04: Hidden behind the mask.
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VOL. I | CURSED
E4T1: DEADLY LANDS
Oculto detrás de la mascara
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━━━EL CAMINO DE SEGRESO A CASA FUE SILENCIOSO, pesado, pero sin inconvenientes. Feyre iba delante de mí, con la cierva muerta colgada en el hombro. Juntas nos habíamos turnado a llevarlo cada cierto tiempo, pues, aunque el animal no era muy grande, pesaba tanto como un costal de harina. Y para dos jovencitas, flacuchas y casi desvanecidas por el hambre, la tarea se volvía complicada después de un rato. Para la mitad del recorrido, nuestras ropas ya se encontraban ensangrentadas y cada paso que dábamos sobre la espesa nieve fue convirtiéndose en una tortura silenciosa que, parecia ser, ninguna de las dos tenía la intención de romper.
Sutilmente dirigí una mirada a la espalda de Feyre. Las dos flechas —pues la tercera se habia perdido con mi primer arrebato— ahora yacían en su carcaj, como si nunca hubieran salido de allí, como si nunca se hubieran usado para asesinar; acabar la vida de aquel lobo.
El lobo. Yo no podía dejar de pensar en el lobo. Ni aunque lo intentara, aun podía escuchar sus ladridos, sus aullidos de agonía... Y su voz; Esa suplica en mi cabeza que me pedía, no, me imploraba que acabara con su sufrimiento.
¿Cómo podía ser eso posible? No tenía respuesta. Que el lobo pudiera haberse contactado conmigo por medio de los pensamientos ya de por si era algo nuevo, por qué seguía siendo un misterio que, ni siquiera con Feyre, había tenido el valor de consultar. Ella no lo sabía. Y parecia ser lo mejor... Por ahora. Yo, Blair Archeron, era un fenómeno en la aldea por mi peculiar color de cabello. Lo menos que me apetecía era que Feyre, la única además de Hazel que no me señalaban, con muecas en el rostro, me mirara diferente.
Para cuando llegamos a casa, ya era de noche. El cielo se habia oscurecido lo suficiente para pintar el bosque de varias tonalidades azules que se mezclaban con el amarillo de las luces que provenían del interior de las ventanas de la choza. Solo entonces me permití soltar un suspiro exhausto, pues cada paso que daba era parecido a pisar cuchillas afiladas, y el hambre no mejoraba mucho las cosas. Sentía que en cualquier momento me desmayaría en la nieve. Y por el modo en el que Feyre llevaba la cierva, con manos temblorosas, pude fijarme que ella estaba en la misma situación.
¿Sería así para ella todo el tiempo? Me pregunte, mientras la miraba dar traspiés sobre la nieve, inclinándose de vez en cuando hacia un lado, como si no pudiera soportar más su propio peso, ¿Ese era el estado real en el que se encontraba siempre cuando llegaba de sus cacerías? Nunca me habia percatado de ello, pues siempre que entraba a casa lo hacía con una máscara casi glacial que no mostraba ningún tipo de sentimiento, menos algún sufrimiento.
Ambas nos sacudimos la nieve de encima, nada más llegar al umbral de nuestra casa, y solo entonces me permití lanzar una mirada al tronco que usábamos para cortar leña, situado a unos pocos metros de distancia, entre cortezas enterradas de nieve. No tenía que ser adivina para darme cuenta que Nesta no habia cortado leña en todo el día mientras estuve fuera, lo que realmente no era una novedad, pero, aun así, habría tenido la esperanza de que lo hiciera. Tal vez cuando viera lo que Feyre traía encima cambiara de opinión. Siempre se mostraba menos gruñona cuando habia comida y dinero de por medio.
Feyre abrió la puerta y automáticamente las voces que se habían estado escuchando desde el otro lado, se detuvieron. No pude fijarme en las expresiones de nuestra familia al ver a Feyre con la cierva encima, pues yo era demasiado pequeña de estatura y su cuerpo bloqueaba por completo mi visión. Sin embargo, pude escuchar con claridad la voz de Elain cuando soltó con sorpresa:
—¡Feyre! —Luego escuche que algo caía al suelo con sonido sordo— ¡Debes buscar a Blair! Ha salido esta mañana hacia el bosque y desde entonces no ha regresado y...
Feyre se hizo a un lado, logrando que nuestra hermana se atragantara con sus propias palabras al instante en el que sus ojos, marrones como los de mi padre, se detenían en mí. Habia sorpresa en sus pupilas, e incredulidad por el modo en el que me miraba de pies a cabezas, como si se estuviera asegurando que era yo y no una especie de fantasma. Incluso se fijó en la sangre seca que ensuciaba mi abrigo. Pero si se habia dado cuenta del lugar en específico en el que habia estado todo ese tiempo, simplemente no lo menciono.
—Está a salvo. —Fue todo lo que dijo Feyre, antes de soltar a la cierva muerta en la superficie de nuestra mesa. La madera rugió ante el peso, logrando, incluso, que algunos platos de cerámica temblaran.
Elain se acercó, con la boca entreabierta ante aquella tentadora visión. El hambre brillo en sus pupilas.
—¿De dónde has sacado eso?
Por un momento me dieron ganas de reír, ¿En serio estaba preguntando eso? ¿De dónde creía ella que venían los animales que Feyre traía consigo, de algún mercado? Absurda; La pregunta era absurda, innecesaria. Era como si no pudiera ver más allá de las costumbres que le habían inculcado durante su niñez. Las mismas costumbres que las de una princesa, ¿Es que no veía la sangre?
—¿De dónde crees que puedo haberla sacado? —Inquirió Feyre, en un tono que reflejaba su molestia, como si hubiera estado pensando lo mismo que yo. Sin esperar respuesta de su parte, prosiguió a separar la piel de lobo del cuerpo de la cierva.
Instintivamente me di vuelta, no queriendo ver ese pedazo de piel gris.
Fue entonces cuando me fije en los dos cuerpos silenciosos que adornaban la pequeña sala. Sentados, tan quietos como estatuas y sin ninguna intención de rosarse o dirigirse la palabra, se hallaban Papá y Nesta, inclinados ante el fuego de la chimenea, recibiendo su calor con los rostros inexpresivos.
Nesta jamás le perdonaría. Nunca le perdonaría nuestro nuevo estilo de vida, la muerte de Mamá y lo poco que luchaba por nosotras, incluso en estos momentos tan difíciles. Habia adquirido un tipo de resentimiento hacia él, luego de irnos de la finca.
Podía ponerme en los zapatos de Nesta, como el resto de mis hermanas, y podía comprenderla. Yo en ocasiones sentía lo mismo cuando veía a Papá dejar ir a Feyre sin mostrar algún indicio de preocupación paternal, o cuando se sumía en su tristeza e ignoraba el hecho de que nos estábamos muriendo de hambre y no hacía nada al respecto. Pero Nesta... era la más dura de las cuatro. Era quien siempre le dejaba claro sus pensamientos sobre el tema, ya sea con alguna palabra tosca o un gesto.
No obstante, ahora, allí, solo se limitaba a ignorarle, como si realmente no existiera.
—¿Te va a llevar tiempo limpiarla? —Escuche que le preguntaba Elain a Feyre. Lo que verdaderamente me hizo pintar una mueca en el rostro.
Claro. Siempre era Feyre quien hacia todo. Nunca ellas. Jamás podrían ensuciar sus delicadas manos con algo tan vulgar y sucio como la sangre de un animal. Me di vuelta lentamente, procurando no mirar la piel de lobo que Feyre habia colocado perfectamente sobre la mesa, a un lado de la cierva y le hice un gesto con las manos.
Yo lo hare, no te preocupes.
La expresión de gratitud de mi hermana fue suficiente para que me sintiera un poco mejor, aun con Nesta y Papá revoloteando alrededor.
—¡Feyre! ¡Blair! —La profunda voz de mi padre resonó por toda la casa. Se levantaba, cojeando con su pierna herida y miraba el botín sobre la mesa con el mismo brillo de hambre que Elain— ¡Pero qué suerte han tenido hoy! ¡Qué abundancia nos han traído!
Sin poder evitarlo, mis ojos fueron directamente hacia su pierna herida. La pierna que unos matones habían destruido, por poco, aquella noche, cuando un acreedor al que le debíamos dinero se habia colado en nuestra casa para saldar, por las malas, aquella deuda.
Un viento helado, que estaba segura que no provenía del ambiente invernal de afuera, atravesó mis ropas, logrando estremecer cada centímetro de mi cuerpo. Una sensación desagradable ante el recuerdo de lo que paso se instaló en mi pecho, impidiéndome por un segundo respirar.
Manos... Manos desconocidas, sucias y enguantadas por todo mi cuerpo...
No me quede para escuchar las palabras que mi familia tuviera para decir a Feyre. Ni siquiera di tiempo a Nesta para opinar sobre mi aspecto. Simplemente salí disparada hacia la única habitación de la cabaña.
Era una habitación pequeña, oscura y decorada solo con una cama matrimonial que compartíamos mis tres hermanas y yo, además de una cómoda para guardar nuestra ropa y un pequeño espejo colgado en la pared. Era lo único que nos habia quedado después de la salida de la finca. Lo único que nos quedaba de nuestra riqueza. Por suerte, Feyre habia pintado algunos lugares oscuros para darle un poco de vida a la madera apagada, con un juego de pinturas de tres colores que Elain, muy dulcemente, le habia obsequiado alguna vez. Un gesto que Feyre aprecio con todo su corazón, pues amaba pintar. Yo habia recibido un nuevo libro de ilustraciones ese mismo día.
Pase los dedos por la cómoda, sin prisa, fijándome en cada uno de los cajones que Feyre habia pintado para reflejar cada una de nuestras esencias. Llamas de fuego para el cajón de Nesta, reflejando así la fuerza de su temperamento, capaz de arrasar todo a su paso si quisiera. Rosas y violetas para el de Elain, reflejando su dulzura, su ternura y delicadeza. Noche estrellada para Feyre, transmitiendo así su soledad, su brillo aun en los tiempos de oscuridad, su tranquilidad para enfrentarse a las cosas. Y luego estaba mi cajón; pintado de tonalidades que iban del azul al verde, y luego al purpura.
Una galaxia; Constelaciones infinitas. Feyre habia pintado las estrellas con diminutos puntos pequeños, muy diferentes a los remolinos amarillos de la suya. Los planetas eran combinaciones entre el naranja, el verde y el amarillo y en el centro de todo, se hallaba una estrella más grande, colorida como el arcoíris. Destellaba brillos amarillos por todos lados, con muchos puntos rodeándola, como una pequeña galaxia en el centro de tanta belleza. Era lo que realmente llamaba la atención de todo; Una supernova.
¿Conoces las supernovas? —Me habia preguntado Feyre, cuando habia visto la pintura por primera vez. Yo habia negado con la cabeza— Son extrañas, muy raras. Pero muy hermosas. Una sureña que iba de paso me conto alguna vez que son estrellas que explotan luego de que su ciclo de vida llega a su fin, y forman tantos colores, tanto brillo en el espacio. Son un verdadero espectáculo... ¿Sabes porque lo pinte? —Volví a negar con la cabeza, mirándola con interés— Porque tú eres como una supernova, Blair. Para el mundo eres extraña, algo inusual en un entorno lleno de costumbres donde lo conocido es seguro. Pero eso es porque aún no has mostrado tu explosión. Pocos han visto el esplendor que ocultas dentro de lo que otros llaman "rareza". Y muy pronto lo harán, estoy segura. Solo entonces, serás tan brillante y tan hermosa que incluso el más tonto que te habrá mirado mal, se quedará embobado ante tal espectáculo; Tu espectáculo.
Mentiría si dijera que no habría llorado ante aquellas palabras.
Mi dedo rozo las constelaciones pintadas de amarillo, antes de abrir la cómoda y sacar algo de ropa. Solo con imaginar lo que diría Nesta si me viera por un minuto más vistiendo aquella túnica llena de sangre... me daba dolor de cabeza. No tenía ánimos de escuchar sus criticas constructivas sobre mi ropa. No ahora. No cuando me sentía tan cansada y con ganas de tirarme a la coma y dormir hasta la llegada de la primavera.
Y cuando alcé mi vista al espejo, pude entonces comprobar el verdadero estado en el que me encontraba.
Parecia un muerto en vida, de eso no tenía duda. El cabello blanco enmarañado, el rostro delgado y huesudo por el hambre, los labios partidos por el frio, las bolsas oscuras adornando con fuerza debajo de mis ojos; Mis ojos... tan apagados como los del lobo cuando dio su último aliento; Un café casi negro, ese era el color que todos veían cuando me miraban.
Cabello blanco y ojos cafés.
Apreté los dientes y, de golpe, deje caer la ropa encima de la cama. Me llevé ambas manos al rostro demacrado y con cuidado, como me habían enseñado en la finca de mis padres, me despojé de aquella mentira que mi querida madre me habia prácticamente obligado a llevar, con una promesa que me impedía contradecirla, incluso aun en su muerte. Una mentira que solo en el refugio de mi hogar, con los míos, tenía total libertad de ignorar.
Y entonces unos ojos color violetas con tonalidades púrpuras me devolvieron la mirada a través de la oscuridad de mi habitación; Brillantes, exhaustos y enojados.
No transmitían felicidad, solo desolación.
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Publicado: 13/04/2022
Correcciones: NO
Votos para continuar: 10
Capitulo dedicado a: LilithFairchild
NA: ¡Hola de nuevo, querido lector!
━━━Estoy emocionada por publicar una nuevo pedacito de este fanfic. Extrañaba un montón esta historia. Por eso, quiero agradecer a los hermosos usuarios que votaron en el anterior capitulo. Me complace saber que están recibiendo a Blair con agrado. Y bueno, esto es solo el principio. No quiero revelar nada pero esta historia cuenta con muchas sorpresas preparadas desde mediados del año pasado.
También quiero dar un agradecimiento especial a la preciosa LilithFairchild por ser el voto numero 10 del anterior capitulo: ¡Gracias, hermosa! De ahora en adelante, dedicare cada actualización al ultimo usuario que haya votado. Esto, como un agradecimiento por parte de mi hacia ustedes, quienes leen esta historia y la hacen crecer cada día.
Regresando al cuarto capitulo: ¡Que fuerte! ¿Se esperaban algo así? Yo podría leerlo una y otra vez y me seguiría causando repelús, no lo se. Siento penita por Blair. Mucha tristeza por ella. Al menos ya introdujimos a personajes como Elain, Nesta y un poco de su padre. En el siguiente seguiremos viendo mas interacción sobre eso... Y otros secretos. Pero venga, cuéntenme su opinión sobre esto ¡Quiero leerlos!
¡No olvides votar para acumular los suficientes votos necesarios para actualizar el siguiente capitulo!
ATT: Lux. 🧡
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