10. The beast's ultimatum.
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VOL. I | CURSED
E10T1: DEADLY LANDS
El Ultimátum de la Bestia
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━━━SALTE DE LA CAMA CON EL CORAZON LATIENDO A MIL POR SEGUNDO. Con la esperanza de que tal vez lo que habia escuchado no fuera más que producto de alguna pataleta de Nesta. Lo usual cuando la mayor de las hermanas no se sentía satisfecha con algo. Tal vez se habia peleado con Feyre, o posiblemente se habia dignado en romper aquel tortuoso silencio que tenía con mi padre. O tal vez..., y solo tal vez... Me encontré a dos pasos de la rustica puerta de madera cuando un rugido bestial se dejó oír por encima de todo lo demás; por encima de los gritos de Nesta, Elain y mi padre; Por encima de mis propios pensamientos.
Estaba segura que la sangre no fue lo único que abandono mi rostro en ese preciso momento.
No me importo estar en ropa de cama. Como tampoco me importo carecer de algún tipo de arma. No lo pensé cuando me lance hacia la oxidada manija de la puerta y la abrí un poco, con un cuidado que no se reflejaba para nada en mis salvajes movimientos..., ni siquiera en los alocados latidos de mi corazón. Tan solo la idea de que nuestro refugio, la cabaña que por mucho tiempo pensamos seria segura incluso en los peores momentos de invierno, el único hogar que habia conocido desde los ocho años ahora fuera el escenario de una pesadilla..., No, no estaba preparada para asumir algo así.
Aun con las lentillas, mis ojos se adaptaron con familiaridad en la penumbra. Supongo que por pura costumbre; no lo sabía. Pero deje de pensar en ello cuando la fuerza invernal de afuera me golpeo por encima de mis prendas de dormir, estremeciéndome entera. Solo entonces caí en la cuenta de lo rápido que habia descendido la temperatura dentro de la cabaña, como si hubieran abierto la puerta y las ventanas al mismo tiempo. La chimenea se habia apagado, sumiendo todo a mi alrededor en una fría oscuridad.
Pero el verdadero terror no se podía ocultar en la penumbra, claro que no.
Una gigantesca bestia dorada, la más horrenda que mis ojos alguna vez podrían haber presenciado y el causante del terror de mis hermanas, se alzaba por encima de Feyre, mostrando sus gigantescos colmillos en una clara amenaza de muerte. Era grande, tan grande como un caballo por lo menos, si es que realmente no era más grande que eso; no estaba segura. Probablemente el terror me impedía pensar con claridad.
Pero es que ante tal imagen... Cuernos curvados por encima de una cabeza de lobo, cuatro patas fuertes con garras capaces de hacer trizas hasta el tronco de un árbol maduro, dientes amarillos y puntiagudos que probablemente habrían acabado con la vida de cientos iguales a nosotros..., y por no mencionar su mirada, de un brillante verde esmeralda que estaban encendidos en rabia, ira y sed de sangre.
— ¡Asesinos! —Grito, en un rugido. Una voz violenta de macho.
Oh, por todos los dioses.
También hablaba.
Me obligue a no pensar en aquel lobo del bosque, pues pude fijarme que en esta ocasión, no habia sido la única que habia escuchado las furiosas palabras de la criatura. A juzgar por el rostro de Nesta, que habia perdido todo su color; los ojos incrédulos de Elain, la postura temblorosa de mi padre y la expresión de sorpresa de Feyre, ellos también la habían oído. Y como alguna vez me habia pasado a mí el día anterior, estaban hasta rebosar del terror y la impresión.
Ellos no me habían visto a mí, pude darme cuenta. La puerta de nuestra habitación lograba ocultarme de su periferia. Las sombras caían espesamente sobre mí y, eso, contando con mi cabello oscuro, era suficiente para poder pasar desapercibida ante los ojos del animal que, sin perderse algunos de sus movimientos, seguían fijos en mis hermanas. En sus asustadizos rostros.
— ¡Asesinos! —Rugió otra vez, levantándose entre sus patas traseras para dejar caer las delanteras con fuerza, sacudiendo todo a su alrededor. Parecia que la cabaña también pudiera sentir la fuerza de su voz.
—P... por favor —balbució mi padre, detrás de Feyre. Se encontraba agazapado entre los cuerpos de Nesta y Elain, temblando de miedo. Mi corazón se arrugo ante aquella vulnerable visión—. No sé qué hemos hecho..., pero sea lo que sea, ha sido sin intención...
—No... nosotros no hemos matado a nadie —agregó Nesta, ahogándose en sollozos. Levanto un brazo por encima de su cabeza, en un inútil intento de defenderse en caso de que el lobo quisiera saltarle hacia la garganta. Pero pude fijarme, gracias al pequeño resplandor de su muñeca, que solo buscaba protegerse con aquel pedazo de hierro que llevaba como brazalete. El único material, que según se creía, era la debilidad de los inmortales.
Inmortales...Por supuesto. Porque estábamos ante la presencia de un Inmortal.
Temblé ante la revelación.
—¡Fuera! —Mis ojos se volvieron a Feyre, quien blandía dos cuchillos en dirección a la bestia y gritaba con firmeza, como si con lo que se estuviera enfrentando no fuera más que un pequeño perro rabioso. Mi respiración se cortó— ¡Fuera! ¡Fuera!
La criatura, en respuesta, volvió a erguirse en sus cuatro patas, dándole la oportunidad perfecta a mi hermana para atacar. Lanzo el cuchillo de caza hacia su garganta descubierta... Y no sucedió nada. El lobo, con una inteligencia y una velocidad propia de su especie, habia previsto su movimiento y desvió el arma con sus garras. Pude observar, con ojos como platos, como el cuchillo salía volando hacia un lado de la habitación, clavándose en la pared en un golpe certero; temblando.
El cuchillo, me di cuenta de pronto. Necesitaba llegar a ese cuchillo.
Con un sigilo que ni yo misma sabía que poseía, me moví fuera de las protecciones de la puerta de madera. Realmente no sabía lo que estaba haciendo ni lo que haría una vez que tuviera el arma en la mano; Pero si de algo estaba segura, es que no dejaría a mi familia enfrentarse sola aquella criatura mientras yo permanecía escondida en una habitación. Debía ayudar aunque las probabilidades de supervivencia fueran mínimas. Aunque terminara como el bocadillo de un horrible inmortal.
Permaneciendo entre las sombras y con una discusión formándose entre la criatura y mi hermana Feyre, di pequeños y silenciosos pasos hacia el lado en el que habia impactado el cuchillo de caza. Una tarea complicada, por supuesto, tratándose de que tenía a la muerte a unos pocos metros de distancia y que posiblemente su sentido del olfato fuera tan bueno como sus dientes lo eran para despedazar y machacar. Me obligue a mí misma a no pensar en esa posibilidad mientras me movía pero, aun así, sentía que los alocados latidos de mi corazón podrían llegar a traicionarme. Latían con fuerza; alocados, reflejando así mi terror.
—¿Quién lo mato? —Pregunto la criatura, acercándose amenazadoramente a Feyre, apoyando una pata en la mesa que, por todos los dioses, habia sido preparada por Elain aquella noche para cenar.
— ¿Matar a quién? —Inquirió la voz de Feyre.
Un poco más..., tan solo un poco más... Me encontraba a escasos centímetros de la pared en la que habia sido clavado el cuchillo cuando la bestia, en un gruñido, soltó:
—El lobo.
— ¿Un lobo?
—Un lobo, de pelo gris.
Lo próximo sucedió casi en cámara lenta:
Habia tomado el cuchillo. Pero solo habían bastado aquellas dos palabras por parte de la criatura para lograr que mi desenfrenada concentración fallara, perdiera el equilibrio con una de las sillas del comedor que la bestia seguramente habia tirado y causara tanto ruido que hasta el más insignificante animalito del bosque podría haberlo percibido.
O bueno, eso me habia parecido en ese preciso momento, cuando cinco pares de ojos se giraron en mi dirección con brusquedad.
Demonios.
Enseguida y con rapidez, la criatura se lanzó en mi dirección, totalmente furioso ante la idea de haber pasado invisible ante sus finísimos sentidos de inmortal. Contuve el aliento; Apenas teniendo algo de tiempo de cerrar los ojos cuando lo tuve de pronto a una escasa línea de distancia, rugiendo en mi dirección, mostrando los colmillos en una clara amenaza y su aliento rosando de cerca la piel de mi rostro.
—Pequeña y escurridiza criatura... —Murmuro entre gruñidos de rabia, con algo parecido a la curiosidad inesperada. Ambas patas delanteras a cada lado de mi cuerpo; Las garras clavadas el piso de madera— ¿Quién eres tú? ¿Por qué no sentí tu presencia?
Mis sentidos de supervivencia me imploraban que me deshiciera en llanto, que me desplomara en ruegos y me arrastrara hacia la criatura con único objetivo de permanecer con vida. Pero aunque aquellas opciones habían sido las más sensatas para cualquiera, simplemente me obligue a mirarlo. Aun sabiendo que su presencia me aterrorizaba hasta la medula, me obligue a parecer tranquila mientras alzaba la barbilla en su dirección, como habia hecho Feyre desde un principio.
Si. Por dentro sentía miedo, pero me negaba a dejarlo a descubierto. Me negaba a darle el gusto al inmortal.
Y entonces nuestros ojos se encontraron: Verde jade contra lentillas de plástico. Y lo que pude encontrar en aquella mirada inmortal fue tan distinto..., tan diferente a lo que por una vi en los ojos dorados del lobo gris. En aquellas pupilas no habia rastro alguno de la calidez, mucho menos de compasión. Solo una cascara vacía de todo sentimiento humano y una frialdad propia de su actitud amenazante. Una bestia en toda regla, con únicos deseos de acabar una vida... Una vida mortal. Mi vida.
Y de pronto la criatura parpadeo, con algo parecido a la sorpresa mientras inspeccionaba mi rostro y retrocedió. Si..., retrocedió; Como si le hubieran golpeado con fuerza. Un gesto que me hizo parpadear a mí también, confundida.
—Tú eres...
—Mi hermana. —Soltó Feyre, interrumpiendo a la criatura con frialdad mientras se posicionaba frente a mí, como un escudo que me cubría de la atención del animal. Ni siquiera la habia sentido moverse— No os atreváis a tocarla.
La bestia gruño, recuperándose de lo que sea que lo hubiera hecho reaccionar de tal manera para dirigirle un ladrido en respuesta. Su cuerpo peligrosamente erguido.
—Vos no sos quien para darme ordenes, humana.
—Ella no os ha hecho nada. —Replico mi hermana, con una fría valentía que me hizo mirarla con verdadera admiración.
La bestia soltó un resoplido, pero se alejó de nosotras. Ahora caminaba en círculos intimidatorios cerca de la puerta, nuestra única vía de escape. Al otro lado de la sala, aun podía escuchar el entrecortado sollozo de mi hermana Elain y las plegarias susurradas de nuestro padre. Nesta estaba tan quieta y silenciosa como una estatua.
—Quizás vuestra hermana mato al lobo. —Espeto la criatura dorada, dirigiéndome una mirada envenenada a través de las protecciones del cuerpo de mi hermana. Una mirada que por un momento me pareció menos rabiosa..., quizás ¿triste? ante la mención del lobo— Quizás por eso la protegéis, quizás ella asesino al lobo.
—No lo hizo. —Espeto mi hermana mayor, con la misma firmeza del inmortal, sin dejarse doblegar— Pero si alguien hubiera matado al lobo por error, ¿Qué pago podríamos ofrecer a cambio?
El lobo siguió dando vueltas en frente de la puerta de la choza destruida —La fuente del primer sonido que me habia alertado de su presencia cuando me encontraba en la habitación, pude darme cuenta— y ladro en respuesta:
—El pago que tiene que ofrecer es el que exige el tratado entre nuestros dos reinos.
— ¿Por un lobo? —Mi hermana sonó con desconfianza, quizás preguntándose si aquello seria cierto. Después de todo, ¿Cuántos lobos inmortales habrían muerto a manos de los humanos para haber tenido que colocar esa petición en el tratado?
Pero un inmortal no podía mentir... ¿Cierto?
— ¿Quién mato al lobo? —La bestia giro su espeluznante cabeza con cuernos hacia mi hermana Feyre, tal vez hastiado de tantas preguntas estúpidas de insignificantes mortales— No lo volveré a preguntar.
Mi hermana en ningún momento se dejó intimidar cuando soltó:
—Yo.
Y yo... ¡Demonios! Yo no podía dejar de temblar, me di cuenta. No por el inmortal, de eso estaba segura; Si no por el hecho de que mi hermana se estaba lanzando solita hacia la boca del lobo. Casi literalmente. Por un segundo quise intervenir..., advertirle que no lo hiciera..., que no se sacrificara de esa manera. Pero cuando intente tomar su brazo se zafó con tanta facilidad que tambalee, aferrándome a nada más que un vacío helado y oscuro. No pude evitar entrar en desesperación ante el gesto.
La criatura parpadeo, lanzándole una mirada a mi padre, repasando lentamente las mejoradas y fuertes condiciones físicas de Nesta y Elain y por ultimo fijándose en mí; En mi rostro, con una intensidad que por poco me hizo querer ocultarme aún más en las sombras de la cabaña. Soltó un gruñido en protesta antes de devolver la atención a mi hermana.
—Estas mintiendo para salvarlas.
—¡Nosotras no matamos a nadie! —Sollozo Elain, dentro del refugio de los brazos de Nesta. Esta última le siseo para que guardara silencio, pero la segunda de las hermanas siguió diciendo—: ¡Por favor, por favor...! ¡Ten piedad!
Las mire con disgusto. Un disgusto que antes, en otra circunstancia, podría haberme tragado como de costumbre. Pero allí, ahora, en lugar de levantarse, de intentar enfrentarse al demonio por la seguridad de nuestra hermana, Elain escogía el camino de la rendición, la resignación y... el miedo. Prefería estar allí, llorando y suplicando, zafándose de las culpas, aun si eso condenaba a Feyre, nuestra hermana.
Por un momento, la idea de darle una bofetada en medio de aquella pesadilla me pareció grandiosa. Y no me importaría si la acción me convertía en la cena del inmortal. Tan solo quería hacer que reaccionara; Que Nesta y Papa reaccionaran. No podían dejar sola a Feyre en esto..., simplemente no podían.
La mirada y la de mi padre se cruzaron, y pudo entender lo que yo le transmitía sin palabras, la súplica a través de mis ojos. Y se levantó. Por amor a todo lo bueno, se levantó e hizo un esfuerzo en caminar con su pierna mala hacia Feyre...
—Yo lo mate. —Soltó Feyre, dándose cuenta de las intenciones de mi padre y adelantándose a los acontecimientos—He vendido la piel en el mercado esta mañana. Si hubiera sabido que era un inmortal no lo habría tocado.
—Mentirosa —siseó la criatura en repuesta—. Lo sabías. Te habrías sentido más tentada a matarlo si hubieras sabido que era uno de los nuestros.
Cierto. Todo era totalmente cierto.
Los recuerdos de aquel fatídico día volvieron a mí con una fuerza descomunal, golpeándome de sobremanera que hasta el frio de esa noche se sintió como el de esa tarde, como si estuviera reviviendo el recuerdo en carne y hueso. El lobo de ojos dorados, la flecha de fresno en manos de Feyre lista para acabar con su vida, aun con las objeciones de mi parte, aun cuando yo me habia metido en medio para impedirlo.
...Y esa voz. La voz del inmortal en mi cabeza, suplicándome que acabara con su sufrimiento. Un evento antinatural y que nunca antes habia vivido pero que, por alguna extraña razón, no me causo tanto terror como el hecho de ver al animal muerto instantes después, con aquella flecha clavada en su flanco y en su ojo.
Y Feyre lo habia disfrutado, sí. Habia disfrutado acabar con su vida.
—¿Te ataco? —Los ojos de la Bestia brillaron con algo parecido a la rabia infinita cuando se dio cuenta de nuestras expresiones, del entendimiento. Ahora que habia encontrado a su asesina, ignoraba al resto de mis hermanas y se acercaba peligrosamente hacia donde nos encontrábamos— ¿Te provoco?
—No. —Feyre estaba siendo demasiado sincera, para mi propio horror— Pero si se considera lo que vuestra especie le hizo a la nuestra, lo que sigue queriendo hacernos, se lo merecía aunque yo lo hubiera sabido, aunque no hubiera tenido ninguna duda. —La bestia gruño su descontento y algo más..., algo más brillo en sus ojos que no pude identificar— ¿Cuál es el pego que pide el tratado?
—Una vida por una vida. —Respondió— Cualquier ataque sin provocación a un inmortal debe pagarse con una vida humana.
Pude sentir como mi cuerpo se paralizaba, incluso mucho antes de que el Inmortal hubiera terminado de soltar aquella sentencia sobre nuestras cabezas. Pude darme cuenta que Feyre también habia dejado de respirar. Mis hermanas, al otro lado, habían dejado de llorar
Y entonces lo supe: Estábamos jodidos.
—Yo no lo sabía. —Murmuro Feyre, tan bajito que apenas fue audible— No conocía esa parte del tratado.
Yo tampoco, pensé, tratando de hacer memorias en esos años de insufribles clases sociales que mi madre nos habia estrictamente obligado llevar, en las lagunas borrosas de mi pasado, cuando nos habían leído el tratado que dividía al mundo inmortal con el mundo humano, no recordaba haber escuchado algo semejante.
—La mayoría de los mortales prefieren olvidar esa parte. —Explico la bestia medio león, medio lobo, como si no se sorprendiera de nuestra ignorancia—, lo cual hace que sea todavía más fácil disfrutar de castigarlos.
Pude ver como la mano de Feyre, la que aun sostenía el cuchillo de caza restante, temblaba.
—Fuera. —Suplico. Si, ella suplico, en un susurro tembloroso— hazlo fuera. Aquí... aquí no.
Y fueron esas palabras..., esa suplica, la detonación suficiente que encendió algo en mi cuerpo. Lo suficiente como para arrebatar el cuchillo de las manos de mi hermana y tomar partido frente a frente con el Inmortal. Mi cuerpo se movió como si tuviera vida propia y...
Y le lance el cuchillo.
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Publicado: 08/08/2022
Correcciones: NO
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NA: ¡HOLAAAAA MUNDO!
━━━Ha pasado toda una eternidad desde la ultima vez que nos leímos. Exactamente tres meses desde el ultimo capitulo ¿Correcto? No lo se, pero se siente como si hubiera pasado un año. ¿Qué opinan ustedes? ¿Aun hay alguien vivo por aquí? ¿Siguen leyendo a Blair? Bueno, supongo que lo iré descubriendo dentro de poco con esta nueva actualización. ¡PORQUE SI! Nuestra querida Blair Archeron esta de vuelta. ¿Emocionados para el final del primer acto?
---cruza los dedos---
Ahora, ¿Podemos hablar de la emoción que me causa saber que CURSED llego a las 2k Leídas? ¿Cómo demonios se procesa algo así? Casi nada estábamos llegando apenas al primer 1K y estaba pasando por una delicada situación con mi mascotica que, a propósito, ¡No se preocupen! Ya se encuentra fuera de peligro y muy feliz sin tanto medicamento. Y si el se encuentra super bien, imagínense como ando yo al regresar y ver tremendo progreso. ¡Y todo se debe a ustedes! ¡De verdad muchas gracias, linduras!
Espero que este capitulo les haya gustado como retorno a la historia. Finalmente hemos llegado a las primeras escenas de Tamlin en la cabaña (Lo que todo el mundo estaba esperando desde un inicio) y espero eternamente que hayan podido disfrutar su introducción por el momento. Inicialmente el capitulo iba a ser mucho mas largo, abarcando todo el escenario del trato que hacen el Alto Lord de Primavera y Feyre, pero lo vi muy innecesariamente largo, así que decidí acortarlo en dos partes. Espero que no les moleste, pero... ¡Amo el suspenso! MUAJAJAJAJAJA
¿Y bien? ¿Qué te ha parecido esta primera parte? Te leo y respondo en los comentarios!
¡Hasta el próximo capitulo!
ATT: Lux. 🧡
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