Capítulo 36
Capítulo 36
Parece que las estrellas nos sonríen, nos dan su consentimiento y son testigos de cada uno de nuestros momentos, inclusive de los privados, como este. En el cual puedo enredar mis dedos en su pelo, jalar sus labios con la succión de mi boca y desvestir poco a poco su exquisito cuerpo.
Camino su desnudez con mis huellas digitales, con mis besos mojados hasta estremecer su ser. Trato de acorralar cada uno de sus rincones con mis manos y me apropio de estos hasta dejar registro de mi rastro sobre ella, hasta sellar nuestra promesa de amor y fidelidad.
Intento que cada segundo sea memorable para que lo atesore con la misma devoción que yo siento ahora. Y no detengo el juego de seducción que le propongo hasta conseguirlo. Porque ese es mi deseo, mi meta, mi objetivo… Quiero que experimente un estado de placer, locura y éxtasis con el fuego que le entrego.
—No digas nada— le digo cuando finalizó nuestro encuentro apasionado y me quedo mirando el brillo de sus ojos enamorados. Esos luceros que se apoderan de mi mirada y me indican que aún no debe creer lo que acaba de ocurrir. —Tengo que decirte que te ves más hermosa que antes Amelí— sus labios se curvan y muestran una sonrisa avergonzada, perfecta.
—Eso no puede ser cierto, sigo igual que antes. La diferencia es que estoy desnuda— muerde su pulposo labio y se tapa el cuerpo con mi campera mientras me mira desafiante e indica sin rodeos que inicia nuestra guerra.
—Desnuda o no, sos la mujer más hermosa que he besado— intento sacarle mi campera para volver a verla y ella forcejea conmigo mientras le regalo algunos besos cuando me acerco.
—¡Basta Lennox!, debería cambiarme ya— me dice entre risas y me aparta débilmente con sus manos.
—¿Lennox?, eres mi novia. Podrías ponerme algún apodo cariñoso, ¿no?.
—¿No vamos muy rápido?, yo creía que no eras de tener novias… No quiero asustarte— me dice entre burlas mientras se viste y me va tirando mi ropa en la mano para que haga lo mismo.
—Nunca me asustaste, ¿por qué tendría miedo ahora?— le guiño el ojo y me acerco a su cuerpo para abrazarla por detrás. Respiro cerca de su oreja, consumo extasiado su perfume y le beso su lóbulo con dulzura.
—¿Nunca tuviste miedo a lo desconocido?, ni intentes decirme una gran mentira Romeo— mis labios se tensan un poco a modo de afirmación. —Otra vez no, amor— me responde con un tono seductor, cuando la beso con más intensidad.
—¿Por qué no?, me gusta que me digas amor— se gira y quedan frente a mí sus verdes y preciosos ojos.
—Es tarde, debería estar en mi casa. Mañana tengo muchas cosas que hacer y no puedo perderme otra vez contigo.
—¿Otra vez?, ¿te quito los sentidos?— reí sutilmente con naturalidad.
—Absolutamente todos, no sos indiferente a eso. No me niegues que lo sabes— sus confesiones me excitan y enaltecen mi hombría.
—Quizás muy en el fondo sí. Pero contigo no podía estar seguro— realmente no, nunca podía palpar sus sentimientos reales. A veces presentía que enloquecía con mi presencia y a veces creía que era indiferente.
—¿Me quieres decir que soy complicada?.
—Algo.
—Pero eso es bueno. Te gusta que yo sea complicada— Amelia comienza a ayudarme con mi ropa y va subiendo el cierre de mi pantalón, mientras yo me quedo perdido en sus movimientos.
—Te admito que los desafíos captan mi interés. Pero tú captaste mucho más que mi interés— ya era hora de confesarle mi adicción. Ella desde el primer momento había sido mi droga y por más que lo intentara, no podía sacarla de mi mente.
—¿Cómo seguimos ahora?— toma mi mano y me observa. —¿Realmente somos novios?.
—Amelia, esto es real. Nunca estuve tan seguro de algo en mi vida. Solo necesito que me permitas amarte— ella sostiene con más firmeza mi mano y sonríe.
—Sí— me abraza por varios minutos sin despejarse. —¿Puedo contarlo?.
—Claro, ¿eso quieres no?— no sabía tener novia, mucho menos manejar la noticia ante la prensa, pero por ella aprendería.
—Sí, en realidad creo que deberíamos dejar que todo fluya. Sin presiones. No me gustaría ser famosa… Creo que debes saber a lo que me refiero, ¿no?.
—Te entiendo, que sea más discreto todo. No hay problema para mí. El problema es que dudo que todo sea igual en tu vida. Pero haré todo lo que tenga…— ella interrumpe mis palabras con un beso.
—No digas nada, dejemos que el destino siga su curso. Además, no quiero hablar de lo que pueda pasar ahora— comienzo a acomodar la camioneta para poder irnos.
—Entonces, no digamos más nada de eso… Disfrutemos de cada paso— hago una pausa y ambos nos miramos para afirmarnos nuestra decisión. —Te llevo a tu casa. En realidad, nos llevas vos— le doy las llaves de la camioneta y ella se queda perdida mirando el objeto que se encuentra en su mano.
—¿Me vas a dejar manejar?, ¿por qué?— pregunta sorprendida.
—Adivino tus deseos, amor. Te mueres por tener un auto, sobre todo manejar los míos— me sonrió con malicia...
—Puede ser que tengas razón. Pero no tengo registro y cuando me dejaste hacerlo estabas sufriendo— comienza a reírse a carcajadas.
—Antes quería más a mi auto. Ahora te quiero más a ti— me da una mordida en el labio y me lo besa con fuerza.
—Quisiera afirmar que no vas a arrepentirte— se sienta y gira la llave para escuchar el motor. —Pero estoy dudando de esa posible afirmación.
—¿De darte la llave o de quererte?— le pregunto con preocupación.
—No me digas que no sabes la respuesta…
—La verdad no, siempre me sorprendes.
—Depende, todo se puede relacionar— me mira con picardía. —Creo que las dos opciones— me responde, pero espero que no tenga razón.
《Tengo que darle clases de manejo.》
—¿Por qué esa cara?— mi novia me preguntó cuando estacionó la camioneta en la puerta de su edificio. Pero me demoro en responder porque estoy atento a la gente que transita por las calles.
—Creo que nos están sacando fotos… Hay algunos fotógrafos que ya los conozco. Aunque se cambien de ropa, los detecto rápidamente. —Hay uno detrás de los arbustos— le señalo, con mi dedo, las plantas que se encuentran cerca del ingreso a su edificio.
—Ah, seguro estás acostumbrado.
—No, nunca me acostumbro. Pero entiendo que yo lo elegí. Yo quería ser famoso.
—Pero hace mucho tiempo que no hay fotos de la prensa… Solo circula lo que tú quieres. ¿No?— me pregunta entusiasmada.
—Mi padrastro suele pagar mucho dinero. Por eso no publican fotos indiscretas. Y debo admitir que a veces lo hago yo.
—¿Vas a pedir que no publiquen las fotos que tienen ahora en su poder?— me pregunta frunciendo el ceño con indignación.
—No, me gustaría leer mañana lo que van a publicar sobre nosotros. Pero todo depende de vos… ¿Qué te gustaría que suceda?— la expresión de su rostro cambia en el acto.
—¿Cuánto te roban?— me pregunta enojada y apenada.
—A veces es poco, a veces es el valor de este vehículo, a veces es el valor de una casa. Depende de la noticia— observo que los ojos de Amelia se abren y cierran con indignación.
—Me imagino que esta noticia ahora no vale mucho pero podría llegar a valer demasiado cuando averiguen quién soy y lo que somos— me gustaría que lo descubran, pienso, pero no lo digo. —Pero no quiero que gastes dinero en eso, me sentiría culpable— le doy un pequeño beso.
—No importa el dinero, no tienes que preocuparte. Además, dijimos que vamos paso a paso y no querías ser famosa.
—Igual, no quiero. Prefiero que digan lo que quieran y publiquen las fotos que tengan. Solo me van a ver salir de la camioneta, después de todo.
—Bueno, podríamos darles un pequeño show y un motivo verdadero. No quiero que digan que sos una aventura, una amiga— nos reímos juntos a la par.
—Pero te van a sacar fotos y aún no te recuperaste— dice sin restarle importancia y acariciando mis marcas.
—Están lejos y yo tengo lentes de sol, estoy bastante cubierto. Algunos moretones se pueden ver, pero son pocos. Además, tengo que llevar a mi novia hasta la puerta. No voy a dejarte sola. ¿Qué clase de caballero no acompaña a su princesa?— se sentía perfectamente bien decir lo que ella era, no me sentía agobiado al decirlo.
—Princesa, novia tuya… Aún no me lo creo— pronuncia en voz baja. —¿Los caballeros modernos?.
—Esos no son caballeros— menciono y le sostengo el mentón para que me vea. —Tienes que creerlo, sos mi novia Amelí— ella se inclina para abrazarme.
—Te devuelvo las llaves, ¿podré manejar otra vez?— me dice cuando me suelta, con la energía de una niña pequeña.
—Antes voy a darte algunas clases, te noto un poco insegura. Pero no manejas mal, quiero aclararlo porque tus ojos me están tirando dardos en este momento— se queda mirando el volante y trata de evitar mi mirada. Luego ladea su cabeza y me mira con seriedad, dejando desaparecer la alegría que tenía.
—Ya tengo turno para ir a sacar el registro. Llegaste un poco tarde para ofrecer tus clases personalizadas cariño. Pero podrías enseñarme a tener autoconfianza en otras asignaturas— 《Creo que me va a dar algo…》quiere redoblar la apuesta, me ataca como una leona enjaulada. Mi reina, mi princesa, mi estrella… Eso era y era mía.
—No me lo pidas con esa voz por favor— me sonríe al entender mi indirecta, al leer mis pulsaciones. Y aunque le molestó mi comentario anterior y le picó, trató de terminar el diálogo que teníamos de manera pacífica.
—Voy a complacerte solamente hoy— desliza sus uñas coloradas por mi barbilla e intenta abrir la puerta para irse, pero la detengo al sostener su brazo. —No voy a darte un beso aquí, te lo voy a dar en la puerta. ¿No era eso lo que querías?— me señala el fotógrafo que aún espera afuera.
—Claro, pero yo te voy a abrir la puerta, mi reina— me bajo del vehículo y me olvido del motivo que da iniciativa a mi acción caballerosa. Abro la puerta de la camioneta y ayudo a mi novia a descender. Le doy un pequeño beso en la boca y luego la levanto para cargarla entre mis brazos porque hoy me permito ser su príncipe, me declaro su esclavo.
—No estoy actuando mis acciones— le susurro en el oído cuando ella apoya su cabeza en mi pecho.
—Yo tampoco las mías— me declara cuando sus pies vuelven a tocar el suelo y me estampa sus labios. Comienza a besarme y yo respondo inmediatamente. Abrió su boca gracias al impulso de mi lengua y comenzó a deslizar la suya al unísono de la mía.
Sus piernas se inclinaron para saltar y despegarse del piso. Mis manos la atraparon en el aire y colocaron sus piernas alrededor de mi cadera. —¿Tengo que irme?— le pregunto cuando me aparta su cara y coloca su frente sobre mi frente.
—Hoy sí, deberías descansar un poco y yo tengo que hacer lo mismo. Mañana organizan un desfile de modas en el local. Es un pequeño evento que hacen por el lanzamiento de la nueva línea de ropa. Tendré un día bastante agitado— la vuelvo a apoyar en el suelo y le desenredo sus mechones de pelo con mis dedos.
—Me encantaría poder ir…
—Quizás la próxima vez. Seguro te invitan a modelar… La dueña no va a perder la oportunidad cuando se entere de nuestra relación. Ya me lo imagino— me dice avergonzada y resignada.
—Lo haría con gusto. Eso te subiría puntos en el trabajo y yo estaría encantado de ayudarte. Por cierto, tenemos más público.
—¿Dónde?— se exalta y la abrazo para disimular su incomodidad.
—No te gires, pero detrás tuyo, frente a mis ojos… Detrás de mi camioneta. Se acerca otro paparazzi. Cuando me mueva, se va a ir corriendo— se sonríe nerviosa. —Ten dulces sueños, sube al castillo— le señalé con mis ojos su departamento y luego la besé con dulzura.
—No será difícil— me responde y su mano comienza a despegarse de la mía lentamente cuando empieza a caminar para marcharse sin mirar atrás.
Me quedo un rato parado mientras observo que Amelí se aleja del camino que miran mis ojos. Después registro el lugar rápidamente y determino que los molestos fotógrafos habían desaparecido en las sombras. Una vez que cumplieron con su trabajo, se fueron sin dejar rastro alguno y yo partí a mi hogar, pero esta vez con una sensación extraña, alegre y optimista dentro de mi cuerpo.
Nunca podría arrepentirme de pedirle que fuera mi novia, inclusive me comenzaba a recriminar a mi mismo no habérselo pedido antes. Desde el primer día que la vi, percibí la electricidad que nos unía. Era algo inexplicable, pero hermoso y palpable.
Indiscutiblemente es la mejor noche de mi vida. Indudablemente chocaría infinidad de veces con ella. Repitiera nuestro encuentro una y otra vez, sin dudarlo. Porque verdaderamente me siento más real, más vivo a su lado.《Es mi novia, realmente.》
Estoy en el cielo… No hay dudas de eso, no hay motivos para no creer que ella es mi paraíso, mi universo, mi infierno y mi resurrección. 《Ella es la exploción y yo soy las partículas de su colisión perfecta》.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro