44: Dos fieras
Ander me acompañó a lavar la ropa. Le hablé sobre lo bien que estaban yendo las cosas después de todos nuestros problemas. Entre sus chistes y mis desgracias se nos pasó el tiempo volando.
Cuando regresamos a la casa, Taeyang estaba en el sofá. Solo vi su espalda. Así que me acerqué casi corriendo para abrazarlo hasta que me detuve de golpe porque por las escaleras venía bajando Taeyang viendo su móvil de forma distraída. Volví a mirar a... ¿Taeyang? o tal vez, ¿Jin?, en el sofá.
—¿Qué cojones?— solté muy confundida y paseé la vista entre los dos hermanos. Ninguno llevaba espejuelos y tenían el mismo corte. ¿Cuando Jin se había recortado el cabello?
Busqué identificar quién era quién. Encontré los detalles de mi medio coreano, cabello un poco más largo, tatuaje en el cuello y cicatriz; solté una exhalación aliviada. Y mi confusión fue debido a que ambos utilizaban camisa manga larga, por lo que, no pude ver el tatuaje de Taeyang ni los que Jin tenía en los brazos.
Taeyang era quien se había detenido frente a las escaleras.
Jin, sin embargo, me miraba con mucha diversión desde el sofá.
—¿A que no te lo esperabas?
Di un paso hacia atrás. Carajo, el parecido era impresionante, lo seguía diciendo. Eran, literalmente, como dos gotas de agua. Ander a mi lado soltó una carcajada.
—Bienvenida a la misma confusión que tuve el día que llegué aquí.
—Jin, ¿cuando te recortaste?
Se encogió de hombros, volteando a mirar el televisor.
—Tania me ayudó.
—¿Por qué?
—Uno a veces necesita un cambio.
Hizo un gesto para que le restara importancia y alcanzó el control remoto y comenzó a cambiar los programas. Se detuvo en uno donde hablaban de tortugas y su apareamiento. Hice una mueca. Taeyang avanzó hasta la cocina y buscó algo de comer en la nevera. Ander se perdió por las escaleras y Tania se dejó caer a un lado de Jin. Yo me acerqué a mi medio coreano.
—¿Qué haces?—me detuve a su lado. Sus manos se movían de forma experta a medida que preparaba algo que no había visto.
—Arepa.
—Nunca te he visto cocinar— le dije sentándome en el taburete. Bueno, estuve gastando mi energía en ignorarlo y discutir con él, a lo mejor fue por eso.
—A Nirvana no le gusta que yo cocine porque soy muy desorganizado... y no limpio platos, me dan asco.
Solté una risita viendo las cosas que tenía sobre la encimera. Lo dejé concentrado en lo que sea que estuviera haciendo y agarré mi móvil. Entonces, busqué el contacto de mamá y lo llevé a mi oreja. Sonó un par de veces hasta que respondió.
—¿Hola?
—Mamá—le dije con algo de timidez. Para mí lo seguía siendo.
—Hija...— se me apretó el corazón. Ella tambien sentía lo mismo y me alegré que me siguiera viendo como su hija.
—Quiero verte.
—Yo también.
Conversamos un buen rato sobre temas superficiales y después de ponernos de acuerdo para vernos al día siguiente en una cafetería, colgué la llamada.
—¿Tu mamá?— el medio coreano colocó un plato frente a mi. Asentí, saboreando las arepas. Tenían un sabor diferente y estaban rellenas de jamón cocido y queso.
—Sí— lo miré levantado lo que me había preparado —. Esto sabe delicioso.
—Mamá solía prepararlas cuando estaba estresado, — respondió dándole un mordisco. Todo orgulloso. ¡Ay, mi medio coreano!
—Que linda tu mamá.
—La mejor mamá del mundo, siempre tan hermosa. La escuchaba hablar y me perdía en lo bonito que suena su acento. Yo en cambio, sueno muy raro cuando intento hablar español. Me acostumbré tanto al inglés que apenas usaba el español.
—Te entiendo. Tienes una mezcla y se escucha muy bonito. Todo en ti es muy bonito— le dije, me sonrió con esos dientes perfectos y me lanzó un beso.
—Tú eres muy bonita.
Le sonreí. Taeyang siempre tan tierno. Conversamos sobre su mamá y luego cambió el tema:
—Tu mamá... ¿está bien?— preguntó apoyando los codos a la mesa. Esto era lo más normal que habíamos tenido después de todos nuestros problemas. Se sintióbien.
Comenzamos a hablar sobre ese tema y por un momento, recordé que no le había dicho nada de lo que realmente había ocurrido el día que me llevó a verla. Así que, con la voz medio temblorosa le conté todos los detalles mientras comíamos. Asintió varias veces, y me apretó la mano en un gesto de apoyo. Tocamos varios temas, hasta que el tema con su padre lo puso nervioso.
—Está muy estricto porque ya alguien le ha enviado mis calificaciones, si no subo a 4.0, me va a enviar de regreso a España. Es mucha presión.
Min Seok Kang, el padré de Taeyang era una persona con un pasado temible y no aceptaba errores. Después de escapar de Corea del Norte, donde fue parte de la milicia, huyó del país y gracias algunos amigos acabó en Venezuela, donde se enamoró de Wilma. Su inteligencia y capacitación lo convirtieron en uno de los hombres más respetables de Venezuela.
Y años más tarde, le ofrecieron un puesto importante en España. Era extremadamente extricto y no quería que sus hijos tuvieran pareja, ni que bajaran las notas, ni que gastaran su tiempo en cosas que no valían la pena. Debían ser aplicados, responsables y diciplinados. Y ellos eran, todo lo contrario.
—Debe ser difícil, —le dije apretando su mano, entrelazó nuestros dedos. Y pasó un dedo distraído por mi muñeca en donde había una pulcerita pequeña con una cruz.
—No es algo que me guste mencionar— soltó con algo de molestia mirando detrás de mi, perdido en sus pensamientos—. Estoy cansado de ser lo que él quiere que sea, y que cada paso que doy para él sea el peor error de mi vida. Nunca está conforme con nada de lo que hago.
—Lamento escuchar eso.
Después de nuestra conversación fuimos a ducharnos. Ya teníamos nuestros pijamas. Nos habíamos sentado en mi cama a ver una película aleatoria en su móvil cuando de repente, escuchamos un potente grito:
—¡¡¡Zuliney Del Mar Zayas!!!— parpadeé confundida. Nadie decía mi nombre completo en esta casa.
Eran las diez de la noche cuando escuchamos ese grito y miré a Taeyang asustada. Si ella estaba aquí significaba que no era nada bueno.
De repente, la puerta de mi habitación se abrió de par en par y entró mi hermana con cara de haber corrido un maratón. ¿Qué rayos hacia Emily en la casa?
—¿Emily?—Taeyang se puso de pie, me miró a mi y luego a mi hermana. Tan confundido como yo.
—Hola hermanita, ¿qué haces aquí? —le pregunté con lentitud, intentando ablandar su enojado corazón.
Pero no dió el brazo a torcer porque rugió como si fuera un toro cabreado. Me mostró el móvil y lo jamaqueó de forma histérica. Me tensé porque mi móvil estaba en silencio. Después de hablar con mamá, lo dejé por ahí y ahora no sabía dónde estaba. Sí, había visto sus llamadas pero estuve tan ocupada... que olvidé llamarla. Escaneé rápidamente y lo vi debajo de la mesita de noche. Luego volví a mirarla.
Ella tenía el cabello recogido en una coleta desordenada, unas gafas de sol que había dejado encima de su cabeza, su complexión era distinto al mío, ella tenia la piel canela, con ojos grises y labios gruesos. Sus pestañas era lo más que envidiaba de ella en el buen sentido porque eran largas que le daba un toque distinto a su mirada y el cabello rizado color negro. La belleza de mi hermana era exótica. Pero ella decía que su belleza era de un avatar. No habia que llevarle la contraria.
Entonces, su boca, como buena puertorriqueña, soltó un montón de insultos en español y ninguno era bueno. Y continuó:
—Me parece una falta de respeto que no hayas contestado tu móvil desde hace tres putos días— tenía tres dedos levantados y casi me golpea con ellos la cara—. ¡Soporté vientos y mareas, me enfrenté al Kraken, al dragón de Shrek y hasta el maldito Doctor Dom para venir en tu rescate!
Ella sacudió las manos.
—Y tú aquí—volteó a ver a Taeyang con molestia, ella no sabía que ya nos habíamos perdonado—. Chingando con mi archienemigo...
Taeyang la miraba divertido. Yo me cubrí el rostro de la vergüenza.
—No es lo que— me interrumpió.
—¡¿Sabes lo preocupada que estaba por ti?!— gritó y dió varios pasos y soltó la mochila que cargaba en la espalda y llegó hasta mí para jamaquearme los hombros—. ¡Puñeta! Sonaste como puerca en matadero y después se cortó la llamada. ¡¡¡Pensé que alguien te estaba estrangulando y temí por tu vida!!!
—Un pedazo de carne me estaba extrangulando— intenté explicarle. ¡Ay, eso se escuchó raro!
<<Mejor no hables>>, me recordó mi conciencia.
—¿De qué pedazo de carne hablas?— preguntó ella mirando la entrepierna de Taeyang, él se cubrió con una mano y se removió incómodo—. ¿Hablas de su salchicha venezolana?
—¡Por Dios Emily! ¡NO!— ella no me escuchaba.
Sacudió el rostro. Yo me mantuve quieta mientras la escuchaba lanzarme regaños e insultarme por cosas que ahora ni venían al caso. Emily a veces no esperaba demasiado de la gente, pero se preocupaba con una intensidad adorable. Amaba su drama, por eso la dejaba insultarme como quisiera.
—...y ensuciaste mi camiseta con salsa BBQ porque la usaste sin permiso y eres una idiota porque te metes en mi armario y me robas...— dejé de prestarle atención para inclinarme a un lado de Taeyang que la veía divertido mientras soltaba cosas reveladoras de mis tiempos cuando la torpeza era mi segundo nombre.
—Esta es ella en su máximo explendor. —Le dije bajito. Él soltó una risita y abrió la boca cuando Emily soltó:
—...Y por idiota usaste plataformas de tacón y en medio de la pista de baile resbalaste porque había un puto lápiz en el suelo y, todos creyeron que repartían bebidas y se canceló la fiesta porque el director lo tenia prohibido. ¡Me avergonzaste!...—Taeyang soltó una carcajada, realmente estaba divirtiéndose con las cosas que mi hermana soltaba.
—Es divertida — mencionó, lo miré mal e intenté hablar pero Emily alzó la voz.
—¡Y dale gracias a Dios que no te agarré por las greñas cuando chocaste mi auto contra un muro porque eres tan pendeja que no sabes diferenciar P de parqueo y R de reversa! — Jamaqueó sus brazos. Decidí que ya era momento de interrumpirla.
—Estoy bien. —Le aseguré a medida que intentaba empujar a Taeyang fuera de la habitación para evitar que mi hermana lo asesinara.
—No, ya veo que estás bien. —Dijo de forma teatral y ladeó el rostro asesinando a mi coreano con la mirada—. ¿Y no se supone que tienes novia y eres un descarado traidor? ¿Dónde están tus principios?
Abrí la boca. El medio coreano se quedó pasmado al escucharla.
—Lamento lo que ocurrió —dijo Taeyang antes de que casi le propiné una patada en el trasero para sacarlo fuera y cerré la puerta. Me giré a mi hermana y ella estaba recostada en la cama con los brazos extendidos mirando el techo. Se hizo un silencio.
—En mi lecho de muerte os dejo mi recuerdo, en vuestras manos el último aliento... si mi vida dependiera de ello... cortaría con fervor todo rastro de— la interrumpo.
—¿Qué estás diciendo?
—Improviso una línea memorable para cuando esté a punto de morir — dijo perdida en sus pensamientos. Ni Anne Shirley era tan dramática, bueno...sí lo era. Supongo que, mi hermana y ella podrían ser las mejores amigas. Y después enemigas porque seguramente mi hermana le habría quitado a Gilbert Blythe —. Quiero que mi muerte sea la más trágica de todas, que mis hijos y nietos me escuchen relatar amores perdidos, prohibidos, olvidados...hasta que mis ojos dejen de ver, hasta que mi boca deje de hablar, hasta que mi corazón deje de latir y me pierda en el valle de la oscuridad.
—¿Qué haces aquí?—volví a insistir.
La escuché soltar un extenso suspiro perdida en sus pensamientos más tragicos hasta que me respondió.
—Ya te dije. No contestabas las llamadas y yo no conozco a nadie en esta casa y papá insistió en que venga a ver si estabas viva.
—Pensé que habías soportado vientos y mareas solo porque me extrañabas.
Ella hizo una mueca de disgusto.
—En el aereopuerto, una vieja loca quería quitarme mi mochila y me aruñó, mira — lloriqueó y me mostró el antebrazo, tenía una línea rosada en diagonal—. Después el de seguridad me llevó a las oficinas porque yo me veo medio sospechosa y me sacaron todas las cosas de la mochila. ¡Pensaron que traía droga!—volvió a lanzarse a la cama—. Casi se me atrasa el vuelo y mientras caminaba a esta casa una paloma se cagó sobre mi—. Señaló su camisa y algo verde reposaba en el área del hombro. Solté una carcajada divertida.
—Ve el lado positivo, si juegas la lotería puede que te hagas millonaria.
—Y eso no es lo peor — me gritó ignorándome, sumida en su miseria—. Perdí una uña cuando abrí tu puerta.
Levantó el dorso de la mano, la uña postiza del dedo anular había desaparecido.
—Las cosas que me pasan solo para encontrarme que no solo no me has contado un carajo de lo que está pasando realmente, sino que, te encontré recién follada con la misma cara que tenía JLo después de su luna de miel con Ben Affleck.
Ok...era momento de ponerla al día.
La obligué a sentarse frente a mí y le conté detalle a detalle lo que estaba ocurriendo y sus expresiones eran cómicas. Primero, hacía una mueca de confusión, luego hacía un puchero, arqueaba las cejas, arrugaba la frente y por último, abrió la boca indignada:
—¿A quien le dice puerca?— dijo eso cuando le comenté sobre el insulto de Nirvana. Se levantó sumamente molesta y la vi salir por la puerta—. Y... ¿cómo que pobretona que no tiene para el almuerzo? ¿Quién se cree que es?
Tuve que correr detrás de ella porque iba dando zancadas como una mamá furiosa y bajó las escaleras. En la sala sentada en el sofá estaba Tania con un tazón de palomitas, y en la cocina estaba Nirvana, junto a Jin que la estaba ayudando a cocinar. No me había percatado que había salido de su habitación, la miré mal pero ella no se dió cuenta.
—¿Tú eres Nirvana?— le preguntó de mala gana a mi pobre amiga Tania.
Tania la observó curiosa y levantó la mano señalando a la cocina. Le lancé una mirada tipo: <<Wey, no estás ayudando.>>
Y ella una: <<Esto se va a poner bueno.>>
Y comió palomitas con más intensidad mientras veía a Emily entrar a la cocina.
Oh, oh.
Emily dió varios pasos y apartó de un empujón a Jin que se quedó embelesado mirándola. Nirvana arrugó el rostro con molestia y dió varios pasos hacia atrás evitando que Emily le enterrara el dedo que había levantado mientras la señalaba.
—¡¡¡Vuelves a decirle "zorra" a mi hermana y te arranco las pecas con una pinza !!!— le gritó en la cara y Nirvana sacudió el rostro.
—¿Esta es tu hermana?— Jin tenía una expresión de incredulidad.
—Esto es genial, te abro la puerta en buen plan y ahora vienes a gritarme — soltó Nirvana e intenté hacer que Emily retrocediera pero ella estaba concentrada en gritarle a la traidora.
—Y que sea la última vez que intentas destruir la relación de Neyney con mi cuñado. ¿Me oyes? O de lo contrario, desearás jamás haber nacido. El mundo nunca recordará a la traidora de Nirvana Kang, de eso me voy a encargar yo. Voy a ensuciar tanto tu nombre que te vas a volver famosa pero por ser la más que recibe dislike.
Nirvana rodó los ojos a medida que se cruzaba de brazos.
—¿Ah sí? —ella amplió la sonrisa en una que me dió miedo—. Pues quiero verte intentándolo porque quiero ver la cara que pondrás cuando te llegue una demanda por difamación.
Emily estaba echa una furia y dió un paso hacia atrás. Controlándose, creo.
Tania ahora estaba a mi lado, metiendose un puñado entero a la boca con más desesperación mientras su mirada iba de Emily a Nirvana que ahora se lanzaban insultos de toda clase. Me ofreció un poco y no tuve más opción que agarrar un puñado y comer con la misma intensidad.
Como no las vi con intenciones de pelearse con los puños, me alejé de la escena. Me senté en el sofá y le grité a Jin que se hiciera cargo.
—Pero es que son dos fieras— me respondió intentando que mi hermana diera un paso hacia atrás, pero ahora Nirvana intentaba pasarle por el lado a Jin. De repente vimos a Ander, bajar corriendo las escaleras y se metió a la cocina para ayudar a su amigo. La casa era un caos total, y yo estaba temblando por el nerviosismo. Taeyang venía bajando las escaleras con una cara de curiosidad por todo el escándalo y creí ver algo de tristeza cuando su mirada se dirigió a su hermana que por fin se cansó de discutir con la mía y salió de la casa dando un portazo.
Emily volvió a la sala acomodando su cabello y se sentó a mi lado. Agarró un puñado de palomitas del tazón de Tania y lanzándole un guiño, soltó:
—¡Qué difícil es ser hermana mayor!
Tania se había sentado a mi lado y miraba de reojo a mi hermana. Jin todavía estaba mirándola con muchísima curiosidad y creí verlo lamerse los labios. Lo que sea que esté pensando el medio coreano, debía ser algo pecaminoso. Ander nos miraba aturdido. Taeyang ahora abría la nevera y a mi alrededor se formó un silencio medio denso.
—¿Qué?—pregunté confusa.
—¿No la vas a presentar?—me cuestionó Jin.
Emily se puso de pie y avanzó hasta donde estaba él, ladeó el rostro escaneándolo. Literalmente, se movió a su alrededor para observarlo como si fuera una pieza de arte en algún museo y me miró sobre su hombro: —Yo sí le daba.
Mis mejillas enrrojecieron y me hundí en el sofá.
—¿Cómo?—Jin no daba crédito a lo que escuchaba, al parecer acostumbrado a lanzar ese tipo de comentarios pero incrédulo que se los lanzaran a él. Faltaba que conociera alguien igual de desvergonzada que él.
Mi hermana continuaba inspeccionándolo, y creí ver incomodidad en Jin.
—Así que, ¿este es mi futuro esposo?
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