Capítulo 5: Almas en libertad
ALMAS EN PENA
CAPÍTULO 5: ALMAS EN LIBERTAD
El grupo de amigos no habló de lo ocurrido hasta días después, durante la cena de Nochebuena. A través de mensajes de texto y notas de voz, trataron de buscar la explicación más lógica para hacerse entrar en razón sobre que, por supuesto, no vieron a ningún fantasma y mucho menos vivieron un encuentro sobrenatural en el museo de la ciudad.
-De seguro el señor Kim es tátara-tátara-tataranieto del conde. Por eso se parecen mucho, ¿no creen? -Dijo HoSeok. En su audio se escucharon a sus primitos jugando y a los adultos hablando sobre los terrenos del abuelo.
-No creo que los genes tengan tanto impacto después de varias generaciones. Es decir, ¡se veía igual al hombre de la fotografía! -YoonGi lloriqueó. Desde entonces, no había dormido con la luz apagada y comenzó a usar incienso para evitar las malas energías.
-A lo mejor es algo parecido a lo que mi tía vio en una serie... Un tema sobre las constelaciones y cómo la gente carga con los pesares y errores de sus antepasados -le respondió el solecito del grupo-. Nubecita, no me asustes más, por favor. Tuve que pedir cuarzos de Navidad, en vez de los tenis que quería.
Jin estaba en su jardín trasero, sentado en una vieja silla que daba a la ventana de la cocina de los Min. Las luces estaban encendidas, podía ver el pino bien decorado desde ahí y a un par de personas que iban de un lado a otro. Vio a su mejor amigo acercarse para dejar algunos platos en el fregadero y le sonrió apenas cruzaron miradas, gesto que no tardó en ser correspondido.
-Yo vi la camisa de trabajo del señor Kim cuando estuvo con nosotros. Decía "Kim NamJoon" y, cuando llegué a casa, investigué por mi cuenta -explicó él y siguió con la mirada a TaeHyung, quien salía para encontrarse con él en la barda que separaba sus patios-. Si bien pudieron llamarlo así en honor a su antepasado, no creo que se diera la coincidencia de su parecido tan... Exagerado.
-Su espíritu nos ayudó porque sabe que pudo haber hecho más por JungKook, cuando vivían -el moreno habló en el mismo mensaje de voz, una vez estuvieron frente a frente-. Yo creo que debemos de estar agradecidos con él y, como recompensa, debemos de ayudar a su amigo a que vuelva a estar junto a su amado.
YoonGi se asomó también por la ventana y le mostró el dedo del medio a su hermano apenas acabó de escuchar su "estupidez", antes de salir con ellos.
-Jódete. ¿No ves en qué problemas podemos meternos si nos relacionamos con entes? ¡Capaz y se nos sube el muerto en la noche! O peor, ¡algo nos siga a casa! -Como buen ateo, se persignó y dedicó un beso al cielo. Llevaba un suéter que fue regalo de SeokJin y pantalones de corduroy-. Tae, tienes que entender lo riesgoso que es esto...
-Dices eso porque tienes miedo, Yoonie -se burló y recibió un golpecito en el hombro a la par que una risita del Kim-. No te dejes llevar por las cosas que vemos en televisión. ¿Acaso tú no sientes lástima por ellos? Les arrebataron el sueño de vivir juntos, de ser felices... Nosotros podemos, por lo menos, unirlos.
-¿Y si son demonios que toman sus formas para provocar justo eso en nosotros? Demonios que quieren darnos lástima para que nos metamos en temas que no conocemos y sea a nosotros quienes nos arrebaten algo -"como la vida o la cordura", quiso agregar. El nudo en su garganta se lo impidió.
-Entonces nos lo habremos ganado por pasarnos de buenas personas -Jin alzó los hombros. Se dio cuenta que era mejor apoyar a TaeHyung desde un primer instante, tras aceptar que nunca lo iba a dejar solo en sus aventuras-. Debemos de reunirnos con Hobie y hacer un plan. Ya casi es su aniversario, lo más seguro es que cualquier intento será mejor ese día.
El menor suspiró y murmuró que lo llamaría para decirle que se reunieran en "donde mismo", lugar que el otro par no supo cuál era hasta que estuvieron frente al local: la cafetería Soho que estaba frente a la universidad. Al parecer, Jung y el menor de los Min comenzaron a verse sin ellos.
Antes de irse y mientras esperaban a que la nubecita se despidiera del resto de sus familiares, Jin, como de costumbre, abrigó al otro joven con las prendas que solía llevar para él y que, en esa ocasión, combinaban con su chaqueta.
-Tengo un regalo para ti -le dijo al acomodarse el mismo la bufanda al final-. Te lo planeaba dar esta mañana, cuando nos diste los tuyos... El problema fue que todavía no le ponía un moñito y se veía fea la caja sin nada.
-Oh, ¿me regalarás una estrella? -Rio para ocultar el sonrojo de sus mejillas.
Porque si YoonGi y HoSeok eran un sol y las nubes, ellos eran la luna y las estrellas.
-Una estrella roja -la respuesta del muchacho le hizo fruncir el ceño, curioso.
Jin cerró sus ojos y extendió sus manos para recibir el pequeño obsequio. Sus dedos rozaron con metal frío del anillo que le regaló a TaeHyung horas antes, uno de oro con una estrellita rosada, antes de oír cómo éste se ponía sus guantes.
Al abrir los ojos, descubrió una cajita negra que reconoció al instante y, con algo de pavor, levantó la tapa poco a poco hasta dejar ver su interior por completo. Su corazón latió desenfrenado y sus manos comenzaron a sudar, inquietas al descubrir el relicario que antes perteneció a Park JiMin.
Adentro de él, la vieja pintura de la pareja seguía intacta y, donde antes estuvo la del noble, ahora estaba una fotografía pequeñita de ellos dos. El oro del collar estaba reluciente y el rubí que decoraba el dije brillaba bajo las luces.
-Lo limpié para ti -avisó. Tomó las manos ajenas entre las suyas y la cadena colgó entre ellas-. Pensé en quedármelo yo como un recuerdo, pero cada que lo veía en mi buró no dejaba de repetirme las desgracias que tuvieron que pasar y cómo les robaron la posibilidad de estar juntos, cómo les robaron su tiempo...
-Tae...
-Y yo no puedo permitir que eso pase con nosotros, Jin -prosiguió. Su voz firme le hizo darse cuenta de que necesitó ensayar sus líneas una y otra vez para no balbucear-. No puedo dejar que el tiempo se nos escape de las manos, no cuando te tengo frente a mí y puedo amarte sin ataduras.
Sus labios rechonchos temblaron a la par que su corazón le preguntaba su cerebro si eso era real, si Min TaeHyung se le estaba declarando en realidad o si no era más que un juego horrible de sus sueños.
-Por favor, déjame amarte en honor a lo que ellos no pudieron ser y, sobre todo, porque yo ya no puedo cargar más con esto -pidió-. No puedo seguir torturándome al verte ser el hombre más divino que he conocido y no poder besarte o abrazarte como deseo.
SeokJin confirmó que no era un sueño cuando una suave y helada brisa chocó con su rostro y éste ardió ante la quemadura que provocó el frío.
Sonrió un poco, incrédulo al verse incapaz de expresar mediante palabras (por primera vez) todo lo que pasaba por su cabeza porque claro, puedes amarme porque yo también lo hago. Te amo desde hace más de lo que imaginas, Min TaeHyung sonaba más fácil en su mente.
Unió sus frentes y se preguntó si era mejor besarlo y ahorrarse sus palabras; sin embargo, imaginó que también quería escuchar algo de él, después de haber tenido el valor de decirle todo su sentir. Y también lo conocía a la perfección, esperaba por lo menos un "acepto" de su parte.
El vaho humedeció alrededor de las comisuras de sus labios y sus narices se rozaron. No era la primera vez que estaban así de cerca, aunque sí tras haber crecido, madurado y enamorado el uno del otro.
La cercanía cómplice incrementó y la tensión se vio desvanecida cuando centraron su mirar en sus bocas. Eso le dio un poco de valor al no tener su atención fija en sus ojos.
-Yo también te amo -susurró y acarició sus dedos por encima de la tela calentita de los guantes y la cadena se resbaló un poco-. Lo hago desde hace tanto que no recuerdo cuándo comenzó, así que sí. Por favor, ámame. Ámame tanto como yo a ti.
TaeHyung soltó un gemido ahogado, encantando y entusiasmado por semejante confesión, antes de unir sus labios a los ajenos en un corto y dulce beso. Estaban tibios por sus respiraciones y secos por el molesto cambio de clima.
-Oh, por todos los cielos. ¿Esto se puede considerar un milagro navideño? -La voz de YoonGi a sus espaldas provocó que rieran al separarse-. Por fin dejaré de verlos con sus miradas cursis y sus lloriqueos inconscientes por no tener la atención del otro. Son tan bobos.
Con eso y tras haberse puesto el relicario, Jin y Tae entrelazaron sus brazos e iniciaron a caminar junto al menor rumbo al lugar en el que acordó con HoSeok. Tardaron un poco en identificar que iban a la cafetería Soho por estar ensimismados por lo recién vivido, el gran paso que tuvieron el coraje de dar al fin.
Al llegar e ingresar, el pequeño local parecía sacado de una película navideña por las paredes tono ocre y almendra, el olor a café y los postres recién horneados para los enamorados que iban a pasar la noche ahí antes de asistir a un sitio más privado. Tenía adornos de Navidad y un letrero con luces neón que decía "ABIERTO" en la entrada.
-¡Por aquí, chicos! -La voz de Hobie les hizo hallarlo al instante entre la gente. Estaba sentado en una esquina y les hizo señas para que fueran a sentarse con él.
Yoon fue el primero en acercarse para tomar asiento justo a su lado, después de haberle acomodado un mechón de cabello debajo de su gorro de lana, regalo adelantado que le dio días antes.
-Tuve que adelantarme y pedir algo porque creí que me iban a correr si no lo hacía -rio el solecito y pareció que todo brilló un poco más en la cafetería gracias a él.
Una vez todos pidieron y tuvieron que obligarse a aceptar que el fantasma de Kim NamJoon era eso, un fantasma, pensaron en qué hacer para ayudar a que las almas de JungKook y JiMin fueran libres por fin.
No eran expertos y tampoco conocían a conocedores del tema paranormal, no eran más que jóvenes adultos que se propusieron echar una mano a los viejos enamorados para que pudieran descansar; así que, a través de su inexperiencia, sus patéticos conocimientos que adquirieron a través de películas y su misma lógica, idearon un plan para conseguir su objetivo.
...
Se inició a llevar a cabo durante la noche del 30 de diciembre, después de la cena con los padres de TaeHyung por su cumpleaños y de una pequeña sesión de fotos. El grupo se dividió en dos con las parejas de la primera vez y con los mismos destinos, con la diferencia que, en esa ocasión, en verdad había relaciones amorosas de por medio. El mayor de los Min decidió llevar consigo las cartas que tomaron del museo.
Jin y Tae, agarrados de la mano y cubiertos con abrigos que iban a juego, caminaron por las calles abandonadas que rodeaban la catedral por eso de las once de la noche. La mayoría de las tiendas habían cerrado temprano por tomarse vacaciones, así que lo único que oían eran los pasos del otro y algún suspiro que se les escapaba por tratar de ocultar su miedo y angustia.
-¿Es normal que tenga ganas de ir al baño durante algo tan importante, como lo es esto? -El Kim rio ante el comentario de su novio y se encogió de hombros. Su interacción no tuvo gran cambio, lo único que se implementaron fueron las muestras físicas de afecto y los constantes "te amo" cada que se besaban.
-Te besaría para que no estuvieras nervioso si no fuera porque yo también siento que me tiembla hasta el culo -confesó y fue el turno de reír del otro joven.
-Ojalá te temblara por otras cosas -susurró.
-¿Qué?
-¿Qué?
Ambos se vieron unos instantes, con una ceja alzada, antes de volver a carcajear.
Encerrados en su mundo, ni siquiera se dieron cuenta de cuándo llegaron a la catedral y pasaron la entrada de esta. Las ramas de los árboles crujían, las pocas hojas se meneaban de lado a lado y los vitrales de la construcción filtraban la poca luz de la luna hacia el callado y tétrico interior.
La lejana vocecita de una tercera persona fue lo que provocó su repentino silencio. Sus rostros palidecieron casi al instante en el que reconocieron el tono suave y melancólico del pobre espectro que quedó atrapado en sus alrededores y, al armarse de valor el uno al otro, decidieron caminar hacia donde oían los tenues susurros.
Rodearon la estructura hasta llegar al jardín que se escondía por un caminito lleno de enredaderas y arbustos y ahí, sentado en una banca frente a la fuente, se hallaba la inigualable silueta de Park JiMin. Su cabello rubio brillaba bajo los rayos lunares y sus mejillas se veían mojadas por un reciente llanto.
Lucía casi tan humano como cualquiera de los espectadores.
-¿Por qué? ¿Por qué no puedo dejar de amarte? -Murmuró-. ¿Por qué me dejaste, si teníamos un futuro juntos?
A los novios les pareció buena idea acercarse un poco más, escondidos tras unos árboles, y, por descabellado que les hubiera parecido horas atrás, consideraron seriamente el hablar con el espíritu sin tapaduras, sin correr. Sin huir.
-¿Hallaste a alguien más durante mi ausencia? ¿Te pareció más fácil amar a una mujer?
Pregunta tras pregunta, el pobre fantasma no obtenía respuesta.
A ambos muchachos se les oprimió el corazón y, al decidir que la tonta idea de llamar su atención era lo mejor, decidieron salir de su escondite. Caminaron con cuidado hasta su encuentro y el atormentado JiMin ni siquiera se esforzó en gritar de dolor, como de costumbre, cuando los vio reflejados en el agua helada de la fuente.
-Conocemos tu historia -dijo Jin-. Podemos ayudarte a darle un fin, si eso deseas.
-No quiero un fin, quiero un comienzo -porque nunca lo tuvieron, no siendo libres.
-Para eso necesitan descansar -la voz de TaeHyung captó su atención, el plural en sus palabras removió su atenuada mente incontables cuestionamientos.
Extrajo las cartas y las depositó sobre la banca, a un lado de JiMin. Este no dudó en estirar la mano hacia ellas, curioso y maravillado por tener una plática después de tantos años sin compañía.
Sus mejillas volvieron a humedecerse apenas rozó los papeles y una suave brisa las convirtió en polvo y pétalos que no tardaron en esparcirse por el lugar al haber llegado, después de tantos años, a su verdadero remitente.
Al notarlo vulnerable y atrapado en sollozos, Jin olvidó por unos segundos que se trataba de un ser incorpóreo cuando sus dedos se estiraron para alcanzar su hombro.
Al instante, una luz cegadora lo iluminó y los tristes colores casi invisibles volvieron a la vida. Su piel lechosa, sus ojos rojos, su sedoso cabello y hasta la suave textura de la capa que se cubrió al lanzarse desde lo más alto recuperaron el color.
El muchacho soltó una exclamación de la sorpresa y, por reflejo, se giró a ver a su novio. Éste lo miró con seriedad y asintió, confirmando haber visto lo mismo que él.
-Nunca dejó de amarte -Tae aseguró-. Déjanos llevarte con él. Hoy, es su noche, ¿no es así? Su aniversario.
-Nuestro aniversario... -Repitió. Sus belfos eran casi igual de regordetes que los de SeokJin y se vieron apretados en una pequeña mueca-. No me veo bonito.
-Estoy seguro de que siempre le parecerías el hombre más bello del mundo, incluso con pijamas y el cabello revuelto -eso hizo que su rostro se volviera rojo ante un recuerdo perdido en su memoria-. Acompáñanos. No creo que quieras esperar un año más para verlo.
-¿Él está aquí? -Preguntó y se dignó a verlos a los ojos-. Incluso después de todo este tiempo, ¿él está aquí?
-Incluso después de todo este tiempo -repitió Jin y asintió. Esa vez, acarició el cabello del desamparado muchacho y sonrió-. Ha estado esperando por ti todos estos años.
La expresión de JiMin se iluminó por la inmedible felicidad que lo invadió y, con un tarareo, se puso de pie. Más bajito que ambos, caminó entre la pareja a paso acelerado y firme, lo que provocó que Jin y Tae se vieran unos instantes antes de seguirlo o, más bien, guiarlo.
El alma enamoradiza de Park los siguió por calles y callejones, temerosa que fuese una ensoñación y que siguiera atrapado en 1850, sin su gran amor y con la obligación de tener que casarse con alguien a quien no veía con esos ojos.
Llegaron hasta el punto acordado con la otra pareja, justo donde dejaron de ser perseguidos la primera vez y, bajando la calle, venía justo el dúo que faltaba, ellos de una manera menos pacífica y huyendo (de nuevo) del fantasma del pintor.
-Nunca más -oyeron mascullar a YoonGi que, por la falta de aliento al llegar, tuvo que sujetarse de las rodillas para tomar una larga calada de aire frío-. Nunca más -citó al famoso Poe sin darse cuenta.
HoSeok casi choca con el inexplicable (y casi corpóreo) cuerpo de JiMin y, ante eso, palideció al punto de parecer más él un ente que la ciencia no podía explicar. Balbuceó un par de cosas hasta que su novio se dignó en alzar la vista y, de la misma forma que él, casi se desmaya.
-¿Dónde está él? -JiMin, que por alguna razón halló alguna figura de respaldo en SeokJin, se giró a verlo con los ojos perdidos y los labios curveados por la decepción-. ¿No ha querido verme?
A punto de hablar, el Kim tomó su mano entre la suya y entreabrió la boca, antes de escuchar los pasos de una persona más. Eran ligeros y casi inaudibles.
Subiendo la calle, justo a un lado de un árbol que tenía rodeado su tronco con lucecitas de colores, apareció la silueta del joven Jeon y pareció detenerse unos instantes para contemplar el panorama. Jin y Tae, al ver a sus amigos indispuestos a intervenir y al antiguo noble confundido, cubrieron a los tres restantes con el afán de protegerlos.
Su cabello oscuro se batió por el frío aire y sus grandes ojos les recordó a los de un cachorrito perdido y alterado, con emociones encontradas y dudoso de cómo expresarlas.
Descendió, lento y discreto, hasta quedar a unos metros suyos. No dijo nada, solo intentó ver a la pequeña silueta que acabó escondida detrás de los muchachos, incrédulo por lo que sus ojos veían.
-¿Mimi? -Fue lo primero que dijo y sonó como un viejo reloj ajustando sus manecillas a las doce empunto. Un perfecto engranaje que decía aquí estoy, después de un largo día, llegué.
-¡Kookie! -Pronunció el mencionado, que no dudó en hacerse espacio entre los amigos para pasar y contemplar a su gran amor, después de tanto tiempo.
A su lado, JungKook no tenía el mismo color vivaz que JiMin, cosa que también le impidió abrazarlo como tanto deseó. Los novios se giraron en búsqueda de alguna explicación, como si el grupo supiera la verdadera razón de todo eso; sin embargo, no obtuvieron más que miradas confundidas por tres de ellos. Jin, en cambio, no tardó en unir una cosa con la otra y no dudó en señalar el collar que ahora colgaba de su cuello.
Jeon le sonrió tan resplandeciente como las historias lo narraban y, con el mismo brillo cegador que Park, su cuerpo volvió a ser lo que antes fue. El guardapelo no se desvaneció al haber pasado a manos de alguien nuevo.
-Por todos los Ángeles y los Santos, ¿consumí droga sin darme cuenta? -El menor de los Min pensó en voz alta y tan bocón como siempre al no creer lo que vio.
-Ahora entiendo que todo fue un malentendido -Minnie murmuró, ajeno a su comentario y con la cara hundida en su camisa-. Si hubiera esperado un poco más, si hubiera soportado más... Habríamos estado juntos. Podría haberte esperado unos días más, buscar cómo recorrer la fecha de la boda...
-De haber sabido que el idiota de tu hermano no dejaría que llegaran cartas para ti, yo habría movido cielo, mar y tierra si era necesario para hacerte entender mi repentina marcha -los amigos se dieron cuenta de cuánto sobraban en esa escena que decidieron retroceder unos pasos-. O hubiera llegado antes.
-Al menos te tengo ahora -apoyó el mentón en su pecho y cerró los ojos al sentirlo acariciar sus mejillas y la punta de su nariz. Quería recordar todo el recorrido que sus manos alguna vez supieron de memoria-. No importa cuántos siglos pasen, esperaría en vida y en muerte por tu llegada. Te amo, Jeon JungKook, y estoy seguro de que algún día podremos ser felices como nos lo merecemos.
-Te buscaré en cada rincón y en cada nueva vida hasta llegar a ti para amarte como tanto quise hacerlo -prometió JungKook y juntó sus labios en pequeños besos que pronto transmitieron el dolor y la tristeza de una nueva e inevitable separación.
Nuevas lágrimas derramaron sus ojos y Jin, sensible como siempre, tuvo que apartar la mirada al verse lagrimear de igual manera.
TaeHyung, que hasta ese momento pensó que todo era obra del cielo y de los hilos del destino que se rompieron y volvieron a unir para permitirles estar juntos en esa nueva actualidad, echó un vistazo al firmamento y calculó que faltaba poco menos de diez minutos para la medianoche y, con ello, para que la magia terminara.
La nubecita y el solecito se abrazaron, al igual que la luna y la estrella, mientras veían a la otra pareja perderse entre susurros de amor eternos, besos y lamentos. Habían pasado el último mes tan sumergidos en su investigación y en comprender su historia que fue imposible no encariñarse con ellos, en no relacionarnos un poco con su grupo y, casi, sentirlos partícipes de su amistad.
-Jamás creí decir esto, pero desearía que no se terminara así -YoonGi dijo y el resto estuvo de acuerdo.
Todos pensaron que, por las reacciones de los espectros y por lo visto en la cultura pop, desaparecerían cuando el reloj marcara las doce; no obstante, cuando los minutos pasaron y la luna llegó al punto más alto, Tae observó con curiosidad a las dos personas frente a ellos, aún corpóreos e incluso más firmes que antes.
Y es que nadie sabía, ni siquiera la mismísima pareja, del sacrificio que las almas de sus antepasados y de las personas del pueblo que tanto los amó hicieron para darles una oportunidad más de vivir lo que se les prohibió por el enojo, la avaricia y la inconsciencia.
Con cuidado, soltó a SeokJin y, muy lento, estiró su mano hasta tocar el hombro de JungKook. Al instante, soltó un respingo y se apartó de un lado al sentir hueso y calidez en su cuerpo. Los implicados lo imitaron, dando un salto en su lugar al procesar la situación.
-¿Kookie?
-¿Mimi? -Dijeron a la vez, sorprendidos.
Aquellos espíritus que caminaban entre vivos, dispuestos a entregar todo en la lucha por sus tierras, por sus raíces y su gente, les entregaron el mejor regalo que pudieron obtener: la vida llena del amor y la amistad que tanto se les prohibió tener.
Movieron los dedos, los hombros, inclusive las piernas, incrédulos de sentir hueso, músculo y cartílago en cada extremidad después de haber sido nada más que seres incorpóreos por casi dos siglos.
-¿Laten? -Susurró HoSeok al comprender y, por inercia, los jóvenes pusieron las manos sobre el pecho ajeno para confirmar, mediante un llanto de felicidad, que no pudieron haber recibido mejor detalle.
JiMin corrió hacia SeokJin y TaeHyung, a los que no dudó en rodear con sus brazos mientras repetía incontable cantidad de veces gracias, gracias por no darse por vencidos, gracias por traerme de vuelta a él.
JungKook habría hecho lo mismo al instante si no fuera porque sus salvadores no se lo permitieron, muy ocupados en intentar procesar por completo aquel milagro. Fueron varios segundos después que el menor de los Min maldijo y lo acercó de un tirón, como si fueran hermanos del alma.
-Ya tendré a alguien que me haga las tareas de colorimetría -festejó.
-¿Qué? -Preguntó el pobre "recién nacido".
Siendo vistos por el alma feliz de un moreno con hoyuelos desde lo alto del museo, hablaron de lo mucho que tenían que contarles y de cómo tendrían que organizarse para mostrarles "el nuevo mundo" para que pudieran adaptarse pronto al ritmo tan acelerado que llevaba la sociedad. Decidieron comenzarlo después de la fiesta de Año Nuevo.
El cuarteto se ofreció a pagar una habitación de hotel mientras buscaban un departamento dónde pudieran quedarse, HoSeok prometió que les enseñaría lo básico de tecnología, TaeHyung los pondría al tanto de la moda (algo que consideró muy importante) y el avance del pensamiento social, YoonGi les ayudaría a buscar trabajo de medio tiempo y SeokJin se volvió el amigo que apaciguaba las aguas con su está bien si no sale todo a la primera, está bien si por ahora no tienes un sueño que seguir y te sientes perdido. Está bien siempre y cuando tú estés bien, porque no hay nada más importante que eso.
Después de todo, tenían una vida entera para ponerse al día y, sobre todo, amigos de los cuales aprender y con los cuales recorrer el mundo de la mano.
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