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-honey

Camina y no mires atrás. Ignora aquellas mariposas en tu estómago y aquel color carmín en tus mejillas. Aprieta fuertemente la correa de tu mochila y muerde tu labio para evitar lanzarte a abrazarlo. Respira, intenta controlarte.

Lee MinHo estaba enamorado e intentaba no demostrarlo. No frente a él. No frente a Kim SeungMin.

Rayos, de nuevo había comenzado a sudar. Hace unos minutos había chocado por accidente con él tirando sus cosas y en lugar que ayudarlo, salió corriendo porque fue lo peor que pudo haberle pasado. Todos lo habían visto y el joven sabía sobre su existencia.

Al momento que ingreso al aula varias miradas fueron a parar hacia su persona. Al parecer los rumores corren un maratón. Ya que en menos de cinco minutos todo el salón sabía sobre el accidente. Camino hasta sentarse en aquel conocido pupitre en el cual varios dibujos sobre el castaño se hacían presentes. Dibujos los cuales él se había tomado el tiempo de hacer mientras vagaba en su memoria varios fragmentos de momentos en los cuales lo observaba.

Dejo su mochila en su regazo comenzando a sacar cosas que utilizaría en la clase de arte... Claro, de no haber sido por un grito ahogado cuando noto que algo faltaba. Su cuaderno de dibujos, pero eso era los e menos, lo que le importaba era todo lo que había dentro. Dibujos y poemas dedicados al joven Kim.

Su rostro perdió el color y lo único que se veía era la preocupación pintada en él.

Busco en su casillero, botando cualquier cosa que no fuera lo que buscaba al suelo. Varios alumnos pasaban y lo veían con muecas graciosas. Ya era de saber que Lee MinHo era alguien raro y amargado pero verlo en aquella situación era digno de nunca olvidar. Suspiro cerrando aquel espacio mientras pasaba sus pálidas manos por sus hebras marrones jalando levemente.

Corre.

Fue lo único que su cabeza pudo pensar en cuanto vio a aquel chico preguntar por él a varios compañeros y no fue hasta que uno de ellos lo señaló y sus miradas se conectaron que cumplió aquellas órdenes corriendo lo más rápido posible hacia las escaleras del pasillo. Siendo al parecer perseguido por aquel chico quien le gritaba que se detuviera.

Llegó a la azotea cerrando la puerta tras él y escondiéndose en una de las esquinas intentando normalizar su respiración. La cual se detuvo en el momento que la puerta fue abierta y por el rabillo del ojo pudo ver a aquel chico sosteniendo un cuaderno colo rojo sangre que se contuvo para no desmayarse.

Un suspiro se escuchó y la puerta fue cerrada. MinHo suspiro llevando sus manos hacia su pecho el cual latía como si hubiera acabado de correr un maratón. Dobló aquella esquina con intención de regresar a las instalaciones cuando un cuaderno se posicionó frente a sus ojos y los abrió en demasía.

"-Al parecer esto es tuyo-" había dicho SeungMin. Y con las manos temblorosas tomo su pertenencia pegandola a su pecho protegiendo el objeto.

"-Tus dibujos son lindos-" "Mis dibujos son lindos" había gritado MinHo para sus adentros en cuanto escucho aquella frase. Pero después recordó... Que todos sus dibujos iban dirigidos a él. Y sus mejillas no podían estar más rojas mientras llevaba su mirada a cualquier lado menos hacia el chico frente suyo.

"-No quiero que termines odiandome al darte cuenta que solamente este aquí el tiempo que se necesite-" fue lo que dijo y en aquel momento no lo había entendido. Simplemente asintió sin decir alguna palabra. Y tampoco era como si pudiera.

El castaño sonrió mostrando aquellos perfectos dientes. MinHo sonrió, o al menos trató.

Después de ese encuentro, ambos chicos comenzaron a pasar más tiempo juntos. SeungMin había comprendido la condición de su mayor y conversaban en aquella libreta o en el teléfono, en la sección de notas.

Fue un dulce día soleado cuando MinHo tomo la valentía de entrelazar ambas manos y entregarle una carta la cual con perfecta caligrafía y miles de colores expresaban todos aquellos sentimientos que estuvo contenido todo este tiempo. El menor lloró mientras lo abrazaba pero no sabía cómo explicarlo.

No eran lágrimas de felicidad.

Su primer beso había sido tierno y con sabor a miel. Un sabor que MinHo hubiera deseado nunca olvidar y probarlo cada que pudiera y no era de esperarse que el rumor de que aquellos chicos estaban juntos se hiciera presente. Todos lo veían como algo tierno ya que SeungMin siempre sonreía cada vez que miraba al mayor el cual siempre tenía las mejillas rojas.

"Quiero pasar el poco tiempo que me queda junto a ti" había susurrado SeungMin cuando ambos estaban en la casa del mayor viendo películas románticas. ¿A qué se refería?

Una tarde de primavera MinHo camina hacia la casa del menor con un gran ramo de flores y tres cartas. Ese día cumplían cuatro meses de pareja pero grande fue su sorpresa al ver que una mujer parecida a su pequeño abrió la puerta con sus ojos rojos e hinchados. La preocupación comenzaba a hacerse presente y la mujer al ver lo que traía comenzó a sollozar mientras se hacía a un lado para que entrase. Habían varias personas y eso comenzaba a preocuparlo al notar el ambiente algo tenso. Todos lo veían a punto de llorar y él estaba incómodo.

Al llegar a la sala principal deja caer todo lo que traía. Había en la sala un ataúd decorado con hermosas flores y en una pequeña mesa la foto de SeungMin sonriendo como a él le gustaba. Abrió su boca pero ningún sonido salió en cambio miles de lágrimas bañaron su rostro mientras cubría su boca y cerraba sus ojos tan fuerte al punto de ver estrellas.

La madre del menor lo abrazo con fuerza mientras lloraba junto a él, ambos abrazados.

Desde aquel día nada fue igual. Todos lo notaban diferente. Ojeras bajo sus ojos, su piel más pálida de los normal, había perdido peso. No prestaba la suficiente atención a las clases y siempre que podía subía a aquella fría y solitaria azotea. Sintiendo aquellos cálidos brazos rodearlo cada que lloraba hasta provocar un gran ardor en sus ojos. Observando aquellos dibujos en los cuales alguna vez hubo algún sentimiento vivo.

Ya que después de eso su corazón decidió abandonarlo y rendirse a volver a ser feliz. Ya que siempre recordaría a su primer amor como el único en toda su vida. Grabando en su memoria cada rincón de su ser. Desde aquellos ojos que desaparecían cuando sonreía hasta aquellos labios con sabor a miel.

Porque cada día esperaba ver en aquel momento en el que el sol se escondía y la luna reinaba, aquella silueta de lo que alguna vez amo. Ya que cada promesa quedaría grabada en aquel momento para siempre.

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