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55.

¡Hola! 

Capítulo dedicado a: itshailsbenzo Te veo hasta en la sopa xD <3 Espero que te guste el capítulo, linda. <3 Aka Q-QueenH no quiere compartir a Dash, pero tiene que hacerlo porque más chicas lo desean(? xD okno, hay Dash para todas lol 

Espero que les guste el capítulo. <3 

No se olviden de que los capítulos +18 serán privados y para acceder a ellos deberán seguirme. 

También debo decirles que no habrá secuela de la historia, lo he estado pensando todo éste tiempo y creo que no es necesario alargar la historia que más apoyo ha tenido en mi cuenta, sin embargo, tengo muchas sorpresas para ustedes. 

Pd: He abierto "Abaddon's Blog" no duden en darse una vuelta por ahí y hacerme alguna pregunta, estaré gustosa de responder. 

Sin más que decir... ¡Disfruten su lectura!

~*~

Dash está frente a mí, su cabeza descansa sobre el brazo que tiene en la mesa y, desde hace unos minutos atrás, pequeños ronquidos abandonan sus labios.

Sabía que estaba cansado y por ello, una hora atrás, lo había enviado a casa, pero él pasó de mí, diciendo que no me dejaría sola por nada del mundo. Niego un poco divertida y dejo el bolígrafo que estoy usando de lado, con cuidado, paseo mis dedos por la tersa mejilla del moreno y el ceño de éste se frunce.

Cuando intento dejarlo descansar, él reacciona con rapidez, sujetando mi mano con la suya.

—¿Qué haces?

—Te quedaste dormido —río. Sus ojos se abren y el gris de su iris me observan directamente—. Ve a casa.

—No trajiste auto, Holly —murmura, para luego besar mi mano y dejarla ir cuando tiro de ella. Una sonrisa cansada se dibuja en sus labios y sé que es hora de marcharnos. Nuestras clases habían terminado tres horas atrás y, ciertamente, avanzaría más si trabajaba desde casa—. ¿Terminaste?

—No —río, cerrando mis cuadernos—. Prestaré el libro, pero antes de eso iré al baño.

Dash se estira, soltando un quejido por lo bajo y no dudo en levantarme de mi lugar. Sé que él no está tranquilo sabiendo que Shawn estaba rondando, sin embargo, no quería vivir con paranoia todo el tiempo.

Los Reynolds era el menor de nuestros problemas.

—Iré contigo.

—No —Lo detengo, dándole una dura mirada—, no necesito que estés detrás de mí, Dash, puedo ir al baño sola.

Él parece listo para pelear, pero se mantiene callado cuando nota el enojo en mi mirada. De mala gana, se encarga de recoger mis cosas, lo cual agradezco.

El baño no queda a kilómetros, sin embargo, el cansancio de estar horas sentadas empieza a recaer sobre mis piernas. Las miradas siguen sobre mí, haciéndome sentir incomoda, pero, aquello desaparece cuando coloco la mano sobre mi vientre.

Saber que iba a tener un bebé con Dash, quitaban la importancia a las miradas recelosas de las personas que no nos conocían. Ellos no sabían lo que Dash y yo estábamos viviendo. No eran testigos de las veces en que él intentó rendirse, mucho menos cuando tuve que duplicar mis fuerzas para mantenerlo conmigo.

A pesar de que Dash parecía ser una roca sin sentimientos, era mucho más indefenso que un niño asustado. Él tenía miedo.

Un golpe en mi hombro me saca de mis pensamientos y, cuando me detengo, el cabello rubio de Ella entra en mi campo de visión.

—¿Cómo está la madre más hermosa del mundo? —No puedo evitar sonreír y, sin detener a la rubia, dejo que me rodee con sus brazos—. ¿A dónde ibas?

—Al baño —Sonrío, retrocediendo un paso fuera de su espacio personal—. ¿Tú? Pensé que ya te habías ido a casa, tu hora de trabajo terminó.

La rubia pone los ojos en blanco, para luego soltar una risa.

—Debió haber terminado —dice—, pero Clayton necesita resolver algunas cosas antes de que me marche y por eso continuó aquí. ¿Dónde está Dash?

—Biblioteca —Mi boca se cierra de golpe cuando Los Reynolds y Amara entran en mi campo de visión. Tanto James como la morena ayudan a Shawn a caminar, sin embargo, éste se detiene cuando llega a nuestra altura.

—Así que... serás madre, Parks —Se burla—, que triste que el padre sea un enfermo mental, ¿no? Si no tienes cuidado puede poner las manos sobre ese pequeño niño y terminar matándolo.

>>Ambos sabemos que Barton no se puede controlar.

—¿Tu ya pudiste controlar las muletas? —Las palabras me abandonan con rapidez, sin darme tiempo a arrepentir y, cuando el ceño del castaño se frunce, sé que he tocado algo tan profundo en él; que he logrado hacerlo sentir mal.

Sabía que no era lo correcto, sin embargo, viendo su cara, me hacía sentir demasiado bien conmigo misma. Lo había lastimado del mismo modo que él lo hacía con Dash.

James me lanza una mirada dura, a la cual respondo con un simple inclinamiento de ceja y apresura a su hermano a alejarse de Ella y de mí. La tensión no abandona mi cuerpo hasta que el trío se aleja por completo.

—Sigo sin entender por qué es así —Ella murmura, atrayendo mi atención—. Según lo que tengo entendido se marchará el siguiente semestre a Canadá. Su familia encontró a un medico que se encargará de su recuperación.

El sonido de la puerta de la biblioteca llama mi atención y mis ojos caen sobre la misma. Dash se encuentra de pie ahí, observándome un tanto confundido y, en completo silencio, hace su camino hacía nosotras.

—Pensé que irías al baño —Sus ojos se detienen sobre Ella y ésta sonríen inmediatamente—. Hola, Ella.

—Hola y adiós —Ella responde, lista para marcharse—. Debo hacer el trabajo de Clayton más fácil. Nos vemos mañana, chicos.

No nos da tiempo a despedirnos cuando se marcha, por lo que, ambos, soltamos una risa. Tal vez si Ella le daba una oportunidad a Ethan sabría que ambos eran iguales. Nunca se quedaban quietos y siempre les gustaba tener algo entre manos para ordenar.

Eran tal para cual.

—¿Irás al baño o debo llevarte? —Dash tira de un mechón de mi cabello, llamando mi atención. Las marcas rojas dibujadas en su mejilla es un recuerdo divertido de que se había quedado dormido, por lo cual no dudo en sonreír.

—Vamos a casa —digo, porque simplemente las ganas de ir al baño desaparecieron—, puedo esperar.

Dash niega divertido y rodea mis hombros con su brazo, para guiarme fuera de la biblioteca de la universidad. Hay varias personas en el edificio, sin embargo, ninguna de ellas es capaz de hacerme sentir incomoda. Dash estaba conmigo y amaba al bebé que venía en camino.

No tenía nada de lo cual avergonzarme.

—Tu cumpleaños pasó y no pudimos hacer nada —Su voz suena pensativa, pero la diversión no se elimina de él—. ¿Películas, pastel y pizza esta noche?

—Debo terminar mis trabajos, Dash —digo—, no quiero perder la beca.

Suelto un suspiro.

Había olvidado por completo mi cumpleaños. El tener en mente todos los problemas y la reunión con Darikson Parks había logrado bloquear aquella celebración. Eso, y el hecho de tener a Scott, Dylan y Cole rondando en la ciudad, lograban desconcentrarme.

Varias personas están reunidas en un único punto y dos patrullas de policía entran en mi campo de visión y, cuando logramos acercarnos, tanto Dash como yo nos damos cuentan que rodean el auto del tatuado.

—¿Qué diablos?...

—¿Dash Barton? —Un policía pregunta y Dash no duda en asentir—. Recibimos una denuncia de que está portando un arma sin permiso.

>>Tenemos una orden de cateo.

Tensión es lo único que irradia el cuerpo de Dash y, cuando uno de los policías intenta alejarme de él, se interpone, sujetando con fuerza la mano del uniformado.

—Será mejor que colabore o lo arrestaré por desacato —Mi mano termina sobre la de Dash y no dudo en tranquilizar al tatuado.

Está bien —murmuro—, no me iré de aquí.

Dash está tenso e intento tranquilizarlo con mi mirada mientras doy unos cuantos pasos lejos de él. Otros dos policías se encargan de alejar a las personas que están curiosas y, cuando quedamos pocos, uno de los policías pide las llaves del auto.

—Esto es estúpido —Dash dice, entregando tanto mi mochila como las llaves del auto—, no tengo un arma. No la necesito.

—Sólo revisamos cada una de las denuncias que nos llegan —El de cabellera castaña le lanza las llaves otro de sus compañeros y éste no pierde el tiempo en abrir el auto y revisarlo—. ¿Tiene algo que decirnos?

—¿Por qué diablos cargaría un arma en mi auto con mi novia embarazada? Es estúpido.

—¡Carson! —Mi boca se mantiene en silencio y siento como mi corazón ralentiza su latir cuando un arma es sostenida con cuidado por el otro policía.

Había un arma en el auto de Dash.

—Eso no es mío —Dash suelta, sus ojos caen sobre mí y visualizo el pánico en ellos—. Holly...

—Dash Barton —La voz suena lejana a mí—, queda arrestado por posesión de armas ilegales.

~*~

—Será mejor que te calmes, Holly —Elton murmura—. Escuchaste a Héctor. No hay pruebas de que esa arma pertenezca a Dash. Debe ser sólo una trampa.

—Ha estado en esa celda por todo un día, Elton —murmuro—. No viste lo que yo vi. Él tiene miedo.

—Saldrá —Repite. Lo ha estado diciendo desde el momento en que lo se llevaron a Dash y, desde entonces, no se había separado de mí—. Lo verás. Sé que a pesar de todo la justicia siempre termina ganando.

—No para mí —musito—, las cosas peores solo han terminado mucho peor. No hay suerte, mucho menos justicia en mi vida. Sólo las cosas malas me rodean.

>>Creí que ya sabías eso.

—Dash apareció en tu vida, enana —ríe, suena divertido, pero, sin embargo, no logra aflojar la presión en mi pecho. Me sentía vacía. Quería a Dash conmigo. Lo necesitaba conmigo—. Aún después de todo lo que ocurrió, Dash es lo mejor que pasó en tu vida, y lo mismo puedo decir de él.

Elton cierra la boca cuando ve a Héctor salir de la habitación en la que había entrado. Éste luce feliz, sin embargo, no me creo esperanza alguna. Siempre que pensaba que las cosas estaba bien, algo más ocurría y terminaba con ello.

—¿Qué ocurrió?

—Dash saldrá —dice—, pude hablar con los encargados de las cámaras de seguridad de la universidad y vieron una pareja abriendo el auto de Dash.

>>No sé cómo lo hicieron, pero justo ahora están detrás de ellos. Sólo fue trampa. El arma no es de Dash.

—¿Dónde está?

—En este mismo momento le estarán quitando las esposas —Héctor sonríe de lado—. Está loco por verte.

—¿Quiénes eran las personas que metieron el arma al auto de Dash? —Elton, quien parecía atrapado por esa información, suelta. Ciertamente, justo ahora, no me importaba quienes eran los culpables. Solo quería ver a Dash y abrazarlo.

Quería decirle que todo estaba bien.

—James Reynolds y Amara Hudson —Los nombres captan mi atención y Héctor me observa con seriedad—. Al parecer todo es una venganza. Dash golpeó al hermano de James, Shawn.

—Me los topé en el pasillo —murmuro—, Shawn intentó meterse conmigo usando al bebé, pero no lo dejé. ¿Por qué diablos quieren meterse de nuevo con Dash?

El silencio empieza a reinar sobre nosotros y Elton es el único que lo rompe—: Dash es una bomba de tiempo, sólo será cuestión de tiempo para que estalle y, ciertamente, nadie debería estar cerca cuando eso ocurra.

El sonido de barrotes abriéndose llama la atención de los tres y, cuando pienso que se trata de otra persona, Dash cruza dicha puerta y sus ojos caen sobre mí.

Luce cansado, como si no hubiera pegado un ojo en toda la noche y yo me encontraba de la misma manera. No me había alejado de la estación por nada del mundo.

Sin siquiera pensarlo, me alejo de Héctor y Elton, haciendo mi camino hacía el tatuado y, en menos de un minuto, me encuentro aferrada a su cuerpo como si de una sanguijuela se tratase.

—Está bien —Dash murmura—, estoy bien, nena.

—Tenía miedo —El sollozo se escapa de mi parte antes de que logre formar una sola oración—, tanto miedo...

Sus labios se presionan contra mi frente mientras me envuelve en un abrazo. Está tenso, sin embargo, no me importa. Quería estar con él, y ahora que lo estaba, no iba a soltarlo.

—No me iré —murmura—, primero acabo con todos esos hijos de puta antes de que acaben conmigo.

Siento sus dedos tirar de mi barbilla y, cuando creo que va a separarse de mí y dejarle de lado, saca una cajita del bolsillo de su pantalón.

—Lo escondí en tu mochila —murmura—, creo que es el único lugar que no ordenas —Mi ceño se frunce, pero la sorpresa y felicidad embargan mi cuerpo cuando él me muestra el contenido de la pequeña caja—. Tu regalo de cumpleaños soy yo, Holly —murmura, mis ojos caen sobre los suyos y noto el nerviosismo en ellos—. Sé que será raro decirlo en una estación de policía, pero no me arriesgaré a salir de aquí y que algo más ocurra, así que: ¿Me quieres tener en tu vida hasta que ninguno de los dos pueda caminar y que Fergus ladre mientras vemos como nuestros nietos juegan con sus hijos en nuestro patio?

—¿Quién es Fergus? —Una risa se libera de mis labios mientras observo a Dash.

—El perro que compraré para ti si es que te casas conmigo.

Asiento, incapaz de poder soltar una sola palabra coherente y, cuando lo hago, Dash simplemente me abraza, olvidando la pequeña cadenita en el interior de la caja.

Sus labios se presionan contra los míos y, cuando se separa de mí, no puedo evitar quitar la caja de sus manos.

Mis dedos tiemblan cuando tomo el dije de oro entre mis manos. Una D y una H adornadas con pequeñas incrustaciones de diamante entran en mi campo de visión y siento como mi corazón se detiene por un segundo.

Ciertamente, después de este día, sería la única mujer a la que le piden matrimonio con una cadena.

Una cadena que nos uniría a pesar todas las cosas que intentaran venirse sobre nosotros. Después de todo, Dash y yo nunca habíamos sido iguales a los demás y eso era lo mejor que podía habernos pasado.     

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