049 - SPARK
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE
DEREK SALVATORE
Hago la cena mientras Alessandro y Soraya hacen los deberes en el salón, mi mujer los encuentra fáciles, no esperaba menos, sin embargo, mi hermano no deja de quejarse. Hasta se llama inútil, cosa que me harta, provocando que baje el fuego e intervenga:
—¿Me dejas ayudar?
—No creo que tú ayuda sirva —dice derrotista, a lo que me gustaría responder con un puñetazo.
—Por favor.
Ambos me reparan y mi mujer se le acerca a compartir algo que provoca la risotada de Alessandro. Me alegro que ría, pero detesto los secretitos, Soraya me hace la misma mierda que le hago, no obstante, yo lo hago por proteger a los míos y ella por tocarme intensamente las pelotas.
—¿Sería posible saber de vuestro secreto?
—No es nada —Soraya, agita la mano.
Nada no será cuando castigue su trasero.
—¿Segura?
—Dice que eres un pésimo actor —Alessandro, le traiciona para sorpresa de Soraya. Debería decir que lo lamento, pero no lo hago, es ella quien se apropia de mis hermanos sin consentimiento —De insípido y estreñido ya tiene a Máximo, no necesita a otro estirado. Y, por cierto, tiene razón. Das pena.
—¿Te ayudo o no? —le quito el ejercicio que ha estado haciendo de matemáticas y que provoca mi profundo lamento, algo exagerado —Eres una desgracia.
—Intento dar lo mejor, capullo.
Armado de paciencia, le explico que tiene que hacer, afortunadamente, aún cuando se queja y tarda en leer el siguiente problema, demuestra que tiene más comprensión de lo que percibe. Nunca me he equivocado al decir que es inteligente, únicamente necesitaba la oportunidad.
A Soraya también le resuelvo dudas.
Ambos califican mis aptitudes como profesor, simplemente, brillantes. Dicen que podría dejar la mafia y dedicarme a enseñar. Ya sabía que era un genio. Pero este profesor solo es para los suyos.
Al finalizar la cena y con Alessandro huyendo a su habitación, Soraya me invita a pasar la noche. No lo hace por mí, sino por él. Tenemos la misma prioridad así que ni me quejo.
Soraya duerme babosa sobre mi pectoral destapado.
Estoy jugando con su cabello cuando los gritos inician, se mueve privada del sueño, pero no la dejo ir. Le digo que es mi turno, que es cosa de los dos y que merece descansar.
Al igual que ayer he de aporrear la puerta, al igual que ayer ruega para que no entra, sin embargo, lo amenazo ofreciendo cuatro minutos de ventaja antes de que opte por tirar la puerta.
Una vez dentro, está medio cambiado, después de haber tenido otro accidente que ha resuelto sacando las sábanas y haciendo montaña.
Su mandíbula está suelta, sus ojos irritados.
Le doy privacidad mirando el escritorio, lugar donde encuentro los colmillos que arranco a la pantera y que decido usurpar mientras que pienso en lo fan que es del juego de mierda.
Como jugador de Control es el mejor, saca su potencial desafiando la muerte a la vez que se divierte. Sin embargo, a raíz de los últimos acontecimientos, ha olvidado que sus pelotas son grandes. Ni siquiera ha jugado.
—¿Soñando con unicornios?
—¿Por qué tienes que entrar? —se pone la camiseta, hablando desolado y tratando de disimular las lágrimas.
—Porque quiero —trabajo con el móvil mientras le presto atención —Interrumpiste el sueño de mi mujer con tus grititos de mierda. Eso no me gusta.
—Perdón —mira a un lado.
—No me interesan tus disculpas.
—Lo mejor será que regrese al depa...
—Mejor no sugieras nada —maldito estúpido, no quiero cabrearme con cosas que no pasaran. Aunque de aceptar una mudanza, ni loco vuelve a una caja de cartón, antes se viene a mi casa —Ninguno de los dos podemos dormir. Así que yo sugiero. Quememos la ciudad.
Alzo el móvil para él.
¿Jugamos?
Si / No
—Prepárate.
Mientras se produce la votación regreso a la habitación de mi mujer medio soñolienta, le quitó el móvil y hago todas las operaciones pertinentes antes de regresarlo listo a su legítima dueña.
Hago a un lado su melena y le beso el hombro.
—Saldremos un rato. Sé que no confías en mí, por ello me he adelantado y te he descargado un programa para que puedas saber dónde nos encontramos a tiempo real.
Se lo muestro y explico el simple funcionamiento, aunque parece que está más dormida que despierta.
—Confío en tú aprecio por él —asiento de acuerdo. Me preparo para salir, sin embargo, antes de salir, me reclama: —¿No olvidas algo?
—¿Qué cosa?
Indica que quiere su beso y se lo doy, quiere un total de cuatro, tres dados por mi y uno por ella. Otra forma de despedirse cuatro veces.
—Te corto las pelotas si lo regresas con un rasguño.
—Modera tu lenguaje.
—¿O qué?
—O mis pelotas se ofenderán y atacaran inyectando tanto semen a presión en tú coñito que darás positivo en cuatrillizos.
Muerdo su mejilla consiguiendo su bonita mala mirada y un par de hermosas maldiciones antes de marchar.
Alessandro espera en la entrada con dos máscaras.
—Yo no me escondo.
—Pues no voy —le arranco las máscaras tirándolas al suelo y lo arrastro al ascensor, ignorando sus temblores —Ellos...
—No pisarán mi territorio.
—Ya lo hicieron.
Es un experto en tocarme las pelotas, aunque no me acojonan, sabiendo muy bien que esta vez no volverán a atacar con facilidad, pues sí lo consiguieron la primera vez fue porque no sabía que existía un grupito de cucarachas con ideales estúpidos en contra de la naturaleza maldita.
Además, estamos desde mi cuenta, es mi estreno como Indeciso, así que no espero captar una gran audiencia. Nunca he sido popular, no lo seré hoy.
—Al menos déjame conducir —pide fascinado con el lujoso coche negro.
—Si quieres te compró uno, pero este no me lo destruirás, ni tampoco ese —digo cuando mira la joya azul —Es el de Soraya.
—Déjame el negro, anda.
—No.
—¿Seguro?
Muestra el móvil que me ha quitado en cuanto no miraba. Un logro que solo tenían Hugo y Soraya.
¿Quién conduce?
Alessandro / Derek
Me sorprende lo contradictorio que resulta por estupidez y lo rápido que sabe escribir cuando le conviene, lo de estupidez proviene a lo de querer esconder nuestras identidades y lo primero que hace es dar nuestros nombres.
Tengo cinco Controladores, cuatro votan para mí y otro para Alessandro, la cual es Daniela. Conozco los usuarios de Damián, sus tres esposas y su novia, al igual que sé que Kora y Liang votan por lo que vota Damián, Samiya lo hace por seguridad y que Daniela adora joder.
Disfruto de la conducción moderada, a ciento por hora, mientras pienso en la siguiente decisión. Conozco el estilo de Alessandro, todo o nada, pero no quiero llegar a una situación de jaque. Ya he fallado una vez, no habrá una segunda.
—Tengo una idea —que sea algo aceptable, que sea algo aceptable. Cruzo los dedos sin soltar el volante —Quizás sea la peor idea.
—Cuéntame —sigo cruzado.
—Hace un tiempo recibí una invitación.
—¿Sirve para Control?
—No se puede jugar ahí. Aunque es de Control.
Freno en mitad de la carretera y presto atención a su lenta lectura, un poco más rápida desde que ayer le diera los cómics, a los cuales parece ser que, a pesar de decir que solo miraría los dibujos, ha estado leyendo.
Lugar por coordenadas. Disponible veinticuatro, siete.
No me gusta. Mentiría si dijera lo contrario. Recibió la invitación un par de días después del inició de la aplicación, cuando ya había adquirido el número uno, por otro lado, yo no había escuchado de esto. Y, últimamente, me molesta destacar por ignorancia.
—¿Tú quieres ir ahí? —la cuestión sin decir; es una trampa.
—Quizás conozca al creador —por primera vez, desde lo de Italia, veo auténtico entusiasmo por algo —Yo quiero, por favor.
—Según eso puede que haya mucha gente —y yo odio los lugares abarrotados —¿Seguro qué no quieres jugar a Control?
—Hice una apuesta.
—¿Qué apuesta?
—Si yo ganó me darás chocolatinas —solo porque vuelvo a hablar de comida lo voy a llevar —Si pierdo convenceré a Soraya para que compre esto y lo use —tengo que tirar del cuello del jersey, quitando calor, después de imaginar a mi pequeño pájaro luciendo el conjunto de cuero y cadenas que me enseña —¿Apuestas?
—Tengo que saber de qué va.
—Eso no te lo digo.
—Acepto.
Absurdo, lo sé, sin embargo, siempre tengo chocolatinas para él y, si por casualidad gano, voy a disfrutar mucho. Así que, sin lamentaciones, rezo para que mi hermano pierda en lo que sea que acabo de apostar.
Accedemos a una antigua zona del metro. Me mantengo acariciando el arma a medida que avanzamos, sin esperar nada bueno, sin pretender volver a dormir en un agujero de mierda acompañado de ratas.
Observados por los roedores, caminando por las estropeadas vías del metro y pasando por una inoperativa estación, empezamos a observar los primeros graffitis, los cuales no hacen más que aumentar llegando al lugar.
Algunos son advertencias, otros obras de arte callejero. Mi favorito es uno de los jinetes. Hasta aquí hemos llegado. No me extraña, después de todo, empiezo a creer que más que una trampa, donde estamos yendo es a un culto satánico, a pesar de que yo no me considero demonio.
En la ubicación encontramos a un hombre robusto. Estudia nuestros aspectos sin bajarme la cabeza, ni cuando nuestros ojos chocan, es más, se queda quieto en ellos como si estuviéramos echando un pulso.
Tras él hay una puerta metálica.
Indiferente a lo que haya ahí, tenemos que pasar por el bien de la apuesta y la integridad de mis pelotas. Con el rato que llevamos para venir aquí ya he imaginado más de cuatrocientas veces a mi mujer en cuero, sujetando un látigo y pronunciando obscenidades por las cuales yo fingiría sumisión. Es que verla empodera tiene un inmenso morbo que no puedo ignorar.
—Nombre.
—Móviles —directo al grano. La invitación ya decía que se comprueban nuestro perfiles de Control —¿A qué esperáis? No tengo la noche —muestro primero el mío a falta de reacción por parte de Alessandro, espero que verifique y diga: —No pasas.
Espera...
¡¿Qué?! ¡¿Cómo qué no?!
—No me toques las pelotas —es más rápido que yo al sacar el arma.
—¿Os creéis que aquí pasan unos cualquiera?
—¿Quién dice que seamos unos cualquiera?
—Ni llegas a diez Controladores. Exactamente, tienes cinco.
—Nunca he sido muy popular.
La negativa solo hace que quiera saber más del lugar, más considerando, una vez más, mi desconocimiento, sin embargo, encuentro cierta lógica que reclamen un mínimo de Controladores cuando la invitación llega a los populares. Al menos, a casi todos. A Soraya no me consta que le haya llegado.
—Haz una excepción por la fama de mi hermano —Alessandro, ni se entera de mis palabras.
—Necesito el móvil.
Se lo quito entregándolo al segurata, el cual me deja en segundo plano, perdiendo la gruñería para solicitar una foto para quien es su ídolo, no obstante, lo único que obtiene es rechazo.
Jodete, segurata.
—Habíamos perdido la esperanza de que vinieras.
—Estoy aquí por mi hermano —sí que me ha escuchado, aunque debe creer que se trata de una mentira y me está siguiendo el juego —Sé que aquí hay muchos de nosotros. Necesitamos entrar para comprobar una teoría. Y, si dices que no puedo entrar, entonces será mi mayor decepción.
—Te bloqueará de Control —añado.
—Solo por esta vez —abre la puerta. Alessandro pasa y el segurata me retiene momentáneamente —Eres afortunado de tener un hermano como él. Es la inspiración de muchos. Si fuera otro, no entras.
—Me alegra que me lo quieran.
Accedo a lo que resulta ser un club para los Indecisos de mayor fama, lejos de los Controladores y de ambientes como el Apocalypse. No hay riqueza, ni poder, pero si variedad de cultura suburbana.
La decoración, a pesar de que, supuestamente, este lugar fue planeado por el creador de Control, destaca por la ausencia de tecnología, enfocado hacía un estilo industrial y residual. Reformaron la vieja instalación y usaron chatarra para construir el mobiliario y la barra.
Avanzo buscando a Alessandro y cuestionando si al cruzar las puertas he entrado a una dimensión paralela, una en que no soy temido, en que la gente sigue con sus distracciones sin escapar. Resulta tan abrumador que chocó contra una persona, si, una persona, ya que no agacha la cabeza asustada como cucaracha, es más, hasta me reclama por mi falta de atención.
Sometido desde nacimiento al rechazo. Esquivado y temido. Hoy, hoy toda esa mierda queda en pasado.
—Mis chocolatinas —Alessandro, me reclama.
—¿Qué está pasando aquí?
—Yo ganaba si no te temían.
—¿Por qué no lo hacen?
—Tú lo dijiste. Causas miedo a aquellos que temen morir. Algo que tenemos los Indecisos populares es que nos das igual. Te desafiamos a diario, podría decirse que disfrutamos de tú cercanía.
Esto es el efecto secundario que se reservó.
—Me has entregado... Creía que te caía mal. Soy el causante de...
—Eres un gran tío. Que sí, al principio me caías mal, pero porqué no sabía lo que estaba pasando. Siempre pones a los tuyos por delante y los que no lo son, como yo. Merecías conocer esto.
—Salimos a animarte a ti.
—Un gracias estará bien.
—Si, bueno. Lo que sea —arruga el entrecejo y hace puchero, maldita sea, creo sentirme en el pellejo de mi hermano mayor. Quiero darle lo que quiere, hacerlo porque ya ha llorado suficiente, aunque eso lo vuelva caprichoso —Gracias.
—Pues ya nos podemos ir.
—¡¿Qué?! —no quiero irme.
—Soy anti...
A la mierda sus caprichos, no puede darme algo y pretender quitármelo a los minutos de conocerlo.
Atrapo sus hombros, levanto la voz por encima de la voz y anuncio:
—¡Indecisos! ¡El rey está aquí! ¡Hungry!
Salgo del área antes de que se llene por los Indecisos con presentaciones y elogios para mi hermano, algo que no le sienta muy bien, haciendo que lo noté con una mala mirada que respondo con una sonrisa.
El DJ le dedica una canción; Sobreviviré.
Voy a descubrir que hay para beber, me dejo aconsejar por el bartender, el cual dejo que me sorprenda con el cóctel más fuerte, después de que haya sacado la tarjeta para pagar y me haya dicho que es gratis. El momento quedará, el primer trago que me sirvieron sin temblores, siempre recordaré mi primer Ak-47.
—Espectacular entrada —se apoya la chica en la barra.
Una morena de largas pestañas, bonita sonrisa de grandes labios morados y vestido negro. Usa tacones de quince centímetros.
—Nombre.
—Poison —responde agradable.
—Te falto el señor —digo, sin perder la costumbre.
—Poison, señor —aletea los párpados, seguramente, le haya entrado un poco de mierda por el ambiente vicioso. Necesitan mejorar la ventilación. Tengo que conocer quién maneja el lugar para que sepa que yo pagaría una actualización —Si actúas autoritario voy a creer que eres uno de nuestros controladores infiltrados. Entre nosotros. Sería interesante.
—¿Quieres una copa? Son gratis.
—Un sex on the beach.
Aprovecho la oportunidad para relacionarme con alguien fuera de los habituales, aunque mantiene mucho misterio, omitiendo detalles personales como su auténtico nombre, ya que Poison es su usuario en Control. Yo me presento como Death. Tiene entre veinte y veinticinco años, yo treinta. Su color, rectifica, sus colores favoritos son el morado y el negro, insiste en que son la mejor combinación, claro que es una falsada, pues la mejor es el azul y el negro.
—¿Cuánto llevas jugando?
—Una hora.
—Ah, por eso no te había fichado. Aunque no es una sorpresa que alguien como tú ya sea viral —acorta distancias y quedo estático visualizando su mano apoyándose en mi muslo —Eres único.
—Lo soy —confirmo.
—Yo también soy única.
—Todos aquí lo son.
—Tú ya me entiendes —asciende su toque.
—¿Entender? ¿Qué tengo que entender?
No sé qué pasa. Es la primera vez que hablo tranquilo con alguien del sexo opuesto que no son Soraya, Nana y las cuñadas. Quizás es algo normal y por eso no la entiendo. Tengo que conocer más a las mujeres.
—Me gusta tú juego.
¿Juego? ¿Qué juego?
Volteo hacía el bartender buscando ayuda.
—Nombre.
—Drinkme. Y no diré lo del señor —se adelante a mis intenciones.
—¿Sabes qué he de entender? —le pregunto.
—Está ligando contigo.
—¿Está ligando conmigo? —aún me cuesta entender, sé que ligar significa que quiere follar, pero la situación resulta tan imposible que necesito de la confirmación de Drinkme. Vuelvo a atender a Poison, aclarando: —Te podría dejar jugar con mi polla. Con boca, tetas, coño, trasero o las cuatro cosas, sin embargo, por más esfuerzo que hicieras no se me pondría dura.
—¿Eres gay?
—Soy Sorayasexual.
—Así que hetero —guiña escalofriante. Y, sin captar la idea, dice: —¿Quieres romper la rutina, Death? Hay una...
—Trata de robar a mi mujer y te mataré —la baño con el cóctel que había pedido para ella bajándole la temperatura —Al próximo que quieras follarte pregúntenle antes si tiene mujer, puta. Hiciste perder mi tiempo.
Hace tiempo que estoy buscando a una chica o mujer sin importar la edad, aunque cumpliendo requisitos. Tiene que tener carácter, estar disponible, no temer a la muerte y con visión futura. El día en que la encuentre, no sé porque debe ser mujer, pero el día en que dé con ella la haré mía.
Exploro el club procurando no tener otro altercado con otra ladronzuela que soy capaz de quitarle las ganas arrancando sus ovarios y sus entrañas. Después de haber descubierto este lugar mi humor no debería ser pésimo, sin embargo, Poison ha arruinado lo que iba a ser mi gran noche.
Solo regreso a la barra por otro Ak-47. La bebida, un combinado casi mortal, es la cosa más fuerte que he bebido, así que, Drinkme, al menos no me ha engañado provocando que tenga un ligero mareo.
La alegría que me proporciona haber conocido este lugar regresa a la hora de estar aquí. Las personas bailan, hablan y, un grupito de fans, mayoritariamente mujeres, acosan a Alessandro.
Doy otro trago, tranquilo, cuando de repente alguien me golpea con un skateboard rompiendo la copa en mi boca. Los cristales se me clavan alrededor de la boca ocasionando un rápido sangrando, aunque la peor hemorragia se produce al interior, creo tener cortes en la lengua, faringe y laringe.
Joder, acaban de matarme, bueno, acabarían de haberlo echo si hubiera sido humano y no un maldito.
Tengo que meter los dedos para sacar los fragmentos, muy a fondo, enfrentando el malestar que causa llevarlos más allá de la campanilla.
Vomito sangre y cristales.
Observo a la autora del crimen con admiración por más de diez minutos en los que el ruido del club se vuelve insignificante, en los que ella me mira con tanto odio que creo que se aliaría con mis enemigos sin parpadear. Ella, y solo ella, me causa la sensación de haber cometido el pecado prohibido, el cual no conozco, pero que, sin embargo, existe por su postura hostil.
Castaña con mechas claras. De ojos verdes y furiosos. Usa gorra y ropa deportiva, bastante ancha para su complexión menuda.
Insatisfecha del primer golpe busca la réplica, aunque le parto la tabla.
—Nombre —ya lo sé, bueno, su apodo, Spark, la segunda mejor jugadora de Control.
—¡Estás muerto! —cada loco con su tema.
Retrocedo esquivando cada golpe faltado de técnica, aunque no es algo que considero, ya que, si la reclamo, será entrenada. Antes de ello, pero, necesito saber más que su segundo puesto.
Al tocar la pared, realizo una llave y la bloqueo en esta. Sujeto fuerte su brazo tras su espalda. Inmovilizada, grita:
—¡Suéltame!
—¿Y dejar que me pegues?
—¡¿Dónde la tienes?!
—¿A quién?
—¡A Bird!
Podría decir que me sorprende que me haya fijado en alguien que conoce a mi mujer y que yo no sabía, pero mentiría, aunque ella no tuviera amigas, aparte de Darley, teóricamente.
—¿De qué conoces a mi mujer?
—¡No es tú mujer!
Alessandro me pide que la suelte y la trata de calmar, aunque no es muy colaborativa teniendo que ser frenada. Mi hermano se ubica entre los dos.
—¡Apártate Hungry!
—Sé que dan ganas de golpearlo, pero no así —supuestamente, me defiende.
—Hizo daño a la chica.
Ahora, creo que no conocía a Soraya. Indecisa y Controladora. Se pueden los dos roles. No es la tendencia, pero, los populares, me consta que con las ganancias acaban ejerciendo las dos funciones. Seguramente, curiosidad. Como Alessandro. Aunque puede que sea cosa del propietario del lugar.
Igual entiendo que me acusa porque es evidente que golpeé a Soraya. Se va conmigo y al día siguiente está corriendo malherida por el bosque, huyendo de su maltratador. Yo pensaría igual como espectador.
—¿Quieres pegarme? Pégame. Pero no digas que no es mi mujer.
—¡Hijo de la gran puta! —grita roja de cólera, batallando en brazos de mi hermano.
—Y no es Bird, es Anaideia. Actualízate —escupo sangre a un lado.
Mientras Alessandro calma a la chiflada, voy a por otro Ak-47 y a sentarme al gigantesco sofá en forma de C, sin que mi cercanía sea motivo para que la pareja que ya se encontraba dejen de magrearse.
Me quito los cristales de la cara.
—¡La amnesia no es razón! —regresa Spark, Alessandro y su bocaza —¡Si vuelves a...!
—¿Por qué la defiendes? No la conoces, no es asunto tuyo, aún así crees tener derecho para intervenir —enciendo un cigarro.
—Se dedica a ello. Usa Control para defender a débiles. Localiza casos y reparte golpes, aunque suele salir mal —le levanta la sudadera mostrando un cuerpo lleno de moratones y algún corte, a lo que recibe un golpe de la susodicha —Es la justiciera de Control.
Si esto fuera una entrevista estaría contratada.
—Tú también eres un justiciero, Hungry. Al igual que Bird y tú amigo —le dice —Fue brutal cuando salvasteis a los animales, aunque los mataron. Te falta elaborar más los planes.
—Death ayudó.
Spark me mira incrédula. Y le doy la razón:
—También soy quién los mató —ambos quedan helados —Soy tan insensible que consideré que miles de víctimas inocentes iban a ocasionar un gran trauma a mi mujer y que lo de la amnesia era suficiente. Además, ya estaban muertos. Eran experimentos. Sí los capturaba no había lugar donde regresar.
—Empezaba a quererte —Alessandro, se decepciona.
—Por otro lado, si se lo dices a alguien te mató, aquella noche puse en marcha un operativo contra tráfico de animales. No sé cómo les irá. Mi cabeza no da para más.
—¿Por qué tú harías eso? —me cuestiona, Spark.
—El mundo es el jardín de mi mujer. Tengo que cuidarlo.
—¿Ella hacía esto? ¿Qué debe tener? ¿Dieciocho?
—Era muy ambiciosa.
Spark, finalmente, entra en razón. Aún cuando nos conocemos los apodos nos volvemos a presentar.
Explica sus primeras experiencias en la aplicación, iniciando con decisiones etiquetadas de cliché, las cuales favorecieron un aumento importante de su audiencia, a las que etiqueta como babosos. Aunque, a sus palabras, no lo son tanto como los que tiene la guarra de Poison.
Entre ellas hay enemistad, en el lugar donde una vez hubo amistad, una que se quebró cuando Spark empleó el juego para visibilizar causas y su ex amiga para vender su cuerpo.
Más Indecisos se unen a nuestra conversación. Mejor dicho, el equipo de justicieros amigos de Spark.
Honey, Pelusa y Gentleman.
Honey es la dulce, Pelusa el del pelo afro y Gentleman el recién llegado del Reino Unido. Cada quien tiene sus rasgos únicos. Unidos hacen un equipo peculiar al que por sus riesgos morirán pronto. Bueno. Eso era antes de conocerme, irónicamente, ya que no pienso dejar que se me maten.
Si alguien, Spark, ha hecho desde la ignorancia el cuatro por ciento del trabajo, no me quejo. Más bien lo apruebo.
—¿Y tú, Death? ¿Qué haces? —cuestiona Gentleman y su fuerte acento, después que haya curado mis heridas, aún cuando le he dicho que era innecesario, tildándome de loco.
—Hice la cuenta hoy.
—¿Cómo has entrado aquí? —curiosea Honey con sonrisa de miel.
—Hicieron una excepción por mi hermano, por esta vez —digo comprendiendo el significado de la frase —Nunca he sido popular. Después de hoy no me dejarán entrar.
Que, al fin y al cabo, soy yo, podría cagarme en el portero, no obstante, no quiero ser el criminal. Me aceptan, los necesito, tengo que comportarme, al menos un mínimo aceptable.
—¿Quién de aquí ha sido popular antes de Control? —nadie, esa es la respuesta que dan a Spark —El juego es lo de siempre, el fuerte abusando del débil, sin embargo, nos dan dinero y puedo reivindicar.
—Yo soy fuerte. Y no reivindicas ni una mierda. Ninguno de vosotros. Los que pagan son unos hijos de puta que quieren que os rompan o que los rompáis. Les chupa un huevo los demás.
—¿Quieres que te ayudemos a volver?
—Es una pérdida de...
—¡Hagamos un cliché, chicos!
—¿Qué clase de cliché? —le pregunta Pelusa, la segunda intervención que hace después de la presentación.
—Fuego.
Alessandro le da mi móvil, me lo ha quitado por segunda vez y yo ni enterado de cuando. Y, quizás son las copas haciendo afecto, o quizás mi inmortalidad, pero me parece divertida su propuesta.
¿Jugamos con fuego?
Si / No
Estoy estable. Creo.
Trago directo de una de las botellas de ron que nos hemos llevado legalmente del club sin nombre antes de ser atado. Si, legalmente. Me lo tengo que recordar. Es muy extraño. Nadie fuera del círculo privado me había dado antes algo.
Dado, no robado. Dado, no robado. Dado...
A ver...
Cabeza. Ay, joder.
Estoy borracho. Muy posiblemente. No es la primera, ya que tras que perdiera a Soraya bebía mucho.
Concentración.
He aceptado el fuego, pero la promesa a mi mujer corre riesgo porque mi hermanito quiere jugar. Voy a perder su confianza. Es muy malo, sin embargo, la cabeza da muchas vueltas y...
—Amo a Soraya —canturreo.
Spark mira a Alessandro atado en la silla, al igual que yo. Estamos atados en el sótano de una casa abandonada, esperando el inicio, el cual será cuando llegue el olor ha quemado del piso superior.
Gentleman y Pelusa causarán el fuego, Honey no participará porque está en contra a causa del alto riesgo. Y, Spark, empieza a pensarlo.
—Está muy borracho —le dice a mi hermanito.
—Hermanitoooo... —sigo en lo mío.
—Yo lo veo perfecto.
Ay, como lo quiero.
—Oye, si nos pasa algo. Si te pasa algo. También tienes que defenderme de mi mujercitaaaa —quiero arañar el aire sin que las cuerdas me lo permitan, ocasionando mi risa —Sacará uñas y pico. Ay, pupita.
—Tú verás, Hungry. Es tú hermano —le avisa Spark
—En realidad no es mi hermano, solo fue una excusa. Si se quema tampoco importa.
¡Sádico!
—¿Y quién me va a entregar sus emociones? ¿Quién me va a pedir que nunca le abandone? ¿Quién me tapará esta noche si hace frío? ¿Quién me va a curar el corazón partió? ¿Quién llenará de primaveras este enero y bajará la luna para que bajemos? Dime, si tú te vas, dime cariño mío. ¿Quién me va a curar el corazón partió? ¿Quién me va a curar? —canto.
—Al menos tiene buena voz —suspira la castaña.
—Y soy muy follable —me calmo un poco dejando de cantar. Cierro los ojos parando un poco el vértigo —¿Te gusta la carne cocinada, hermanito? Me chamuscaré el trasero por ti —Spark se ríe, aunque lo digo muy en serio.
—Se lo diré a Soraya.
El alcohol desaparece de golpe y digo, con voz ronca:
—Estoy listo.
—Repasemos —atiendo a Spark —Gentleman y Pelusa iniciarán el fuego cuando inicie el stream. Esperáis un par de minutos y empezáis a desataros, pausadamente, generando emoción, y salís. Estaré grabando. Cuanto más drama le deis más posibilidades de ganar audiencia.
Señala el inicio del directo.
Huelo el fuego en el primer segundo en que se enciende, recuerdo la promesa a Soraya y rompo las cuerdas antes de llegar el cuatro, seguidamente, se las quito a Alessandro confundido.
Spark tose por el denso humo.
Tengo que pensar también en ella. Humana y loca, muy loca.
Me dirijo a la puerta de varios cerrojo. Ignorando el dolor y las quemaduras que causa el hierro voy abriendo.
—¿Cómo haces eso? —cuestiona Spark, con los guantes que debíamos usar.
Si, ella habló de guantes, no en el resumen, pero si en la explicación detallada mientras que el alcohol me jodida las neuronas.
—Aún no está caliente.
—Tienes que seguir los pasos y...
El último cerrojo se atranca, lo fuerzo un poco y, de una patada, la derribo causando que el humo entre violento. El fuego se ha expandido más de lo esperado.
Avanzo sin tener que cubrirme la boca y nariz, muy estúpidamente, obligado a hacerlo a los segundos. Me queman los pulmones. Me lloriquean los ojos irritados.
Si yo estoy mal, peor mis compañeros, a quienes me propongo salvar sin que sufran rasguños. Me da igual la regeneración de Alessandro y Spark no puede atravesar el fuego que tapa la salida principal, es por ello, que tengo que buscar otra.
—Ventanas —digo obvio.
Alessandro escapa rápido, casi por instinto, yo voy detrás, al ritmo de Spark, cuando se cae el techo. El espacio y salidas se ven drásticamente suprimidas.
Subimos al siguiente piso.
Spark casi resbala hacía el fuego aguantando el objetivo, sin embargo, la cabra loca es afortunada por mis reflejos.
—Voy a meterte el móvil por el ojete como no dejes de grabar.
—¿Así le hablas siempre? —dice, referente a Soraya, aún cuando brinda su ayuda sigue enfadada.
—Así habló a todos.
—Medícate.
Alcanzamos la siguiente planta, el camino de la derecha es imposible, ya que el suelo ha cedido hacía abajo, así que vamos por la izquierda, el cual va bien hasta que otra parte del techo se derrumba.
Salto cubriendo a Spark, interponiéndome entre la antigua viga de madera en fuego y ella. Grito enloquecido, lo hago ardiendo, experimentando lo que Damián considera la peor experiencia que vivió. Le doy la razón. Ridiculiza los disparos, cortes y ataques de Hugo.
Aparto la puta madera, recupero el móvil y sacudo a la chica:
—¡Valora tú puta vida! —bramo furioso.
La cargo en mi hombro, me abro paso y salgo saltando por el balcón. Mientras la casa queda en ruinas y se escuchan las sirenas de los bomberos, me reúno con el grupo de marginados.
Tiro a la pesada al suelo.
—Tenemos que ir al hospital —se preocupa, Honey.
—Yo solo voy al hospital por mi mujer —reviso las suscripciones, solo diez más, así no me dejan regresar —¿Godzilla me dejará entrar si vuelvo a ir hoy? Quiero más de la mierda que sirve Drinkme.
Amanezco compartiendo cama con Alessandro.
Tengo lagunas de lo que pasó ayer por el exceso de alcohol, más de lo que había bebido nunca, no por copas, sino por los cócteles mortales de Drinkme.
Contesto la llamada de Soraya.
—¿Y mordisquitos? —reclama.
—Durmiendo.
—¿Volvemos a la misma excusa? ¿Y cómo fue la fiesta? —acerco el aparato a los ronquidos de mi hermano —Si, si que duerme. Aún así. ¿Qué hicisteis? ¿Apareció algún pariente?
—Solo bebimos y jugamos a Control. Sin riesgos —recuerdo las altas llamas, como el fuego generaba burbujas en mi piel y estaba furioso con Spark —Muy tranquila. Volveremos por la tarde.
—¿Y las clases?
—Si alguna cucaracha pregunta le respondes que está conmigo.
—Así no aprenderá.
—Solo por hoy.
Escuchando los gritos me visto y salgo del camarote, recogiendo por el camino las herramientas de pesca antes de salir al exterior oliendo el agradable vicio del agua de mar.
—Solo por hoy —vuelvo a decir.
—¡¿Dónde demonios estáis?!
—En algún punto del Mediterráneo, supongo.
Tampoco debería quejarse tanto después de una fiesta, después de todo, ella siempre fue peor. En todos los campos.
TRES AÑOS ATRÁS
MARZO
Ha pasado un mes desde que el pájaro aposento su pico en mis labios y no se ha pronunciado, por más que yo haya sacado el tema, simplemente, se hace la sorda cuando la cuestiono. Se esfuerza tanto en hacer como si no hubiera pasado que empiezo a creer que fue una alucinación, al igual que lo fue Mío, sin embargo, persisto.
Si Soraya no fuera suficiente tocahuevos, Adrián persigue la misma filosofía incumpliendo mi orden.
Calculando que queda una hora para que la hija llegué, voy al área de contabilidad a buscar al padre. Tragándome el cabreo que me genera la sumisión de las cucarachas y dispuesto a ser más cabezón.
—Papá.
—Buenos días, hijo. Saludar es importante.
—Te he asignado un despacho en la zona presidencial —soy directo, dispuesto a estar aquí lo justo.
—Lo sé. Y lo apreció. Pero prefiero quedarme con los compañeros.
Padre e hija me matarán la paciencia.
—Con el respeto que no le tengo a nadie. Me importa una mierda si quieres o no quieres, soy el jefe, obedece —se centra en el ordenador —No jodas, papá. Mejor no lo sé pedir.
—No tienes que darme favoritismos por mi niña.
—No es por ella, es por mí. No quiero aguantar a las cucarachas que te rodean cada vez que quiero hablar contigo —más claro no puedo ser —¿Qué necesitas para obedecer? ¿Un aumento? ¿Una casa? ¿Un coche? Te daré lo que sea.
—Intenta llevarte bien con los demás.
—Imposible.
—Ni lo intentas.
—Doy cuatro millones a quien en los próximos cuatro minutos tenga las pelotas de mirarme a la cara, ni siquiera debe ser a los ojos —después del tiempo nadie ha ganado el dinero —¿Quieres que les sonría a quien me evitan? Quizás lo olvidaste, pero yo no soy el que empezó. Incluso tú me temías desde el primer segundo. ¿Qué es lo que hice? Ni fueron rumores, ni malas condiciones, es más, estoy convencido que eras el hombre más feliz con el generoso contrato que os ofrezco. Muy posiblemente me considerabas un milagro entre jefes que no esclaviza, no obstante, al tenerme presencial y cerca. un miedo ilógico se adueñó de ti sin que dijera nada.
—Ahora que lo mencionas, es cierto.
—Fui por muchos años el chico bueno y rechazado, hasta que me harte y cambie de actitud. A quienes me tratan mal yo los trato peor.
—Suena terrible.
—Acepta el despacho.
Espero que recapacite por las buenas, que comprenda que esto no es fácil y que en circunstancias distintas, en las que no existieran cucarachas, no le estaría ordenando que cambiará la mesa.
—De acuerdo.
¡Aleluya!
Contemplo la ciudad que yace bajo mis pies esperando la llegada de Soraya.
La alegría que me ha dado su padre al aceptar el traslado, ella lo está arruinando por impuntual, después de que la hora de su llegada pase por un cuarto, una hora que ella marcó desde el comienzo, sin que yo me diera cuenta y que después de que lo hiciera no se lo dijera. Un pacto silencioso.
No está, tampoco ha avisado y parece que ha olvidado como se contestan las llamadas.
Una hora después, voy a por Adrián.
—¿Y tú hija?
—¿No está aquí?
—¿Tú la ves? Porque yo no.
—¿Has hecho algo que la pudiera molestar? —acompaña la acusación indagando con la mirada.
—Tú hija es la pesadilla, no yo —el enfado empieza a transformarse en preocupación. Siempre viene, siempre. Ni en un minuto de más, ni uno de menos —Llámala, papá.
Obtiene la misma respuesta que yo.
—Se habrá retrasado con un profesor.
—La esperaré aquí.
Una hora más tardes y varios intentos fallidos, telefoneó a Gunther, por si acaso, aunque si Enzo hubiera hecho algo, ya lo sabría.
—¿Lo de ser hacker cómo te va? —me pregunta, por el ruido de fondo y los jadeos, los cuales no se molesta omitir, sé que se la están chupando.
—Soy el mejor.
—¿Y no sabes rastrear smartphones?
—Es inadecuado.
—Tienes que ser muy masoquista para tener la respuesta y no darle uso —el no querer violar su privacidad no me hace masoquista, realmente, si lo fuera, justamente lo haría para hacerla enojar —Eres idiota.
—Ve a su instituto. Por algo te pago.
—No, no lo haces. Pero iré para que dejes de lloriquear.
Anulo el resto del día, las reuniones y demás, permanezco la tarde entera sentado en el suelo del despacho de Adrián. Incluso despido a la nueva secretaria por no entender lo importante y quejarse.
A las seis de la tarde la oficina está vacía, no he tenido noticias de Gunther y Soraya sigue sin responder.
Acompaño a Adrián a su chatarra de coche.
—Te compraré un deportivo.
—No, me gustan los clásicos —pues un clásico será —Anímate, hijo. Hablaré con ella para que mañana la vuelvas a tener correteando por aquí, a no ser que sí seas el motivo de su ausencia. A las mujeres no se les debe cabrear.
—No hice nada. Estoy muy seguro de...
—Bambino —susurra a mi espalda.
Odio el universo cuando giro hacía ella y experimento la mayor mezcla de sentimientos negativos. Deseo enloquecer, gritar y quemar cada rincón del planeta, hasta encontrar la paz que me acaban de arrebatar.
—Mi pájaro —alargo las manos a sus mejillas siendo contemplado por los ojos más tristes. Tiemblo rabioso por la escayola y los rasguños. Abrazo a mi chica —¿Quién se ha atrevido a lastimar a mi pájaro pequeño?
—Me he caído.
—¿Quién rompió tu ala?
—Es un brazo. Específicamente, el derecho —me separo ligeramente sin romper el abrazo. Y continúa con la mentira: —Existe gente torpe que se cae, lo siento. Acabo de salir del hospital. Espero que no haya sido eterno tú día sin mi hermosa energía, aunque ahora tampoco voy a molestar, estoy sin batería.
—Te creo con la batería, no en la caída. Tú no eres torpe.
—Tengo mis días.
—Si no me dices quien, lo descubriré.
—Mañana tendrás al culpable
ACTUALIDAD
—¿Quién fue el culpable? —bosteza Spark, recién despierta.
—¿Cómo? —pregunto, esperando que pique algún pez.
—Estabas hablando al mar. ¿Quién le rompió el brazo a Soraya?
—Nunca se lo rompió —aclaro —Eran los pilares de un plan magistral en los que termine encerrando y torturando a los abusadores de su colegio, aún siguen cumpliendo condena.
—¿Le hacían bullying?
—No. Se lo hacían a otros. Y ella no le gustaba —la repaso, es la elegida, aunque ahora mismo no se ve como tal, se ve más como un gremlin con el maquillaje corrido, el cabello hecho nido y las ojeras —¿Te recuerda a alguien?
—Un segundo —se pellizca la mejilla. Se enfoca, me vira varias veces y abre los ojos de golpe —¡¿Y tus heridas y quemaduras?!
—Si, referente a eso, me regenero. Luego te lo explico mejor —no le doy tiempo a pensar que sigo con el tema importante —Sé porque mi mujer lo hacía, pero quiero saber porque lo haces tú.
—No somos amigos.
—Eso lo decido yo —gira a ver el mar cabreada —No soy lo que crees. Ni siquiera lo hago por egoísmo.
—Golpeaste a una mujer. No importa cual sea la excusa, no puedes hacer daño y pretender quitarle importancia.
—¿Quién te golpeó?
—No siempre es un golpe.
Spark comparte su pasado. Uno que le duele y que a día de hoy le sigue provocando lágrimas. Su padre los abandonó, a ella y a su hermano pequeño, su madre era una narcisista con problemas de ludopatía. Nunca les causó un daño físico, pero sí psicológico, haciendo que Spark se escapará con quince. Sobrevivió como pudo, hizo cosas que prefiere omitir, ya que decirlo en voz alta es muy cruel, sin embargo, ahora está mejor, según ella.
Se vuelve a derrumbar cuando habla de su hermano pequeño, al escapar lo abandonó y en la actualidad él no se lo perdona. Dice que de las dos mujeres de su vida ella es la peor. Pero Spark no lo cree. Defiende que su madre le tiene el cerebro dañado, que prueba de ello son los cortes que le descubrió, los cuales teme que vayan a más, hasta que pierda la vida.
Me dice el nombre de su hermano, la edad y donde trabaja, provocando mi sonrisa por la cual me grita.
—Soy su jefe —se sorprende —¿Qué pasa? ¿Tengo pintas de solo poder ser un mafioso de mierda?
—¿Hablarías con Edgar? Por favor.
—Te ayudo si me ayudas.
—Añade una nueva tabla a eso.
—De acuerdo.
Es hora de que hable yo.
****
*mira la hora*
Es muy tarde. Quiero decir mucho, pero a la vez dejar que esto pase y que las dudas os causen pesadillas.
¿Qué planea Derek? ¿Por qué necesita una mujer?
Ay, las escenas Adrián y Derek, es que, yo, las amoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.... Pero, honestamente, el Derek borracho y cantando se llevó mi cariño en este capítulo.
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