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20: An immortal dream for some is the deadly nightmare for others.

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VOL. I | CURSED
E20T1: SPRING COURT
Un sueño inmortal para algunos es
la pesadilla mortal para otros
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Maratón 2/3
Votos necesarios para actualizar: 20



















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El sol finalmente se escondió detrás del horizonte, sumiendo el cielo en una infinita noche de estrellas silenciosas. Desde la ventana torcida de la cabaña de Ritta observé como el jardín bien cuidado, los árboles e incluso el rio, entraban en fase de descanso. La brisa se volvió suave, tranquila, emitiendo un sonido susurrante, conciliador. Eso, acompañado del ligero cantar de los grillos y el arrullar de las lechuzas, formaban una deleitosa canción de cuna que mi niña interior amo por completo. Todo era tan pacifico cuando caía la noche. Todo mi ser se conectaba a la placentera sensación de estar allí, contemplando, respirando el aire puro sin pensar en nada más que la belleza de la naturaleza, sin pensar en nada más que lo hermosa que se veía la luna, brillando en lo más alto del cielo. Desde mi llegada a Prythian era lo único que habia disfrutado de verdad.

No obstante, mucho me temía que aquello no duraría demasiado.

— ¿Seguras que no necesitaran nada mientras no estoy?

Mire a Ritta, sintiendo un nudo en la garganta. Estaba allí, frente a la puerta con su característico turbante y bolso de lana, lista para partir en busca de inmortales que pudiera necesitar de ella.

Me habia dicho que siempre, en fechas tan importantes como el Calanmai, más de un inmortal o alto fae resultaba herido por la fuerte emoción de la festividad. Muchos causaban estragos en tabernas, en el bosque o en la plaza principal solo por un malentendido, una rabieta o por saldar antiguas deudas. Si bien Calanmai era la noche en la que todos los altos faes de Prythian se reunían en un mismo lugar para celebrar el comienzo de la primavera y traer nueva magia a su mundo, también tenía su contraparte oscura. No todo podía ser tan bueno. Muchos aprovechaban la ocasión para meterse en problemas y Ritta, junto con unos pocos que se dedicaban a lo mismo, a ayudar, estarían en Valle Calanthe para apoyar a aquellos que lo necesitaran.

Y yo estaba allí, esperando que se fuera para poder escabullirme hacia las colinas, donde se estaría llevando a cabo la atracción principal: El Gran Rito.

Debían despellejarme viva por semejante traición, pensé. Ritta, que habia sido tan buena conmigo desde un principio, me habia acogido en su hogar, me habia alimentado y sobre toda mi desconfianza me habia advertido sobre el peligro que corría un humano en semejante lugar. Una advertencia similar a la de aquel misterioso inmortal. Ritta, quien se habia preocupado lo suficiente como para buscarme por todo un pueblo, solo con pensar en el peligro que yo podía correr por estar en sus tierras y, ¿Qué hacía yo? Actuaba a sus espaldas como si todo lo que hubiera aprendido de su especie no fuera la verdadera historia de un cuento de terror.

—Estaremos bien, Ritta. —Dijo Manami, sonriendo, a mi lado. Desde que habíamos salido de la taberna se aseguró de estar siempre junto a mí, lanzando a diestra y siniestra todo tipo de preguntas con referencia a la tierra de los mortales. Lo primero que habia aprendido de ella, además de que era una alta fae parlanchina de la corte invierno, es que su curiosidad no parecia tener límites. Tampoco parecia escandalizarse por mi presencia, aunque las primeras horas con ella habían tenido todo el efecto contrario en mi— Blair y yo tendremos una noche de chicas. Mortal e inmortal juntas hablando hasta el amanecer, ¿No suena divertido?

Me obligué a pintar una sonrisa en mi rostro. Muy en el fondo sabía que la joven alta fae no tenía malas intenciones, de hecho, era un encanto, pero me incomodaba mucho que creyera que podíamos llegar a ser buenas amigas cuando yo, en realidad, solo deseaba permanecer lo más lejos posible de su especie. Estaba en Prythian con una única misión, y hacer amistades tan amenas con las criaturas que se habían llevado a mi hermana no formaba parte del plan.

Ritta nos miró a ambas, para nada convencida de dejarnos solas esta noche. A ella le hubiera gustado hacernos compañía, lo sabía, pero era demasiado buena en su trabajo, muy importante como para faltar, aunque sea una vez. Por eso, con la intención de no dejarme sola, pensó que dejar a Manami sería una buena idea. Después de todo, la madre de esta también formaba parte del grupo de sanadores en la que Ritta formaba parte. Por lo que al final, después de tanta discusión sobre el asunto, optaron por dejarnos a ambas aquí, en la cabaña, para hacernos compañía la una con la otra. Manami habia chillado de emoción nada más saber la noticia.

Yo, por otro lado, habia maldecido internamente. Ahora debía buscar el modo de salir de la cabaña sin que la joven alta fae, aficionada por las costumbres humanas, se diera cuenta.

—Volveré al alba. —Anunció Ritta, tomando de la pequeña mesita central su preciada canasta, repleta seguramente de todo tipo de vendas, ungüentos, desinfectantes e infusiones. Hasta ese momento supe que, sin importar la ocasión, siempre la vería con ella encima. Me dirigió una pequeña sonrisa antes de abrir la puerta— Feliz inicio de la primavera, Blair. Tu primera vez en Prythian.

Mi sonrisa flaqueo por unos segundos. La culpa amontonándose como una pesada piedra en la boca del estómago.

—Gracias, Ritta.

Con una última sonrisa, la inmortal desapareció, dejándonos a Manami y a mí en medio de una aburrida plática sobre moda mundana. A pesar que el tema en cuestión no era de lo más interesante para mí, la joven alta fae opinaba distinto y creía que la tierra de los mortales era un mundo nuevo, casi de ensueño, que le gustaría visitar algún día.

—Mi madre me dice que no es posible. —Decía, en un tono casi desanimado— El muro nos prohíbe a toda costa tener contactos con los de tu especie. —Y entonces sus ojos brillaron, emocionados— Pero si tu has podido atravesarlo quizás, algún día, yo también pueda hacer lo mismo.

En ese instante ambas estábamos bebiendo uno de los te orgánicos de Ritta cuando, por pura sorpresa, termine escupiendo parte del contenido caliente sobre la pequeña taza de porcelana. El líquido restante terminó en el lugar equivocado y, como consecuencia, comencé a toser una y otra vez, y otra vez.

— ¿Q-Qué? —Grazné, sin dejar de toser, mirándola con los ojos bien abiertos. Aquello no lo habia esperado, para nada— ¿Qué estás diciendo?

Manami no se vio afectada por mi reacción. Al contrario, siguió bebiendo de su té con una pequeña sonrisa en los labios. Una vez más, no podía creer que en realidad tuviera catorce años. Era demasiado alta para su edad, casi de mi estatura, ¿Acaso se trataba de alguna característica común en los altos fae?

Pero, ¿Qué estaba pensando? ¿Ella en serio habia dicho tal cosa?

—Quiero conocer las tierras humanas. —Dijo entonces, convenciéndome de no haber oído mal. Habia tanta seguridad en sus palabras que no pude evitar creerle— Ver más allá de lo que conozco, experimentar, al menos por una vez, un mundo sin muro. Mi padre siempre decía que era demasiado curiosa para mi bien, pero si él pudo hacerlo tal vez yo...

— ¿Tu padre cruzó el muro? —Pregunté, con algo de inquietud, pensando en cuantos más habían logrado cruzar aquel muro invisible bajo la ignorancia de los humanos.

Manami asintió, dejando la tasa de té encima de la pequeña mesita junto a la cama. Aquella era la primera vez, desde que la habia conocido, que su sonrisa flaqueaba, volviéndose casi melancólica.

—Pertenecía a esta corte... y era muy malo haciendo galletas de mantequilla. Las quemaba todas. —Soltó una risa ante el recuerdo, pero esta resultó ser entrecortada. Me sentí mal al instante por querer profundizar en el tema— Él era diferente a los demás alto faes porque nunca parecia perder las esperanzas, aun en medio de tanta adversidad. Creía en el cambio y eso, en estas tierras, no es muy común.

—Eso es... admirable. —Musité, no sabiendo que más decir.

—Lo era. —Convino la alta fae, en un tono muy maduro para su edad. Habia mucho afecto en su voz, un afecto que ni siquiera en mis hermanas mayores, habían transmitido cuando se hablaba de nuestro progenitor— Él tenía la fuerte convicción de que existía un futuro próspero y tranquilo para Prythian. Uno donde mortales e inmortales pudiera coexistir, juntos. —Tomó un último trago de su te antes de añadir—: Yo pienso de la misma forma.

Parpadeé, no sabiendo muy bien cómo responder a eso. El deseo de compartir mi opinión al respecto estaba allí, bailando en la punta de mi lengua, pero me lo tragué. De todos modos, ¿Cómo podía destruir sus ilusiones revelando la crudeza de ambos mundos? ¿Debía decirle que los de mi clase aún se dedicaban a la cacería de inmortales? ¿Debía advertirle que, si algún día se atrevía a cruzar el muro, podría terminar asesinada, disecada y colgada como un animal en medio de una lujosa habitación, como si fuera un trofeo? Incluso pensarlo era aterrador, más allá de eso, monstruoso. Imaginar a Manami, la dulce alta fae que miraba todo lo ordinario con una infinita fascinación, enfrentándose a los humanos, seres que reaccionaban despiadadamente ante lo desconocido, ante todo aquello que fuera diferente a ellos. ¿Cómo era posible que quisiera conocer ese mundo cruel? ¿Cómo le hacía entender que aquella no era una opción para ella?

—Se lo que estás pensando. —Soltó Manami, de repente, sacándome de mis pensamientos de un plumazo. La mire entonces, sorprendida, y ella me respondió con una sonrisa— Crees que es una terrible idea, ¿Cierto? —No respondí. Pero ella no espero que lo hiciera, cuando, tras encogerse de hombros, continuó—: Tranquila, no te juzgaría si así fuera. No serias la primera; mi madre cree también que es una tontería.

Sus palabras trajeron un tortuoso recuerdo a mi cabeza. Más que un recuerdo, era una voz, tan clara e instigadora como la habia recordado en mi niñez. Era como si la tuviera junto a mí, susurrándome en la oreja con aquel tono meloso y manipulador:

«Oculta lo que te hace única, Blair. Las personas aún no están listas para lo nuevo, no están listas para el cambio, ¿Le prometerás a mami que siempre lo mantendrás oculto, sin importar lo que pase?»

Sacudí la cabeza, como si con eso pudiera deshacerme de la terrible sensación de vacío que me dejaron sus palabras. Casi de manera automática mis dedos apretaron el medallón que colgaba en mi cuello, como si solo el recuerdo hubiera hecho vibrar el objeto hasta calentarme la sangre.

—Deberías hacerle caso a tu madre. —Dije, deseando con todo el corazón que me escuchara— Es imposible un cambio de esa magnitud. Los humanos detestan demasiado lo diferente como para aceptarlos. No después de todo lo que paso hace quinientos años.

—No digo que seamos unos santos, pero ¿Acaso los mortales no cometen errores también? —Inquirió Manami, desviando la mirada hacia la estancia de la cabaña, perdiéndose en lo que supuse serían los arreglos florales que Ritta tenía sobre una despensa— Si lo piensas, Blair, no hay tantas diferencias entre el mundo mortal e inmortal. Las mismas historias, los mismos conflictos, las mismas carencias y ambiciones... El mismo final trágico. Y todos luchamos por la misma cosa. —Ante mi expresión interrogativa, aclaró—: Supervivencia.

Esa misma noche, luego de una docena de comparaciones culturales y gastronómicas de nuestros respectivos mundos, decidimos irnos a descansar. Juntas, tras un incómodo arreglo, acordamos compartir la pequeña camita de paja que habia usado para dormir desde mi llegada a la corte primavera. No era un verdadero sacrificio para mí, no cuando habia pasado gran parte de mi vida compartiendo cama con mis hermanas mayores, por lo que me acosté sobre mi espalda, dejando un espacio considerado a la joven alta fae. Manami, por otro lado, se mostró muy conforme con la situación, hasta el punto de rodearme con sus brazos como un gigantesco koala bebe. Y eso, en lugar de molestarme, me causo cierta... ternura. Se sintió como si pudiera retroceder en el tiempo, en el momento exacto en el que también estrujaba a Feyre de la misma manera para conciliar el sueño.

Justo antes de que ambas cayéramos en brazos de Morfeo, el dios del sueño, pregunté. No sabía que era lo que me habia llevado a querer saberlo, pero lo hice de todos modos.

—Manami, ¿Cómo se llamaba tu padre?

La joven alta fae, que habia escondido su rostro en mi cuello y respiraba con un compás pausado y tranquilo, gruñó, pero respondió en un susurro:

—Andras.





















(.......)





















Dormir nunca estuvo entre mis planes.

Mientras escuchaba la acompasada respiración de Manami, que descansaba plácidamente a mi lado, conté cada segundo y cada minuto del tiempo, susurrando cada momento con el pensamiento mientras me perdía en el techo hecho de madera y raíces. Mis ojos, acostumbrados para aquel entonces a la oscuridad que me rodeaba, observaron cada grieta torcida, cada brote que sobresalía de entre las enredaderas, e incluso en las formas irregulares, que parecían ilustrar escenas escalofriantes que se volvían cada vez mucho más siniestras conforme las sombras avanzaban y hacían de las suyas. Lo que antes me habia parecido un conejo se habia transformado en una gigantesca bestia horrenda, tan horrenda como la que habia presenciado en aquella choza, hace dos meses.

Aquello fue suficiente incentivo como para salir de la cama.

Cuando habia planeado hacer el viaje de mi vida hasta allí, nunca se me habia podido ocurrir que, tarde o temprano, necesitaría más ropa de la que me habia permitido traer en la montura de Saeta. Por eso, y agradecida una vez más con la generosidad de Ritta, me vi obligada a llevar uno de sus tantos vestidos blancos. Un regalo, habia dicho, cuando se habia dado cuenta de que no tenía nada que ponerme. No obstante, la inmortal era mucho más alta y voluptuosa de lo que habia imaginado, por lo que no me quedó más remedio que ajustar las áreas de la cintura con uno de mis antiguos corset.

El resultado final fue algo penoso, por supuesto; Lo noté nada más echarme un vistazo. Con algunas tallas de más, desafortunadamente mi pequeña estatura no llenaba algunas zonas esenciales de la prenda y la falda era demasiado larga y espesa; un obstáculo para el movimiento, era seguro. En lo personal hubiera optado por unos sencillos pantalones, pero sabía que aquello podría llamar la atención. Solo habia pasado un día en Valle Calanthe, pero, por lo que habia visto allí, la moda habitual eran vestidos, y lo ideal era que me viera como una más de la corte primavera. Por eso, y por ahora, debía conformarme... muy a mi pesar.

Me deslicé por la penumbra con movimientos sigilosos, buscando a ciegas el pomo de la puerta y con mucho cuidado de no despertar a la joven alta fae que seguía durmiendo sin percatarse de nada. El corazón me latía con una fuerza descomunal para aquel entonces. Una reacción que sin duda alguna relacionaba con los nervios del momento, por lo que hice un esfuerzo de contener incluso el aliento, hasta que hube llegado a mi objeto. Solo entonces, tras dedicarle una última mirada al interior de la cabaña, a Manami, salí al exterior.

La pacifica noche me recibió como una vieja amiga; con una suave caricia de su helada brisa. Me permití entonces unos míseros segundos para absorber el refrescante olor a pino y flores silvestres que desprendía el aire antes de reunirme con Saeta, que se encontraba tranquila, olisqueando el pasto a su alrededor. En cuanto se percató de mi presencia relinchó, gustosa.

—Saeta, mi querida amiga. —Acaricie su crin con mimo, dichosa de verla en muy buen estado. La oscuridad no me lo permitía, pero sabía que el daño causado por el cuchillo de caza le habia dejado una espantosa cicatriz en el flanco derecho. La habia visto en la primera oportunidad que tuve tras recuperarme. Que estuviera allí, de pie, era un milagro— ¿Lista para esta noche?

Saeta, como respuesta, bufó.

— ¿Tú también crees que no debería ir? —Inquirí, interpretando su gesto como un rechazo. Cuando volvió a repetir el sonido, sonreí— Es nuestra oportunidad, Saeta. Creo que Ritta nos oculta algo... En realidad, siento que nos oculta muchas cosas, pero, piénsalo, ¿Y si Feyre esta con ellos? ¿No crees que deberíamos averiguar, al menos, porque todos parecen tan ansiosos por esa festividad?

Saeta se zafo de mis caricias, girando su cabeza hacia el lado contrario de mi rostro. Mi sonrisa se ensanchó.

—Lo tomaré como una aprobación. —Bromeé, antes de aferrarme a su montura y subirme a su lomo de un salto. Sentir las riendas en mis manos una vez más fue agradable, como cuando se despierta de un largo sueño. Así era como me sentía en ese momento, despierta.

Y fue entonces cuando la oí.

— ¿Blair?

Mi corazón dio un salto al escuchar la dulce voz de Manami en medio de la oscuridad. Saeta, sorprendiéndose de igual manera por la intervención de la joven inmortal, dio un respingo que me desequilibró por segundos. Solo entonces, cuando pude retomar el control, me giré hacia la responsable.

Manami me observaba con el ceño fruncido a tan solo unos cuantos metros de distancia, con su pijama puesta y el cabello negro enmarañado sobre el rostro soñoliento. Efectivamente habia estado durmiendo, entonces, ¿Qué hacia allí? Estaba segura que habia sido lo más sigilosa posible, y eso no era algo que pudiera suceder con facilidad.

Demonios, pensé de pronto, ¿Sera posible que hubiera adivinado mis intenciones desde un principio?

—Manami. —Dije, aun con los efectos del susto en mi voz. Tragué saliva y, con eso, el pánico que habia sentido por haber sido descubierta por una alta fae de catorce años. Mi hermana Feyre tendría razón al final y en verdad era pésima para escabullirme— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar durmiendo?

—Tú también deberías estar durmiendo. —Replicó ella, sorprendiéndome. Miró a Saeta por un momento y luego a mí— Te diriges al Calanmai, ¿No es así?

Directo al grano.

Indecisa, mire sobre mi hombro, hacia el bosque donde debería estar metida ahora mismo, dirigiéndome hacia las colinas donde se estaría llevando la ceremonia. Suspiré, regresando mi atención a la joven alta fae frente a mí.

—Si. Lo siento, pero debo ir.

—Ritta dijo que podría ser peligroso para ti. —Manami se mostró preocupada; más allá de eso, asustada. Habia terror genuino en su mirada, en su voz. Y aquello solo hizo que me cuestionara seriamente si el Calanmai no tenía un trasfondo mucho más turbio que el hecho de que todos los presentes se apareaban para poder dar magia a la tierra y viceversa. Ella insistió—: Los humanos no deben asistir al Calanmai.

—Lo siento. —Repetí. Y lo decía con todo el corazón— Pero solo así podré saber... saber si mi hermana se encuentra en este territorio. —La joven alta fae iba a replicar una vez más, cuando la interrumpí con algo de seriedad— Sabes perfectamente porque estoy aquí, Manami. Te lo he contado antes, la razón del porque cruce el muro. Es por ella..., es por mi hermana. Y lo siento mucho, pero en serio tengo que ir.

Pude notar como los ojos de Manami brillaban. Como consecuencia de las lágrimas, o tal vez por el reflejo de la luna en su mirada. En realidad, no lo sabía. Con el poco tiempo que llevaba conociéndola, con aquella espontanea personalidad, sin duda alguna me hubiera esperado lo que sea. Tal vez que siguiera insistiendo, tal vez hubiera esperado que me bloqueara el paso o, incluso, comenzara con un berrinche que hubiera despertado a toda una aldea cercana. Esas eran algunas de las probabilidades que posiblemente hubieran dificultado mi misión de dirigirme a las colinas de la corte.

No obstante, en su lugar, lo que recibí de Manami fue un asentimiento. Bajo la mirada por un segundo, pero cuando volvió el mentón hacia mi habia comprensión... si, una comprensión que me dejo sin palabras. Y, para terminar, aluciando, dijo:

—Está bien, ve al Calanmai —Estuve a punto de objetar por su repentino cambio de parecer, cuando agrego rápidamente—. Pero, ¿Podría pedirte un favor?

Una vez más, podría haberme esperado de ella lo que fuera. Pero, aun con esa posibilidad y ese riesgo, asentí.

—No dejes que ella te encuentre.

Fruncí el ceño.

Otra vez ese Ella.

— ¿Quién es?

Sabía que habia una gran diferencia entre Ritta y Manami. Pero solo entonces, allí, montada en Saeta y lista para dirigirme a lo desconocido, pude permitirme verlo con claridad. Mientras que Ritta se esforzaba por desviar las conversaciones importantes, cambiando de tema una y otra, y otra vez hasta marearme, Manami siempre habia sido muy directa. Y aquella ocasión no fue la excepción.

—La reina de Prythian. —Dijo y podría jurar que incluso el viento, el canto de los grillos y el ulular de los búhos se habia detenido ante aquel nombre extraño que era la respuesta que habia estado anhelando y, al mismo tiempo, temiendo desde mi llegada a Prythian— No dejes que ella te encuentre, o de lo contrario te matará. 

























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Publicado: 20/07/2023
Correcciones: NO
Dedicación especial para: rousssssssss


NA: ¡Hemos llegado a los 20 capítulos de la historia y a la mitad del segundo acto! Faltaba un voto para poder actualizar, pero no pude contenerme y me he adelantado trayéndoles el cap un poquito antes de lo esperado. No pienso hacer tan larga esta notica para que puedan procesar este capitulo. Déjenme sus opiniones al respecto y sus alocadas teorías. ¿Podrán adivinar lo que se avecina para el capitulo 21?

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¡Hasta el próximo capitulo del maratón
ATT: Lux. 💜🧡

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