uno
Tenía la respiración atorada en la garganta, como si estuviera atragantada en el medio del esófago. Sus manos, suave, pequeñas, estaban temblando ligeramente. Sus ojos, profundos como un café recién hecho estaban aguados y fijos en lo que tenía entre los dedos.
La luz era tenue y la música llegaba desde lejos, como un suave rumor. El frío recorría su tersa piel, y estaba segura de que el miedo que estaba sintiendo sería percibido por cualquier persona que pasará cerca de ese cubículo, solo esperaba que no fuera ninguno de esos alfas, de los que se creían dueños del mundo por tener dinero, de esos a los que está tan acostumbrada a atender.
Solo espera que lo que está pensando no sea cierto o no sabe qué va a ser de ella. Pasaría a la fila de Omegas descartables, como tantos que lamentablemente ha visto a lo largo de su corta vida, y es que a sus 19 años. ¿Qué sería de su vida sin lo único que sabe hacer? Complacer. Ser sumisa y callada, y no tener entidad propia.
Un suave sonido en la puerta frente suyo la saca de sus penas mentales, y la trae a ese lugar. A esa única realidad que conoce, ese maldito Burdel que le quita todo lo que es.
ㅡJen. ¿Te encuentras bien? ㅡLa nombrada levantó la vista, suspiró y exhaló, expulsado el miedo ondas. ㅡPuedo sentirte, ¿necesitas algo?
Maldice por dentro. Maldice que en su olor de omega enseguida quede al descubierto sus estados de ánimos o lo que está sintiendo, lo odia tanto. Así como odia a Jisoo que está del otro lado.
Mentira, ama tanto a su amiga. Pero esperaba hacer esto sin nadie a su alrededor.
ㅡEstoy bien Sooie ㅡsusurró, tratando de tranquilizar a la omega. ㅡEn s-seguida salgo, ve tú.
Jisoo es esa hermana que la vida le regaló, el día que llegó éste putrefacto lugar. Era baja, y ojos de un color marrón. Piel suave y dócil, cualquiera diría que era una alfa, pero era el ser más suave y bueno que jamás conoció. La omega más bonita que nunca vio.
ㅡVamos Jen, no puedo irme sin ti. Siento tu aroma.
Vuelve a mirar y se queda en estado prácticamente congelado. Cree oír que Jisoo le está hablando, pero no está del todo segura. Hay una sola cosa que se lleva toda su atención, y son las dos rayitas frente al profundo verde.
'Positivo'
···
Tenía la respiración pesada en su cuello, caliente e incómoda. Su cuerpo laxo, sin fuerzas, estaba sobre la cama y encima suyo ese toque áspero de quién no le importa dañar y de quién se cree merecedor, dueño, de poder hacer lo que se le venga en ganas. En esos momentos, su mente divaga a su niñez, a cuando era feliz.
A cuando su papá realmente la amaba, como se supone que un padre ama una hija. Hace tanto tiempo atrás, una vida parecía haber pasado.
El recuerdo de esa familia que supieron ser es la que le da fuerzas para soportar las últimas estocadas en su cansado cuerpo. Está tan acostumbrada, que esta reacciona solo que finge por defecto.
Recuerda la sonrisa de su hermana y eso le hace sonreír, le hace flotar. ¿Qué será de su vida ahora? Es lo que se pregunta hace tantos años. ¿Se acordará de ella? ¿Pensará en su pequeña hermana, como ella lo hace? Creer que, si le hace vivir, soportar un poco más.
Gimió bajito, cuando el nudo en su interior bajó. Cerró los ojos, mientras era tocada y besada. El aroma de ese viejo alfa le haría vomitar de seguro, pero pagaba bien y dejaba buena propina así que debía actuar como la mejor de los omegas.
ㅡTienes un aroma tan... ㅡmurmuró contra su clavícula y Jennie se tensó. Sabía lo que podría significar, y eso le aterraba pensar en el futuro. ¿Qué iba a hacer? No, no iba a pensar en eso, cuando llegara el momento lo haría. Ahora tenía que fingir. ㅡTan... especial omega. Distinto.
ㅡHmm. ¿Te gusta, alfa? ㅡPasó sus manos por la espalda del hombre y sintió debajo la piel floja.
ㅡNo lo sé ㅡse levantó de su lugar. ㅡEs raro.
Y dicho eso, el alfa se levantó de su lugar. La habitación estaba a casi oscuras y el hombre vistió su elegante traje color gris. Se calzó sus zapatos marrones y ajustó su saco. El aroma que despedía, a Jennie no se le olvidaría en un buen rato, quizás tendría que tomar una buena copa para quitarse el sabor a trabajo y viejo de su piel, pero aun así sonrió desde la cama. Con una pierna flexionada, las manos sobre su abdomen, cubriendo ahí por instinto. Su cabello revuelto, y sus ojos apagados.
Se sentía tan miserable después de cada encuentro, como un objeto. Un recipiente vacío donde descargar las ganas de los alfas, y algunos betas, que no la veían más que como una omega usada.
Se preguntaba si toda su vida sería así de miserable. Viviendo de lo poco que le deja ese lugar, siendo nada para nadie, solo un rostro bonito y uno suave y limpio, pero, ¿cuándo se terminará eso? En el momento en que su piel fuera vieja, cuando su rostro deje de ser el de un querubín y su pelo, castaño ondulado no fuera más que paja, desgastada por el tiempo y el uso. Cuando su cuerpo pasará factura y la belleza se esfumará.
Escuchó al alfa hablar, pero fueron palabras vacías carente de todo.
ㅡ... te he dejado un adicional, por ser una buena chica ㅡeso sí lo había escuchado. Sacó su billetera de cuero, la abrió y tomó varios billetes de ahí. Los hizo un bollito y se los tiró, quedando esparcidos por la cama y parte del suelo. Jennie tragó su orgullo, con un nudo en el estómago y los juntó.
Ese dinero iba para su ahorro personal. Era dinero no declarado para el Burdel. Nadie lo sabía, ni siquiera Min Jung-su. Su alfa. O más bien su dueño, porque no estaba marcada por él, pero de todos modos le pertenecía.
Agradeció en voz baja, y para cuándo el alfa desapareció, dejando el rastro de su olor, Jennie pudo recostarse y llorar.
Llorar mientras cubría su vientre, llorar y saborear sus propias lágrimas y sentirse el peor ser de la tierra. Aprovecharía los minutos que tenía antes del próximo cliente para ahogar sus penas en sollozos y después iría a higienizarse sus partes íntimas, puesto que como tomaba supresores no hacía falta que el alfa se cuidara.
···
Hacía frío, aún adentro de ese auto, pero lo que más le asustaba era que Jung-su estaba severamente enojado. El aroma que despedía hacía que se maree y su instinto de omega le hacía inclinar el cuello frente al alfa en señal de sumisión. Arañaba en su interior para calmarlo, para calmar al hombre que está frente suyo con ceño fruncido y manos apretando fuertemente sus muñecas delicadas.
Nadie, nunca, le advirtió lo difícil que sería lidiar con un alfa en ese estado. Si hubiera tenido alguien que la instruyera, sabría qué hacer en ese momento. Quería calmarlo, quería hacerlo sentir bien porque no quería que estuviera enojado con ella. No era la primera vez en todos esos años que el alfa se enojaba, pero ahora había algo distinto. Siempre su lado más sumiso tomaba el control y el hombre saciaba su mal estar usando su cuerpo, pero ahora no. Ahora no quería acercarse ni tocarla, se rehusaba a tener sexo con ella y ni siquiera en sus celos la quiso. Jennie se sentía completamente inútil, un omega que no podía ayudar a su alfa en sus celos era un omega completamente inservible, aunque Jung-su no fuera su alfa mediante una conexión por la mordida, es como si lo fuera porque era quien la controlaba y quién se llevaba las ganancias provenientes de sus clientes del Burdel.
Dinero, eso era lo único que Jung-su quería. Más y más, pero jamás marcarla. Jamás hacerla suya, porque no era un alguien sino un algo.
Y ahora no sabía cómo actuar frente a él.
ㅡEs que no lo sé, alfa. No sé qué sucede ㅡsusurró, evitando el fuego de los ojos del alfa.
ㅡ¿Cómo que no sabes? ㅡRugió, apretando con más fuerza. ㅡ¿Te has estado quedando con el dinero? ¿Es eso, omega estúpida? ㅡEl aroma agrio que expulsaba estaba a punto de hacer que se desmaye.
ㅡTe he dicho que no, por favor ㅡsuplicó. ㅡEs que, hay pocos clientes y-
ㅡ¡Basta! ㅡGritó y la omega se asusto tanto que se encogió en su lugar. ㅡEs tu maldita culpa, ¿desde cuándo los alfas no vienen? ¿acaso eres tan inservible que ni los clientes te quieren?
ㅡNo, n-no, alfa.
ㅡSí, omega estúpida ㅡhabló bajito y con una falsa calma. ㅡEres tú, y ese olor nauseabundo que desprendes. Hoy es Nochebuena, deben haber alfas solitarios. No sé qué harás para ocultarlo, pero si no vuelves con el triple que ayer, vas a conocer la ira de mi alfa, ¿me has oído? ㅡJung-su no jugaba cuando prometía algo así, Jennie lo sabía muy bien.
Jennie quería llorar. ¿Cómo iba a hacer? Ciertamente, los clientes habían bajado. O más bien, sus clientes. Desde...
ㅡSí, sí ㅡse apuró a decir y ni bien la soltó, salió disparada del asiento del acompañante.
A penas tenía un suéter que cubría su frágil cuerpo. Estaba frente a la entrada del Burdel, así que solo cruzó la calle, corriendo, y se adentró en el callejón que llevaba al lugar. Lágrimas atascadas en sus ojos, y en su garganta el ardor.
Caminó hacia el lugar donde debía cambiarse, la entrada solo para 'trabajadores' que llevaba a unos pequeños cuartos dónde dejaban sus pertenencias y dónde ningún cliente accedía. Allí se aseaba, cambiaba y preparaba para la larga noche que tendría por delante.
Se sentía tan perdida. ¿Qué había hecho para merecer esta vida?
El calor dentro la abrazo. Se sintió más tranquila al ver a su amiga Jisoo. Por lo menos no pasaría la víspera de Navidad sola, aunque prefería estar ahí y no con Jung-su. Todavía temblaba de sólo pensar en cubrir lo que éste le había pedido y el terror que respiró en el aire.
Era una tarde concurrida, y de verdad deseaba con toda el alma no fallar a su alfa. No quería hacerlo enojar y no quería que volviera a golpearla por no cumplir con lo debido. Hacía tiempo que no lo hacía, pero últimamente lo veía más enojado, y al borde de hacerlo.
Quería cuidarse. Jennie quería cuidar que nada le sucediera. Que nada les pasara, en realidad. Ahora tenía una razón más para vivir, y no se iba a dejar vencer por nada ni nadie, su omega interior gemía en clamor de cuidar a ese pequeño cachorro que llevaba dentro.
Para su ¿buena? suerte, la jornada empezó bastante arriba y tuvo que atender a un alfa y su amigo beta, juntos, pero eso era caro. Mucho más caro que atenderlos de a uno, así que ahí tenía asegurado fácil la mitad de lo que Jung-su le había pedido. Estaba siendo bastante optimista, la previa a noche buena pintaba bien y algo le decía que ese día, algo cambiaría su vida.
Después de guardar lo poco que le dieron de propina, insultando en su interior a ambos hombres por ser tan tacaños, se dispuso a caminar por el lugar, luciendo sus piernas largas, su cabello recogido y su piel cremosa a quienes estaban presentes, prácticamente desnuda.
Había un aroma fuerte ese día, demasiados alfas que al parecer recibirían la Navidad solos y qué mejor para su ego que anudar algún bonito omega, por más que tuvieran que pagar. Vio a Jisoo con una alfa joven a lo lejos desaparecer en uno de los privados, y negó con la cabeza. Su amiga siempre se llevaba los mejores alfas, los más lindos y más adinerados. Claro, era hermosa y más joven que ella, estaba bien cuidada y era muy cotizada. Jennie también lo fue en su momento.
Después de unos minutos andando, vio tres personas en la barra. Una chica, parecía ser una beta. Una fuerte pelinegra, claramente alfa. Se acercó un poco más, oliendo algo en el aire, algo como a café y dulce, fuerte y penetrante. La otra alfa rubia era más alta que la otra, y tenía un porte especial, fuerte y seguro. Veía sus ojos fijos en los de su amiga. Tenía cabello lacio y hasta los hombros, y un traje azul marino que calzaba a la perfección.
Su omega rugió con gusto, y hasta soltó un ronroneo involuntario. Tenía que saber quién era, solo por curiosidad claro estaba. Nada tenía que ver que el animal dentro suyo rasguña por ir al encuentro de su alfa. No, no, alto, se reprendió a sí misma. Esa mujer no era su alfa, su alfa era Jung-su. Bueno, tampoco lo era, pero ella entendía el punto.
La vio desaparecer, en dirección al baño y espero unos minutos para ir hacia el mismo lugar. Pasó por al lado de las otras dos, pero estaban enfrascadas con una de las nuevas omegas que habían llegado esa semana.
Caminó por el pasillo, y el aroma a café y dulces le llegó tan fuerte que casi le marea. Su mente se nublo cuando chocó con ella, su cuerpo tembló de arriba a abajo y ardió ahí donde se tocaron sin buscarse.
Recuerda que cruzaron sólo una palabra, y tuvo que ir hasta el retrete. Vomitó todo lo que había tomado junto a aquel alfa y beta, maldijo por lo bajo.
¿Qué mierda le pasaba con esa Alfa? exquisito aroma se le había quedado impregnando en la nariz, incluso podía percibirlo entre el tumulto de olores que había dentro del lugar. Alfas en celo, omegas buscando alfas adinerados, secretando sus hormonas más atrayentes, y aun así lo tenía presente.
A Rosé no se le olvidaba fácilmente el aroma de alguien, y menos alguien tan particular como esa hermosa omega, que se cruzó en la puerta del baño, aunque se dio cuenta tenía algo más mezclado a su fascinante aroma. Era muy dulce y como si estuviera alterado, pero no sabía qué era. No fue solamente sus ojos lo que le cautivo, no, también su altura perfecta para un omega, su cabello largo y ondulado y sus piernas aparentemente infinitas.
Las luces seguían centelleantes, la gente seguía bebiendo, charlando y el mundo seguía girando, aunque afuera una tormenta invernal se estuviera por desatar, dentro nada afectaba. Rosé pensó en todos los omegas ahí presentes en esa fecha tan especial y sintió tristeza en su corazón. ¿Hasta qué punto la necesidad influirá en sus decisiones? ¿Eran libres de decidir siquiera por ellos mismos el estar ahí? Dudaba.
Estaban las tres amigas en el mismo lugar desde que había llegado, cubiertas por las luces opacas. Nayeon miraba con deleite una omega con prácticamente nada de ropa, una copa en la mano y los ojos dilatados. Lisa hablaba con el beta barman y pedía otra ronda.
ㅡYa has visto alguna presa, Park ㅡmurmuró la alfa pelinegra. No era una pregunta, sino una afirmación.
Rosé gruñó en dirección a su amiga. ㅡNo son presas, Manobal ㅡle echó una mirada filosa, dejando su trago sobre la barra. Odiaba que alguien se dirigiera de esa manera hacia los omegas, odiaba.
ㅡLo sé, lo sé. Lo he dicho a propósito ㅡse apuró a aclarar, levantando las manos y excusándose de todo. Rosé desvió la mirada y volvió a su vaso. Paseó su vista por el lugar.
ㅡ¿Quién es? ㅡpreguntó Nayeon divertida, completamente ajena al intercambio de las alfas.
ㅡ¿Quién es qué cosa? ㅡIntentó no sonar agresiva, pero aparentemente así fue porque su amiga se sorprendió por instante.
A lo lejos, un omega era llevado prácticamente a las rastras por un joven alfa. Rosé no le daba más de 16 años, seguramente era su primer celo. Sintió pena por él, pues los primeros celos de los alfas eran bastante agresivos.
ㅡEl o la omega que estás buscando ㅡdijo, y la miró con burla como si la hubiera descubierto haciendo algo indebido. Rosé por un instante se sintió así, esto no le gustaba y sentía que no iba a salir del todo bien.
ㅡNo es así Nayeon ㅡmintió. ㅡNo estoy buscando a nadie ㅡle dio un trago largo a su bebida amarga. No era cierto, desde que se sentó busco con la vista a la dulce omega. No sabía que quería, pero quería verla. Necesitaba hacerlo.
En su pecho un ligero rumor.
Los minutos pasaban y la primera en desaparecer en una de las habitaciones privadas con una omega hermosa, y de cabello largo y rubio, fue Nayeon. Rosé y Lisa rieron y negaron con la cabeza.
ㅡVamos Park ㅡla animó Manobal, mirándola divertida y con evidente bastante alcohol en sangre, mientras meneaba la cintura al suave ritmo de la música. ㅡEs tu cumpleaños, no todos los días se cumplen 25 años.
ㅡYa lo sé, ya lo sé. Es que ㅡhizo un sonido de exasperación. ㅡNo lo sé. No me siento cómoda, es todo esto. Yo...
ㅡTú tienes que conseguir un buen omega que te quite el mal humor. Por ahí quién te dice, conoces el amor de tu vida ㅡle guiñó un ojo y bebió el resto de lo que tenía, ya levantando la mano y llamando al barman.
La barra era larga, y a parte de ellas dos, más adelante habían otros dos alfas con una omega cada uno, con las manos afianzadas sobre las caderas. El aroma de excitación de los alfas llegaban hasta el par de amigas, quienes desviaron la mirada cuando una mano se coló por debajo de la blusa de la chica.
La mirada de Rosé se desvió hacia la entrada del lugar. Frunció el ceño cuando un alfa entró, con aire superior, y de eso ahí abundaban. Alfas que prácticamente se creían dueños de todo ser viviente dentro del lugar. Le llamó la atención el aroma que expedía.
Lisa seguía hablando cerca de su oído, pero no estaba escuchando absolutamente nada de lo que esta estaba diciendo. Pero algo más le llamó la atención. Antes de que apareciera en su capo visual le llegó el aroma a menta y vainilla. Cerró los ojos con fuerza y sin buscarlo, se puso de pie. Aspiró profundamente, llenando sus pulmones de ellos. Se sentía flotar, era lo más maravilloso que jamás olió, y su alfa interior demandaba reclamar esa omega como suya, era una fuerza invisible que tiraba de ella sin permiso. Lo sentía en todo su cuerpo, en sus pies, en sus manos que picaba por tocar, en su garganta seca y los colmillos que crecieron sin pedir permiso.
Se volvería loca, pensó. Abrió más los ojos, buscando entre la penumbra y el océano de cuerpos.
Abrió los ojos, y ahí estaba. Sonrió involuntariamente y tosió cuando Lisa la miró curiosa. Intentó disimular cuando esta paso por frente suyo y no le dirigió ni siquiera una sola mirada. A su alfa le molestó. Le molestó mucho sentirse ignorada, y luchó fuertemente por no correr hasta ella y hundir su cara el cuello y aspirar hasta saciar su sed de ella. Pero debía controlarse, no le gustaba tratar a omegas como algo de su propiedad y aborrecía aquellos alfas que si lo hacían.
ㅡAhora sé a qué se refería Nayeon ㅡsusurró la otra alfa y Rosé desvió, con evidente molestia, su mirada de la hermosa omega hasta su amiga. ㅡEs a esa omega a la que estabas buscando, eh.
ㅡ¿Te puedes callar la maldita boca y no decir tonterías? ㅡRepuso. Seguía parada en su lugar.
ㅡ¿Ella te gusta? ㅡinquirió y Rosé afinó su vista sobre ella. Sus dedos exigían tocar a esa bella joven, hundir su cabeza en sus cabellos y tocarla como si fuera la más hermosa pieza de arte. Antes de que pudiera decir algo, Manobal volvió a hablar. ㅡLa podemos llamar, va a ser mi regalo de cumpleaños ㅡsonrió con suficiencia.
Rosé gruñó, no quería que su amiga tratará de esa manera a la chica, no era ninguna mercancía.
ㅡLalisa ㅡadvirtió, pero esta estaba más borracha que cuerda y la advertencia de su amiga entró por un oído y salió por el otro. Sin escalas.
Para cuando calculó, Manobal ya estaba acercándose a la omega que había dejado de hablar con ese alfa que le había llamado la atención a Rosé hace un rato. La rubia negó con la cabeza. Mañana, cuando su amiga estuviera sobria, le iba a pagar todo lo que estaba haciendo.
Pero, no podía negar que su corazón se exaltó cuando vio a la joven acercarse con Lisa. Su pecho vibró en demasía al cruzar miradas con ella. Alfa contra omega. La chica, claramente menor que ella, la miró con una sonrisa que derretiría glaciares e incendiaria a cualquiera. Se movía con gracia, elegancia y un buen porte, como si supiera lo mucho que vale y lo importante que era. Para Rosé, sin conocerla ya lo era.
Su lengua picaba, quería saber y pronunciar su nombre. ¿Cómo sonaría el suyo propio en esos labios rojo rubí? La boca era lo que le estaba mirando, y podría jurar morir y renacer en ese instante.
ㅡHola, alfa ㅡy si, su voz era melodiosa. Tal como lo había comprobado en el breve cruce que tuvieron hace un tan solo un rato.
ㅡHola, bella omega ㅡesta sonrió tan lindo, como si de verdad le estuviera sonriendo a ella. A Rosé Park, no a un mero cliente de una noche. Ni eso, de un rato. Eso golpeó con fuerza en su estómago, pero intento empujarlo fuera de su sistema.
ㅡAquí, Jennie... ㅡla presentó Lisa. ㅡEstá más que gustosa de ayudarte en tu cumpleaños, Park ㅡLisa sonrió, y se tambaleó.
Al estar más cerca, Rosé sentía con mayor intensidad su aroma. Era tan excepcional.
ㅡFeliz cumpleaños, Rosé ㅡsonrió coqueta la omega, se acercó sigilosa y dejó un suave beso en la mejilla de la alfa. A Rosé se le seco la garganta, otra vez.
Segundos pasaron, y la alfa estaba siguiendo a la chica, entre la gente, como si fuera un perrito faldero, hacia uno de los largos pasillos. La omega sonrió con gusto ante esto.
···
La habitación era tal cual se la imaginaba, olía a otros alfas y eso no le sorprendió para nada, aun así le disgustó. Todo era muy lujoso, las luces y la mueblería. Las alfombras y las paredes recubiertas de terciopelo, los espejos cincelados. La inmensa cama y el baño tipo suit que vio al pasar.
Al entrar, Jennie se sentó en la cama. Rosé noto como ésta se hundió suavemente con el peso de la chica. La menor tenía una mirada penetrante, y una sonrisa de lado.
Rosé jamás sabría lo nerviosa que Jennie estaba, era buena en disimular y lo había probado muchas veces, pero para la omega esto era distinto. Se sentía distinta y no entendía bien por qué. Luchó por empujar a su animal dentro suyo que exigía rendirse ante la hermosa e imponente alfa, la que tenía una mirada cálida, y suave. Como si de verdad se interesara por ella y no fuera un simple pedazo de carne dónde saciar sus deseos más bajos.
Cuando se iba a desprender el botón superior de su camisa, escuchó a Rosé gruñir bajo y alzó la mirada. Su color miel era hermoso, pero era uno apagado. Sus ojos no denotaban lo que su presencia hacía, se le veía un poco triste y a la vez feliz, Jennie no sabría cómo definirlo.
La alfa se sentó a su lado, y con una extrema delicadeza que sorprendió a la omega, quitó su mano de dónde estaba y la sostuvo entre la suya. Se quedaron viendo una en la otra.
Rosé notó que su propia mano era más grande que las de la omega, y evidentemente más fuerte, que su piel era más pálida y la de la joven más trigueña y cremosa. Con parsimonia, la acarició con delicadeza. Llevó la mano hasta sus labios, y besó cada uno de los nudillos, sin quitar la vista de sus ojos de Jennie.
Todo había desaparecido a su alrededor, eran solo ellas y hasta la música lejana calló.
ㅡHermosa ㅡmurmuró. ㅡBella omega.
Jennie se sintió sonrojar hasta las orejas. Y no era que nunca nadie le hubiera dicho algo parecido, de hecho, todos lo hacían y ella sabía que lo era, pero que lo haga esta alfa era completamente distinto y no sabía por qué.
La sintió gruñir, cuando de un solo movimiento se encaramó encima de la alfa y esta aseguró sus manos en las caderas de la omega, temblorosa. Como si tuviera miedo de dañarla.
La alfa de Rosé se sentía tan única, plena y feliz por tener a su omega entre sus brazos. Sacudió su cabeza, no podía pensar así. Jennie no era su omega, era una que estaba haciendo su trabajo, solamente eso. Pero de todos modos qué bien se sentía, su calor, su cercanía. Su piel pegada a la suya y la respuesta bajita sobre su rostro.
La tenue luz daba desde atrás de la omega, y la menor la miraba con profundidad y Rosé se sintió completa por primera vez en toda su vida. La castaña rodeó el cuello con sus brazos, y la alfa acarició con suavidad sobre la tela de la camisa. Se iba a volver loca, era simplemente hermoso.
Pero no. No podía hacer esto, no podía permitir caer bajo sus más primitivos deseos, todo esto era lo que siempre estuvo en contra. Esta clase de lugares y los pobres omegas utilizados como muñecos para satisfacción de quienes por ser de otra casta, se sentían superiores en todo sentido.
Hizo fuerza mental para volver a la realidad, para bajar de esa nube de feromonas en dónde se encontraba envuelta en ese momento, del extenuante aroma de la omega entre sus brazos, porque de seguir así iba a sucumbir ante los deseos de su alfa y no podía permitirse, no podía hacerle esto a Jennie porque sin siquiera conocerla, sentía que le debía respeto y no quería usarla como se supone que debería hacerlo.
Así que, otra vez, en un solo movimiento, bajó con cuidado a la delicada omega de su regazo y esta la miró más que confundida. La joven sintió el aire cambiar, el aroma a enojo que estaba expulsando la alfa la hizo gemir bajito, y exponer su cuello en señal de sumisión.
ㅡP-perdón, no he querido hacer algo malo, alfa ㅡse excusó, con voz casi aterrada. No quería molestar a la alfa frente suyo. Un alfa enojado nunca era bueno, y menos un cliente porque eso traería sin dudas problemas, pero más que eso le dolió sentirse rechazada por la mujer.
Rosé la miró, consternada. Dándose cuenta de que la omega mal interpretó su actitud y entonces cayó en cuenta del aroma que estaba expulsando.
Miedo.
ㅡNo, no. Hermosa omega, tu no has hecho nada malo ㅡse apresuró a colocarse a su lado, y mirarla con ojos que pedían perdón. Se sintió una estúpida y una mal alfa por hacerle sentir de ese modo ya que el aroma de omega había cambiado y dejó de ser dulce y exquisito, para ser más cítrico y picante, evidencia del miedo que estaba teniendo.
ㅡSoy una mala omega, perdón, perdón ㅡno sabía de dónde salía ese deseo de ser sumisa ante la alfa, y de que la perdonara por algo que evidentemente no hizo mal pero no le importaba, necesitaba calmar el enojo de la mujer.
ㅡNo, no. No es así, eres la omega más linda que vi nunca, y la más buena ㅡla calmó, acariciando su mejilla y esta se inclinó ante su toque. A la alfa de Rosé le encantó esa actitud.
ㅡPero, p-pero no... tú te has enojado.
ㅡSh... tranquila omega. Tranquila ㅡsusurró, haciendo una caricia detrás del oído de la joven que hizo que cerrara los ojos. ㅡSí, pero no ha sido contigo. ¿Por qué lo haría? Fue conmigo, nunca me gustó tratar a los omegas como un objeto, como algo inferior. Y me molesté conmigo misma por estar por hacer eso contigo, no te lo mereces.
La omega abrió los ojos, mirándola incrédula.
ㅡSi te vas... sí sales enojada de aquí, voy a-a tener muchos problemas, por favor no ㅡsuplicó, su voz aterrada.
A Rosé tampoco le sorprendió eso. De seguro tenían que lograr que cada cliente saliera satisfecho de ese lugar, y un alfa con aroma a enojo saliendo de la habitación de un omega, no era buena señal, así que trato de tranquilizarse para no llamar la atención de nadie.
ㅡNo me iré enojada, no te preocupes ㅡhabló despacio, viendo a los ojos más lindos del mundo. ㅡNo tendrás ningún problema, si eso es lo que te preocupa, omega.
ㅡGracias, alfa ㅡsuspiró, con la voz entrecortada. Rosé notó que estaba más tranquila, pero aun así tensa todavía.
ㅡTe pagaré el turno completo, pero no quiero que hagamos nada. Salvo acostarnos y descansar un poco, si quieres.
ㅡPero tu amiga ya me ha pagado ㅡle dijo. No iba a robar a una persona de ese modo. La otra alfa ya le había pagado, y no podía ser así con alguien estaba siendo buena, gentil y generosa con ella.
ㅡNo importa, y no lo hago porque te considere un objeto o nada por el estilo. Calculo que, si estás aquí, en Nochebuena, es porque realmente necesitas, así que no te preocupes por nada, bonita.
ㅡGracias, de nuevo ㅡse animó a dejar un beso en la mejilla de la alfa. La mayor sonrió con gusto.
El aire se aclaró entre ellas, y enseguida el dulzor volvió entrar en Rosé.
ㅡAhora, dulce omega, si te quieres acostar y descansar un rato, yo solo estaré aquí o si quieres me puedo ir y decir que tuve algún problema personal, si alguien me pregunta ㅡla voz de Rosé estaba consternada, no quiera causar problemas a la pobre chica.
ㅡ¡No! ㅡse apuró a decir la omega. Una fuerza invisible se resistía a dejar ir a la alfa que mejor la había tratado en toda su vida. Se movió hasta que la cabeza estaba sobre la almohada, estiró la mano y llamo a la alfa con un gemido bajito que le hizo vibrar por completo. ㅡVen, y acuéstate conmigo alfa, por favor.
Rosé no lo dudo. Se acercó a la altura de la menor, se acostó y al instante Jennie se acomodó en su pecho, oyendo casi como ronroneaba sobre su piel y la alfa sonrió orgullosa. Esto sí que le gustaba. Abrazó por la cintura a la bella omega, teniendo a milímetros su cabello, tomo una respiración y se acercó a olerla y sin pensar en nada más y sin sentir otra cosa más que la respiración de la omega y su sabroso aroma se durmió.
los caps de burdel son largos, asi q disfrutenlo ;).
gracias x leer y voten :3333.
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