
T R E I N T A - Y - C I N C O
Una de las cosas que aprendí al amarlo fue a esperar.
Recuerdo que me seguía a todas partes profesándome adoración, inclinándose cada que lo pedía, siguiéndome a todas partes, corriendo, saltando, jugando. Muchas veces me pareció chistoso que un niño tan enclenque como él fuera capaz de seguirme el ritmo.
Y quizás eso fue lo que me gustó de él.
Muy pronto me descubrí viendo novelas con mi mamá llorando porque el ser inmortal había muerto entre los brazos de su amada, me descubrí queriendo que Jugyeong se quedara con Seojun, llorando feliz de que Kim Jojo escogiera a Hye Yeong y no a Sunho (y sí, fue porque me recordaba tanto al nombre de Suho).
Empecé a adorar el romance en la televisión.
Le dije a la vieja que estaba enamorado, pero ella simplemente rió porque era bastante chico para hablar de amor. Así que decidí esperar hasta ser más grande.
Busqué refugio en la música y tantas veces compuse canciones que no creí que, años después, él escucharía.
Teniendo trece años no solamente el amor que empecé a sentir de niño empezó a fortalecerse, sino también a rondar por la punta de mi pene. Ya no sólo quería besar sus labios, también quería acariciar su cuerpo y hacernos sentir bien. Me sentía rematadamente gay.
Y, cuando creí que mis sentimientos debían aguardar hasta ser mayor, él vino a mí con las mejillas rojas mientras que las flores de sakura caían sobre su revoltoso cabello.
“¡Me gustas, Kacchan!”
Era lo que había pedido en silencio y tan pronto empezamos a salir.
Ser novio de Deku fue más difícil de lo que pensaba.
No podíamos salir porque su mamá no lo quería cerca de mí por ser más rebelde y mis ideas "sonsacadoras". No podíamos trabajar en asuntos escolares en privado sin que su madre o la mía (a pedido de ella) nos estuvieran vigilando. No podíamos tener nuestra relación en público.
Simplemente, salvo nosotros dos sabíamos que había un sentimiento.
Aún así, fuimos felices.
Tantas veces decíamos quedarnos en algún club en el instituto cuando, en realidad, íbamos a tener citas en secreto. Ir al cine, jugar videojuegos, salir a pasear, incluso a la hora de la intimidad, debíamos escoger una ciudad alejada de la nuestra.
Contados por una alarma, nuestro romance oscilaba entre las dos y tres horas al día contando el traslado, plantación y demás.
Pronto "hacer el amor" se volvió un tanto aburrido. Hacerlo pensando que el transporte se nos puede pasar si no nos apurabamos fue una de las cosas que siempre traía en la mente. Él no quería probar cosas nuevas por temor a quemarse las horas cuando podíamos hacer otras cosas.
La conversación por lo usual lo tomábamos en los baños, aunque a veces. Él quería besarme y yo acariciarlo a él, pero sólo teníamos unos minutos para hacerlo así que evitabamos enrollarnos mucho.
Entonces nos descubrieron.
Él lloró y fue la primera vez que lo vi tan afectado por un beso mío.
Y yo al ver a mi novio en un llanto terrible, agredí al que nos había descubierto. Lo amenacé de muerte y cada tanto le recordaba que si habría la boca le tumbaría todos los dientes. El rumor de que era un bully empezó a hacerse más fuerte cuando me descubrieron dándole una paliza.
Estaba frustrado.
Quería gritar.
“¡Lo amo, lo amo, lo amo! ¡Adoro ser gay si con eso puedo besarlo, adoro ser homosexual si con eso él está entre mis brazos! ¡Qué importa ser sodomita! ¡Qué dicha es querer y ser correspondido!”
El pasar del tiempo fue algo que no pude evitar. Pronto las salidas se volvieron mecánicas, los besos se sentían forzados y las caricias innecesarias. No entendía lo que estaba sucediendo. Mi pelusa verde siempre estaba tan contenta, hasta que pronto descubrí la razón de sus nervios.
“Mamá no quiere que esté cerca de ti de nuevo, dice que eres mala influencia”
Según él no pensaba lo mismo, pero su mirada me hizo sentir pésimo.
Mi pulga verde también me consideraba un malo de cuento.
Quise beber, fumar y drogarme. Quise romper dientes, destrozar todo lo que estuviera a mi paso, prenderle fuego a lo que fuera. Quise demostrar que era una mala influencia simplemente para que las palabras tuvieran valor.
Ser adolescente es un proceso que todavía no termino.
Pensé, a mis dieciséis, que quizás lo que sentía por mi pelusa verde era pura atracción sexual.
“Es la primera vez que hago algo como esto, estoy algo nervioso”
Tuve un amorío con alguien más.
No llegué a tener sexo con él porque descubrí, que al igual a mí, también era un infiel. Me sentí mal, pésimo.
Y decidí callar que alguna vez lo engañé.
Eso era algo que ni el ser inmortal, ni Seojun, ni Hye Yeong hubieran hecho.
Decidí seguir con mi pelusita porque lo debía.
Volví a aprender a quererlo, a amarlo, a desearlo, pero no sabía si era porque así debía de hacerlo o era yo quien se empeñaba a rescatar algo que yo mismo había apuñalado.
Año y medio pasó, pero las cosas seguían sin cambiar.
Las salidas rutinarias, el calor del amor era tan soso. Quería hacer lo mismo que las otras parejas; tomar de la mano a mi novio, profesar sentimientos a viva voz, tener citas sin que sean en la ciudad más alejada a la mía. Esas cosas.
Su madre optó por el turno nocturno en el trabajo y esas salidas empezaron a ser más largas.
Me sentía medianamente libre. Creí que podría volver a avivar el sentimiento del amor, que volvería a surgir de las cenizas como el mismísimo Fénix.
Y, cuando hacía el amor con mi pelusa verde en sus aposentos, alguien abrió la puerta de la habitación.
Atrapados.
Su mirada me hizo detener a mi pelusa quien rebotaba su trasero contra mi entrepierna.
“Kacchan, apresurate, mamá no viene esta noche, quiero hacerte el amor”
Ella cerró la puerta sin hacer ruido.
Escapé, lo dejé solo. Huí a mi casa queriendo que me tragara la tierra por haber fornicado al hijo de la descendiente del mismísimo Hitler en su cara.
Ni siquiera estuvo en mi cumpleaños número dieciocho. Fue un mes completamente distanciados y si ya creía que nuestra relación estaba en un punto complicado, ahora era crítico.
Pero pronto apareció, en mi puerta, llorando por refugio.
Y yo se lo di.
“All Might quiere entrenarme, ¿puedes creerlo? Pero, para eso, quiere que me apunte a la UA, a esa escuela de actuación debido a que está cerca de donde él puede frecuentarme”
Y yo, por supuesto, también me apunté.
Quería seguirlo.
Inicialmente estábamos entusiasmados. La UA está algo alejada de nuestra ciudad natal e implicaba un nuevo inicio, el cual, esperábamos con tanto gusto.
Y, al graduarnos, dejaríamos de callar nuestros corazones para expresar nuestros sentimientos.
“Muchas veces te vi viéndolos en el escaparate, así que te los compré”
Yo le regalé su preciado calzado rojo, aquel que a día de hoy sigue usando con tanto cariño como la primera vez.
En las novelas, regalarle zapatos a tu pareja indica que con ese mismo calzado se apartará.
Pero el que se fue, fui yo.
Entrar a la UA me dejó asombrado. Quería entrar de la mano con mi novio, pero él iba a llegar una semana más tarde por temas de papeleo.
Entonces lo vi.
Y quedé impresionado por su belleza.
Me juré no ser infiel de nuevo, en estar con mi novio, en rendirle amor hasta el último de mis días, pero en mi mente sólo rondaba un rostro cada vez que mi pelusa verde me besaba en los labios.
Kim Jojo escogió a Hye Yeong por encima de Sunho aun cuando este parecía ser su amor eterno, pero algo que este no le ofrecía eran opciones.
Es estúpido considerarlo desde ese punto, pero...
Quiero decidir también.
“Aunque Bakugō parezca alguien impulsivo, es una persona sumamente cuidadosa, hacer los movimientos que él hace implica práctica y dedicación”
Y sé que es ridículo.
Pero eso fue justamente lo que me impulsó a terminar. Me costó tiempo, muchísimo, para una simple y corta oración. No estoy enamorado. Si lo estuviera, ¿por qué le fui infiel en primer lugar? Si lo estuviera, ¿por qué pienso en alguien más? Si lo estuviera, ¿por qué no me siento igual que al principio? Si lo estuviera, ¿por qué me siento atado?
“Lo siento, Deku, pero ya no puedo seguir haciéndote sentir así.”
“¡Aún podemos intentarlo, Kacchan, por favor! Te puedo demostrar que lo lograré, te prometo que lo haré”
“No puedo, te estaría pidiendo mucho”
“¿Hay alguien más?”
Sólo en mi mente.
“No, no lo hay, pelusita, pero ya no siento lo mismo. Te quiero, pero ya no como tú a mí”
“Kacchan, no me hagas esto”
“¡Es que ya no te amo, entiende!”
No debí decirlo.
“¿Qué?”
“Creo que me gusta alguien más”
Sabía que tenía problemas con los nervios, sabía que era muy ansioso, que se alteraba ante situaciones de mucho estrés, pero jamás lo imaginé verlo tan destruido.
“¡¿Quién es?!”
“Lo siento, pero ya no puedo seguir contigo”
“Creo que ya lo sé, te he visto, he notado como lo miras...”
“No tiene que ver con esto”
“¡Sabía que no era mi amigo, lo detesto!”
“Izu, no puedo seguir haciéndote más daño”
“¡Entonces no me termines!”
“¡Deja de hacer esto tan difícil!”
“Pero siempre volvías a mí aún cuando lo mirabas con cariño, ¿sabes por qué? Porque sólo yo puedo comprender los sentimientos de Kacchan, no me hagas esto, por favor”
“Ya no te amo..., perdóname”
No lo dejé decidir.
Entonces clavó sus uñas en sus brazos y empezó a rasgarse la piel frente a mí. Logré hacer que parara, llorando porque no quería que se hiciera más daño, tratando de que se recuperara y volviera a ser el mismo Izuku sonriente del que alguna vez me enamoré, el que era antes de que mis sentimientos fueran expresados después de su declaración.
Tardó en reaccionar, también fui un idiota en terminar en el festival deportivo a unas cuántas horas de que diera inicio. Fue muy obvio que competía contra alguien en particular, pero me sorprendió que él también lo consideraba un rival.
No pasaron ni dos días cuando All Might me llamó por primera vez pidiéndome que entrenara a mi pulga verde y acepté por el temor de que se hiciera más daño.
Cuando no sabía si hacer algo por recuperar mi poder de decisión sobre mi vida, preparé un bentō.
Y la persona que me sonrió, fue el mismísimo bastón de caramelo, quien parecía ofrecerme una gama de opciones.
***
Cualquier cosa en el canal.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro