Narrador

Izuku siempre fue considerado el niño más inocente y puro de toda la generación que entro este año en Yuuei, hasta se pensaba que de toda la academia. Sin embargo, lo que no sabían es que el pecoso era todo menos inocente.

El pecoso como todo adolescente quiso descubrir e intentar cosas nuevas. Eso lo llevó a una tienda de dudosa procedencia, pero con muy buenos productos, su primera compra fue a los 13 años y ahora con 15 años esa tienda se convirtió en su boleto al paraíso.

¿Quién pensaría que el tierno chico tenía una caja llena de juguetes? Y no unos comunes o para jugar, aunque el adjetivo se acercaba a su uso. El pecoso paso por la etapa de negación y vergüenza y empezó a experimentar con mucha pena y ahora se podría decir que era un versado en el tema.

¿El problema de eso? Aparentemente ninguno, en la privacidad de su habitación y en los días en que su madre llegara en el amanecer podría darse el lujo de satisfacer los placeres carnales. Además de tener esa preciada caja muy bien escondida y que su madre sabía de ella, pero no decía nada de donde los sacaba aceptando por completo a su hijo.

Llegando a este punto de su vida, el pecoso estaba muy satisfecho por sus gustos y feliz de ser soltero. ¿El aparente problema de eso? Ahora vivía junto con otros 19 estudiantes a héroes en un edificio con cuatro habitaciones por piso, la privacidad ahora es un lujo que antes era un hecho.

El pecoso lo único que agradecía de las habitaciones era que son insonoras para garantizar su privacidad. Lo único malo de su convivencia con sus compañeros es un pequeño temor a que ellos descubrieran su preciada cajita, no pudo dejarla en casa de su madre sabiendo que podía necesitarla.

Dejando escapar un suave jadeo quedando derrotado sobre la cama sudado, con la respiración agitada y recostándose nuevamente en la plenitud de la madrugada una sonrisa surcó su rostro.

Eran momentos tan íntimos como ese donde se encontraba solo junto a sus juguetes a mitad de la noche que en verdad se tomaba un tiempo para si mismo olvidado por completo el temor de ser descubierto.

Es más una corriente de placer lo invadía al pensar ser encontrado en una situación similar con sus adorados juguetes.

Definitivamente, Midoriya Izuku no era un chico puro o inocente.

Fin.

Hola gente!

Es un poco más corto de lo que yo suelo escribir, pero sinceramente no se me ocurría absolutamente nada y este fue el resultado.

Espero les haya gustado y nos veremos mañana.

Bye bye 💕✌