34- Revelaciones
Alaric Windsor y Nibiru llegaron a la estación del tren, en donde ellos tenían secuestrados a Harald y a Letizia, los hijos de Madame Lillith. Ellos mismos se encargarían de la competencia que tienen en Cipango, la misma Madame, los dos se posaron al lado de un vagón lleno de combustible para sus vehículos aunque este era totalmente prescindible de momento.
—Dime ¿ya te has acostumbrado totalmente a tu nuevo poder? — le preguntó Nibiru con calma y sin prisas.
—Sí, aunque desde un principio no me agradó esa tal Madame Lillith
—Yo no te dije que fueras a verla — contestó el de cabello largo —, aun así tus planes van saliendo a pedir de boca — añadió subiendo al edificio donde estaban los dos hermanos.
Pero justo cuando estaban por llegar a la segunda planta, una de las hachas que Henkikoira traía consigo atravesó la pared y se incrustó en una de las locomotoras estacionadas en medio de los raíles, Nibiru y Windsor. Él dejó atrás a sus compañeros creyendo que serían un estorbo para sus objetivos que es el de acabar con la vida de Alaric Windsor.
—Veo que ese tipo te siguió desde Britania, Alaric — observó Nibiru.
—Sí, eso ya lo noté — respondió Windsor con enfado —esta vez me haré cargo yo mismo.
—Adelante, yo estaré observando y al pendiente de ti, tal vez necesites ayuda — dijo el de cabello más largo y ojos rojos elevándose al tejado de la estación.
Henkikoira atacó a Windsor con su espada lográndole cortar a él un trozo de su capa, el hombre de cabellera negra saltó sobre varios vagones mientras en sus brazos empezaban a aparecer unos extraños escudos, él rápidamente se volvió a lanzar contra su contrincante pero Henkikoira con espada en mano cortó los escudos a la mitad.
"Esa espada posee un filo asombroso" pensó Nibiru desde el tejado.
—Algunos usamos armas porque sabemos cómo usarlas no para ser más habilidosos — mencionó Henkikoira con calma en su voz.
—En ese caso — dijo Alaric.
El ruido del metal crujiendo alertó al chico, giró su cabeza hacia su derecha para ver una locomotora siendo lanzada contra él aprovechando apenas un segundo antes del impacto para dar un salto y evitar que ése vehículo de metal lo golpeara. La locomotora terminó estampándose contra una pared de un túnel que daba a la salida de la estación de tren. Alaric aprovechó que Henkikoira estaba distraído y estiró sus brazos, cambiándolos de forma a una masa negra brillante y viscosa, para impactarlo contra unas vigas de metal, eso provocó que el chico de cabello bicolor diera un fuerte alarido de dolor.
—¿Qué te parece esto? ahora que soy más fuerte se me apetece matarte.
—No si yo lo evito — Henkikoira se liberó y usó sus poderosas garras para deshacerse del agarre de aquel sujeto —, muere.
Henkikoira tomó su espada y cortó el brazo de Alaric Windsor, su extremidad cayó al suelo emanando un nauseabundo olor que haría marear a cualquiera que estuviera cerca. El chico sacó de debajo de su capa una mascarilla de metal y se la colocó en la cara tapando su boca y nariz para evitar seguir aspirando esa peste.
—¡Canalla! ¿qué diablos es eso tan asqueroso? — cuestionó el chico de cabello bicolor.
—Es lo que sucede cuando me cortan una parte de mi cuerpo — explicó el pelinegro con suma tranquilidad.
—Sí, sí entiendo — dijo Henkikoira preparando una bomba de humo —, sin embargo — sus ojos brillaron en un tono amarillo brillante —, tráguense esto
Con todas sus fuerzas lanzó la bomba de humo que no era más que un potente veneno enfrascado y que sólo sería liberado cuando Henkikoira lance esa bomba. La toxina empezó a irritar los ojos de Windsor quien optó por subir a un sitio elevado. De reojo vio a los demás aliados de Henkikoira, correr por los pasillos buscando algo.
Dafne y sus amigos buscaban por todas las posibles habitaciones de dentro de esa estación de tren a los hijos de Madame Lillith, Letizia y Harald. No tenían una sola pista acerca de cómo eran los dos chicos, ni de su olor más que nada para Dafne, Ceres, Ivanna y Jack. Justo en la última puerta que derribaron para completar todas las habitaciones allí encontraron a los dos hermanos atados en unas sillas con sus rostros cubiertos por una bolsa de tela en la cabeza.
—Los vamos a sacar de aquí — en ese preciso momento apareció Nibiru.
—Yo diría que deberían ir pensando en cancelar el rescate, jovencita — el hombre se interpuso entre los chicos y la salida.
—Jack, Alexey váyanse de aquí — ordenó Dafne.
—¿Qué? ¿estás loca? — vociferó Jack.
—No pienso dejarte con este lío
La híbrida sonrió para sí misma mientras desenfundaba su espada lista para luchar contra Nibiru si ese fuera el caso. Para nadie fue sorpresa que ella no cambiara de opinión tan fácil como sus amigos esperarían.
—Váyanse, yo los cubriré — dijo la chica con voz firme.
—No hay opción, es muy terca
Jack tomó a Ceres de la cintura y guió al grupo a las afueras de la fábrica, pero eso no quitaba el hecho de que Dafne estuviere arriesgando su propia vida con tal de salvarlos a ellos. A Dafne se le pusieron sus ojos de color azul intenso recordando aquella primera gran pelea que tuvo en la aldea de Ceres. Blandió su espada y para cortar a Nibiru que apenas pudo crear un escudo con sus huesos, eso no impidió que algunas esquirlas de hielo lo hiriesen.
El sujeto atacó a Dafne con un mazo que ella apenas pudo esquivar, el suelo debajo de ellos ya mostraba algunas grietas por el fortísimo golpe que Nibiru falló en atinar darle a Dafne.
—Sólo te diré una cosa, niña — mencionó el pelinegro.
—¿Qué quieres?
Debajo de la chaqueta, Nibiru sacó un par de gemas mágicas la una era verde y la otra era rosa, luego se las tiró a la chica y mientras estaban en el aire esas dos gemas se transformaron en dos indomables bestias, la que salió de la gema verde parecía un tigre de pelaje negro con dos cuernos en su frente y una cola con un enorme aguijón en la punta pero esta era de un tamaño superior. Por otro lado, aquel temible monstruo que había sido liberado de la gema rosa era un ser amorfo de unos dos metros de altura, con un apéndice en donde se posaba un ojo enorme y que vigilaba con peligrosa curiosidad cada movimiento que daba Dafne.
—¿Esa es la verdadera naturaleza de las trece gemas mágicas?
—Correcto — contestó Nibiru con calma —, es una leyenda que se remonta varios milenios luego de "El Gran Impacto"
—No entiendo de lo que hablas — murmuró la chica con más dudas que respuestas.
—Es obvio porque, tus ancestros u omitieron escribir eso en sus libros de historia o bien porque no has investigado bien, chiquilla — de la espalda de Nibiru comenzaron a salir largos tentáculos con ventosas en las puntas —, y todo porque hace más de cien mil años un gran asteroide acabó con gran parte de la vida humana en la tierra. Y eso, querida Dafne, se le conoce como El Gran Impacto.
Dafne abrió sus ojos sorprendida ante tal afirmación, y tampoco quería quedarse con la duda de cómo era el mundo antes de El Gran Impacto, las dudas la invadieron en si era prudente atacar a esos dos monstruos y a Nibiru por haber secuestrado a dos jóvenes indefensos o preguntar qué ocurrió tiempo atrás de aquel cataclismo. No tuvo tiempo de atender esas dudas cuando el mismo Nibiru la empujó fuera de la fábrica hacia las vías del tren abandonadas para continuar con su pelea.
—Al fin apareces, híbrida, ¿dónde están tus inútiles amigos? — habló con voz estresante Henkikoira.
—Se fueron — contestó ella con tensa calma —, les dije que sería inútil que arriesguen su vida aquí.
—Ja, ja, heroína o villana. Cómo sea hay que matar a esos tipos.
(...)
Se demoró lo que tenía que demorarse. Tengo una cábala que siempre en un capítulo terminado en un número par tengo que hacer una revelación y ¡hoy se cumplió!
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