CAPITULO 15
MARATON 1/3
Disfruten
Pax Coro'l.
Cargarla como si fuera una doncella en apuros costaba, inhalar su olor como si fuera gasolina y correr con ella entre mis brazos. En definitiva era uno de los mejores deleites que había tenido en mi jodida vida.
corría como si la vida dependiera de mis pies y así era. Algunas ramas rozaban mis brazos, su olor era demasiado cítrico, el sonido débil de su corazón hacia que corriera con más fuerza hacia uno de los búnkers más cercanos, odiaba el hecho de que él se hubiera quedado pero mi parte egoísta, estaba celebrando lo que ocurría.
Un traidor, eso era él.
Pero no podía ya con esto. Sea lo que sea que hubiera sucedido con él, nos estaba dando el tiempo a recuperarnos para el próximo ataque, ataque que ya sabia de donde venia dirigido, me sentia mareado cansado, agotado las heridas en mi cuerpo no sanaban, pero de lo que si estaba seguro.
Es que por ahora iba a estar lejos de ese maldito circo de mierda.
La oscuridad de la noche no fue un problema para mí, cuando la capa del pueblo comenzó a hacerse visible para mí.
Esa que era invisible para posibles humanos, Pero no a los de mi especie, ya que nosotros podíamos observar el pueblo que residía detras del domo transparente.
El agarre de sus manos, sobre mis bíceps me alertó.
Tenia que alimentarla antes de que despertará desorientada; no iba a dejarla morir, nunca podría permitirme tal cosa.
La emoción interna me comenzó a recorrer cuando cruce, la energía nuevamente volvió a mi cuerpo, como recordatorio de que había salido de esa pesadilla.
Era Pax V Coro'l.
Me estaba poniendo como una puta nenaza por qué acababa de huir de mi enemigo, ese que al principio quiso arrebatarme el amor de la mujer que sostenía, esa que siempre había sido más mía que de él.
Me sentía patético, débil, estúpido.
Los chips.
La apreté contra mi cuerpo cuando a lo lejos visualice aquella casa, sintiendo con más fuerza las energías a mis alrededores, un pequeño cartel, entre el andén me confirmaba el lugar por el cual era protegido y era Escrobick, sladell.
Mi reino, mi hogar.
Las personas salieron de sus casas, mientras la tenía entre mis brazos, se quedaban asombrados, expectantes ante mis movimientos, viendo con intriga a la chica que tenía entre mis brazos, no hacia falta voltear dos veces para saber que tenía uno de los diamantes dorados más apreciados por estas tierras, termine de pasar la capa y algunas personas se acercaron pero negue con efusividad.
No necesitaba manos que no me servirían ahora, la necesitaba a ella viva.
—¡Mi rey!
—¡Es un placer tenerlo en nuestra comunidad, su majestad!—grito una mujer pero la ignore.
Aumente la velocidad intentando llegar lo más rápido que podía.
—¡Su majestad!
—Mi rey, ¿¡necesita curanderos!?
—¡Si!—respondi huyendo a la velocidad que mi debilidad me permitía.
Gruñi hastiado, las grandes puertas de acero se abrieron para mí automáticamente cuando la propiedad de dos pisos con grandes ventanales, de color caoba estuvo en mis narices, habían dos guardias custodiandolas.
Entre subiendo las escaleras dejando a mi mujer en lo que alguna vez fue nuestra casa vacacional, y me fui directo a la cocina donde conseguí mi alimento bebiendolo con prisa y llevando algunas para ella.
Subí las escaleras sintiendo la presencia de más guardias a mi alrededor, entre a nuestra alcoba donde ella comenzaba a despertarse.
—¿Ramseun...?
Voltee los ojos, sentándome con ella, la cama se hundió ante mi peso, su ojo azul y el otro de un vino tinto como el mío me observaron.
—¿Quien eres tu?
Había oído tantas veces esa pregunta, mire el chip que tenía en su sien maldiciendome por no haberselo quitado antes de irme a por la sangre.
—Necesito que bebas esto—le tendí una de mis bolsas con sangre, ella me miró con desconfianza.
Su olor impregnó la habitación, el olor cítrico comenzo a matarme y tome una bocanada de aire cuando sentí el aire tensarse, o mejor dicho, sentir aquello endurecerse.
—¿Quien eres tu?
—Estas a salvo, se que te sientes confundida, Belentinne pero necesito que te alimentes—espete con paciencia tendiendole una bolsa, mientras yo mordia otra.
Ella la tomo recelosa, repitiendo lo que yo hacía, quise reírme cuando se sorprendió al sentir sus colmillos perforar la bolsa llena de sangre, cerro sus ojos con el placer surcando su rostro y me levanté en busca del baño.
Tenía muchas cosas que hacer, como por ejemplo llamar a Chilvary y buscarle la solución a los chips, o tal vez...
Drogarnos para no tener responsabilidades.
Trague saliva, sintiendo mi saliva liviana y el dolor de cabeza marearme más, termine de quitar el pantalón que tenía abriendo el grifo de agua tibia que caía sobre mi cuerpo aligerando la presión que sentía.
Mis manos comenzaron a temblar y las apreté.
Respira...
Ya había bebido, sangre, ahora solo tocaba buscar la forma de purificarla ante las drogas y...
Queremos, DMT...
Tome una bocanada de aire y salí del baño sintiéndome mareado.
Belentinne se estaba bebiendo la última bolsa y me miró con sus ojos rojos, el azul oscuro, turbio, el otro rojo...
Ese rojo que me prendía ese que me estaba llamando diciendo que me la clavara, como yo bien sabía, ese rojo que me gritaba que me olvidará de lo que había pasado hace unos días, ese que me decía que ignorara las alarmas de alerta que ella me mostraba con su tez más pálida de lo normal y sus pupilas más que dilatadas.
Tenía que rescatarla a ella necesitaba ayuda, y no sabía cómo hacerlo, por qué ahora solo quería..
Drogas, DMT, DMT, DMT, DMT.
—¿Que es este lugar?
Su voz se oyó lejana, me quedé viéndola con la toalla en mi cintura y comencé a caminar hacia el armario que tenía poca ropa de nosotros cada que veníamos.
La ansiedad, comenzó a hacer de las suyas y me apoye del armario sintiendo ese mareo que desestabilizaba, la superficie a mi alrededor.
—¿Estas bien?—su voz taladro mi cerebro y gruñi—¿Quieres?
Tome una bocanada de aire, y me gire para verla, me ofrecía lo poco que quedaba de su alimento, la acepte llevándomela a la boca mientras miraba el armario.
La ansiedad mermo poco a poco, haciendo tolerable el sonido y la luz que comenzaba a colarse por la ventana.
Me quedé estático viendo las camisas manga largas oscuras, todas las que usaba como el rey que era, mire aún lado donde mis gemelos de oro estaban, con el escudo de mi reino, el que consistía en dos dragones con sus colas unidas.
Note el sonido de su corazón, comencé a calmarme.
Ramseun me había dejado el toldo del puto circo abierto para que huyera con ella, ¿Por qué lo hizo? No lo sabía, había Sido nuestro verdugo y ahora de la nada nos soltaba, ¿Por qué?
No lo sabía.
¿A qué jugaba? ¡Maldita sea!
Ramseun era la personificación en persona de un maldito hijo de puta, dolido.
Deje la bolsa aún lado, para vestirme y bajar, termine de ponerme el saco sin importarme la mirada que me dedicaba, atravese la puerta en busca de las escaleras, dónde me tuve que detener por que todo se me movió.
Trague saliva, con el dolor de cabeza que amenazaba con querer sacarme los ojos de mis cuencas.
El hombre de cabello castaño y ojos color miel, me miraba como si fuera su novia.
—Literalmente acabo de llegar a su majestad, ahora explíqueme cómo demonios usted ha desaparecido todos estos meses y hasta ahora se revela y da la cara aquí.
—calla.—me tape un poco los ojos por la claridad que había de repente—Necesito reporte al día, Ahora, de estos meses y pasen las cortinas.
El se queda mirando mi sien.
—Creo que necesita un curandero, su majestad.
—Chilvary si sabe que lo necesito, ¿para que mierda me pregunta? Ya le dije, tapen la luz solar me duele la cabeza.
Asintió yéndose.
Mire los papeles.
Queremos DMT, DMT, DMT, DMT, mi cabeza solo repetía lo mismo, DMT, DMT, DMT.
El jefe de la guardia roja se poso delante de mi.
—Su majestad, queremos informarle que nuestro ejército solo le rinde cuentas a usted.
Chilvary regreso rápidamente situandose a su lado.
—¿De que hablas?—pregunte.
—Su majestad, como el jefe del ejército rojo, me da pesar comentarle que el ejército azul nos ha declarado la guerra pese a los acuerdos de paz que habían sido firmados hace años, dado que la reina no ha dado la cara, y el rey Ramseun tampoco, el trono ha sido desplazado, Pero mantenemos nuestra ardua alianza como el dia en que pasamos a marchar en sus filas.
Mire a Chilvary que paso el peso de su cuerpo de un lado a otro.
—Retirate padel —me dirigí al guardia quien me dedico un saludo y salió.
—su majestad yo...
Me di media vuelta en busca de mi oficina, el dolor de cabeza, comenzó a hacer más estragos, abrí las puertas dirigiéndome rápidamente al mini bar que tenía y abriendo la primera botella que tenía, tomando un shot del vodka.
Chilvary entro con un montón de papeles.
—Habla o muere—amenace.
Tiro los papeles en mi escritorio y me miró.
—Loury le ha dado la espalda mi señor, Escrobick está en proceso de elegir a su nuevo príncipe regente, y el concejo parlamentario esta a oidos sordos de mis mandatos, como su mano derecha he hecho todo lo posible por llevar la batuta de lo que usted y su reina han construido pero liderar medio continente de la forma en la cual usted lo ha hecho, se me ha escapado de las manos, los tratos comerciales han sido rechazados, el oro ha sido comercializado en pro de los bancos de sangre que ahora estan en bancarrota, ya que por su ausencia nadie quiere negociar con un simple concejero real.
Estrelle el vaso contra la pared.
—¿!ME ESTAS DICIENDO QUE TODOS ESTOS AÑOS A MI LADO NO TE HAN DADO LAS CAPACIDADES INTELECTUALES PARA MANDAR POR MI UNOS MESES MI REINO Y ME VIENES A DECIR QUE LO HAS DESTRUIDO!? ¿¡QUE ERES UN MALDITO INCOMPETENTE CHILVARY!?
Bajo la cabeza.
—Mi señor yo...
Lo tome del cuello.
—Como muestra de mi piedad, te dejare vivir, Pero todas tus propiedades serán embarcadas por Escrobick, y recuerda perfectamente que yo no la tengo por nadie Chilvary.
—pero mi señor yo...—puso las manos en mis muñecas y apreté más fuerte—mi r-rey...
—¡LARGO DE AQUI!
Lo solté.
—¡Su majestad!—Padel volvió a entrar a mi oficina y no se quién demonios lo llamo—¿Necesita algo?
—sacalo, no quiero verlo ni en Xavixs ni en Escrobick, encarcelalo y envíaselo al hijo de Dante, a ver si en el infierno se le aclara quien es su rey.
Rápidamente padel, lo arresto con los mismos grilletes de oro que yo había tenido hace unas horas y salió, me acerque a los papeles leyendo cada una de las cartas y negociaciones que el consejo había dado sin mi consentimiento, leyendo el único nombre que quiere mi trono y es Setchif.
Setchif Coro'l.
Mi propio hermano estaba jugando en mi contra, arrace con todo el escritorio volviendo lo trizas en cuestión de segundos.
—¡Maldición!
—Su majestad, llegó el curandero.—oi la voz de una mujer a través de la puerta y salí en busca de ella.
Una mujer que aparentaba los cincuenta hizo una reverencia y mire sus ojos oscuros, cincuenta veces más lo que aparentaba su físico.
Camine hacia las escaleras y rápidamente oi sus pasos, abrí la puerta donde se encontraba ella y entro.
Belentinne estaba envuelta en un albornoz que la cubría de pies a cabezas.
—Buenos días su majestad—la mujer hizo una reverencia ante ella y Belentinne frunció el ceño mirándome confundida.—porfavor siéntese.
Me arrecoste en la puerta observándola, como el miedo surcaba sus iris cada que la mujer le preguntaba cosas básicas.
—Necesito que porfavor evalúe lo que tiene en la sien, quiero buscar la forma de quitárselo, como vera, para nadie es un secreto que hemos estado ausentes, Pero se debe a que fuimos capturados, le pido su entera discreción y que me ayude a evaluar lo que tiene —la mujer me miró boquiabierta.
—Claro que si, su majestad, Pero debería de buscar a sus curanderos reales, creo que ellos están más capacitados para...
Belentinne me miró en busca de ayuda cuando la mujer, se acercó en ella para observar lo que tenía en la sien.
—Solo nos está ayudando, Bonita, no te preocupes —murmure hacia ella quien apretó sus manos en el albornoz y me miró a los ojos mientras la curandera la evaluaba.
Denotaba inocencia, como si fuera una niña pequeña perdida, su mirada me recordaba tanto a ella que baje la cabeza, pensando en como mierda darle caza al hijo de puta con el cual compartia a mi mujer.
El miedo de Belentinne salió a relucir cuando tomo mi mano, y la sangre me hirvio.
—Su majestad esto...
—Esta fuera de sus alcances, ¿No?—respondi ante la mirada desconcertada.
—asi es, Pero podría ayudarlo a buscar a su curandera real.
—necesito discreción, se le dará una considerable suma, por qué mantenga su boca callada, solo haga su trabajo cure sus heridas y explíqueme si alguien de aqui vende estupefacientes remejorados.
La mujer arrugó el gesto.
—para que quisiera usted eso, su majestad...—pregunto.
—Necesito saberlo porque estamos en un bloque de búsqueda, así que absténgase de preguntar más y responda, ¿hay o no hay?
Apretó sus labios y nos miró a ambos, asintiendo lentamente.
—Si su majestad...
—Bien, mis guardias la escoltarán, termine con mi reina y como ya se le dijo, cállese la boca si no quiere que venga a por usted yo mismo y le corté la lengua.
El miedo invadió sus iris, para nadie era un secreto que yo, tenía unos grandes dotes para hacer callar a las personas y mi pueblo estaba consiente de eso.
◇◇◇
Belentinne.
Mi corazón comenzó a latir desbocado, cuando curvo una sonrisa y se fue dejando a la mujer que me atendía tiesa.
Tomo una gran bocanada de aire negando con la cabeza, mientras yo intentaba saber quién demonios era él, y por qué me ocasionaba tanta hambre.
—Su majestad, ¿siempre es así?
Mire a la mujer de ojos negros y cabello castaño. Y asenti en silencio viendo como sacaba implementos para limpiar y curar las heridas que habían en mis piernas, apreté las sabanas cuando el líquido comenzó a arder y recordé el pequeño fragmento donde veía sus ojos vinotintos pasando una esponja por el valle de mis pechos...
-—no puedo dejarte morir cuando eres parte de mi. —murmuró viendo mis muñecas y pude ver rabia en sus ojos—aunque siento que me estoy muriendo contigo otra vez.
—¿cómo?—Indague en lo que decía, era raro.
—olvidalo —exclamó.
Me quedé en silencio y solté gemidos de dolor cuando me quitó las esposas, estaban llenas de un azul oscuro y brillante... era tan... raro.
Tiro las esposas con rabia hacia el balde donde estaban los grilletes, y me sorprendió cuando vi su buena puntería.
—¿Su majestad?—la mujer me miraba extrañada.
Sentí el líquido caliente de mis lágrimas bajar por mis mejillas sin inmutarme y mire a la mujer delante de mi.
—¿Dónde estamos?
—Escrobick, su majestad—respondio.
Mire las palmas de mis manos, habían burbujas llenas de agua que me dolían.
—¿Por qué me dices, majestad?
—Es usted mi reina—responde con normalidad—por lo que veo... No ha estado de vacaciones todos estos meses, pensábamos que habían muerto y solo querían encubrir los asesinatos.
Parpadee.
—¿Que? ¿Reína?
Ella sonrió gentilmente asintiendo.
—Veo que tiene amnesia, esperemos que sea temporal—tomo mis manos—Mi nombre es Adelaide, su majestad.
—porfavor dime Belentinne.
—Eso sería una falta de respeto—tomo la gasa untandola de un aceite amarillento y me miró—le arderá, Pero se curará más rápido de lo que la sangre de su esposo la ayudara.
Trague saliva.
Cuando apretó la gasa dejando el líquido escurrir en las palmas de mis manos y grite por qué pareciera que me estuvieran tirando la maldita lava en mis manos.
—respire, pasará.
Rápidamente mis heridas comenzaron a cerrarse, las burbujas comenzaron a secarse, y la picazón engullio mi piel, quería quitarme la piel con las manos Pero la mujer tomo mis muñecas con fuerza.
—Espere, se hará daño.
—No es usted, a la que le duele como el demonio—dije al borde de las lágrimas.
—Se lo que se siente, tranquilícese su majestad.
Respire hondo, cuando volvió a repetir el acto Pero se sintió como un bálsamo tibio que alivio mis palmas.
—No se dónde estuvieron secuestrados, Pero espero que sus vidas se normalicen, dependemos de ustedes su majestad.
El olor cítrico llegó a mi nariz y mire la puerta a la espera de su llegada, pero un hombre de cabello negro, con un traje negro hizo una reverencia ante mi.
—su majestad, requiere su presencia abajo—se dirigió hacia la mujer.
Comenzó a guardar las cosas y tomo un cuenco, saco dos frascos más y revolvió con lo que parecía unos palillos.
—¿Que es?
—esto le aliviará cuando la ansiedad comience, a pedirle el narcótico.
Frunci el ceño.
—sus ojos delatan el hecho de que estuvieron siendo drogados su majestad, déjeme serle sincera que con esto, aliviará la ansiedad.
Tomo su maletín metiendo sus cosas e hizo una reverencia.
—Estare a una llamada, por si me necesita su majestad.
Hizo una reverencia yéndose con el hombre trajeado, y mire el cuenco.
¿Narcótico?
Mire las palmas de mis manos, sintiendo su olor cada vez más cerca de mi.
—¿Quien eres?—pregunte a la nada
Su figura apareció de repente sus ojos vinotintos observandome con la lujuria, su piel estaba palida y unas grandes bolsas oscuras surcaba sus ojos, su frente estába perlada y se arrodilló ante mi.
Sus nudillos se posaron en mi mejilla y sentí esa electricidad rodearme por completo hasta, hacerme estremecer.
—el hombre que amas, Belentinne.
Mi corazón se soltó unos cuantos latidos, la devoción que sus ojos emanaba me cautivaban, suspiré como una idiota cuando comencé a recordarlo.
El circo, la plataforma de fuego, la forma en la que me sostuvo cuando ya no podía más.
—me duele ver cómo te usan.
—algun día me recordaras, saldremos de aquí...
El sonrió débilmente acercándose a mi cuello, su cabello pelirrojo caía sobre su frente y puse mis manos en sus mejillas para verlo de cerca.
—¿En qué maldito enredo me has metido?—pregunte sobre su boca.
—No fui yo... Fue él Belentinne.
—¿Cómo hago para recordar?
La electricidad, la efusividad y la agitación de mi respiración comenzó a hacer estragos en mi, el haberme alimentado hace un momento, me hizo cerrar los ojos al oír todo el ruido que había a nuestro alrededor.
—Bebe de mí.
Acerque mi nariz a la suya, cerré mis ojos sintiendo, su piel, me estremecí cuando poso su mano en mi nuca.
—Tambien puedo besarte.
Suspiré cuando sus labios se fundieron con los míos como si llevara años anhelando su contacto, sus manos me rodearon, mi respiración desastrozada se fundio con la suya.
La necesidad me lleno por completo cuando su lengua aterciopelada se unió a la mía.
—No sabes cuánto tiempo llevo anhelando esto...
Sus labios rojos e hinchados, sus ojos habían adquirido un color rojo, Pero derrepente sus ojos se cerraron, su piel se surco de lleno de venas negras, y su agarre en mi nuca se desvanecio, yendo hacia atrás, cayendo en el suelo.
Tome su antebrazo antes de que se fuera de para atrás, sorprendída por mi reflejo.
—Hey...—lo llame.
Pero no respondía, mi corazón se aceleró, las ganas de llorar me llenaron por completo y lo atraje hacia mi abrazándolo sintiendo que su olor se desvanecía entre mis brazos.
El dolor punzante, se reveló en mi pecho y mi vista se torno borrosa.
—Porfavor despierta.
Intente alzarlo con mi fuerza Pero parecía que pesará cada segundo más, mire el cuenco a mi lado y lo acosté en la cama, su tez comenzaba agrietarse, mi pecho se hundió un más como si me estuvieran quitando algo.
Tome el cuenco entre mis manos, tome el líquido que sabía dulce y me acerque a su rostro abriendo su boca con la mía traspasando el líquido.
—Despierta por favor, despierta...—murmure.
Volví a repetir, lo que hice está vez con un poco más de líquido.
Su tez estaba blanca, tan blanca que comenzó a dolerme, de repente mi corazón dejo de latir el aire me faltó, y un mareo me sobrevino, Pero me aferre a las sábanas cerrando mis ojos.
Sentí que el tiempo se volvió una eternidad, el dolor en mi pecho me dejó estática y sentí el líquido derramarse por mis mejillas, tome aire, aún estaba aquí, aún podía percibirlo en mi pecho.
Su olor cítrico infundio mi nariz y una mano cálida tomo la mía, devolviendome el alma al cuerpo.
—No puedo morir así como así, pero... Dame un poco más de eso que tienes en tu boca pelirroja.
Trague saliva, cuando abrí mis ojos, su rostro había adquirido un poco de color, Pero sus ojos eran lava pura, las líneas negras surcaban sus facciones y tome su mano con fuerza.
—¿Quien te crees para besarme y luego desmayarte así como si nada? ¿Acaso quieres matarme?—reclame con mis ojos acuosos.
—No puedo dejarte en este mundo sola, sería un crimen, saber que sigues de pie sin mi.
Su brazo me rodeo tumbandome a su lado, obligandome a dejar el cuenco aún lado, recosté mi cabeza en su brazo sintiendo la paz y la seguridad llenarme por completo.
—Te sacaré de aquí...—repitio como una vieja grabadora.
Mire su mandíbula, sea quien sea el, me sentía bien a su lado, a veces tu propio, cuerpo te hablaba más de lo que una persona con palabras podria explicarte, y eso era lo que estaba haciendo, el mio en estos momentos, reaccionando a sus caricias en mi hombro.
Como si fuera algo que hacía siempre, como si con su tacto podría sentirme segura.
—¿De dónde me sacarás?—pregunte al cabo de un momento.
—de aqui—puso su mano en mi sien.
—volvere por ti, te recuperarás, te quitarán está mierda, y lo matarás.
—¿Matar a quien?
—A Ramseun, Belentinne... Tienes que matar a Ramseun.
Trague saliva al oír su voz, mis pensamientos se dirigieron a esos lugares oscuros que llevaba cierto tiempo ignorando.
Respire hondo para encararlo.
—Por favor, descansa un poco, no es momento de preguntarme que somos, quien eres y de dónde soy, dame eso—señalo débilmente con su dedo el cuenco y me levanté para tomarlo, su mano atrapó mi muñeca—pero con tu boca.
Sus ojos me escrutaron poniendome a temblar, tome el cuenco, bebi el líquido un poco para mí, sabía bien, retuve el líquido en mi boca y me acerque a él.
—ven aqui—sus manos sujetaron mi cintura, situandome sobre su torso y casi me atragantó al respirar cuando me acerque para dejar caer el líquido, sobre su boca que se abría recibiendolo con gusto.
Sus labios se sellaron y me quedé idiotizada viendo sus labios, pose mi mano sobre su mejilla, sintiendo la calidez tomarse mi cuerpo.
—Solo...
—Estuvimos secuestrados en un circo, solo un milagro, se nos concedió dejandonos salir, somos reyes y quiero que descanses por qué tenemos que sacarnos lo que tenemos aqui—su voz en mi mente me sorprendió, el sonrió y acaricio mi sien—cada cosa que oigas en tu mente, que no sea mi voz, es mentira, cada cosa que imagines solo son pesadillas, si sientes la necesidad de beber o tomar algo... Tómame a mí.
Trague saliva, acerque mi boca a la suya, besándolo en el proceso dejándome llevar por lo que su cuerpo me transmitía y me aparte hundiendo mi nariz en su cuello.
—Estamos juntos... —susurre en su cuello.
Su olor cítrico era mi afrodisiaco.
Su voz ronca, mando Miles de escalofríos a mi entrepierna y la paz inundó todo mi ser cuando acercó sus labios a mi oído.
—Estamos juntos, bonita, ¿Que más quieres?
—Nada...—conteste inhalando su olor.
—Espero que, Quieras mucho de mi de ahora en adelante, por qué solo seremos nosotros Dos.
◇◇◇
Pido disculpas por el tiempo sin actualizar, estoy reescribiendo capítulos así que, ahí el motivo de mi demora.
¿Que opinan de este cambio?
Ramseun los dejo libres como si nada, ¿Que creen que se traiga entre manos después de tantas tormentas?
N O I O S O 1 1.
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