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08: Crossing the limits.

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VOL. I | CURSED
E8T1: DEADLY LANDS
Traspasando los limites
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━━━¡HOLA, BLAIR!

  ¡Demonios!

  El grito de Hazel me descompuso, haciéndome saltar del susto y ahogando sea cual sea la respuesta que hubiera dado mi hermana. Tuve que hacer un esfuerzo para calmar los alocados latidos de mi corazón.

  Me di la vuelta para encararla con una mirada de verdadera molestia y ella..., solo me saludo con una gran sonrisa en respuesta. Sus cabellos anaranjados moviéndose con el viento sobre sus hombros y las pecas brillando sobre su pálido rostro. Sus ojos, verdes como el pasto en primavera, brillaban de excitación.

—¡Qué bueno que te veo! —Continuo ella, enredando su brazo con el mío y arrastrándome por la plaza hacia la entrada de una taberna que, a tempranas horas de la mañana, permanecía tan hueca y triste con sus opacos colores. Arrugue mi nariz ante el intenso olor a alcohol— No podía seguir soportando la presencia del pesado de mi hermano... ¡Es tan odioso! Si pudiera lograr que mi madre dejara de enviarme a hacer los recados con él, seria increíble. Un regalo divino.

  Como siempre sucedía cuando el entusiasmo se apoderaba del cuerpo de mi mejor amiga, las palabras brotaron de ella como torbellinos sin descanso. Tuve que hacer un gran esfuerzo para seguirle el ritmo.

— ...Pero luego te vi desde la distancia. Ni siquiera tu escudo pudo ocultarte de mí, chica. Reconozco las artimañas cuando las veos y, déjame decirte, estabas rodeadas de ellas y... Espera, ¿Qué te paso en la mano?

  Seguí su atenta mirada, que estaba posada sobre el brazo por el que me sostenía. Por mucho que hubiera querido mantener la mano cerrada en un puño, el escozor habia comenzado a resultarme molesto. Así que no la culpaba si en medio de unos de esos momentos habia notado el raspón entre rojo y violeta que comenzaba a formarse justo en la palma, con sus hilitos de sangre recorriendo como serpientes el pequeño espacio de mi piel. Suspire.

  «No es nada, Hazel» trate de decirle, haciendo un ademan con las manos como quitándole hierro al asunto. Pero su rostro en lugar de suavizarse, se contrajo en una mueca, mostrando así su descontento.

—¿Estas bromeando, Blair? Esto es serio... ¡Es la segunda vez en lo que va del mes!

  Y así era. La semana pasada habían sido cinco cacatúas de piel estirada, con vestidos espantosos y una mirada fulminante en el rostro. Luego de escupirme todo lo que habían tenido que decir —como si durante los últimos diecisiete años de mi vida se hubieran estado conteniendo— me tiraron al suelo lleno de fango congelado y luego se habían ido satisfechas, con sonrisas de suficiencia y el mentón en alto. Tuve que hacer un intercambio de ropa con Hazel esa misma tarde para que Feyre no pudiera verme con el vestido embarrado y los codos estropeados

—Dime, ¿Quiénes fueron? —Continuo preguntando Hazel, furiosa— Los volveré picadillo..., a menos que hubieran sido mujeres. A ellas si podría hacerlas polvo. De todas formas, una buena riña mañanera no le vendría mal a nadie.

  Tan rápido como las palabras habían salido de su boca, comencé a negar con la cabeza frenéticamente. Ambos ojos abiertos por el pánico. Lo que menos me apetecía era que Hazel se metiera en una pelea por mi culpa. Ya bastante malo me resultaba detener a Feyre cuando intentaba defenderme de los aldeanos. No podría vivir con la culpa de que Hazel resultara lastimada por mi culpa. Ni siquiera podía imaginar las miradas acusatorias que podría ganarme de su madre. O las palabras... No, definitivamente no.

  Ella, por supuesto, me ignoro y siguió hablando.

—¡Que monstruos! Y se asustan por los inmortales al otro lado del muro..., ¡Bah! tan solo mírate —Tomo mi mano, señalando la herida con disgusto interno mientras hacia todo lo posible para no soltar una mala palabra— Deberían temerse entre ellos mismos, los verdaderos monstruos.

  Replique, señalando mi cabello en un gesto obvio que tal vez explicaba la reacción de los aldeanos, del porque les costaba estar tan cerca de mí, tan cerca de lo que ellos consideraban una maldición, un presagio de muerte.

—Ah, no, no me vengas con eso —Contraataco la pelirroja, frunciendo el ceño cuando observo mi cabello. No habia repulsión en su mirada. Ni siquiera miedo. Solo disgusto por mi intento de defender lo que ella creía, era inexcusable— Pero, ¿Tú te has visto los últimos diecisiete años? ¡Eres incapaz hasta de matar un insecto! ¿Y de verdad esperan que solo por tu color de cabello asesines a toda una aldea?

  Me encogí de hombros, desinteresada el tema. Habia sido una pregunta que por años me formulaba antes de dormir. Una pregunta que me acompañaba hasta en mis más profundas pesadillas, donde la respuesta se escapaba de entre mis manos, incluso antes de que pudiera hacer algo para atraparla. Una pregunta que me siguió por un tiempo; Con Nesta, con Tomas Mandray y con todo el mundo en general. Pero con el pasar de los años habia aprendido que nada se podía hacer con las actitudes que tuvieran los demás sobre mí. Solo podía evitarlos.

  Hazel vio mi poco entusiasmo a colaborar y simplemente suspiro, derrotada. Miro de nuevo mi mano herida, con algo tal vez de pesar, antes de soltarla y dirigir su verdosa mirada hacia la plaza, sus habitantes y hasta los mismos edificios que nos rodeaban.

—Es una pena, supongo. Que ambas hayamos nacido en el corazón de un pueblo sin vida, sin aprecio por lo bueno y carente de todo color. Créeme, si no llego a conocerte, yo solita me subiría a la horca solo por el simple hecho de compartir sangre con Tomas.

  Asentí, sabiendo a lo que se refería. En ocasiones, yo también me preguntaba como una chica tan viva y llena de energía como Hazel habia terminado en un lugar tan tétrico y devastador como aquel pueblo. Sus hermanos y ella no se parecían en lo absoluto, así que no comprendía del todo de donde habia venido tanta energía positiva. De todas formas, lo agradecía. Gracias a eso habia logrado empatizar con su personalidad desde el día uno, y no habíamos vuelto tan cercanas, como hermanas. Le debía mucho.

—¿Quieres salir en una nueva expedición mañana?

  Sospesé sus palabras al principio —captando el verdadero mensaje que se ocultaban— y me vi negando ante su propuesta. Ahora que conseguiríamos un poco de dinero para comida, podía esperar unas cuantas semanas más antes de sumergirme de nuevo en una nueva emboscada en casa de los Hale.

—¿Por qué no? —Pregunto Hazel, mirándome con una ceja alzada— Te encantan sus bayas azules. Pensaba que, ahora que han pasado suficientes días desde la última visita, querrías un poco antes de que se fueran a la casa de la nueva prometida de Isaac. Escuche que con su partida doblarían la vigilancia.

  Aquello me sorprendió.

  ¿La familia Hale doblando sus vigilancias? Era inesperado. Normalmente, cuando los Hale salían de sus tierras para llevar a cabo asuntos importantes, su seguridad no eran más que un puñado de hombres que siempre, en la madrugada, terminaban roncándole a la luz de la luna, facilitándonos a Hazel y a mí la entrada. Que estuvieran reforzado esa seguridad significaba que temían por sus cosechas y pertenencias. Tal vez se habían dado cuenta de los saqueos..., o solo tal vez, deseaban proteger sus tesoros de algo más peligroso que un par de adolescentes hambrientas.

  Como los Inmortales, por ejemplo.

  Y eso me recordaba...

  Gire el rostro al mismo lugar exacto en el que habia visto a Feyre hablando con la cazadora, justo en el momento indicado para ver como esta última se guardaba las pieles en una mochila de cuero color ébano, con brillo en aquellos ojos amenazadores. Feyre, por otro lado, se acercaba dando zancadas largas, casi con premura.

  La mirada inexpresiva de mi hermana no se movió ni un apique cuando se detuvo frente a nosotras, con su bolso ahora vacío colgando en su costado y el cabello castaño dorado volando en distintas direcciones a causa del viento.

—Úsalo con madurez. —Fue lo único que dijo, sin siquiera mirar o dirigirle un saludo a Hazel, antes de depositar una monera de oro en mi mano. Al percatarse de la herida que tenía en ese lugar, frunció el ceño— ¿Qué te paso?

—¡Se cayó! —Soltó Hazel, inesperadamente rápido para lograr que Feyre diera un pequeño salto en su lugar, con incredulidad. Sonreí— Ya sabes lo torpe que Blair puede ser algunas veces. Que suerte que hubiera estado cerca de ella para ayudarla. —Y como si quisiera desviar la atención de mi hermana, agrego— A propósito, Feyre, ¿Te hiciste algo en el cabello? Se ve muy encantador esta mañana.

  Mi hermana mayor dirigió su expectante mirada hacia ella. Levantando tan solo una ceja, como si las palabras de Hazel hubieran sido las ultimas que hubiera esperado oír ese día..., quizás hasta en toda su vida.

  En momentos como eso, recordaba lo diferentes que podían ser mi hermana y mejor amiga. Eran tan pocas las veces que congeniaban que lo ignoraba la mayoría del tiempo. No sabía si se trataba del porque Hazel era hermana del chico más mujeriego y molesto del pueblo o tal vez porque la personalidad tan viva de Hazel siempre la tomaba desprevenida. Apostaba por lo segundo.

  No pude contener una pequeña sonrisa de boca cerrada. Sonrisa..., que no pasó desapercibida por mi hermana. Pero esta ni siquiera se molestó en querer interpretarla. Como tampoco se molestó en contestar a la pregunta de Hazel y en lugar de eso, se alejó de nosotras hacia una figura masculina que la esperaba no muy lejos desde donde nos encontrábamos, escondido sabiamente entre barriles para pasar desapercibido de las miradas furtivas de los aldeanos.

  Isaac Hale.

  Al sentir nuestras miradas, desapareció instantáneamente. Y segundos más tardes, Feyre también habia desaparecido por el mismo lugar. No me tomo mucho tiempo reconocer aquella figura masculina. Su mata de cabello rubio era tan difícil de olvidar, tan parecido al de los señores dueños de la granja que frecuentaba saquear:

  Hazel, a mi lado, y que también habia visto lo mismo que yo, abrió la boca. Ambos ojos abiertos de par en par.

—¿Acaso ese era...?

  Le di un pisotón, logrando así que maldijera y se interrumpiera a sí misma. Lo que menos me apetecía era que algún chismoso anduviera cerca para escuchar las hazañas de mi hermana y el hijo predilecto de la familia Hale.

—¡Oye! —Se quejó— Eso fue muy maleducado de tu parte.

  Estaba a punto de mostrarle una de mis mejores sonrisas, totalmente divertida por el asunto, cuando una voz a lo lejos llamó de pronto nuestra atención:

—¡Hey, Blair! ¡Pensaba que te habías ido con los hijos de los Benditos!

  Pude observar como Hazel endurecía su rostro al mismo tiempo que alzaba su mentón a algún punto lejano sobre mi hombro; Mirando y reconociendo al dueño de aquellas burlonas palabras. Yo ni siquiera habia terminado de procesarlo cuando un nuevo tono afilado y juguetón se unió para decir:

—Sí, Blair, ¿Qué ha pasado? —Una pausa— ¿No es por eso que andan revoloteando por aquí esta mañana?

  Risas de nuevo. Y luego una nueva voz:

—No lo sé, Ben. Yo pensaba que sí, considerando lo similares que son.

—¡Locos y putas! Todos ellos.

  Más risas.

—No os olvidéis de la maldición, Tomas.

—¡Como olvidarlo! —Contesto el recién nombrado, estremeciéndome. Aun seguía dándoles la espalda— Blair..., Oh, la silenciosa Blair siempre nos lo recuerda con su maravillosa presencia, ¿No es cierto, cabello blanco?

  Risas otra vez. Tuve que hacer un esfuerzo para no vomitar mientras me daba vuelta en dirección a esos soquetes. Los puños apretados a mis costados, olvidándome del repentino dolor en ellas. Tensa, estaba tensa.

  Pero no tanto cuando mi mirada se cruzó con la de Tomas Mandray, el chico de mirada engreída que lideraba un grupo de tres chicos más. Tan altaneros, orgullosos, con sus sonrisas burlonas en el rostro y que me miraban como un gato mira a un canario antes de cazar.

  Hazel dio un paso en su dirección, tomo una roca del suelo y se la lanzo con fuerza en su dirección.

—¡Desaparece de una vez por todas, Tomas! O le diré a Madre las idioteces que hacéis cuando no se encuentra ella cerca.

  Estos, con expresiones de sorpresa, se movieron para evitar el impacto de la roca, pero en seguida se recuperaron y se doblaron en mas risas. El hermano mayor, Tomas, sonrió con sorna, quitándose lo que yo suponía era una capa de polvo invisible de su ropa. Un gesto que para muchas mujeres podría haber sido atractiva, misterioso..., pero a mí solo me producía arcadas.

—Que mal, hermanita, que mal... Andar con semejante adefesio. Deberías tener un poco de razón y alejarte entes de que sea demasiado tarde.

  Sus amigos aullaron en carcajadas, llamando la atención de más de un chismoso que pasaba por allí cerca. Incluso pude apreciar como la mayoría ralentizaba sus pasos, solo para poder ver un poco del espectáculo que se estaba formando allí. También..., un destello dorado parpadeo por el rabillo de mi ojo, aclamando que girara el rostro en su dirección. Y lo hice.

  Demonios, Nesta.

  Inmediatamente, y con apuro, tome la manga de la túnica de Hazel y la obligue a dar un paso atrás, con intenciones de irnos de allí. Lejos de la mirada de mi hermana mayor.

  Tomas noto el movimiento.

—¿Qué? ¿Quieres decirnos algo, Blair? —Su tono habia salido con una preocupación extremadamente falsa, mientras se acercaba una mano al arco de su oreja— Vamos, Blair, cuéntanos que te pasa..., Oh, espera, no puedes... ¿Cierto? La muerte te comió la lengua.

   Fruncí los labios en respuesta.

—Sí, eso creí. —Pude ver como algo brillo en aquellos ojos tan parecidos a los de mi amiga. Continuo— Quédate siempre en casa, Blair. No todos somos tan compasivos con los extraños como tú. En los mejores tiempos, nosotros cazábamos a los de tu clase. —Al ver mi ceño arrugado, explico—: Si..., fenómenos cuya existencia detestaba también su propia especie de inmortales. Es una pena que no se sigan ciertas costumbres hoy en día. Hubiera estado encantado de exiliarte de estas tierras, tal como nuestra gente lo hizo con la tuya hace años.

  Se alejaron dando zancadas grandes, bromeando entre ellos, aullando entre carcajadas como el grupo de brutos que eran. Solo entonces la muchedumbre de personas se dispersó a nuestro alrededor, como niebla deslizándose con rapidez a causa del viento. Ni siquiera pudo importarme lo que pensaran del asunto, no cuando las palabras de Tomas seguían persiguiéndome, aturdiéndome, como alguna vez lo habían hecho las de aquella mujer esa misma mañana.

  Y la mirada que Nesta me enviaba desde al otro lado de la plaza... Era tan diferente de las que yo apreciaba todas las mañanas; Casi dolorosa, tortuosa. Una mirada que se ocultó rápidamente en una de sus máscaras de hierro sólido.

  «Te lo dije», pareció decirme. Desapareció enseguida, junto con el gentío, arrastrando el pequeño cuerpo de Elain tras ella.

  Y tal vez fue esa mirada..., el frio helado de los ojos de mi hermana mayor —Junto con todo lo demás que habia pasado hoy—, lo que me llevo a cerrar la mano en un puño alrededor de la moneda de oro que Feyre me habia dado. Ni siquiera las palabras de Tom habían golpeado tan hondo en mi pecho, no como aquella mirada. Era cierto que podía intentar fingir que las palabras de las demás personas a mi alrededor no me afectaban porque, si lo hacían, rápidamente perdían su efecto. Pero Nesta...

  Nesta habia sido siempre la excepción.

  No mire a Hazel cuando la tome de la muñeca y la arrastre por el camino rocoso de la aldea. Tampoco la escuche cuando comenzó a objetar. Realmente ya no veía y escuchaba lo que pasaba a mi alrededor..., en el mundo real. Solo podría ver los azulados ojos de mi hermana relampagueando en llamas de plata.

—¿Qué hacemos aquí? -Inquirió Hazel, mirando con confusión a su alrededor.

  Estantes de madera llenos de ligeras capas de polvo. Frascos de extractos de flores; jabones de todos los colores, inciensos, maquillaje y perfumes de distintas fragancias que me picaron la nariz. Habia olvidado lo intenso que era entrar en un lugar como en la tienda de Madame Dorothea.

  La pregunta de Hazel quedo flotando en el aire cuando una mujer salió por entre unas cortillas de lentejuelas, tatareando alegremente alguna canción antigua cuyo nombre no me apetecía recordar.

—¡Blair! —Saludo, al percatarse de nuestra presencia en la entrada. Ojos canela brillando de la emoción. Inmediatamente movió su corpulento cuerpo en nuestra dirección, danzando sus caderas con alegría— ¡Qué bueno verte por aquí, niña! Ha pasado mucho tiempo desde la última vez.

  Asentí, estando de acuerdo. Realmente habia pasado tiempo.

—¿Puedo ayudarte en algo, querida?

  Volví a repetir el gesto. Hazel, a mi lado, permanecía tan quieta y silenciosa como una estatua, comprendiendo finalmente por qué estábamos allí. Pude sentirlo por el modo en el que me lanzaba una mirada de desaprobación. Una mirada que decidí ignorar.

  Dorothea se acercó lo suficiente a mí, recordándome lo bajita que era. Apenas si me llegaba al mentón. Su cabello azabache rizado comenzaba a tornarse blanco a causa de la edad, pero aun podría ver esa chispa brillando salvajemente en su personalidad; Su fortaleza.

—¿Lo de siempre? —Pregunto con curiosidad, tomando con delicadeza un mechón de mi cabello blanco, oculto siempre en las protecciones de mi capucha.

Simplemente..., volví asentir.














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Publicado: 02/05/2022
Correcciones: NO
Votos necesarios para continuar: 10
Capitulo dedicado a: Mireia_Benitez por sus increíbles comentarios, en serio los amo. 😂🧡✨


NA: ¡Hola de nuevo, querido lector!

━━━Aun faltaba un voto para poder publicar esta parte pero, lo siento ¡Me pudo la emoción! Y es que ya quiero terminar este acto con ustedes porque ¡AHHHH! Se vienen cosas grandiosas. En serio, lo prometo: Amaran el papel que tendrá Blair en este fic. Obvio, esto no quiere decir que no ame este acto. De hecho, lo considero el mas duro y personal de nuestra protagonista. Un acto que no podía omitir ya que, a base de estas experiencias, conocemos a profundidad el carácter de nuestra bebe y las secuelas que dejara en un futuro. ¿A ustedes les gusta, a pesar de que aun no estemos del todo en Prythian? Se que muchas esperan a Tamlin, Lucien, Rhysand y obvio, a nuestro circulo intimo, pero calma... Lo bueno se cocina a fuego lento ¿No?

Ok, esta bien, no tan lento. Pero puedo prometerles que en el segundo acto veremos a cierto bebe Ilyrio favorito... -se calla para no revelar nada mas-

PD: El gif del principio es nuestra querida Hazel. ¿A que es un encanto?







¡Hora de las preguntas!:

1. ¿Qué emociones te albergaron al leer este capitulo?

2. ¿Cuál fue tu primera impresión con Hazel?

3. Del 1 al 10 ¿Qué tanto detestas a Tomas Mandray?

4. ¿Esperabas algo como el final?

5. ¿Qué habrías hecho tu, siendo Blair?

Y bueno, eso seria todo... Por el momento. Muchas gracias angelitos, por haber tomado parte de su valioso tiempo para leerme, ¡Son lo mejor!









¡Hasta el próximo capitulo!
ATT: Lux. 🧡

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