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14

—Solo queremos saber —el peliblanco alzó ambas manos en señal de inocencia.

—¿Acaso te gusta Xime? ¿He? —preguntó el azabache a modo de broma.

—¡¿Cómo diablos le va a gustar esa niñata?! ¡Idiotas! —gritó la rubia—. A menos que… dime que no es cierto —Estefanía se puso pálida.

—¿Enserio crees que rojita me podría gustar? Debes estar de broma —Ben rodó los ojos y se recostó en su silla.

—¿Quién es rojita? —preguntó el azabache algo confundido.

—¿Vives bajo una roca o qué? —cuestionó el peliblanco asombrado.

—Rojita es una chica nueva. Y su apariencia no me da nada de confianza, pero pareciera que Ben tiene una obsesión con ella —la rubia rodó los ojos.

—No deja de chocar con ella y siempre que se encuentran él le presta atención, no me sorprendería que te gustara, Ben —finalizó el peliblanco.

—Si así es la cosa yo estoy del lado de ellos —respondió el azabache dirigiéndose al pelinegro.

Ben soltó un bufido.

—Yo opino que debo de dejar de juntarme con puros idiotas.

Ben se levantó y salió del salón sin ver atrás, pero aunque quiso dejar atrás aquella insinuación de lado mientras caminaba la sospecha que Estefanía tenía sobre que le gustaba Laura no abandonaba su mente en ni un momento.

Ximena arrastraba a la pelirroja por los pasillos del gran edificio en dirección al baño. Necesitaba explicaciones y si Laura no se las daba estaba segura de que se iba a ir sin mirar atrás.

Llegaron a los baños y la pelirosa cerró con seguro, vio por los agujeros inferiores de los cubículos para verificar que estuvieran solas y cuando lo hizo se posicionó frente a su amiga de cabellos rojos.

—Necesito una explicación. Ya —dijo seriamente.

Laura sintió como sus manos empezaron a sudar levemente por los nervios, no sabía que debía explicarle y en su mente aparecían cosas cualquiera.

—Chan eil fios agam dè a tha thu ag iarraidh orm a mhìneachadh... Tha mi... —Laura empezó a hablar en un idioma que ni ella misma sabía que conocía cuando fue interrumpida por Ximena.

—¿Qué rayos estás diciendo? —preguntó una Ximena muy confundida—. ¿Qué idioma es ese?

—¡Mierda, Laura. Tu hermana ya sabe hablar inglés, gaélico escocés, francés, portugués y español y tú sigues trabada en el gaélico escocés! Joder niña, es tu idioma natal, ¡que te entre en la puta cabeza! —la voz de la que ahora reconocía como su madre resonó en su cabeza.

—Pero mamá… es muy difícil —sollozó con la mirada baja.

—¡Ya he dicho que no me llames mamá! Habrás salido de mí pero yo no soy ni seré tu puta madre. ¡¿Te quedó claro?! —la niña asintió cabizbaja—. Bien. Y aprende un poco de tu hermana, no entiendo porque no saliste como ella.

—¡Laura! —el grito de la pelirosa la sacó de sus pensamientos.

—¿Ah?

—Que ¿qué idioma es ese? —preguntó con la paciencia por los suelos.

—Gaélico escocés, mi idioma natal. Es que soy de… Escocia —dedujo rápidamente.

—¿Y qué dijiste?

—Dime que quieres que te explique… intentaré hacerlo —bajó la mirada viendo sus pies.

—¿Qué te traes con Ben? Te dije claramente que te alejaras de él —regañó.

—Él… él y yo nos hemos topado accidentalmente en la calle, unas dos o tres veces. Siempre me encuentro en problemas y él me ayuda a volver a mi casa a salvo. No tenemos más relación que esa —empezó a jugar nerviosamente con sus dedos.

—¿Te ayuda a llegar a tu casa a salvo? Conociéndolo el sería el que hiciera que volvieras a tu casa en dos piezas. Mínimo. Algo está raro en eso, algo quiere de ti o solo quiere jugar —dijo seria—. ¿Y con Chris?

—Solo nos hemos hablado dos veces. Nada más —aseguró.

—¿Y con tú familia?

—Yo… no puedo responder eso… no me siento cómoda con esto. ¿Podemos…? —la pregunta quedó incompleta ya que Ximena volvió a hablar.

—¿Enserio? Tal parece que no confías ni en ti misma —dijo furiosa.

La pelirroja se mantuvo en silencio, era verdad. ¿Cómo confiar en ella misma si ni siquiera de conocía?

—¿Qué me dices de las veces que parece que estás en otro mundo? ¿Porqué te fuiste temprano ayer? —empezó a llenar de preguntas similares a Laura haciendo que apretara sus manos con fuerza hasta clavarse las uñas en las palmas.

Sintió un líquido caer de sus manos apretadas, el piso empezó a quedar manchado por unas gotas carmesí que Ximena no notó, en cambio siguió haciendo preguntas y Laura apretó aún más sus manos.

Unos golpes se hicieron presentes en la puerta del baño, pero eso no impidió que la pelirosa siguiera con sus preguntas. Su volumen fue en aumento junto con los golpes en la puerta, las preguntas parecían gritos y la puerta parecía que se iba a caer. Todos los sonidos estaban intensificados en la mente de la pelirroja.

La puerta del baño cedió y con ello los gritos cesaron.

Los ojos de Laura estaban inundados en lágrimas, sus manos llenas de sangre al igual que el piso y parecía que Ximena y Laura apenas se daban cuenta de ello.

En pelinegro apareció por el marco de la puerta del baño, la puerta yacía en el piso. Era Ben.

—¿Qué mierda pasó aquí? —preguntó Ben impaciente al notar la sangre y de repente sintió el ambiente tan tenso.

Ni una de las dos chicas respondió, la pelirosa se puso pálida y Laura no se movió ni un centímetro. Ben notó que el estado en el que la pelirroja se encontraba era gracias a su amiga.

—¡¿Estás idiota?! ¡¿Qué le hiciste, joder?! —recriminó.

Se acercó a la pelirroja y con una suavidad que sacó a Laura de su transe la tomó de las manos. Abrió las palmas y observó los cuatro pequeños cortes curveados en cada mano que sangraban sin parar. Laura lo veía a los ojos sorprendida.

—¿Y te haces llamar su amiga cuando le provocas esto? Eres más estúpida de lo que pensé —cubrió cuidadosamente las manos de la pelirroja con las suyas, que por el tamaño las cubrió por completo.

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