
• Epílogo
Había pasado un mes muy largo desde todo lo sucedido del accidente y ellos dos retomando su relación después del asunto de la amnesia; por lo cual, decidieron que sería una buena idea irse a un viaje corto para alejarse, oxigenar sus cerebros, relajarse un poco y fluir con la naturaleza.
Shinya escogió el hotel, y acabaron yendo a unas típicas aguas termales, que aunque no eran lo principal, sí eran una parte importante del precio que pagaron; pero bueno, no es que se quejara, en absoluto.
Fue divertido, aunque su cara seria no lo diría, pero sí su postura relajada y la enorme cantidad de fotos que permitió que su novio tomase; él era un aficionado a documentar todo lo que pasaba en su vida, así que negarse era luchar contra la corriente.
Ese corto fin de semana les sirvió mucho para valorar más su relación, la cual se sentía muchísimo más inquebrantable y llena de vida; estaban tan enamorados que prácticamente esparcían corazones y brillos por donde caminaban. O bueno, eso según Goshi.
Pero el punto no era ese, sino que al regresar, tuvieron una nueva cena con la familia Hiragi, quienes al verlos tan estables después de todo ese problema y "su escapada" a las aguas termales, les lanzaron una bomba.
—Shinya, hay algo que necesito que hagas por nosotros —musitó Kureto mientras bebía vino y los miraba desde el extremo de la mesa.
—¿Qué cosa?
—Bueno, resulta que hace un tiempo estuve viéndome con una mujer... —comentó Seishirou, llamando la atención de la pareja. Él era casado—. Y de eso salió, pues, ¿un embarazo?
—¿Qué diablos te pasa, mocoso? —rugió Guren. Es cierto que no había tanta diferencia de edades, pero era mayor. Es decir, Shinya y él compartían sus veintiséis y Seishirou estaba en sus veintes.
—Precisamente eso es lo que necesito que hagas por nosotros —intervino Kureto, bajando su copa—. Este imbécil se casa el mes que viene y no podemos permitir que el apellido Hiragi sea manchado por una cosa como esta.
Les explicó que esa mujer fue sumanente terca a la hora de decidir tener al bastardo porque su interés en el dinero de la familia y en la idea de que Seishirou se casaría con ella, y así podría disfrutar de riqueza era enorme. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que eso no iba a pasar, amenazó con tomar acciones legales, de las cuales ya se habían ocupado, pero ahora debían resolver quién iba a criar al niño.
Obvio que su padre biológico no podía, ya lo había rechazado. Kureto estaba muy ocupado dirigiendo las empresas. Mahiru no era una mujer de familia, y en realidad odiaba a los niños. Shinoa apenas pasaba los trece años, no podían dejarle eso a ella. Así que el restante era él y como parecían estar en tan buen momento, decidieron que era lo adecuado.
Todo pasó tan rápido que, honestamente, no estaban seguros de haber aceptado cuando las sirvientas les entregaron a un mocoso de dos años y cargaron un montón de cajas y maletas en su auto. El viaje de regreso al hogar de Shinya fue en un silencio sepulcral.
—Acabo de dejarlo durmiendo —avisó el albino mientras regresaba a la cocina y veía a su novio servir café en sus tazas de pareja —las cuales él odiaba por su diseño— para ambos—. ¿Qué vamos a hacer?
—¿Cómo que qué vamos a hacer? Ya nos lo encargaron —rodó los ojos.
—¿E-Entonces...? —sus ojos brillaban.
—Tú querías hijos, ¿no? La cigüeña cejuda nos hizo un favor.
Shinya dio un chillido lleno de alegría y se lanzó sobre Guren para abrazarlo efusivamente. Fue un momento muy tierno, ya que aunque todo era una sorpresa enorme, las cosas estaban saliendo particularmente bien.
Y de allí en adelante todo fue como estar en una nube flotando. Gyurei, nombre que le puso el "tío" Seishirou fue registrado oficialmente como hijo de ambos. Se cambiaron a una casa más grande y volvieron a vivir juntos, tal como antes de la pelea y el accidente. Le hicieron un cuarto personalizado a su gusto y lo mimaban por montones.
Pese a lo inesperado y un poco absurdo de toda la situación, las cosas habían salido bien.
Las ansiedades que Shinya pudo haber tenido antes estaban bajo tierra por completo; ¿que Guren se fuera con una mujer? Imposible, él era el dueño de su corazón. ¿Que quisiera hijos y no podía dárselos? Ya tenían uno y lo amaban inmensamente. ¿Que arruinaba su vida al llevarlo por el camino de la homosexualidad cuando él no era gay? Pfff, qué más da; no es como que el género le importase cuando amaba.
Quizá después de su reconciliación todo había sucedido muy rápido, pero así era la vida: impredecible. Y para ser honesto, esos casi tres meses llenos de dolor y sufrimiento —que él solito se provocó por inseguro— habían valido la pena. Todos esos feos sentimientos habían sido desplazados para darle paso a la alegría, armonía y amor.
No podía sentirse más dichoso. Estaba seguro de que sin importar qué, Guren podría mandar a todos al diablo menos a él, porque lo amaba inmensamente. Y bueno, a su hijo también.
Cuando los veía sentados viendo televisión mientras salía de su estudio después de trabajar todo el día era como tener una recarga de energía y su ser se ponía en paz casi de manera automática.
Adoraba los momentos sencillos, como ese, en que Gyurei dormía en medio de ambos porque la película lo aburrió y ellos se reían de su inocencia.
—Hoy te toca a ti llevarlo a su cama —mencionó el albino, canturrón—. Yo apagaré todo.
Asintiendo, Guren tomó a su hijo en brazos y lo subió a su habitación; lo arropó bien, apagó la luz y regresó a su propia alcoba, en donde le esperaba su, aun, novio. Se recostó con él en la cama.
—Oye, Shinya —susurró apretujándolo en un abrazo. Acarició su cabello.
—¿Hm? —ya había empezado a dormitar. Siempre que tocaba su cabello significaba que tenía tiempo limite antes de que se durmiera.
—¿Te casas conmigo?
Silencio. Pensó que se había dormido. Pero no. De la nada se levantó y lo miró sorprendido; esperó paciente a que asimilara su propuesta.
—¿Ha-Hablas en serio...?
—¿Por qué iba a jugar con eso? —regañó—. Sí o no, me voy a hacer viejo esperando respuesta.
—¡Claro que sí, Guren! —gritó emocionado.
—Está bien, pero baja la voz, lo vas a despertar —le recordó burlesco. Le vio cubrirse la boca nervioso. Se le escapó una risa.
Volvió a jalarlo para poderlo besar y abrazar de nuevo; podía sentir sus latidos erráticos y su risa en medio de las caricias delataban su felicidad.
—Guren, te amo, ¡te amo mucho!
Rodando los ojos, lo estampó contra la cama y se subió sobre su persona. Rozó su narices.
—Yo te amo más, Shinya.
Estoy muy feliz de haber terminado de subir este short-fic :'3
Sé que este año no he estado precisamente activa, y bueno, han sucedido muchas cosas, las cuales les contaré en otro momento; pero bueno, quise hacer esto como una disculpa/regalo para todos <3
Como dije en el apartado anterior, se me dificulta el GureShin por la personalidad de Guren, pero intenté hacerlo lo mejor que pude en esta ocasión; les prometo que mejoraré con eso xD
Si tienen alguna pregunta que dejé sin resolver, pueden ponerla en los comentarios; ya saben que yo los contesto todos uwu
Y nada, espero que les haya gustado mucho :'3
Quiero agradecerles a todos por leer, votar y comentar; se les ama uwu
Tengan un súper año, llénense de cosas positivas, piensen en ustedes y trabajen duro para conseguir lo que quieren <3
Bye!
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