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—¿Cuáles son los requisitos para que un pokémon evolucione?—preguntó t/n metiendo la nariz en el libro de biología.

—Hm... Pues los requisitos... Si... Depende del pokémon. Algunos al subir a cierto nivel, aprender un movimiento... Eh... No me acuerdo de más—dijo Mariah

—Veamos..."Las formas de evolucionar son muy variadas y pueden cambiar según el pokémon, algunos evolucionan por nivel, otros, otros al exponerse a un objeto, tras aprender un movimiento y subir un nivel o depende del afecto que tenga con su entrenador. Esos son solo algunos modos de evolución"—leyó del libro.

La rubia chasqueó la lengua y miró al houndour de t/n que jugaba en el suelo con su dedenne. Correteaban y jugaban con una pelota con forma de pokeball.

—No es justo, es una respuesta muy arbitraria.

—Es lo que dice el libro, así que supongo que eso saldrá en el examen.

—Buen punto.

—Bueno, pasemos a otra cosa.

—Si, mejor. ¿Qué tan malo estaba el bocadillo que le diste a Grusha?

—Me refería de biología.

—Y yo tengo curiosidad. ¿Realmente estaba malo?

T/n pensó un poco y dejó el libro a un lado.

—Se me volcó el bote de especias entero sobre el pan—dijo al fin—, y él arrugó la nariz y miro feo al bocata. Quiero decir, el suyo estaba bueno pero creo que el mío sabía a rayos. ¿Qué tal con tu compañera?

—Bien, se llama Andrea y le salió delicioso. El mío un poco soso según ella pero nada mal.

—No como yo.

—No pasa nada.

—Si pasa, llevo mucho tiempo la academia y aún no se hacer bien un simple sándwich.

Mariah le dió unas palmaditas en el hombro.

—¿Quieres hacer algo para subirte el ánimo?—preguntó ella.

—No se ¿Cómo que?—preguntó t/n.

—En la ciudad han abierto una nueva tienda de complementos hace poco. ¿Quieres ir? Yo tengo un poco de dinero.

—Eh, vale. No tengo mucho dinerillo, pero algo podré comprar.

—Sip, según sé es bastante barata.

Dejaron los libros y libretas y junto con sus pokémon salieron de la habitación. Mariah llevaba a su dedenne en el hombro y t/n caminaba lado a lado con su houndour.

—¿En qué calle está la nueva tienda?—preguntó t/n.

Mariah mientras caminaba pensaba. No recordaba muy bien donde estaba la tienda. Había oído hablar de ella pero nunca había ido en persona.

—Me quiere sonar que estaba al lado de una heladería—dijo ella.

—¿Te apetece ir luego a por un helado?

—¿En invierno? ¡No que te resfrias!

—Bueno... La única heladería que conozco es la de la esquina. ¿Vamos ahí? A lo mejor vemos la nueva tienda.

—Me parece bien.

Caminaron y hablaron hasta llegar a la heladería que había en una esquina. Al lado había un restaurante y al otro lado de la calle un edificio residencial.

—Me parece que por aquí no es.

—¿Y si miramos en la calle de atrás?

Las dos y los pokémon cruzaron la esquina y allí vieron una tienda pequeña.

—¡Esta es!—exclamó Mariah—Andrea me habló de ella.

—¿Andrea?

—Si, mi compañera de clase de hogar de hoy.

—Ah.

Entraron a la tienda. Era muy colorida. Había gorros, collares, anillos, lazos para el pelo, bufandas, guantes, calcetines, pulseras, llaveros...
Era mucho donde elegir para una tienda tan pequeña. Se acercaron a un expositor donde había lazos. Mariah comenzó a probarse varios.

—¿Cuál me queda mejor?—dijo cambiándose un lazo azul por uno rosa.

—¿Has probado el negro?

—No ¿Hay negros?

T/n señaló al expositor que estaba más abajo y allí estaban los de color negro y verde.
La rubia tomó uno y se lo colocó en el cabello.

—Te queda bien.

—¡Pues con este me quedo! Voy a comprar otro para Dedde.

—¡Dedd!—dijo el dedenne

—Vamos a la zona de los gorros. Quiero ver alguno.

Las dos chicas fueron a la zona de gorros que estaba un par de metros a la derecha. Había de muchos tipos y de muchos colores, pero ella eligió un beanie verde oliva.

—Te queda de lujo—dijo la amiga a t/n con un signo de pulgar arriba.

—Gracias.

Dos chicos y una chica entraron a la tienda. Uno alto y de cabello negro, otro no tan alto y de cabello azul recogido en un moño y con un swablu encima de la cabeza y una chica algo más bajita de cabello castaño.
Las chicas se giraron a ver quién entraba, curiosas y vieron a Grusha con un chico y una chica.

—¡ANDREA!—gritó Mariah al ver a su compañera. También corrió hacia ellos.

T/n se quedó estática. Houndour se sentó en el suelo a mirar.

—¡Hola Mariah! Veo que al final has venido. ¿A que es una tienda muy mona?—dijo la tal Andrea.

—¡Si! ¿A que has venido?

—¡A comprar claro está! He venido con mi novio Félix y con su amigo Grusha.

—¿Grusha? ¡Claro, Grusha! ¡Tu fuiste el compañero de t/n hoy! ¡El que se comió el bocadillo de rayos!

Grusha se rascó la nuca.

—Si, soy yo.

—Ya me dijo que estaba muy amargo—comentó Félix.

Mariah miró hacia atrás y vio a t/n con el beanie verde en las manos y mirando desde la sana distancia lo que ocurría.

—¡Venga t/n, acércate a hablar!—dijo ella. La mencionada tímidamente de acercó—Te presentó a Andrea y a su novio Félix. A Grusha ya lo conoces.

T/n saludó con la mano.

—¿Cómo hiciste un bocadillo tal malo?—preguntó Félix a la chica.

—Yo... Bueno, sin querer volqué todo el bote de especias sobre el pan—dijo ella. Miró a Grusha que también la miraba a ella—. Esto... ¡Lo siento mucho!

—¿Por que?—preguntó el de pelo azul.

—¡Perdón por darte un bocadillo asqueroso! El tuyo estaba muy bueno...

—¡Oh descuida! No todos somos buenos en la asignatura de hogar—él le quitó importancia.

—¿Y que veníais a comprar?—preguntó Mariah.

—Grusha quería una bufanda nueva y yo quería un llavero nuevo—dijo la castaña.

—¿Y tu Félix?—preguntó la rubia.

—Yo solo vengo por qué me prometieron que me comprarían unos chetos si salía con ellos.

Mientras hablaban Grusha fue a un expositor a mirar las bufandas.

—Mariah, deberíamos pagar—dijo t/n.

—Claro. Bueno Grusha, Andrea, Félix, nosotras nos vamos a seguir estudiando para el examen de biología—se despidió la del dedenne en el hombro.

T/n se despidió como había saludado, con un movimiento de mano y fue con su amiga a pagar lo que querían comprar. Cada una pagó su parte y salieron de la tienda.

Se detuvieron frente a la tienda de helados.

—¿Qué tal esta interacción con gente?—le preguntó la amiga.

—Terrible—respondió al otra.

—En fin, regresemos a la academia.

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