Parte 30
Recuerdo el cumpleaños número 18 de Doyeon como uno de tantos días especiales. Fue un amanecer lluvioso, creo que era domingo.
Desperté debido a los ladridos de Holly acompañando el golpeteo en mi puerta, junto a ese grito chillón diciendo mi nombre.
-¡Está lloviendo!-
Vagamente pude levantarme. Busqué una playera y me vestí sin prisa. Por mí, dejarla afuera en la lluvia no me resultaba mala idea.
-¡Y es mi cumpleaños!-
Pero creo que no tenía otra opción.
Abrí y me encontré con esa pequeña persona que nunca teme enfermarse. Yo estaba recuperándome de un resfriado debido al cambio climático mientras ella era libre de brincar en los charcos casi desnuda.
Entró al mismo tiempo que cerraba su paraguas y lo arrojó por ahí. Se quitó las botas de lluvia y brincó hacia mí para dejar un rápido beso en donde primero pudo alcanzar debido a la prisa. El mentón, claro.
-¿Acabas de despertar? ¡Son las diez!-
-Buenos días.- dije simplemente.
Por supuesto que noté lo demás que ella traía consigo. Su mochila, y al parecer una caja de una pastelería. Lo dejé a la suerte. Fui a cepillar mis dientes y tomé una ducha rápida sin avisarle. No sé si tardé mucho pero cuando salí me sorprendió el olor a la sopa de algas que ella hizo en mi estufa. Instantánea, pero vaya que fue rápida.
Ella ya se encontraba en la mesa junto a mi cama ordenando esa comida.
-Es tradición para los cumpleañeros.- dijo alcanzándome una cuchara de plástico. -¿Nunca comiste sopa de algas en tus cumpleaños?-
Ignoré la pregunta. -¿Pasarás todo el día aquí?-
-¡Sí, contigo!-
Bueno, resignación total. Si eso la hacía feliz...
Detesté esa sopa. Holly estuvo jodiendo todo el puto rato y la lluvia leve de allá afuera se convirtió en una tormenta eléctrica casi letal. La electricidad iba y venía. Pero a Doyeon no parecía importarle nada de eso, siempre se mantuvo sonriente. ¿Porque estaba conmigo, solo por eso? Dijo que lo que más deseaba para ese día era solo estar conmigo. ¿Cómo entender ese amor que ella sentía por mí?
-Voy a pedir un deseo.-
Sí trajo consigo un pastel. Sí, pequeño y rosa. Solo una vela.
Encendí esa vela con mi encendedor y luego mi cigarrillo.
Se veía tan emocionada y yo para nada, pero me gustaba verla feliz.
Juntó sus manos bajo su mentón, cerró los ojos por unos segundos antes de soltar un soplido hacia la vela.
-¡Listo!-
-¿Qué pediste?-
-No puedo decirlo, Yoongi.-
Rodé los ojos. –Tonterías.-
-Hm, si te lo digo no se cumplirá.-
-¿Tiene que ver conmigo?-
-Tal vez.- ese fue un sí.
Solté la última bocanada de humo antes de apagar el cigarrillo. –Si tiene que ver conmigo entonces me encargaré de que se cumpla.-
No fue difícil convencerla. –Hm.- pensó un poco. –Está bien.- y cayó. –Pedí... que tú y yo estemos juntos por mucho tiempo.-
-¿Qué tanto tiempo?- bromeé sin gracia.
-Tonto.-
Sí pensé en cumplir ese deseo.
Juro que quise cumplirlo.
-Por mucho, mucho, mucho, mucho tiempo.- gateó hacia mí hasta irrumpir con mi espacio personal. –Cuando yo tenga 100 años y tú 103.-
Intenté no sonreír, en vez de eso me incliné para besarla. Pero en cuanto toqué sus labios ella se retiró.
-¡Acabas de fumar! Toma un chupetín.-
-No comeré esa cosa.-
-Es mejor que un cigarro, Yoongi. Y mira, no es de un sabor dulce.- no sé cómo quiso probar eso metiéndose el dulce a la boca y luego mostrándomelo. –Limón.-
Pero bien, acepté solo para darle el maldito gusto.
Y en fin, debido al mal clima y la próxima falta de energía eléctrica, ambos llenamos de pequeñas velas mi cuarto. Ella dijo que eso era romántico pero no veía el sentido en eso.
Trajo consigo ese maldito frasco de jabón para soplar burbujas. Con eso se entretuvo por un tiempo, sentada en mi cama y yo sentado en el otro extremo con la espalda a merced de la pared, solo mirándola.
-¿Ni siquiera vas a preguntar si te compré un obsequio?- le dije de la nada.
Se detuvo de golpe y me miró. -¿Me compraste un obsequio?- y por supuesto no contuvo esa emoción. -¿Lo hiciste?-
Me encogí de hombros.
-¿Donde...? ¿Dónde está? ¡Quiero verlo!- se levantó de inmediato y brincó hacia mí, cayendo de rodillas a mi lado. -¿Está escondido?-
Volví a encogerme de hombros.
-¡Yo quiero! ¿Dónde está?-
Y sí, comenzó a buscarlo. Mi cuarto era pequeño, no había por dónde buscar. Lo encontró en menos de dos minutos en las gavetas de mi mueble de ropa. Una caja aplanada y pequeña, envuelta en papel color blanco y sin lazo o moño.
En cuanto la encontró corrió y se sentó frente a mí, muy entusiasmada por abrirla.
-¡Es un vestido!- no hay que ser adivino para decir que le encantó. -¡Tengo que probármelo!-
Y luego corrió al baño.
Sonreí por lo bajo. Sonreí.
¿Por qué su felicidad tenía tanto efecto en mí también? Aún tenía que descubrir esas cosas del amor. Iba entendiendo cada vez que estudiaba a Doyeon, pero mayormente era complicado.
Verla sonreír... era lo que más me gustaba en el mundo. Y cuando la veía llorar, dolía como nada en el mundo.
-¡Me encanta!-
-Es muy corto. Voy a devolverlo.-
-¡No! ¡Me gusta!-
Sí era muy corto. Esperé a que nunca lo usara más que conmigo. También me gustaba ver sus piernas pero tenía que soportar que alguien más las viera debido a sus vestidos tan cortos. Maldita sea.
-¡Te amo! ¡Me encanta!- le valió tres hectáreas caer sobre mí. Se abrazó a mi cuello y me besó varias veces en los labios. –Voy a usarlo tantas veces pueda.-
No mintió. –Quítatelo. Voy a devolverlo.-
-¡No!- me besó otra vez.
Y bien, ya que estábamos en eso. Compartir saliva me pareció buena idea también.
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Doyeon se fue de la ciudad por un par de semanas ese verano. Para mí fue rápido. Estuve trabajando más tiempo con Suran. La empresa programó un regreso para ella a finales del verano a los programas de música, eso significó mucho trabajo debido al álbum y toda la producción.
Escribí tantas canciones para el álbum completo, incluso de sobra, pero ella tardó en grabarlo debido a las prisas de otros horarios. Solo tuvo tiempo para mí en las noches.
-No creo que esto sea así.- dije terminando mi tercera taza de café.
-¿Tú crees? Es la mejor forma.-
Teníamos problemas con la composición de una pista. Fue frustrante. Ella tenía una idea muy diferente a la mía, lo cual ocasionó varios pleitos entre nosotros.
-Estás seco del cerebro, capitán.-
-Te jodes, soy el productor.-
Le vi reír. –Soy la cantante, creo que tendré yo que dominar esto, ¿no?-
No quiero decir que me agradaba pelear con ella, pero a veces... nuestras discusiones me parecían entretenidas. Nunca llegué a sonreírle como a Doyeon, pero admito que a veces la hacía molestar a propósito solo para ver su reacción.
Siempre me mostré frío y en blanco en ese lugar, nunca entendí cómo Suran interpretaba mis palabras hostiles... para enamorarse de ellas.
-Dime tu concepto de romance, capitán.-
-No lo conozco.-
-No te creo.-
-Bien. Deseo sexual.-
-¿Sexual? Conozco tus canciones, y por lo que veo tienes más emociones que deseos de ese tipo. ¿Estás enamorado, verdad?-
...
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