17.-Un favor
Las semanas continúan pasando y no se detiene en ningún momento para poder analizar bien lo que debo hacer con respecto a lo que siento por Alma. Victoria dice que no la merezco, yo pienso que no la merezco pero cada vez que la veo algo en mi interior se retuerce tan fuerte que me hace imposible alejarme de ella.
Con el pasar de las semanas me he dado cuenta que Julián ha ganado todo el terreno, ahora se van a sus casas juntos casi todos los días, se dan la mano cuando caminan y Alma pareciera que ya no tiene vergüenza de que le bese la mejilla en público.
Aunque sigue siendo la misma de siempre a mi lado, me está molestando cada día más que sea la misma a que cambie. Si cambiase significaría que sintió algo por mi que luego se volvería en incomodidad como me pasa con ella, pero para ella todo ha sido tan normal que ya tengo confirmado que esa noche de verdad no fui yo en quien pensaba.
Mi vida no ha cambiado mucho, y ella también lo sabe. Me ve irme con chicas en dirección a mi casa pero no dice nada, aunque lo haga con la intención de hacerla reaccionar.
He intentado de dejar de pensar en ella con todo tipo de chica que he encontrado, pero nada parece funcionar. Ninguna sonrisa vergonzosa es igual a la de ella, ninguna provoca lo mínimo que provocó su contacto en mi piel en algún momento.
Victoria sigue insistiendo en que si digo lo que siento, algo de esto cambiará, pero no es así. Ha pasado mas de un mes de lo sucedido el sábado por la noche, lo cual nunca se volvió a tocar. Si Alma alguna vez sintió algo por mi ya debe estar en el pasado.
Abrí los ojos algo cansado, mire la hora en mi teléfono y aun eran las ocho de la mañana, por lo que me giré y traté de dormir nuevamente.
Los fin de semana son un alivio desde que todo este martirio empezó con <<voy a intentarlo con Julian>>.
Yo no soy como Julián, nunca lo seré pero se que puedo ser mejor que el si se trata de ella. El único problema es que no puedo decirle lo que siento después de todo.
Mi mente pensó en todo el tipo de posibilidades de como decirle que sentía algo por ella en tanto intentaba quedarme dormido, pero sin querer llego a mi mente un recuerdo de Ayleen. Cuando la conocí tenía el cabello demasiado corto y tenía un maquillaje bastante grotesco, por lo cual me burlaba de ella gran parte del día, pero ella en vez de sentirse mal también se burlaba de mí. Aún recuerdo su molesta risa y en la forma en que nos comenzamos a acercar como algo muy natural. Con ella no tuve estos problemas al principio, fue algo que se dio por arte de magia y fluyó.
Para luego terminar en lo que estoy ahora.
Cerré los ojos con fuerza para no pensar más en ella. Pero su imagen seguía apareciendo en distintas situaciones. Su rostro riéndose, su cara llorando, sus brazos y luego su cara de culpa.
Basta.
<<No volverá a pasar>><<Solo fue un error>> Sus frases comenzaron a sonar en mi cabeza y su sonrisa de malicia se dibujo en el recuerdo de su cara.
Abrí los ojos algo desesperado y me reprendí mentalmente por haberla recordado inconscientemente. Cada día pareciera que estoy perdiendo mas la cabeza.
Y mientras discutía con mi propia mente por fin comencé a quedarme dormido.
Pero no duró demasiado ya que desperté de golpe debido a que sentí un peso gigante en mi cuerpo.
Abrí los ojos asustado y vi a una enana de cabellos claros sentada en mi cama.
—Sam— comenzó a moverme el hombro rápidamente.
La miré un momento para poder enfocarla bien, y cuando vi que era Amanda puse una almohada encima de mi cabeza y poder seguir durmiendo.
—Sé que estas despierto — se levantó y se subió en la cama.
Yo intenté ignorarla pero comenzó a saltar sin parar.
—¡Sam!— comenzó a gritar — ¡despierta!
Me saqué la almohada de la cara y la miré mientras saltaba.
— ¿Puedes parar?
— Son las 2 de la tarde Sam— dejó de saltar y respiró agitada.
— Amanda, es domingo— dije volviendo a ponerme la almohada en la cabeza
— Necesito que me hagas un favor— se sentó de nuevo en la cama.
— ¿Qué?— respondí con una voz ahogada entre el colchón y la almohada
— ¿Me puedes llevar al centro comercial?
— ¿Por qué?
— Quiero comprar ropa
— Dile a papá
— Me dio dinero pero dijo que no quería ir conmigo—sonó algo triste — Me dijo: Dile a Sam, él siempre hace lo que tu dices
— No siempre hago lo que tu dices, y debería ir él contigo.
—Pero dijo que no quería— se recostó a mi lado— No le quiero insistir.
—¿Sabes qué? — saqué mi almohada del rostro y me levanté de la cama enojado — hablaré con él.
—Sam, no lo hagas — me dijo mientras me miraba de la cama.
Pero ni siquiera la escuché y salí de mi habitación dirigiéndome a la de él.
Toqué la puerta un par de veces, pero no atendía.
—Puedes abrir, necesito hablar contigo — hablé cerca de la madera.
Pero no recibí respuesta, y luego de que tocará por tercera vez, la puerta se abrió rápidamente y mi papá se puso en el marco con una camisa a medio abrochar.
—¿Qué quieres? — sonó molesto
—Amanda quiere ir al centro comercial
—Entonces acompáñala— intentó cerrar la puerta pero la sostuve.
Cuando miré dentro de la habitación, había una chica quizás de la mitad de la edad de mi papá en la cama, semidesnuda esperando. La situación decía más de lo que quería saber.
—Quiere ir contigo —lo miré a los ojos evitando explotar.
—Estoy ocupado.
—¿Follarte a tu nueva secretaria es más importante que tu hija? — lo desafié entre dientes.
El salió del cuarto cerrando la puerta tras el para que su conquista no escuchara.
—Escúchame bien Sam — me miró con los ojos llenos de odio — No lo volveré a repetir.
— No la ves casi nunca y prefieres estar con ella — apunté la puerta — a estar con tu hija.
— No te metas en mis asuntos.
—Si afecta a Amanda me voy a meter en tus putos asuntos — lo miré con desprecio — ella lamentablemente aún cree en ti.
—Que crea en mi o no, no es asunto mio.
— Claro que lo es
—Yo cumplo mi deber como padre dándoles todo lo que necesitan — me tocó con el índice en el pecho — les tengo comida, educación, una buena casa...
—¿Eso es lo único que te ha importado? — reí —¿El dinero?
—No es culpa mía que tu madre los haya dejado para que tenga una mujer que la acompañe— hablo en un tono más alto de lo que podía soportar en estos momentos.
—No es culpa de Amanda tener un padre de mierda — le grité a la cara — ni siquiera pasas sus cumpleaños con ella...
Y antes de terminar diciéndole todas las cosas que hacia mal, el me interrumpió golpeando mi rostro con fuera sin pensarlo dos veces.
—Te dije que no lo repetiría dos veces — me miró mientras mi nariz comenzaba a sangrar — No te metas en mis asuntos.
Abrió la puerta y volvió a entrar evitando que la escena de mi nariz lo viera la chica de adentro. Sostuve mi nariz con la mano derecha para no manchar el piso y camine hasta el baño.
—Te dije que no pelearas — Amanda apareció en la puerta.
—No entres — abrí el grifo del lavabo y comencé a limpiarme la sangre.
—¿Quieres que hable con...
—No— me miré la nariz en el espejo para ver si tenía algún corte.
Amanda se acercó a mi y me abrazó. Y aunque mi rostro doliera, ese abrazo de agradecimiento silencioso hizo que el dolor valiera la pena.
—¿Qué quieres ir hacer al centro comercial? — cerré el grifo y comencé a buscar una toalla.
—Quería verme algo de ropa, y quizás comer algo— miró el suelo con vergüenza — Pero ahora no se si deberíamos...
—Salgamos de esta casa ¿Si?— desordené su cabello — No te preocupes por lo que acaba de pasar, pasa desde antes que tu nacieras —le guiñé un ojo mientras me aguantaba el dolor de nariz.
Ella parecía dudar pero su cara ya no lucía tan triste como estaba. Caminó hasta mi habitación a esperar mientras yo cerraba la puerta del baño para poder bañarme.
La tranquilidad del fin de semana se acaba debido a que nuestro padre pasa aquí todo el día. La misma rutina de todas las semanas. No verlo de lunes a viernes, el viernes sale de noche, regresa el sábado en la mañana con mal humor y sale nuevamente en la tarde para llegar a la noche con alguna chica, la mayoría del tiempo es alguien que tiene la mitad de su edad. Se pasa encerrado en su habitación hasta que la saca a escondidas cuando Amanda esta en su cuarto. Pareciera que tiene un poco de respeto por ella al ocultarlas, pero no siente nada al pasearlas al frente mio.
¿Llegare a ser así cuando esté viejo?
Giré el grifo de la ducha y comencé a vestirme con algo simple para salir con Amanda. Pese a que el día empezó horrible, y que al mirarle al espejo veo que mi nariz aun sangra un poco, tratare de que el día de Amanda sea mejor al mio.
Fui a mi habitación y vi como reía mientras tenia unas fotografías en la mano.
—¿Qué estas haciendo?— me acerqué a ella.
—¿Por qué aun tienes estas ? — Rió en tanto me mostraba las fotografías.
Había una variedad de ellas, algunas salia Will y yo mas jóvenes, Victoria junto a Will y una foto mía con Ayleen. Se las quite rápidamente y ella pareció sorprenderse.
—¿Por qué me las quitas? — Frunció el ceño
—No te metas en mis cosas — Abrí el cajón de un mueble y las escondí allí.
—¿Sigues enamorado de ella? — preguntó sin delicadeza.
Me di vuelta con una cara furiosa y Amanda sonrió con malicia.
—No vuelvas a preguntar eso — me miré al espejo de mi habitación y comencé a peinarme.
—Eso no responde la pregunta.
— Y tampoco la tendrás.
—Eso quiere decir que si sigues enamorado de ella.
La mire a través del espejo con una mirada asesina, y ella me sonreía de manera burlona.
—No estoy enamorado de ella ¿Esta bien? — Me di vuelta y fui a su lado— Ahora ¿Podemos irnos? — apunté la puerta de mi habitación la palma de mi mano.
—Ella no me caía bien — se levantó de la cama y comenzamos a bajar juntos hacia la sala de estar— Siempre estabas triste después de verla.
—Basta con el tema — cerré los ojos cansado — solo vamos al maldito centro comercial hablando de algo que no tenga que ver con chicas ¿Está bien?
—Es tan extraño que digas eso — me miró pensativa.
Salimos de la casa y nos subimos al auto de papá para hacer el viaje mas corto. El centro comercial que estaba cerca de nuestra residencia era casi uno de los mas grandes de la ciudad, por lo cual había de todo lo que uno pudiera imaginar. Por lo tanto Amanda lo recorrería entero viendo cada cosa que brillara a su paso.
Cuando llegamos, Amanda parecía mas contenta de lo que estaba en casa. Sonrió como si se hubiera olvidado de todo el problema de hace un rato y bajo apurándome para que entráramos pronto. Al pasar por la puerta principal, pareciera que miles de personas no tuvieran nada mas que hacer un domingo en la tarde que estar dentro de una caja con aire acondicionado, lleno de cosas que no necesitas comprar pero compras de todas formas.
— No te separes de mi — le hablé a Amanda en tanto miraba de niñas con cabelleras rubias que caminaban por el centro comercial, haciendo que pensaba que si Amanda se perdía, no tenia oportunidad de encontrarla.
—Está bien — tomó mi camisa y comenzamos a caminar hacia las tiendas de ropa.
Caminamos por unos 25 minutos sin encontrar algo que le agradara a Amanda, o que fuera apropiado para su edad. Se detuvo unos minutos a ver la tienda de mascotas reclamándome de porque no teníamos uno en casa, y solo tenía una respuesta para eso: A papá no le agradan las mascotas.
Salí de la tienda de mascotas un momento para revisar mi teléfono celular. Pero solo tenia mensajes de números que ni siquiera tenia guardados para recordar sus nombres. Mientras que el Molestia#Única, seguía con el ultimo mensaje de hace días.
—Hola — Sonó una dulce voz cerca de mi cara.
Cuando subí la vista de mi celular había una chica rubia de ojos azules mirándome dulcemente mientras una chica de tes morena y una caucásica me miraban a lo lejos.
—Hola — le sonreí entrando en mi papel de galán.
Las chicas del fondo comenzaron a comentar entre ellas, y la chica de ojos azules parecía estar mas nerviosa de lo que intentaba aparentar.
—Siento molestarte, pero debo pedirte un gran favor.
—¿Qué favor? — pregunte realmente confundido.
— Necesito tu número de celular — sonrió
Yo reí actuando en mi papel, ya que no tenia ninguna intención de darle mi numero. Pero debido a que hay que buscar la forma de olvidarme de mi maldición, acepto todo lo que me entregue la vida.
—Claro — le sonreí de vuelta — ¿Te lo anoto en un papel, o lo anotaras directo en tu teléfono?
Vi como la piel de la rubia comenzaba a tornarse rosada, mientras que sus amigas al fondo parecían mas emocionadas que ella misma.
— En mi celular está bien — sacó su celular y comenzó a digitar el numero que le estaba dictando. Se equivocó un par de veces, sin embargo estoy seguro que fueron solamente para hablar un momento mas conmigo. Solo reí y repetí en mi papel sin parecer que me molestaba.
—Entonces, te hablaré esta noche — termino de decir mientras guardaba su celular en el bolso que llevaba en el hombro.
—Lo esperaré — sonreí y comencé a mirar hacia la tienda de mascotas— tengo que ir a buscar a mi hermanita así que...
—Oh si claro — se disculpó por el tiempo perdido y comenzó a caminar hacia donde estaban sus amigas mientras ellas reían y celebraban como si no las estuviera viendo.
¿Todas son así de estúpidas?
— ¿Hermanita? — Sonó la voz de Amanda atrás mio.
—Tenía que deshacerme de ella de alguna forma — sonreí mientras ella reía — ¿terminaste de ver tu sueño frustrado de tener una mascota?
— Si — frunció el ceño — No entiendo porque no me apoyas en tener uno a escondidas.
—Porque ninguno de los dos pasa en casa para poder esconderlo— comenzamos a caminar hacia otras tiendas.
Pasaron otros 30 minutos caminando viendo que podía comprar Amanda, pero pareciera que ya ni siquiera se estaba esforzando para encontrar algo que le gustara.
— Y...
— No hables de ella — dije interrumpiéndola
Ella me miró frunciendo el ceño
— No puedes evitar el tema por siempre.
— No quiero hablarlo ahora— suspiré— solo busca tu maldita ropa.
Entramos a mas tiendas de la que pude imaginar, pero Amanda ya ni siquiera estaba mirando la ropa que estaba a su lado. Se probo posiblemente unas 30 prendas en todo el día, pero nada era de su agrado, y lo que era de su agrado no se lo iba a permitir.
—¿Por qué mejor no comemos algo? — me miró cansada — no hay nada que me guste realmente, solo quería salir de casa.
— ¿Me tuviste dando vueltas como idiota por todo el centro comercial solo porque querías salir de casa? — la miré enojado.
—Nadie mas quiere salir conmigo ¿Esta bien?— evitó mirarme al rostro — Ni siquiera mis amigas.
— Ni siquiera imagine que tuvieras amigas — reí en tanto ella me golpeaba el brazo con la poca fuerza que tenia.
—¿Es aburrido salir conmigo? — me miro con una tristeza que hizo que me dieran ganas de abrazarla.
—No— acaricié su cabello — solo los idiotas no quieren salir contigo.
—¿Estas diciendo que papá es idiota?
—El mas grande que te puedas imaginar— Amanda rió y eso hizo que mi pecho estuviera tranquilo.
Ella tiró de mi camisa y me llevó a la parte mas alta del centro comercial, donde estaban todas las tiendas de comida.
—¿Esta es una señal de que quieres comer algo?
—Esta es una señal de que estas triste desde hace mucho tiempo — me miró desde abajo — la comida rápida hace feliz a la gente, lo leí en una revista.
Le sonreí algo atónito. Pensé por un momento que seria una gran idea que todos los pensamientos que tengo de Alma desaparecieran solamente comiendo una hamburguesa, pero era tan obvio que algo así no iba a suceder que reí solo debido a lo ridículo que sonaba.
Caminé junto a Amanda entre la gente que repletaba esta parte del centro. Ella insistía en que debíamos comer algo tan grasiento que nos haría feliz a los dos por largo tiempo, y yo insistía en que ese estudio era una estupidez y lo único que se ganaría con algo así de grasiento era un infarto infantil.
En tanto reía con las respuestas de Amanda y nuestra discusión de donde debíamos comer miré hacia un local comercial donde una cabellera de rizos bastante conocida de asomaba entre la gente. Mi risa se detuvo inmediatamente y pensé que mi suerte no puede ser tan mala para encontrarme con una escena así un fin de semana.
— Vamos a comer unas papas francesas con una hamburguesa — la voz de Amanda sonaba decidida esta vez— Vamos a ponernos a la fila.
Amanda agarró mi brazo y empezó a guiarme hacia la fila de la tienda en tanto yo seguía sin dejar de mirar la cabellera, pensando si de verdad es Julian y Alma o solo estaba alucinando.
Mientras mas me iba acercando la imagen de Julian se iba haciendo mas nítida, podía ver su rostro por completo riendo coquetamente pero no quería ver la cara de Alma riendo junto a el pasándola bien, así que me concentre en seguir a Amanda.
—¿Vas a querer esta o aquella? — Amanda me apuntaba opciones del menú que estaba en exhibición, en tanto yo seguía pensando en la imagen que vi.
¿Por qué demonios mi suerte es tan mala de tener que encontrarme con ellos aquí? ¿Justo este día? ¿Justo en el mismo lugar en que estaba con Amanda?
—¡Sam! — Amanda me pellizcó el brazo haciendo que hiciera un sonido de dolor.
Miré hacia adelante y me di cuenta de que ya estábamos en la caja para pagar mientras una chica de mi edad me estaba mirando directo a los ojos.
—Disculpa — traté de conectarme con lo que estaba haciendo en el momento — Quiero aquella promoción— apunte con mi indice.
—Y yo quiero aquella — dijo Amanda inmediatamente después de que terminara mi pedido.
Ella dijo cuanto dinero seria, y aunque Amanda quería pagar le dije que mejor guardara ese dinero para algo mas productivo que sacar a su hermano a comer. Saqué el dinero de mi bolsillo y pague sin dejar de pensar en aquellos dos.
—¿En qué estas pensando tanto? —Amanda me miraba mientras se apoyaba en la mesa.
—Nada.
—¿Es ella no es así?
—No... — trataba de responder evitando buscar a Julián con la mirada.
—¿La quieres?
—No— respondí mas rápido de lo que pensé la pregunta. Era tan extraño que Amanda me preguntara que si quería a una persona que no fuera Will, Victoria o ella que pareciera que mi cuerpo esta acostumbrado a responder automáticamente.
—Pero estas pensando en ella ¿No es así?— sus ojos dudaban de mi.
—Algo...— me rendí ante su insistencia — algo así.
—Lo sabia, tus ojos dicen...
—¡Numero 35!— Un chico gritaba desde el mostrador nuestro numero para recibir la comida.
Amanda se levantó y me quito el ticket de las manos para ir a buscar la comida sola. Cuando Amanda desapareció de mi lado mi cuerpo reacciono solo y busco a Julián por la misma tienda donde lo vi por ultima vez, pero no se veía para nada. Mi vista viajó por muchos rostros distintos, en distintas tiendas, en mesas o sentados en las pequeñas salas de estar para la gente que solo tomaba un café. Hasta que por fin vi sus rizos sentados en un sillón, junto a una cabellera rubia.
¿Rubia?
—¡Ta-da!— Amanda me sacó de los pensamientos mientras ponía la comida en nuestra mesa— Me dieron muchos aderezos.
La miré un momento y traté de analizar lo que acababa de decir para dejar de pensar en lo que vi.
No creo que Alma se haya teñido el pelo en estos días, entonces ¿Que demonios hacia una cabellera rubia junto a el?
—Sam ¿Me estas escuchando? — Amanda se sentó frente de mi y movía su mano frente a mis ojos.
Nuevamente di vuelta mi cabeza para buscarlo con la mirada, y seguía allí con aquella chica.
¿Quizás es su hermana?¿Una amiga?
Él parecía reír y aunque no viera el rostro de ella, debe estar igual de cautivada que lo que hacia notar el. Julián se acercó a ella y la beso sin ningún tipo de pudor.
¿No se supone que el esta con Alma? ¿Habrán terminado su relación? No, Victoria me lo hubiera dicho.
—¿Acaso viste alguna chica que te gusta? — La voz de Amanda sonaba a lo lejos mientras yo seguía viendo la escena de Julian.
Parecía que estaba pasando un buen rato y mi cuerpo al pensar que Julián estaba jugando con Alma comenzó a hervir de furia.
—¿Sam? — Amanda me miraba mientras comía sus papas a la francesa
— El chico que sale con Alma— seguía mirándolo en tanto mis dientes se apretaban cada vez mas— Está ahí besando a otra chica.
— ¿Está besando a otra chica? — comenzó a mirar hacia la dirección en que yo miraba.
— Ese maldito— me levanté de la mesa enfurecido.
—¡Espera Sam!— Amanda se levantó junto a mi — Quizás Alma termino con él y por eso esta con ella.
—O puede que no sea así — la miré furioso — Él fue el que planeo todo esto, el fue el que me alejó de ella.
Mi cuerpo inconscientemente comenzó a caminar a donde estaba Julián, dejando a Amanda y mi comida atrás. Como si lo único que importara en este momento fuera golpear a Julián y hacer caer cada uno de sus dientes para que no pudiera mentirle a nadie mas. Cada vez que iba mas cerca sentía como mi cuerpo comenzaba a temblar debido a la adrenalina, y cuando la mirada de Julián llego a la mía, parecía que hubiera visto un fantasma.
Lo único que se me ocurrió hacer en ese momento fue sacar mi celular, y ponerme frente de Julián.
—Sonríe — saqué una fotografía de el junto a la rubia en tanto una sonrisa de furia y satisfacción se dibujo en mi rostro.
Julián se levanto del sillón rápidamente e intento quitarme el teléfono.
— Dame el maldito teléfono — agarró mi camisa del cuello desesperado, y su compañera de cabellera rubia tenia una cara de no saber lo que estaba pasando.
—¿Querías jugar sucio? — Lo empujé tan fuerte que cayo sentado en el sillón junto a su compañera — te enseñaré realmente lo que es jugar sucio.
—¿Qué demonios esta pasando aquí? — La chica rubia por fin saco la voz en tanto Julián se levantaba nuevamente del sillón.
—¿No te dijo? — Mira a la rubia con un falso puchero — Él tiene novia.
—¿Tienes novia? — miró a Julian horrorizada.
El gran escándalo estaba siendo visualizado por la mayoría de la gente que se encontraba en este piso del centro comercial. Gente que iba caminando, chicos y chicas que atendían dentro de las tiendas pararon de atender solo para ver porque habían tantos gritos en el sector.
—¡Sam!— gritó Amanda entre la gente que se aglutinaba.
—Eres un hijo de puta— Julián agarró el cuello de mi camiseta y me lanzó un puñetazo directo en la cara como el de mi papá en la mañana, haciendo que nuevamente cayera sangre por montones.
—¡Oh por Dios!— la gente gritaba algo asustada, llamando a seguridad por el gran escándalo en un centro comercial que era para gente lo suficientemente sofisticada para ni siquiera discutir en publico.
La acompañante de Julian se levanto del sillón retirándose avergonzada. Julian me miraba con un odio asesino mientras comenzaba aflojar la presión del cuello de mi camiseta.
—Nunca mas te vuelvas a acercar a ella— miré a sus ojos furioso — y gracias por el golpe , harás que todo sea mas fácil de creer — le guiñé en tanto sentía como la sangre seguía saliendo, manchando mi camiseta.
Caminé entre la gente, que a pesar de estar horrorizada por el gran show, seguían parados viendo en que concluía todo.
—¡Sam! — Amanda apareció entre la gente y me abrazo desesperada a la vez que me pasaba algo para la sangre.
— Solo vamos — tomé la mano de Amanda y comenzamos a caminar a la salida.
Quizás yo no la merezco, pero no dejare que alguien mas le haga daño
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