba que este almuerzo pudiera simbolizar un reinicio para comenzar desde cero y con buen pie.
—¿Qué te hace pensar que un simple almuerzo puede remendar lo que nuestros antepasados por siglos han convertido en una interminable rivalidad? —replico, solemne, sin almendrarme un poco por la frialdad que encuentro en sus ojos, a pesar de su más cálido discurso, lo que me convence aún más que lo que trata de hacer no es más que un vil truco; un engaño.
Como si percibiera mi sospecha, Tamlin entrecierra los ojos.
—Mi intención nunca ha sido rivalizar con los de tu especie, mucho menos contigo —Puedo sentir como mi hermana Feyre contiene el aliento ante las palabras dichas por el alto fae de cabellos dorados que brilla desde su posición como un dios, pero que ante mis ojos no podría estar más podrido que una manzana caída de su árbol. Aun así, lo escucho, porque no me queda de otra— Puedes estar segura que mi voluntad siempre ha sido hacer cumplir con las leyes del tratado y el tratado protege a tu hermana de cualquier daño o malicia en mis tierras. Ella está segura aquí.
De una manera sutil, pero contundente, inclino la cabeza en dirección al cuello cubierto de mi hermana
—Segura de todos, menos de ti.
Lucien carraspea desde su posición. Vuelvo mi cabeza hacia él y lo encuentro sacudiendo los hombros en lo que me parece una risa mal disfrazada de tos. Mi ceño arrugado se acentúa.
—¿Acaso dije algo gracioso? —inquiero con frialdad.
Casi de inmediato guarda silencio, borrando la sonrisa torcida de su rostro y concentrándose de lleno en la comida frente a él.
—Por lo que veo pasaste mucho tiempo a solas con nuestra hermana mayor Nesta. —Feyre frunce el ceño hacia mí. Es desaprobación lo que encuentro en sus ojos azules y eso me sorprende, mucho más aun cuando murmura—. Casi podría decir que últimamente te has parecido mucho más a ella desde que llegaste aquí.
Intento que no se me note lo herida que me hace sentir su comentario, pero estoy segura que un golpe de daga directo en mi corazón hubiera dolido menos, por lo que aparto la mirada de ella con los dientes apretados y me limito a tomar un poco de lo que parece ser asado de cordero y servirlo en mi plato en completo silencio.
Tras una breve pausa, en el que los cuatro simplemente nos concentramos en servir y comer lo que encantadoramente los sirvientes de la mansión habían preparado para nosotros, Lucien vuelve al ataque en su intento de iniciar una plática inofensiva y agradable para aligerar las aguas turbulentas que giraban en torno a esta habitación y en nosotros.
—Entonces eres la hermana más pequeña de Feyre. —No lo niego, pero tampoco es necesario que diga nada. Lo más probable es que ellos ya estuvieran al tanto de mi existencia desde hace mucho antes por mi hermana—. Me sorprende mucho que pudieras haber llegado hasta aquí por tu cuenta, considerando los peligros con los que seguramente te habrás topado en el camino, es una suerte que hayas podido salir ilesa y en una sola pieza.
¿Una suerte? ¿Acaso debía tomarme sus palabras como un cumplido? Apreté el tenedor entre mis dedos, imaginando que podría hacerle lo mismo a su garganta si tuviera la fuerza y la osadía necesaria para enfrentarlos. Supuse que se lamentaría mucho más por esa buena fortuna que habia tenido, que, por estar ahora mismo sentada frente a él, pero no dije nada y seguí comiendo.
La comida era deliciosa; Exquisita. Se derretía en mi boca como mantequilla en una explosión de sabores que ni en los mejores años de mi vida recordaba haber probado. Y Feyre debió notarlo, por supuesto, porque suavizando un poco su tono me susurró:
—A mí también me sucedió lo mismo. —Seguido a ello, me tendió una copa de vino— ¿Quieres?
Negué con la cabeza enseguida.
—Agua para mi está bien.
Tamlin soltó una ligera risa que carecía de gracia, o al menos así me habia parecido cuando le dio un trago a su propia copa.
—Es como regresar al pasado —Murmuró. Mi hermana y yo lo miramos; La primera con una expresión confundida y yo, por último, con recelo. Se explicó entonces—: Feyre también desconfiaba de todo lo que le rodeaba, incluso de la comida, pero puedo asegurarte, Blair, que nada de aquí está envenado.
—Me abstendré igualmente, gracias. —repliqué, sintiendo el agradecimiento acido en mi lengua.
Tamlin tan solo se encogió de hombros, como un claro mensaje que decía: Allá tú, no me importa, antes de continuar con su almuerzo.
—¿Podría preguntar como hiciste para llegar a la mansión? —Lucien parecia muy interesado en la respuesta, al juzgar como su único ojo resplandecía con el brillo de la curiosidad. Y yo solo podía preguntarme por qué tantas ganas de platicar conmigo cuando mi rostro era una clara invitación a lo contrario. El alto fae pelirrojo debió de percibir el hilo de mis pensamientos, porque rápidamente se disculpó—. Siento mucho si parezco inoportuno con mi pregunta, pero me resulta impresionante que una humana, que nunca antes habia puesto un pie en nuestro territorio, haya sido capaz de encontrar el camino directo a la mansión del Alto Lord de la Corte Primavera. Eso sin mencionar que, sin la guía adecuada, debió de haberte llevado muchos días.
—Insinúas que alguien más me ayudó a llegar hasta aquí. —afirmo, con una serenidad que no va acorde con el torbellino de pensamientos que me abruman por pensar en aquel inmortal encapuchado de mirada aleonada que hasta hace una noche, me pidió que no muriera antes de haber cumplido con el trato que nos unía.
Lo que me recordaba...
—¿Es así? —Tamlin pregunta con tono que me da muy mala espina, al mismo tiempo que yo sutilmente escondo mi mano derecha bajo la mesa. Tarde; habia sido muy lenta. Una mirada hacia ambos machos altos faes y pude darme cuenta que ya ellos habían visto el tatuaje con forma de sol y luna creciente entrelazadas— ¿Alguien te ayudo a llegar hasta mi mansión?
¿Acaso...? ¿Acaso estaba en un interrogatorio?
El impulso de responder con ira fue rápido, pero no tan fuerte como el instinto de guardar silencio y, de ese modo, proteger la identidad del inmortal que me habia ayudado. Una completa locura, lo sabía, pero me negaba rotundamente a revelar cualquier cosa que pudiera dejar en evidencia a Duncan.
Si la cuestión era sobre escoger, escogería al inmortal que menos me desagradaba y, por los momentos, no eran ninguno de los dos que estaban sentados en la misma mesa que yo.
—Llegue por mi cuenta. —dije por fin, haciendo uso de todas las veces que habia visto a mi hermana mayor Nesta esconder sus emociones en una máscara de fría inexpresividad.
—Y las flechas, supongo, también las conseguiste por tu cuenta.
La furia que tanto me esforzaba por esconder latió en respuesta, pidiéndome a gritos que la dejara salir, pero una vez más, me contuve. Apreté los dientes y me obligué a contar lentamente hasta diez antes de encarar una vez más al Alto Lord de la Corte Primavera.
—¿Qué hicieron con mis flechas? —pregunté.
—Están en un lugar seguro. —Parecia muy satisfecho con la idea, por el modo en el que volvía a su almuerzo con aparente tranquilidad—. No sé si lo sabes, pero no son flechas ordinarias. De hecho, son tan inusuales en mi territorio que se necesitaría pagar un alto precio tan solo por una, pero tu tenías todo un carcaj lleno —los ojos verdes de Tamlin me taladraron hasta el alma— ¿Qué puedes decirme al respecto?
—Tamlin. —Mi hermana Feyre frunció el ceño hacia su adorado alto fae. Habia disgusto en su voz—. No es justo para ella que la acorrales de ese modo.
—Solo intento comprender como una humana de dieciocho años, sin ningún talento especial o sobrenatural, ha sido capaz de cruzar el muro, aparecerse en el Calanmai y luego llegar hasta el corazón de mi hogar llevando encima un puñado de flechas mágicas que desprenden muerte y dejan en ridículo a las de fresno. —Tamlin le dirigió una mirada significativa a mi hermana, pero no tan severa como la que me dirigió entonces—. Dime, Blair, ¿Quién te ha ayudado todo este tiempo?
Una risa se escapó de entre mis labios, dejando anonadados a todos los presentes de la sala, incluyendo a Lucien, quien alzó ambas cejas en mi dirección.
—Un almuerzo que simbolicé un reinicio para comenzar de cero y con buen pie —repetí las palabras dichas por el Alto Lord de la Corte Primavera, sin ocultar ni un poco la ironía y la burla en ellas mientras hacia un lado mi plato y me enderezaba en mi asiento—. Ya sabía que los inmortales podían mentir, pero al menos supuse que sabrían esconder mucho mejor sus intenciones.
Feyre me miró con sorpresa.
—Blair, ¿Qué estas...?
—No deseo su enmascarada hospitalidad. —Pasé completamente de mi hermana y centré toda mi atención en los dos machos altos faes que nos acompañaban en la mesa. Lucien parecia a punto de saltar sobre un iracundo Tamlin que parecia querer lanzarse sobre mi cuello—. Solo he venido a este almuerzo para dejar en claro una cosa, y solo una cosa: Se lo que traman.
—Ah, ¿sí? —Un brillo peligroso destello en los ojos de Tamlin, una compresión que pasaba inadvertidamente de mi hermana, que nos contemplaba con signo interrogativo en su mirada— Y, según tú, Blair, ¿Qué es lo que estamos tramando?
Maldito y asqueroso inmortal. Era una pregunta trampa y él lo sabía. Sabía perfectamente que yo no podía darle una respuesta; al menos, no con mi hermana delante. Lo que sea que habia usado para encantarme estaba burbujeando a fuego lento alrededor de mi garganta, lista para mutarme al instante que quisiera abrir la boca y revelar sus maquiavélicos planes.
Pero, bien podía tantear la verdad.
—La destrucción de mi hermana.
—Puedes estar segura, Blair, que lo último que quisiera en la vida es hacerle daño a tu hermana.
—Te diré, por si la herida que te hice en el hombro anoche no fue suficiente para que lo entendieras, que no confió en ti. —repuse de manera cortante, dirigiéndole una mirada aguda adicional al alto fae pelirrojo frente a mí—. En realidad, no confió en ninguno de los dos.
—Y estas en todo tu derecho. —Tamlin parecia la voz de la razón en ese momento, pero yo podía percibir cierto filo peligroso en sus palabras. Mire a mi hermana, pero ella no parecia darse cuenta de que su adorado alto fae estaba fingiendo amabilidad frente a mí—. Pero por el bien de todos trataremos de llevar una relación lo más pacifica posible. Eso, mientras, preparamos un carruaje que te lleve de regreso a la tierra de los mortales.
—No quiero irme.
La copa de vino que Tamlin se habia llevado a los labios quedo suspendida en el aire. Mi hermana y Lucien dejaron de interesarse en sus respectivos platos para lanzarme una mirada que iba de la incredulidad a la confusión. Tamlin, por último, tomo una respiración profunda antes de decir:
—El tratado solo se limita a una persona, Blair. En lo que a mí respecta, no tienes nada que hacer aquí, en mi territorio.
—Deseo quedarme un poco más. —insistí.
Feyre parecia molesta.
—Blair, no es...
—Estoy segura, hermana, que el Alto Lord de la Corte Primavera entiende que no has tenido contacto alguno con tu verdadera familia en mucho tiempo. —No podía reconocer la voz que salía de entre mis labios. Era dulce, astuta y engañosa. Hasta ese momento, no sabía que podía convertirme en ese tipo de persona, pero supuse que las experiencias vividas en las últimas semanas podrían hacer resurgir lados de nuestra personalidad que no sabíamos que poseíamos. Por eso, en lugar de horrorizarme, opté por aprovecharme de esa habilidad. Mire directamente hacia ambos inmortales—. Si no es mucha molestia, quisiera quedarme un tiempo más con mi hermana. Pueden tomarlo como una simple visita de mi parte. Tan solo un par de emanas, y luego regresaré a la tierra de los mortales.
El silencio que transcurrió luego de mi propuesta fue tenso, pesado, con un significado oscuro que, podría apostar, ocultaba el malestar que el Alto Lord y su seguidor compartían por tan solo pensar en tenerme en su propiedad por más tiempo. No tenía que ser muy perspicaz para saber que en ese momento estaban considerando los pros y los contras de esa idea. Mi hermana, por otro lado, parecia estar a favor, al juzgar por como sus facciones se suavizaban y un brillo de felicidad destellaba en sus ojos.
—Eso sería estupendo. —Dijo, lanzándole una mirada suplicante al inmortal a su lado—. ¿Podría quedarse, Tamlin? Quisiera seguir disfrutando de su compañía al menos durante un tiempo —Y como si su petición no hubiera ablandado a un más al Alto Lord de la Corte Primavera, mi hermana agregó en casi un susurro— ¿Por favor?
Mi hermana seguía mirando a su adorado inmortal con una calidez que me quitó el apetito por completo, pero era lo que necesitaba para que las barreras de Tamlin se rompieran y se volviera tan vulnerable como un perro frente a mis ojos. Habia tanto afecto en esa mirada esmeralda que por un instante quise saltar por encima de la mesa y encajarle el cuchillo de mesa en su corazón para no tener que seguir presenciado ese intercambio absurdo de miradas cariñosas, pero me contuve al último segundo, sabiendo que eso solo complicaría deplorablemente mi situación.
Entonces, por una fracción de segundo, Tamlin me miró, y pude haber jurado que solo habia odio en esa mirada que segundos antes habia sido toda dulzura hacia mi hermana. Ni el filo del cuchillo que tenía entre mis dedos pudo haber sido tan afilada como esa mirada que dirigió de lleno en mi dirección.
—Muy bien, un par de semanas. —sentencio finalmente.
La sonrisa que me digne en mostrar era de todo, menos amigable.
—Es todo lo que necesito.
Todo lo que necesito para desenmascararte.
Podría jurar que Tamlin habia captado el mensaje, pero en lugar de inquietarse por mis intenciones, se concentró en mi hermana.
Era una tortura, me dije mientras entrecerraba los ojos hacia ellos. Era una completa agonía no poder decir nada al respecto, y él solo disfrutaba a costa de ese sufrimiento. La pequeña, pero perceptible sonrisa que quería hacer pasar por un gesto amable me lo decía, me lo confirmaba. Aunque lo detestara, aunque lo odiara, era el Alto Lord de la Corte Primavera quien tenía el sartén por el mango.
Por ahora.
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Publicado: 11/09/2024
Correcciones: NO
Mención especial para: Myselfisverybeauty12 | Por darme la motivación necesaria para regresar. Gracias, hermosa, por estar al pendiente de esta historia y por el cariño que le brindas a cada capitulo.| 💜🙈
━━━¡MUCHAS GRACIAS POR SU PACIENCIA! Por el amor que esta historia recibe cada día y por sus hermosos comentarios que me recuerdan que esta joyita debe terminarse SI o SI. Por ustedes aun sigo volviendo, sigo escribiendo e imaginando el día en el que CURSED pueda estar finalmente culminada. Nunca dejen de motivarme y mil gracias por no haber olvidado a Blair a pesar de mis interminables ausencias. Se merecen todo lo bonito de este mundo.
¡Muchas gracias por leer! Por favor déjate notar con un voto, un comentario o compartiendo la historia con mas fanáticos del universo de ACOTAR! Me estarías ayudando un montón.
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¡Hasta el próximo capitulo!
ATT: Lux. 💜🧡
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