37. Hombre-Araña
Astlyr repasó el plan en su cabeza varias veces mientras corría al lado de Steve, yendo directamente hacia el helicóptero para crear la distracción. El frío de Berlín chocó contra su cara, siendo la única parte descubierta de su piel, además de su cuello y dedos.
Steve se detuvo abruptamente y puso su brazo a la altura de sus hombros para frenarla, como si estuvieran en un coche y quisiera evitar que saliera volando por el frente. Ella comprendió por qué lo hizo cuando vio que un aparato había sido lanzado al helicóptero, electrocutándolo y dejándolo en imposible uso.
Iron Man se visibilizó en el cielo y aterrizó a varios metros de los dos, con Máquina de Guerra secundándolo.
—Vaya —dijo Tony con falso tono de sorpresa—. Es curioso con cuánta gente te encuentras en el aeropuerto, ¿no?
—Claro, definitivamente —concordó Rhodey.
—Escúchame, Tony —comenzó Steve, tomando aire profundamente—. Ese doctor, el psiquiatra, él planeó todo esto.
Antes de que pudiera decir algo, la Pantera Negra salió detrás de un túnel que los pasajeros cruzaban desde el aeropuerto hasta el avión, y aterrizó con agilidad, a sólo unos metros de ellos.
—Capitán —saludó el rey de Wakanda con voz grave.
—Alteza.
—¡Kit Kat! —exclamó ella con un movimiento de mano muy entusiasta, sonriéndole abiertamente y comenzando con la distracción.
El rey T'Challa sólo la miró, sin responderle. Definitivamente no le agradaba, no después de haber protegido al que mundialmente se conocía como el asesino del difunto rey T'Chaka.
—En fin —habló Tony—. Ross me dio treinta y seis horas para llevarlos, y eso fue hace veinticuatro horas. ¿Pueden ayudar a un amigo?
—No lo sé, ¿puedes tú? —contraatacó Astlyr.
—¿Protegiendo a Barnes? Tu juicio es claramente inestable —le contestó Tony, restándole importancia a su ataque verbal.
Tony era su amigo, lo consideraba parte de esa nueva familia que había creado con los Vengadores; pero en esos momentos se sentía tan furiosa y traicionada. Ella aún no podía creerse que le creyera a los medios y al gobierno antes que a ella y a Steve. ¡Eran amigos! ¡Habían arriesgado sus vidas codo a codo!
—Quieren al hombre equivocado —añadió Steve.
—Tu viejo amigo asesinó a muchos inocentes.
—Y hay cinco soldados más como él —explicó Steve—. No puedo dejar que el doctor los encuentre primero. No puedo.
—¡Él no mató a nadie! —declaró Astlyr— Él no estuvo en Viena. ¿Dónde estaba cuando lo capturaron? Piénsalo. No pudo ser él.
—Chicos —habló Natasha, apareciendo a sus espaldas. Astlyr miró a su alrededor en un segundo y comprendió que los estaban rodeando—, ustedes saben lo que tendrá que pasar. ¿De verdad quieren resolver esto a golpes?
—No es como que nos estén dando alguna opción.
La forma en que respondió Astlyr decepcionó a Natasha. Estaba molesta con ella también. Pero no lo entendía. Astlyr era demasiado buena, ¿de verdad se había enojado tanto con ellos por firmar unos Acuerdos para mantenerse como los Vengadores y obedecer las órdenes de la ONU, y perseguir a un asesino que alguna vez fue el mejor amigo de Steve? Su enojo parecía más personal, y no lo entendía.
—De acuerdo, se me acabó la paciencia. ¡Mocoso! —gritó Tony al aire.
Astlyr sintió una ventisca de aire y vio cómo algo se robaba el escudo de Steve. El haz rojo que vio en el cielo cayó sobre un avión, perfectamente posicionado en cuclillas y con el escudo en mano. Era un hombre delgado, con traje rojo y azul y telarañas en el diseño.
Entonces reparó en el hecho de que sus propias manos estaban cubiertas por algo blanco y duro que las mantenía unidas e inútiles.
—Bien hecho, niño —felicitó Tony.
—Gracias, señor —respondió el desconocido. Por cómo lo había llamado Tony y por su voz aguda, supo que no era ningún hombre, sino un joven—. Mi aterrizaje hubiera sido mejor, es sólo... el traje nuevo. ¡No, no es eso! Señor Stark, es... es perfecto. Gracias.
Astlyr miró a Steve con el ceño fruncido. Era fácil identificar que el chico no tenía ni los dieciocho años todavía.
—¿Trajo a un niño a esto? —bisbiseó.
—Sí, sí —lo calló Tony—. No es el lugar para iniciar una conversación.
—Está bien —respondió. Hizo un saludo militar y siguió hablando—. Cap-Capitán. Gran fan —se señaló a sí mismo—. Soy el Hombre-Araña. Copiadora, soy tu amor platónico. ¡Digo, no! ¡Eso salió mal! ¡Tú eres mi...!
—Hablaremos de eso luego —lo calló Tony.
Astlyr entrecerró los ojos, divertida con el nerviosismo del adolescente. Tenía que admitir que era tierno, todo menos intimidante.
—Hola a todos —siguió el Hombre-Araña.
—Sólo... bien hecho —lo calló Tony otra vez.
—Estuviste ocupado —comentó Steve irónico, señalando al chico con un corto movimiento de cabeza.
—Y tú estuviste siendo un completo idiota —insultó, notándose enojado otra vez—. Arrastraste a Clint en esto, "rescataste" a Wanda y Pietro de un lugar que no querían dejar, un lugar seguro. Volviste a Astlyr la criminal más buscada en el mundo después de Barnes, ¡a una niña! ¡Trato de evitar...! —bufó— Estoy tratando de evitar que separes al equipo.
—Eso ya lo hiciste tú cuando firmaste —contradijo Steve.
—Y no soy una niña —añadió Astlyr, cruzándose de brazos–. Ya tengo veinticuatro. ¡Tú trajiste al niño! —exclamó, señalando con su dedo índice.
—¡Tengo cuarentaidós! —dijo Rhodey indignado.
Astlyr rodó los ojos.
—Tú no. ¡Él! —volvió a señalar, y todos miraron al Hombre-Araña.
—Ya me cansé —se rindió Stark, cada vez más alterado—. Van a entregar a Barnes y van a venir con nosotros, ¡ahora! ¡Porque o es con nosotros o con un escuadrón de Fuerzas Especiales que no le interesa ser amable!
—Tony, por favor —suplicó Astlyr, dando un paso al frente. Lo miró con la mayor sinceridad posible—. ¿No puedes creernos? ¿Confiar en mí? ¡Es inocente! Esto es más grande que los Acuerdos, que el equipo.
—Lo siento, copito, pero hay pruebas.
—¿Las pruebas de la ONU valen más que mis palabras para ti? —cuestionó, empezando a sentirse dolida, y dio un paso atrás— Éramos un equipo.
—Hasta que tú y Rogers decidieron terminarlo.
—Lo encontramos —avisó Sam por el comunicador—. Su quinjet está en el hangar cinco de la pista Norte.
—Bien —dijo Astlyr, encogiéndose de hombros, sacudiéndose el dolor y recuperando su orgullo—. No digas que no te lo dije. Pero cuando te des cuenta de la verdad, y sé que lo harás, no te molestes en buscarme para disculparte, porque te cerraré la puerta en la cara.
Astlyr no iba a mentir: se sentía traicionada y ofendida, lastimada porque su propio equipo no le creyera. Hubiera dado la vida por todos ellos, y ahora estaban en su contra. Ella iría contra cualquier gobierno u organización por ellos, pero el sentimiento no era mutuo.
Cuando Steve alzó sus brazos para que Clint rompiera la telaraña con una de sus flechas, Astlyr relució los largos colmillos de un gorila y con ellos desgarró la telaraña que enredaba sus manos.
—Ahora, Lang.
El Hombre-Hormiga volvió a hacerse de su tamaño, saliendo del escudo de Steve.
—Ahora yo amo tu poder —dijo Astlyr por el comunicador.
—Gracias, Copiadora —respondió el Scott en su maniobra, llevándose el escudo consigo y tumbando al Hombre-Araña. Aterrizó a un lado de Steve dos segundos después y le entregó de vuelta el escudo—. Creo que esto es suyo, Capitán América.
Tony se puso de nuevo la máscara del traje y se elevó en el aire hacia la parte del edificio donde estaban Wanda, Pietro y Clint.
—¡Barnes es mío!
—De hecho, es mío —masculló Astlyr, interponiéndose en su camino.
—Muévete, niña —ordenó, posicionándose para atacarla—. No lo pediré dos veces.
—No será necesario, Kit Kat —se burló, transformando su apariencia en la de él mismo.
T'Challa maniobró en al aire con una serie de patadas, pero ni siquiera logró tocarle un pelo. El combate se volvió casi nulo entre ambas Panteras. Consiguió darle un buen golpe en el estómago que lo hizo caer de espaldas, pero se recuperó rápido.
La capacidad y habilidades de combate de Astlyr no eran las mismas de antes, era más fuerte y ágil, habiendo aprendido de una mezcla entre Steve, Natasha y Bucky. T'Challa comenzó a frustrarse al ver que no podía pasarla para llegar a Barnes, hasta que en una acertado ataque consiguió rasguñarle la cara con sus garras de vibranio. En ese momento, el escudo de Steve le golpeó contra el torso y salió volando un par de metros.
Steve corrió hacia ella para tomar su lugar. Astlyr recuperó su forma y lo miró.
—Protege a Bucky —le ordenó—. Asegúrate de que llegue.
Astlyr asintió con la cabeza tomó la forma de una paloma para llegar hasta el piso donde Sam y Bucky estaban siendo atacados por el Hombre-Araña. Entró por el orificio que el Hombre-Araña había dejado en uno de los cristales.
—¿Tienes un brazo de metal? ¡Eso es asombroso, hombre! —exclamó el chico, sosteniendo el puño de Bucky en su mano.
Sam encendió sus alas y se llevó al chico en el aire. Aprovechó ese momento para aterrizar en dos piernas, tomar a Bucky del brazo y decirle que la siguiera, pero tan sólo pudieron avanzar unos metros antes de que el Hombre-Araña atrapara las piernas de Bucky, haciéndolo caer.
Astlyr entonces volteó hacia el arácnido, se convirtió en una paloma de nuevo y voló directo a él. Al llegar a su lado, regresó a su persona y se quedó de pie sobre una viga, frente a frente.
—Señorita, tal vez no sea buena idea que dé otro paso —advirtió el arácnido con precaución.
Sonrió de lado y corrió hacia él, saltando y haciendo una maniobra en el aire. Cayó de nuevo sobre la viga con absoluto equilibrio, arqueando una ceja con superioridad. El Hombre-Araña se quedó como piedra, sin poder creerse lo que acababa de ver. No es como si en el periódico saliera que la mejor habilidad física de Copiadora era la gimnasia.
—Vaya, qué chica. Tal vez tú y yo algún día podamos...
Astlyr lo interrumpió, tomó su látigo del cinturón y lo azotó, envolviéndolo por el torso, electrocutándolo. El chico se retorció y perdió el balance. Desenredó el látigo en un movimiento y el Hombre-Araña cayó de la viga hasta el suelo con un golpe seco.
Un segundo después, el chico se recompuso y se aferró con su telaraña a una de las alas de Sam, quien voló por encima de él. Forcejaron entre ellos hasta que el Hombre-Araña logró derribarlo.
Cuando se lanzó sobre él y quiso empujarlo con sus piernas, balanceándose de una de sus telarañas, Bucky se atravesó para cubrir a Sam, pero sólo logró que ambos cayeran. El barandal se hizo trizas y Sam y Bucky quedaron en el suelo sobre una cama de cristales rotos.
El arácnido los atrapó con telarañas antes de que se levantaran. Astlyr se rió desde su lugar, de pie sobre una de las vigas más cercanas al muchacho y pasando desapercibida por éste; pero Sam y Bucky sí la notaron.
—Escuchen, me gustaría seguir con esto, pero sólo tengo un trabajo aquí hoy y necesito impresionar al Señor Stark. Así que... lo siento mucho —explicó, a punto de cubrirlos con más telarañas.
Astlyr se adelantó a balancearse de la viga (amarrada a ésta con sus piernas, como si fuera una rama) que había sobre la cabeza del chico; dejó estirar el látigo y la punta de éste logró tocarle el cuello, electrocutándolo a tal grado en que cayó al piso desmayado. Esta vez le había subido la potencia al láser.
—¿No pudiste haber hecho eso antes? —preguntó Bucky, aún desde el suelo.
Astlyr sonreía, todavía de cabeza.
—¿Y ustedes no pudieron vencerlo? Es un crío de quince años —exclamó, apagando el látigo y enfundándolo en su cinturón.
Se convirtió en una paloma y voló hasta ellos. Sacó del bolsillo de su cinturón una navaja multiusos y con ella desgarró la telaraña que inmovilizaba el brazo de Bucky.
—Oye, ayúdame —pidió Sam, esperando a que Astlyr se acercara.
—No lo sé. Estoy muy tentada a dejarte ahí.
—Te odio.
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