Capítulo 1: "El brazalete"
—"¿Sabes? Recuerdo que luego de que te mudaste creí que no volvería a verte" pronuncié aún sorprendida por verlo de nuevo.
—"Y yo recuerdo que dije que no importaba cuantos muros, cuantas barreras, cuantas cercas o cuantos kilómetros nos intentasen separar, siempre regresaría a estar cerca tuyo" dijo con esa sonrisa, con esa cálida, bella y dulce sonrisa, con esa sonrisa que años antes me llenaba de alegría y de luz.
—"No has cambiado nada".
—"Al parecer no, aunque no puedo decir lo mismo de ti, estás completamente diferente a la última vez "habló mientras me veía de pies a cabeza. "Solo mírate, ¿es enserio que llevas una boina?" preguntó bromeando.
— "Claro" pronuncié ahogando una risa. Mi mirada inmediatamente chocó con la suya, él sin dejar de verme se acercó cada vez más hasta que quedamos a un par de pasos de distancia.
—"Realmente te extrañé como no tienes idea"
— ¡Maravilloso! — exclamó el profesor de teatro mientras aplaudía. — Carlos, es la mejor lectura de guion que has hecho hasta ahora, los felicito a ambos.
—Gracias — respondimos al mismo tiempo.
—Vayan a sus asientos, ahora por favor Maria y Joshua al frente.
Regresé a mi asiento junto con Carlos quien antes de empezar a caminar hizo una pequeña reverencia para su "publico".
—Ves te dije que lo haría bien — susurró.
—Más te vale que haya sido lo suficientemente bueno como para un 8 al menos.
—Sí, sí como sea ya pasó, ahora si me lo permites voy a cerrar mis ojitos durante los próximos diez minutos que quedan de clase, ayer me desvelé viendo un maratón de películas con mi hermana y ahora— soltó un pequeño bostezo— estoy exhausto.
Yo solo asentí viendo como él colocaba sus brazos sobre el escritorio y recostaba su cabeza en estos. Nuestro asiento en esta clase estaba hasta el fondo por lo que el profesor no lo vería y menos ahora que estaba ocupado viendo a mis compañeros, aunque lo viese creo que a Carlos no le importaría ir una vez más a detención por dormir en clase.
—Y uno, y dos, y uno, dos, tres.
Justo ahora me encontraba en el gimnasio sentada en la segunda fila de las gradas comiendo una dona rellena de jalea, era la hora de descanso y el equipo de animadores hacia su última práctica para la presentación en el partido de mañana. Becka, mi mejor amiga, lograba dirigirlos muy bien. La entrenadora solo las veía satisfecha, realmente hacían un buen trabajo, aunque estuviesen cansados de entrenar varias horas a lo largo de la semana, durante los descansos y luego de las clases.
Mañana sería un día importante, los representantes de las universidades vendrían a ver el partido en busca de talentos de último año que pudiesen ser de su interés para integrarlos a sus equipos, incluyendo no solo a los entrenadores de fútbol, sino también a los de animadores.
—Muy bien, es casi perfecto, solo necesito que, por favor, Ema, eleves un tanto más tu rodilla y mantengas la espalda recta en la última formación, fuera de eso estamos bien — señaló la entrenadora, Jessica.
—¿Cómo los viste? —preguntó dirigiéndose a mí.
—Me encanto.
Una sonrisa se formó en su rostro y volteo nuevamente al equipo.
—Bien, desde el inicio.
Terminé la dona, saqué mi celular vi que tenía cuatro mensajes de Louise
Hola.
¿Cómo estás?
Oye una pregunta...
¿Has visto a Lucas?
Hola, bien ¿y tú?.
No, tenía clase conmigo, pero no llegó.
Aunque ya sabes como es.
No lo sé.
Últimamente parece preocupado.
Ayer se quedó en casa de un amigo porque sus padres discutieron de nuevo.
Le pregunté a Blake y dijo que vino con él en el autobús, pero luego no lo vio de nuevo.
Tranquila quizá solo quiere estar solo un rato.
Igual si lo veo te avisaré.
Bien, muchas gracias.
Durante los últimos meses había notado que Lucas se volvía cada vez más frío o dejaba de pasar tiempo con nosotros, claro tiene una vida aparte, pero no era común en él que cambiase tan repentinamente de ser la persona más divertida de la tierra a un chico bastante gris y sombrío. No pregunté, porque no quería incomodarlo, pero de hecho, supe la razón de su cambio o al menos una parte hace dos semanas cuando fui junto con Blake, Becka y Macé a su casa a dejar unos apuntes porque ni él ni Louise habían ido a clase ya que ambos pescaron un resfriado por intentar recrear una fotografía bajo la lluvia. Sus padres pelean demasiado y dijo que estaban a punto de divorciarse y él no la pasaba nada bien durante ese proceso. Louise se preocupa mucho por él y la verdad yo también, todos, a decir verdad.
—¡Bien eso es todo! Ya pueden irse, los quiero a todos aquí mañana en punto.
—Sí entrenadora—respondieron todos en coro.
—Nos vamos— preguntó Becka acercándose a las gradas.
—Claro—. Guardé mi celular en una de las bolsas de mi sudadera, tomé mi mochila, cuando baje deje la basura de la dona en un basurero que estaba cerca y me dirigí junto con mi amiga a los vestidores.
—¿Y cómo vas con tu presentación de geografía? —preguntó ella mientras terminaba de ajustar las agujetas de sus zapatillas.
—Digamos que por ahora al menos, sé algo más aparte de que Roma es la capital de Italia.
Ella sonrió levemente, se levantó tomo su bolso y extendió su mano hacia mí.
—Bien, vamos a la biblioteca—. Arquee mi ceja algo confundida. — Ese diez no se ganará solo.
—No, lo que menos quiero hacer ahora es eso.
—Vamos, sé que mientes, además es mi deber como tu mejor amiga mantenerte en línea para que seas la alumna con las mejores calificaciones, después de mí obviamente.
— Ya quisieras.
—¿Vienes o no?
— Déjame pasar a mi casillero primero—. Tomé su mano para poder apoyarme al levantarme fingiendo un gran esfuerzo al hacerlo.
—Italia es mucho más simple de investigar que Mongolia— pronunció un chico castaño que se encontraba sentado frente a nosotras.
—Hay veces que la vida no es justa Mace—dije mientras alzaba mis hombros.
— "Hay vicis qui li vidi ño is justi" —repitió burlándose de mí.
—¿Qué hay de ti? — Ahora fue Blake quien habló otro chico castaño al igual que el anterior con la diferencia que el cabello de este era un tanto lacio, quien señaló a Becka.
—Inglaterra—respondió levantando la vista del libro que leía.
—Nicaragua—habló nuevamente Blake.
—Ya me aburrí —. Mace cerró de golpe el libro que tenía.
—¡Oye! ¿Qué diablos te pasa? ¿Qué culpa tiene el libro? —reclamó Becka.
—No lo sé, quizá el hecho de que estamos obligados a sacar la información de él y no de internet.
— Si lo vuelves a hacer te prometo que te colgaré de la lampara del techo.
—Ya tranquila— dije interviniendo en su pequeña riña.
—Lectoras—pronunció el rodando los ojos solo para provocarla.
— No me rebajaré a tu nivel muggle—le respondió.
De pronto la puerta de la biblioteca se abrió fuertemente dejando ver y oír a Carlos.
—¿Quién tiene hambre? ¡Su deliveri llegó! —. Alzó los brazos dejando ver algunas cosas de la máquina expendedora.
—¡Mi salvación! — exclamó Mace.
Yo solo lo veía sonriendo nunca puede hacer una entrada sutil, gracias al él las miradas del grupo de al lado estaban sobre nosotros, aunque para ser sincera a nadie de nosotros le importaba, habíamos hecho el ridículo tantas veces que tal vez ya ni siquiera teníamos vergüenza alguna a que los demás chicos nos juzgaran.
El bibliotecario por otra parte ni siquiera puso atención a lo que hacía, lo único que le importaba era terminar su turno y poder irse.
—Para usted señorita—. Dijo cerca de mi oído y dejó un paquetito de galletas de limón sobre mi libro.
—¿Qué no dijiste que estabas muy cansado?
—Ya sabes cómo es, una Coca-Cola puede reanimarte.
—Sí, seguro que tomaste solo una Coca-Cola—. Nótese el sarcasmo en mi voz.
Como respuesta me guiñó con su ojo izquierdo y continuó dejando las chucherías a los demás.
—Gracias—. Blake tomó la bolsa de papas que Carlos le entregó, las abrió velozmente y se metió un puñado a la boca.
—¿Ya le dijiste a Miranda? — preguntó Carlos dirigiéndose a Mace a lo que este lo vio al parecer confundido.
—¿Qué es lo que debe decirme?—pregunté.
—Que Mace y yo estamos saliendo—. De inmediato Mace arrugó las cejas volteando a ver a Carlos aún más confundido.
—¡¿Qué?!— preguntó Becka sorprendida y emocionada al mil.
—No, claro que...— Mace fue interrumpido.
—Claro que sí—. Carlos se acerco un poco más a Mace haciendo que él lo empujara.
—¿Enserio?—volvía preguntar.
—No.
—Jajajaja—Carlos soltó una carcajada—. Es broma, lo que en verdad él te debía decir, Miranda, es que le gustas.
—Esto se pone cada vez mejor—pronunció Becka.
Mis ojos se abrieron a más no poder inmediatamente, aunque no debía preocuparme claramente estaba bromeando de nuevo, ¿verdad?
—¿Sabes qué? Ya basta de tus chistes malos.
—Como tu digas Mace querido...—hizo una pequeña pausa y con una mirada traviesa volvió a hablar—aunque no negaste que si te gusta Miranda.
—Ya callate.
—¿Dónde está tu hermana? — preguntó Blake cambiando de tema.
—¿Quién, Ana?— Blake asintió—. No lo sé, seguro está con Louise y Darla, le envié un mensaje para que viniera, pero solo me dejo en visto.
La campana sonó, indicando que debíamos regresar a clases.
—Y otra vez no hicimos nada—. Becka cerro el libro y se dirigió al escritorio del bibliotecario para registrar que lo llevaría con ella.
—Bien, nos vemos a la salida—Carlos se levantó de su asiento.
—Hasta luego—. Blake siguió a Carlos.
Guardé mis cosas, me levanté y antes de que saliera escuche a Mace hablar.
—¿Nos vemos luego?
—Claro.
—Me gusta tu brazalete, por cierto... ¿es nuevo?—cuestionó.
—Sí, lo compré el fin de semana en la feria.
—¿Puedo verlo?—. Asentí, él se acerco y tomo mi mano para verlo de cerca—. Ahora es mío—. En cuestión de segundos con un movimiento rápido lo zafó de mi muñeca y lo colocó en la suya.
—¡Oye no!—Intente arrebatárselo, pero no pude, salió corriendo a la salida.
—¡Llego tarde a clase, adiós!—gritó mientras se alejaba corriendo por el pasillo.
—Ya es el tercero este mes, pero un día de estos vas a ver—pronuncie para mí misma para luego ir a mi clase correspondiente.
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