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Parte 9


Suga lavaba los platos y Daichi los secaba.

Suspirando recordaba algunas cosas de hace dos años, cuando esta historia daba inicio, la primera discusión que tuvieron la pareja de señores de la casa. 

Señores....solo dos niños de 17 y 19 años...


--Shoyo deja de seguirme, ahora eso es algo que no tiene solución.


--¿Cómo que no tiene solución Tobio?


--Que no, idiota.


--Primero no me insultes, segundo, yo no tengo 20 años, no sé por qué dice eso mi documentación, me hace quedar como un imbécil que no terminó la preparatoria y no me permite seguir estudiando con gente de mi edad.


--Lamento recordarte que para poder salir de tu país "casado" tenías que ser mayor de edad, no tengo otra documentación tuya, ahora eres unos meses mayor que yo y llevas mi apellido.

No puedes matricularte en ningún lado como Shoyo Hinata porque eres un Kageyama, grábalo en tu cabecita.


--¿por eso me dijiste que Suga me ayudaría a estudiar durante la cena de ayer?


--Si... y ....¿pensaste mi otra propuesta?


--Ya te dije mi respuesta, no soy ninguna incubadora y menos me desharé de ningún hijo.


--No debes "deshacerte" de ningún hijo, el niño se quedará conmigo y tu vuelves a tu país con tu familia y una buena suma de dinero.


--Ni loco, soy un hombre, nunca pensé siquiera en ser madre, puede ser que como omega tenga esa capacidad, pero no lo haré de esa manera y menos contigo, lo siento por los 10 millones de dólares que pagaste por mí.


Sin decir más, Tobio miró a Daichi que estaba escuchando todo ahí parado junto a Suga, esperaban directivas en el comedor.


-Daichi mañana a las 8 de la mañana nos vamos al centro médico, desayuna con los demás y no nos esperen, Shoyo y yo tenemos que ir en ayunas para los estudios que le harán y después iremos al centro comercial.

-sí señor Kegeyama.

-otro más, déjense de llamarme tanto señor, somos familia.


Shoyo captó algo en el "tenemos que ir en ayunas" ¿por qué los dos si los estudios se los harían a él?, no dijo nada para no seguir discutiendo, ese alfa era gruñón y no quería hacerlo enojar más de la cuenta.

Shoyo y Pedro estaban otra vez en el departamento con una serie de recetas, pedidos para realizarle estudios que tenía que hacerse en forma urgente, los análisis que ya le habían hecho y guardados en el celular, la ecografía y el sonido del corazón de ese milagro.

No entendía que pasó, pero la llamó a su madre quien casi se desmaya porque rara vez llamaba.

Cuando le mandó su sorpresa, su mamá agradeció el estar sentada, porque sino se hubiera caído al suelo de la impresión. 

Lloraba emocionada viendo ese mini videíto y escuchando esa melodía de golpeteo, claramente fue su nueva canción favorita, ni hablar de Natsu, que ya con 11 años andaba saltando como ardilla pensando en su sobrino o sobrina.

Shoyo acariciaba su panza que crecía, se ponía la crema anti estrías que le regaló Nice y recordaba los besos de su alfa....

--basta Tobio, tenemos que volver a casa

-no, que nos esperen, acá estamos atendiendo algo importante, -...


Kageyama lo abrazaba fuerte y lo besaba con delicadeza, era un sueño oler esas feromonas de menta y chocolate que a la vez le recordaban el mar, las vacaciones y las playas de su país de origen.

- si estoy contigo estoy en casa, no importa donde estemos...


- te amo mi ángel, somos una familia.....


Ahora sonreía, sentía los movimientos de su bebé con una mezcla rara de alegría y tristeza.....

Había que hacer algunos cambios.

Shoyo agradecía al universo y cuando fue a yoga lo felicitaron todos los presentes.

El ejercicio físico era bueno, pero no con un embarazo tan avanzado, así que los entrenamientos de vóley quedarían suspendidos.

En Bon Apetite lo pusieron al teléfono y adelente de la computadora a recibir pedidos on line, por un tiempo se terminaría la bicicleta.

Llamó a Kenma y a Tadashi, sus mejores amigos tenían que saber la gran noticia y les pidió discreción.


Como Tobio no quería ni oír el nombre de su esposo.

Nadie mencionaba el tema de Shoyo.

Atsumu sabía que lo buscaba por distintas redes sociales.

El pelirrojo estaba desaparecido.

Ordenando su escritorio Kageyama encontró una foto.

 Estaban ellos sonriendo en el jardín donde jugaban siempre con la pelota de vóley blanca que Hinata llevaba a cuestas cada vez que salía, con lágrimas en los ojos lo recordó...

--juguemos bakayama


--¿qué es ese apodo? Resultaste un atrevido, ya vas a ver cuándo te agarre.


--no tires la pelota a ese lugar, ya la voy a buscar


--¡cuidado Hinata!, ¡te puedes caer!


Y ahí te sostuve, lo que sentí fue mágico, te miré a los ojos y sin pensarlo te besé.

Nuestro primer beso.... Volvió a tocar la foto y la besó.



A principios de diciembre con una panza ya grandecita,  Hinata se recibió de preparador físico.

Sus compañeros de cursada le hacían bromas porque parecía que se había comido la pelota de vóley. Realmente lo apreciaban mucho porque el pelirrojo tenía siempre buen humor y mucha energía.

Le regalaban cosas para el bebé, tenía ropa de muchos colores, neutros en su gran mayoría.

El sexo de su retoño sería sorpresa, nunca se dejaba ver.

En Brasil hacía mucho calor y se preparaban para las fiestas de fin de año, muy distintas a las de su país natal, pero llenas de amor y calor familiar. 

Recordaba que en Londres y en Japón para esa época nevaba, y que pronto sería el cumpleaños de Tobio.

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