El desarrollo
El desarrollo
Animales en su hábitat
—¿Crees que nos roben? —preguntó ChangBin mientras abrazaba su mochila
—Contigo, Bang Chan, HyunJin y MinHo... Nah, dudo mucho que a alguien se le ocurra acercarse —SeungMin contestó con absoluta calma—. Además, nuestro barrio es igual de malo.
—Hay un juego de percepción alterado —comentó Bang Chan—, porque creemos que es malo porque es normal y solamente no tiene ni árboles ni ningún edificio intervenido por graffitti. No obstante, al llegar al nuevo lugar es normal que el fenómeno del extranjero nos ataque.
—En stricto sensu, el letrero de idiota que cargamos arriba.
—Nadie está arriba de nadie —notó JiSung.
—Es sarcasmo.
Y es que la verdad el sector por donde caminaban era un poco intimidante; tal vez porque estaba bastante desolado y las pocas personas que caminaban no tenían la mejor presentación, y no es por ser superficial, pero ya estaban presenciando a unos chicos fumando qué cosa que provocaba que uno girase la cabeza mientras que a un par de metros más allá había dos borrachos intentando pelearse. Al bajar de la estación del tren, el guardia de la estación les recomendó no caminar por las veredas, y sin entender al llegar a la calle principal notaron cómo las puertas de las viviendas estaban cubiertas por cortinas.
En la acera había una explícita escena de contra bando de quién sabrá qué, que hizo a las personas del grupo saltar de felicidad; tres chicas fijaron sus vistas en ellos, y por las uñas asumieron que ninguno tendría sus testículos a salvo. Y más en el fondo-
—¿La están asaltando? —susurró JiSung, con su dedo en un rincón donde un dúo de chicos con uniforme acorralar a una chica más baja que ellos.
Los otros siete miraron a la chica; uno de los hombres sostenía una navaja y otro la agarraba del cabello negro corto.
—Hay que hacer algo —dijo HyunJin mientras se escondía tras Bang Chan. Jiniret se escapó de la capucha de su polerón y se apoyó en el hombro de HyunJin por el miedo.
—¿Hay que hacerlo en verdad? —Felix preguntó, temeroso.
HyunJin palmeó la espalda de Bang Chan, lo que hizo alentar a ChangBin y a MinHo para ir hacia ellos que, a medida que avanzaban, los gritos de la discusión iban llamando más y más la atención.
Aunque Bang Chan, ChangBin y MinHo quedaron congelados.
Sin dar cinco pasos los chicos se quedaron petrificados cuando la muchacha comenzó a patear al que sostenía su cabello y le daba sin piedad un golpe en seco con el borde de su mano en la garganta del hombre. El de la navaja cayó al suelo enseguida mientras intentaba recuperar el aire y el que había sido pateado comenzó a recibir puñetazos por parte de la muchacha sin algún tipo de indicios de querer detener.
—¿A quién debíamos ayudar? —bromeó ChangBin.
La chica dejó de golpear para mirar a los otros tres; no pudieron evitar soltar un chillido de miedo.
—¡¿Qué miran?! —espetó ella con violencia.
—¡N-nada!
La muchacha lanzó un grito de frustración, le quitó su mochila a uno de los asaltantes tendido en el suelo y, enrabiada, caminó calle abajo lanzando improperios coléricos.
Los tres se regresaron con su grupo bastantes desconcentrados y con sus orgullos en el suelo.
—No tengo idea de cómo la habría defendido si es que el otro tipo traía una navaja —admitió ChangBin—. ¡¿Cómo mierda habríamos hecho eso?!
—Bueno, tú tomas la mano que agarra la navaja y con la otra mano tú-
—¡Era figurativo, MinHo!
—Bien, es bueno de que acá haya una buena respuesta al autodefensa —observó Bang Chan—. Eso significa que todos estamos preparados para-
—¿Para qué? —criticó SeungMin, histérico. El sueño lo ponía sensible—. ¡No deberíamos por qué saber autodefensa!
—Aprender autodefensa ayuda a la seguridad y el autoestima, ya que sin estos elementos el andar por la calle-
—¡Era hipérbole, MinHo!
—Y llevaba nuestro uniforme —notó JeongIn; la muchacha iba metros más delante de ellos, y bajaba con incomodidad su falda sobre un ridículo pantalón de buso color rojo—. ¿Será nuestra compañera?
—Si es así entonces me despido de mis testículos —bromeó ChangBin.
Siguieron caminando con un poco de seguridad, tal vez porque los tres más fuertes quedaron con ganas de pelear y su testosterona estaba disparada, o porque los otros cinco ya estaban desistidos con la falta de cuidado cayendo consigo la resignación inicial de cambiarse de escuela.
—Nuestra mortis causa —complementó SeungMin.
Pero, vamos, Bang Chan al menos quería seguir viendo el lado bueno a las cosas, por lo que se apuntó el cómo la fachada de la escuela podía ser mejorada con un poco de yeso, pilas para el reloj superior y un color más llamativo que el verde (aunque el verde también era bonito); la pileta en el centro no funcionaba y la poca agua estaba casi negra y llena de colillas de cigarros, el cual un hombre de mediana edad no tenía mucha perturbancia para tomar un baño matutino en ese lugar.
—¡Hey! —Un guardia apareció en escena, con un bate de béisbol—. ¡¿Qué te dije, Tiger JK?! ¡No puedes bañarte acá!
—Vaya, que está arruinado Tiger JK —observó JiSung—. ¿Habrá sido por el tema de las drogas?
—No es el verdadero Tiger JK, Hannie —obvió HyunJin, con Jiniert en su hombro todavía.
El hombre de la pileta apenas pudo vestirse, pero priorizaba el agarre de su gorro de pescador mientras apartaba las rastas oscuras de su rostro. En la huida, los estudiantes evitaban chocar con la fuga, y los gritos del hombre se hicieron resonar al primer golpe del bate de béisbol en la cabeza.
—Discrepo —insistió JiSung.
Algunas ventanas se encontraban rotas o no había vidrio directamente, lo cual era bueno porque eso significaba que tenían una buena circulación de aire; algunas paredes estaban ralladas y con manchas bastantes sospechosas que no querían imaginar de qué era, el cual era el fomento del campo creativo del estudiante. Eso Bang Chan le daba un punto bueno. Y eso era solo la fachada sin estudiantes.
En el jardín de la entrada había como mínimo dos focos de peleas; un grupo fumando con tranquilidad; un grupo de chicas bastantes ruidosas arreglándose; varios grupos más de conversaciones, un par de chicos y chicas sentados en el césped con una pipa y bebiendo. E inclusive divisaron a un maestro sumado a ellos.
—Una tarde cualquiera en el parque nuestro —bromeó Felix.
Aunque el barrio que rodeaba el cerrado condominio era bastante marginal, el interior era bastante tranquilo, una membrana perfecta para la crianza de los hijos. La mayoría de los padres del grupo había dudado a primera instancia si ese sería un buen barrio, pero de algo que se aprendió era que la gente hacía su barrio.
Ingresaron al establecimiento casi en fila, con Bang Chan liderando el grupo seguido por SeungMin; tras ellos, JeongIn miraba con expectación a los chicos que estaban apoyados en los rayados y malos casilleros que conversaban en una pose cool y con murmullos a Felix si es que alguien le parecía atractivo. HyunJin se encontraba recordándole a ChangBin el uso de protección y de cómo la casa en Leo iba a estar bastante fértil, por lo que no debía de acostarse con nadie durante el día- lo que conllevó a una misión en fracaso al casi romperse por ver a ChangBin y a otra muchacha guiñándose el ojo. Siguiéndolos, JiSung le repetía a MinHo cada una de las palabras que habían practicado con anterioridad para presentarse a las demás personas.
Y la verdad es que el grupo de ocho no podía pasar desapercibidos, llegando a esa escuela con un color distinto a lo que se acostumbra además de que eran un grupo bastante grande e imponente- o porque, como se mencionó anteriormente, cargaban consigo un cartel que apuntaban a los idiotas como extranjeros.
Aunque todo se fue a la mierda cuando la figura femenina del final del pasillo se hizo presente logrando que JiSung y MinHo corriesen hacia ella con una alegría infantil y un llamado que provocó que la fuerte primera impresión que habían dado se cayese enseguida.
Distribución de clases
Jamie se encontraba bastante nerviosa antes de ver a los chicos que cuidaban, recordando la última vez que los vio como algunos lloraban y otros le pedían que no se fuese del condominio, sin embargo, ella tuvo que dejar su hogar para ir a vivir con su novio a la residencia universitaria. A ninguno le había gustado la idea.
—¡Noona!
Dentro de la oficina de la psicóloga, los ochos se abalanzaron para abrazar a la mujer; ella solamente recibía con los brazos abiertos y esperaba el amor del cual no sabía que había faltado en los últimos años, con los ojos picando les intentó corresponder de la mejor manera hasta que en un desastroso intento de separarse fue ChangBin quien se apoderó de ella.
—Me la quedo yo, ustedes váyanse a clases —alegó ChangBin abrazándola por los hombros.
—Sal de acá, Barney Stinson, que también es nuestra —discutió HyunJin, apuntándolo con Jiniret.
—Estoy feliz de verlos —respondió Jamie mientras toca bajo sus ojos para evitar las lágrimas—, pero me dijeron de dirección que no debo tener favoritismos, así que, déjenme darles sus horarios y la distribución de sus salones.
—¡¿Distribución?! —chillaron los ocho.
—No pude dejarlos a todos en el mismo, son muchos y- JeongIn, ¿qué te ofendes? Eres de un grado menor.
—Algún día, alguien olvidará eso —decretó JeongIn—. Soy un super genio. No pueden mantenerme encerrado con chicos de mi edad si es que ellos aun no saben cómo es la función de los propios celulares que tien...
—Salón 1C.
—¡Nos vemos!
JeongIn se largó de ahí con un portazo.
—Él siempre busca la manera de alejarnos —ChangBin se ofendió.
Jamie repartió los horarios y salones a los otros siete chicos, con quienes la comparación inició enseguida con suspiros de alivios.
—¡Me tocó con MinHo y SeungMin! —celebró HyunJin, y juntó sus manos—. ¡Gracias, Laxmi!
—Con Bang Chan y ChangBin —agradeció Felix—. Hombres de verdad...
—Estoy solo —avisó JiSung, con sus hombros caídos.
—Ay, Hannie —lamentó Jamie—. No debes ponerte nervioso. En ese salón los chicos son parecidos a ti... Son... especiales.
—¿Estúpidos? —bromeó HyunJin.
—¿Piojentos? —siguió MinHo.
—¿Con dislalia? —agregó SeungMin.
—¿Qué es la dislalia?
—Problemas en la articulación del lenguaje.
Los otros chicos miraron a JiSung. —Oh, sí, tiene sentido.
—¿Qué tan especiales son? —JiSung retomó el tema—, porque- sé que dije que quería sociabilizar, pero SeungMin ya lo dijo, siempre me doy a entender mal y por alguna razón eso termina con ChangBin apuñalado.
—Algo que deben entender de esta escuela que es una escuela estatal. Todos los padres que no mandan a sus hijos a estudiar terminan llegando acá, por lo que todos vienen de familias disfuncionales —explicó Jamie.
—Tres-cuartos del grupo tienen familias rotas —ironizó SeungMin.
—Yo no tengo una familia rota —MinHo contestó, ofendido.
—Se me olvidó que ni familia tienes.
MinHo simplemente agarró con su brazo el cuello de SeungMin y frotó sus nudillos en la cabeza de SeungMin.
Jamie bufó de cansancio. Aquello era agotador. —¡El punto! Los que vienen acá tienen demasiada rabia acumulada, por lo que son bastantes conflictivos, además de que se encuentran con otros estudiantes conflictivos por lo que las emociones hacen kaboom acá. Hay que tener paciencia.
—Como los dos imbéciles de acá —apuntó Felix a los otros dos que seguían peleando.
Aunque Jamie esperaba un reencuentro más emotivo los chicos tenían que ir a clases, por lo que con el dolor de su alma comenzó a echarlos; a pesar de las quejas, de forma obediente se largaron de ahí, aunque solo ChangBin quedó en la oficina de Jamie.
—¿No te vas a clases? —preguntó ella.
—Creí que estarías feliz de verme —bromeó ChangBin, y estiró sus brazos—. Sigo vivo, eso es un milagro.
—No sabes lo feliz que me hace el verte así —agradeció Jamie—. Sano, grande y vivo.
—Estoy completamente vivo y para rato, aunque lo dificulten, Los chicos me han ayudado, sobre todo mi madre y en todos los sentidos. Es increíble ser querido —continuó con una risa sarcástica, aunque Jamie no la acompañó.
—¿Cómo está ella, ChangBin? —Jamie tomó a ChangBin de las mejillas de manera afectiva—. ¿Cómo está tu madre?
—Es la mejor en su trabajo —contestó con orgullo—. Y hay un guardia que la cuida hace muy bien su trabajo, ha evitado muchos conflictos y la sigue a todas partes. Ya te dije, la mejor en su trabajo.
—Políticos imbéciles que no saben apreciar una mujer. ¿Y tú? ¿Cómo te encuentras?
ChangBin demoró en contestar, pensando seriamente en sus palabras.
—Es difícil, la verdad.
Tantos años para construir su identidad y JeongIn lo único que quería era ser cool.
—Tienes suerte que mi salón quede cerca del tuyo, así puedo venir a dejarte sin que nadie se taladre la cabeza —sonrió Felix mientras camina junto a JeongIn, quien solamente le guiñaba el ojo a los estudiantes que pasaban por el pasillo y la quedaban mirando—. Innie...
—No me llames así, es infantil y patético... —regañó JeongIn mientras agitaba su mano hacia dos chicas—. ChangBin me enseñó bien, ¿eh? Como sea- no me llames así acá, y, preferentemente, no me llames. No me llamen. No me hablen.
—¿Por qué quieres jugar a los desconocidos? Somos chicos cool.
—Por favor, el sabelotodo de Bang Chan, el promiscuo de ChangBin, el perezoso de SeungMin, tus tontos trucos de magia, la idiota astrología de HyunJin, y la inmadurez de MinHo y JiSung no los hace cool —JeongIn replanteó sus palabras—. De hecho, nadie que se denomina a sí mismo es cool. Ustedes no son cool. Ugh, dejen de decir cool.
—Cool, cool, cool, cool, cool...
El camino llegó hasta el salón 2C, donde el griterío y el desorden llamó la atención a Felix por un momento.
—Hay muchas niñas acá —observó Felix en el interior—, es tu paraíso, ¿eh?
Sin embargo, notó cómo en la fila de asientos de adelante, junto a la puerta, see encontraba la misma muchacha de la mañana, quien intentaba de manera brusca vendar sus nudillos enrojecidos y con notoria sangre seca en ellos.
—Ya estoy acá, sano, salvo y completamente bello. Puedes irte —se despidió JeongIn mientras ingresa al salón con desinterés—. Y, recuerda, no me hablen.
—¡Claro que no, Innie, Innie, JeongInnie! —exclamó Felix, llamando la atención de todos los estudiantes, moviendo sus muñecas para que una pequeña explosión de confeti saliese por allí—. ¡Le diré al resto de tus Hyungs que estás a salvo!
Las chicas comenzaron a reírse, JeongIn escondió su cabeza dentro de la capucha de su polerón y se sentó en los puestos finales a causa de la vergüenza. Felix sonrió gustoso tras cumplir su misión y, a pesar de que tuvo las intenciones de irse no pudo evitar seguir mirando a la chica que peleaba contra sus vendas.
—¿No quieres ayuda? —ofreció Felix. La chica movió sus pupilas lentamente mientras seguía con la gaza en la boca, jalándola para que estuviese apretada—. Digo, se te ve complicado.
La chica no respondió, siguió peleando para atar sobre sus nudillos pero cuando notó que no había caso, estiró su mano con el ceño fruncido. Felix sonrió entretenido mientras comenzaba con desarmar los malos agarres, con un poco de gaza y agua oxigenada que tenía la chica sobre su pupitre -todo un botiquín, en realidad- comenzó a limpiar su herida para continuamente vendar ambas manos de la muchacha.
—Uno aprende esto con la experiencia —comentó Felix—. Yo me la pasaba quemándome las manos, por lo que debí aprender primeros auxilios- no te preocupes, también sé hacer puntos de sutura, torniquetes y pegar con pegamento industrial huesos con rupturas externas hasta que llegue la ambulancia. —La muchacha miró con consternación. Felix sonrió—. Era una broma.
Tras finalizar el vendaje esperó unas palabras de la chica, pero ella simplemente inclinó su cabeza en modo de agradecimiento y se dispuso a guardar las cosas bajo su escritorio de forma ordenada.
JiSung es un chico bueno, parte 1
A diferencia de JeongIn, a JiSung no le gustaba estar sin sus amigos.
—No puedo creer que este solo —murmuró JiSung mientras caminaba hacia el otro lado de la escuela, donde Jamie lo odiaba y lo había dirigido hacia el otro lado de donde estaban sus amigos porque por supuesto que Jamie lo odiaba, y de que HyunJin le hizo una maldición, y que JiSung está respondiendo al karma de haber comido la última rebanada de pizza antes que su hermano mayor.
La verdad es que el establecimiento era ridículamente grande, observando como había casi ocho salones por niveles, y por cada vez que veía a través de los ventanales de los salones como ningún salón parecía ser mejor que el anterior, en realidad, era mucho peor a medida que se alejaba del hall central.
Se sentía aterrado de pensar quienes serías sus compañeros.
«Salón 2F...», leyó JiSung en su hoja y leyó en el cartel casi incinerado sobre la puerta del salón.
Tragó duro.
Instintivamente su dedo pulgar comenzó a acariciar el anillo que tenía en su dedo anular, girándolo lentamente para luego esconderla en su polerón y abrir la puerta deslizadora de golpe.
Oh, que suerte, nada estaba ocurriendo en su interior.
Había pocos alumnos en su interior, algunos en sus celulares y otros rayando sus pupitres, uno rasguñando la pared con el cúter, uno jugaba con el encendedor y otros conversaban confidentemente. Para ser un salón conflictivo estaba bastante calmado, por lo que se sentó junto al primer chico que vio con asiento vacío.
—Ni de joda te sientas.
JiSung se detuvo a medio camino y se fue. Caminó dos asientos más atrás donde estaba el chico cortando con el cúter, pidió permiso en un murmuro y corrió la silla para sentarse junto a un suspiro de alivio; se giró para poder entablar una conversación con su compañero con las palabras repetidas que practicó con MinHo antes, pero antes de que reaccionase, la punta del cúter estaba apoyada en su entrecejo.
—¿Eh?
—¿Puedo echar una mirada? —preguntó el chico.
—¿En dónde?
Fue solo la mirada del chico que bajó para que JiSung agarrase su mochila y se moviese hacia el otro lado del salón, sentándose junto al chico del encendedor.
—Oh, también me gusta el fuego —comenta JiSung, con el plan de que todo era más fácil si es que entablaba una conversación. Dejó su mochila sobre la mesa y se giró hacia el chico—. Una vez, un amigo mío estaba jugando con un encendedor y este implosionó. Sí, yo tampoco sabía que podía pasar eso o era posible, pero- oye, ¿no hueles a quemado?
Ante de que fuese peor JiSung vio al nuevo chico quemar las correas de su mochila. Con la manga de su polerón apagó la llama forma y se cambió de puesto, hacia los bancos que se encontraban cerca de la puerta para huir en el mejor momento.
—¡Ven aquí maldito hijo de puta y yo te enseñaré a cómo coger correctamente como lo hice con tu padre, pedazo de mierda!
Si, podía ser peor.
Bang Chan se replantea
Las cosas eran tranquilas en el salón de Bang Chan; estaba acompañado de ChangBin a su lado intentando anotar lo que el maestro de química anotaba (—¿Cómo lo voy a equilibrar si no están en una balanza? —Es metafórico, ChangBin), y Felix se encontraba a sus espaldas practicando un nuevo truco de magia que tenía relación con agua ardiente, coca cola y ácido sulfúrico. Bang Chan solamente contemplaba el resto del salón para entender que no hay que juzgar un libro por su portada y que, a pesar de que había alumnos fumando y otros indiferentes como una práctica muy dudosa con sus tubos de ensayo, la mayoría se dedicaba a practicar los ejercicios puestos en la pizarra.
Y ni hablar del maestro que estaba con resaca mientras conversaba con los alumnos de adelante sobre qué tema.
Pero estaba todo bien, al parecer.
—Por como Jamie nos contó no se ve tan peligroso —comentó Felix—. Cuando estaba en la escuela artística con MinHo había chicos de filosofía que inhalaban clementina.
—¡Aish!, no me sorprende —exclamó ChangBin rindiéndose con el ejercicio y sacando su celular para ponerse a jugar—. Toda su escuela eran unos drogos.
—¿Y aquí no?
Los tres miraron hacia el maestro quien con ojos rojos reía a carcajadas y los otros alumnos seguían pasando un cigarro.
—No puedo creer que por culpa tuya estemos acá —volvió a hablar ChangBin.
—Lo mismo digo —concordó Bang Chan—. El olor a marihuana mezclada con orina y el ron del maestro me está mareando, y- ¡¿Qué hace esa chica con la tarjeta de crédito y el polvo en la mesa?! ¡Oye amiga, ámate!
—No sean exagerados —Felix le restó importancia, y volvió con su truco de magia, mezclando la mitad de agua ardiente con coca cola en la botella de vidrio de la primera—. Ahora miren, pondré un papel con fuego mezclándolo con ácido sulfúrico y crearé Pepsi.
—Felix, no —pidió Bang Chan.
—Felix, sí —alentó ChangBin.
Bang Chan volvió a suspirar y se dedicó a ignorar a sus amigos, dejando que Felix se quemase con lo que sea que hiciese y a ChangBin dejarle animar al otro.
No se sentía a gusto en esa escuela, eso era obvio, su madre se había estado partiendo el lomo pagando la escuela privada como para que la hermana de uno de sus amigos los sacase de allí esporádicamente (quién diría que por una simple visita al director terminaría con ocho alumnos retirados). Pero lo hecho ya estaba, y solamente tendría que adaptarse a ese nuevo estilo de vida que los acompañaría por un año más antes de graduarse.
—No te calientes la cabeza —ChangBin le habló como si este pudiese leer sus pensamientos—. Pudo ser peor. Nadie espera a que terminemos la educación.
—Bueno...
—Y, además, tú lo sabes —ChangBin le sonrió—. Somos buenos.
Con los quejidos de Felix de fondo por quemarse su chaqueta, Chan asintió. —Sí, tienes razón.
MinHo... no tanto
MinHo se sentía un poco incómodo.
Mentira. Muy incómodo.
SeungMin dormía abrazado a su mochila a su lado, y por los ronquidos el chico iba en su tercer sueño a las diez cuarenta de la mañana, ignorando a todo el mundo. Por otro lado se encontraba HyunJin; MinHo no supo en qué momento el chico se hizo tan popular que ya había una fila de chicas pidiéndole que les leyese su carta astral o la posición de las casas, cosas fumadas de las que HyunJin era experto y MinHo no se daría el tiempo para entender.
Pero lo más incómodo de todo era de la chica que estaba sentada a su lado, mirándolo intensamente.
MinHo le habló un par de veces para saber qué era lo que ella quería, pero la intensidad de la muchacha con sus ojos lindos y sonrisa encantadora genraba a MinHo se urgiera en el mismo puesto.
—...Debes tener cuidado con los escorpios, ellos intentarán quitar tu dinero —le advirtió HyunJin a la muchacha de coleta baja. Todo el mundo estaba encantado con él y por el hurón blanco que dormía en el gorro de su polerón—. Y recuerda siempre decirle a tu mamá que la amas.
La chica asintió con demasiado gusto, le dio las gracias y se fue al otro lado del salón mientras HyunJin ordenaba y mezclaba las cartas del tarot que su madre le había regalado.
—¿Qué signo zodiacal eres?
MinHo saltó ante la repentina conversación que la chica lo estuvo observando por casi quince minutos había iniciado. Carraspeó con incomodidad e intentó evitar su mirada.
—Escorpio...
—¡Yo soy capricornio!, tú eres un signo de complemento —comentó ella con gracia.
MinHo asiente con cortesía y vuelve a poner atención al maestro invisible porque- ¿dónde carajos estaba el maestro? MinHo juraba que estaba estudiando literatura en ese momento.
La chica siguió mirándolo, MinHo se sentía hastiado.
—Debes acercarte a los piscis porque son geniales —volvió a decir HyunJin a la chica—. Y recuerda siempre decirle a tu mamá que la amas.
—¿Por qué no vas donde él y le pides que te lea el futuro? —le pregunta MinHo a la chica, quien jugaba con su propio cabello largo negro con ondulaciones—. Supongo que así estarás más preparada para lo que se viene. —«O qué se yo».
—Todo lo que necesito lo tengo acá.
Está bien, MinHo tenía miedo.
MinHo se levantó del golpe de su pupitre, tanto que SeungMin murmuró con desconcierto antes de volver a dormir. —Yo... iré al baño —avisó. La chica asintió, y MinHo ni siquiera se preguntó por qué dijo eso—. Bueno... adiós.
Salió del salón escuchando el consejo que HyunJin le había dado a un Aries sobre que tenía que decirle a su mamá que la ama y emprendió un perdido viaje hacia los baños, caminó por el pasillo principal de casilleros rotos y alumnos durmiendo allí mismo tales vagabundos imitaban. El foco que iluminaba tenuemente el pasillo pestañeaba, y el silencio era jodidamente sepulcral, como si estuviese en zona de peligro y en cualquier momento alguien le dispararía con una bola de papel y saliva.
—¡Oh, Linoring!
La verdad es que fue falta de respeto de MinHo el haber saltado tras que lo llamasen, pero cuando notó que era JiSung volvió a bajar sus defensas y colocó una mano en su pecho.
—Oh, gracias a dios eres tú —agradeció MinHo, antes de emprender de nuevo la caminata—. ¿Cómo te está yendo? ¿Muy pesado tu primer día? Me quiero ir. Me quiero largar. Nunca había sido expuesto de esta manera y-
JiSung levantó ambas manos expresando su día; a MinHo se le bajó el azúcar tras ver como el chico las tenía tintada de rojo.
—Oh por-
—Me caí en clases de artes sobre la pintura —contó JiSung señalando el resto de su uniforme, mostrando como distintas mancha de distintos colores reposaban en él—. Y un chico intentó quemar mi mochila, y otro abrir mi entrepierna, pero fuera de eso todo normal. ¿El tuyo, Linoring?
—Una chica se sentó a mi lado y no deja de mirarme. No sé qué ve en mí, pero en serio me aterra su mirada.
—Dile a SeungMin que le queme el cabello.
—No seas tan drástico.
Cuando ambos entraron al baño había solamente un par de chicos con botellas de agua. Ambos no quisieron darle peso al tema y MinHo fue a un urinario mientras JiSung se lavaba las manos, dejando con cuidado el anillo de fantasía junto a este para poder enjuagarse.
—¡Oye, niño lindo!
JiSung giró su cabeza hacia quienes le habían llamado (porque él era el «niño lindo»), dos chicos con las botellas de agua y con cabellos de fantasía tenían su mirada puesta en él.
—¿Hola? —vaciló, antes de carraspear—. Sí, hola, hola.
—Tú eres el nuevo, ¿no? —preguntó el chico con color verde mientras que su compañero, de color naranja, se acercaba a JiSung; este comenzó a repasar todo los objetos de valor que tenía en sus bolsillos que podrían robarle.
—Ajá.
Pero tal parece que ambos chicos no le dieron mucha importancia a JiSung, o eso fue lo que creyó porque ambos se miraron de manera y se acercaron a rodearlo mientras le daban un par de palmadas a JiSung.
—Eso es genial —habló el chico naranja—. No tendemos a tener nuevos estudiantes. Es triste eso.
—Exacto —concordó el chico verde, y le tendió la botella de agua—. ¿Quieres?
JiSung había olvidado por completo el no aceptar nada de extraños, por lo que, cuando le dio un trago a la botella, el ardor del soju le hizo ir y regresarse a la luna dos veces.
—No me gusta el alcohol —se excusó JiSung, con su voz más agria por la amargura. «MinHo, por favor mea rápido».
—Eso es bueno, no hay que beber en los baño —dijo el chico verde, dando un trago rápido—. A mi me gusta los jugos naturales.
—Maracuyá es rico —complementó el chico naranjo.
—Prefiero el de manzana —admitió JiSung.
—El de manzana es delicioso, aunque me gusta más el de las ver...
—Las manzanas verdes, ¡sí! —el chico naranjo le dio otra palmada a JiSung en la espalda—. Estás en lo correcto.
«SeungMin se desmayaría si escucha a alguien decir eso».
—Como sea, nos vamos a clases. Nos vemos, niño lindo —se despidió el chico verde, y arrastró al chico naranjo de ahí.
JiSung soltó en su suspiro todo el miedo que contenía. Lucía no ser tan difícil hablar con gente, ¿eh? Aunque la mente de JiSung hubiese llevado a distintas escenas donde todo eso hubiese terminado mal.
—¿Me perdí de algo?, escuché voces —apareció MinHo al lavamanos.
—Un par de chicos, nada del otro mundo —JiSung le restó importancia—. ¡Y les hablé! Creo que esta cosa de "habilidades sociales" que ChangBin siempre habla me está sentando bien.
—Intenta no chuparle el pene a nadie de aquí a la hora de almuerzo.
—No prometo nada.
MinHo le sonrió. —Entonces, nos vemos ahí.
—Adiós.
MinHo dejó solo a JiSung, y él siguió con su pelea contra la pintura roja de sus manos mientras tarareaba una canción popular intentando limpiar sus manos.
Se rascó su frente con el antebrazo pasando a llevar su cabello para mojarlo un poco. Se miró en el espejo y mientras se lavaba empezó a hacer muecas extrañas para poder entretenerse un poco, observando un par de granos que tenía y puntos negros acumulándose en su nariz; se sintió triste por tener la cara grasosa. «Tal vez JeongIn o HyunJin tengan algo para esto...»
Cuando sitió que sus manos ya hab¡"n qu'dado con poco rastro de pinturas, cerró la llave del agua y secó sus manos en su pantalón a golpes para luego tomar su anillo.
El jodido anillo no estaba.
—Santa mierda.
Felicidades, llegaron a la hora de almuerzo
—¿Te pica la cicatriz? —le preguntó ChangBin a Bang Chan, a su vez que ambos caminaban con cuidado por los pasillos de la escuela en busca de la cafetería.
—Un poco, tengo un mal augurio —respondió Bang Chan mirando su entorno—. Y, por si no lo notas, no sé dónde enfocar el mal augurio.
—Solo porque no tengas a los demás bajo tu vista significa que- ¡Cuidado!
Dos puertas de dos salones paralelos se abrieron, junto con sus respectivas ventanas; desde los huecos posibles los estudiantes de primer año: 1A y 1B comenzaron a lanzarse papeles, pedazos de madera rascado de mesa, y Bang Chan vio volar un chorro de un líquido que no quiso preguntar.
—¿Aquí está JeongIn? —Bang Chan se colocó una mano en el pecho.
—Debes dejar de ser tan así —criticó ChangBin. Ambos vieron como los otros alumnos y profesores que pasaban se recostaban en el suelo y se arrastraban, por lo que los imitaron—. Tan centrado en nosotros.
—Alguien debe de controlarlos.
—Eres una madre sobre protectora peor que los abuelos de JeongIn —acusó—. ¿Quieres ser como los abuelos de JeongIn, acaso?
—No..., me gusta mi trasero.
—¡Exacto! —Cuando fue zona segura, los dos chicos se levantaron del suelo y siguieron por el camino a la cafetería—. Y a nosotros también nos gusta. Deberías... soltarte un poco más. Comenzar de nuevo.
—Nos hemos cambiado de escuela tantas veces que... Que he comenzado tanto que ni siquiera sé si es que terminé algún instante.
Y, ¿cómo no pensarlo? Bang Chan era el mayor, el concreto, y su departamento siempre tenía las ventanas abiertas cuando el resto de los chicos necesitaban un lugar donde ser consolado y contenido. Bang Chan era el líder del grupo, quien llamaba para ordenar la pizza y juntaba el dinero de los ocho para pagarla. Había pasado tanto tiempo secando lágrimas ajenas que él no podía descifrar quién era él mismo.
Era una pregunta que perturbaba a las personas de su edad, y a la gente de su generación. ¿Quién era él? ¿Era el amor de sus amigos, o algo más que lo forjase como persona propia? Porque, para ser líder, había que tener pueblo.
—Wow, eso fue profundo —comentó ChangBin—. Y ni siquiera sé qué quisiste decir.
—Olvídalo. Vamos.
Desde el pasillo que cruzaba el pasillo principal de la escuela se encontraron a JiSung, quien dobló con rapidez y sonrió con nerviosismo tras ver a los dos chicos, yendo hacia ellos para abrazarlos por los hombros.
—¿Saben que los amo?
—¿Qué hiciste ahora, JiSung?
JiSung no respondió y dejó a los dos chicos para seguir corriendo lo que parecía ser su vida.
—¡¿Quieres que no me preocupe por eso?! —chilló Bang Chan a ChangBin.
—JiSung ya está grande. Sabe solucionar sus problemas.
Ambos llegaron a la cafetería y, con fortuna, vieron a SeungMin y HyunJin; por la expresión de SeungMin pareciera de que HyunJin le estaba leyendo la fortuna con las cartas que estaban dejando en el tumulto entre ellos.
—El cuatro de pica significaba algo...
—Solo cuenta tus puntos de la canasta sucia, HyunJin.
—¿Qué hizo JiSung? —preguntó Bang Chan al sentarse con ellos.
—Gracias al cielo están acá —exclamó con dramatismo SeungMin mientras abraza a Bang Chan por los hombros. ChangBin miró inquisitivamente a HyunJin cuestionándole lo mismo, pero este estaba demasiado ocupado sintiéndose ofendido por el otro—. HyunJin estaba diciéndome que debo cuidarme de las peleas callejeras y que debo decirle a mi padre que lo amo
—Siempre tienes que decirle a tu padre que la amas —le refutó HyunJin, frunciendo su nariz. —A demás la carta que sacaste dice eso.
—Son cartas inglesas, HyunJin.
—¡Y sacaste el cuatro de pica! Como sea, ¿que hizo qué? Echo de menos a JiSung.
Bang Chan quería volver a preguntar, pero por la mirada de ChangBin decidió quedarse callado y considerar la idea de almorzar, aunque la mezcla del arroz que había en el plato de HyunJin lucía con intenciones de querer moverse.
—¡Dedos de pescado! ¡Vendo dedos de pescado! —El hombre que lucía como Tiger JK carreaba un carrito de supermercado—. Se permuta por cigarros o por dinero, como ustedes quieran.
—¿Cómo lo dejaron entrar? —susurró ChangBin.
—Y como nadie le dice nada. El carrito está vacío —dijo HyunJin.
MinHo se les unió casi al instante con una bandeja mugrosa con tres vasos de cartón, uno de café, otro de té de limón y otro de un espeso chocolate caliente. —Traje bebestibles.
—¿Cómo lo conseguiste?
—Les parecí lindo a las señoras de la cocina —MinHo se encogió de hombros.
SeungMin le sonrió. —MinHo es mi favorito.
MinHo sonrió ante tal alago y dejó que SeungMin sacase el café y el chocolate caliente para comenzar a beberlo. HyunJin miró feo a SeungMin, y sacó el té de la bandeja de MinHo agradeciéndole con una inclinación.
Bang Chan solo se siguió rascando la cicatriz de su brazo derecho. De verdad le daba un mal augurio todo eso.
. . .
Esto pudo haber sido un two-shot, pero ya lo hice tres así que, aquí está la segunda parte. ¡Espero que les haya gustado!
pd: el capítulo pasado se subió con guiones cortos. *llora*
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