8 años después...

Minho colocó la última caja en el maletero de su auto. Su novia se subió en el asiento del pasajero y se abrochó el cinturón. Minho cerró el baúl y caminó hacia el lado del conductor del auto.

-Eso es todo. Dile adiós a esta vieja casa-Dijo Minho mientras abría la puerta y entraba.

-Oh vamos Minho. Sabes que lo extrañarás. El extraño crujido de las tablas del suelo y la extraña ráfaga de viento frío que atravesaría la casa si se abría aunque fuera un centímetro de la ventana. ¡Oh! Y la mejor parte, no poder abrir el gabinete justo en la esquina sin abrir el horno por completo. -Minho puso los ojos en blanco negando juguetonamente con la cabeza.

-Oh sí, definitivamente extrañaría eso en nuestro nuevo hogar -Ella se río.

-Bueno, qué hay de nuestros recuerdos. Como la vez que intentaste hornear galletas y casi incendiaste la casa. O el momento en que nuestro vecindario vino a quejarse a nuestra puerta principal porque nuestras cortinas no combinaban con el color de la casa. -Minho suspiró arrancando el auto.

-Sí, bueno, siempre podríamos hacer otros nuevos. Y tal vez otros sean menos molestos. -Murmuró la última parte recordando cómo tuvo que pararse en la puerta escuchando a la señora mayor durante dos horas.

-Eso puede ser cierto pero... nunca podremos recrear el día en que nos convertimos en uno. -Minho se congeló.

-Éramos tan jóvenes e inexpertos. ¿Recuerdas? -Minho se quedó mirando el volante. Por supuesto que recuerda su primera vez, pero no fue con ella. No, fue con alguien más, alguien que todavía está grabado en su corazón. Pero él no podía decirle eso, así que mintió.

-Por supuesto... ¿Cómo puedo olvidarlo? -Para ella puede haber sido su primera vez, pero para él no debería haber sido su segunda vez.

-¡Bueno! ¡Adelante con nuestro Viaje! No puedo esperar a ver cómo ha cambiado tu ciudad natal. Y tal vez si decidimos mudarnos de nuevo, ¡podemos mudarnos a mi ciudad natal! -Minho asintió. Luego comenzó a conducir.

Fue un viaje bastante largo, pero tranquilo. Cantaban canciones que sonaban en la radio y jugaban en la carretera. De vez en cuando se detenían en las áreas de descanso para tomar fotografías o usar el baño. Pero pronto comenzaron a acercarse a la ciudad natal de Minho.

Minho comenzó a inquietarse mientras conducían por un hotel familiar, qué parecía mucho más antiguo pero que increíblemente todavía estaba en el negocio. Pasaron por la escuela familiar y el centro comercial familiar. Sólo cambió un poco con la construcción de nuevas casas y tiendas, pero eso es todo.

Condujeron hasta un barrio y todo el camino hasta el final, donde les esperaba una hermosa casa color melocotón.

-Es perfecto -Minho sonrió cuando su novia salió del auto tan pronto como vió la casa.

-¡Jisung espera! -Minho se congeló ante el sonido familiar del nombre. Giró la cabeza para ver a dos niños pequeños corriendo por uno de los jardines delanteros de los vecinos. Dejó escapar un suspiro pesado.

-¿Está todo bien? -Minho volteó para ver a su novia mirándolo fijamente. Mostrando preocupación en su rostro.

-Ah, sí.

-¡Bien! ¡Porque ahora necesitamos desempacar algunos artículos qué tenemos! -Corrió al maletero del coche y lo abrió. Sacó una caja y comenzó a llevarla al porche delantero.

-Vamos a mover todo al porche primero y luego traerlo adentro -Dijo ella, Minho siguió su ejemplo.

-¡Jisung! -Esta voz era diferente. No pertenecía al mismo chico de antes, y las risitas de los niños de antes se habían desvanecido. Esta voz era mucho más profunda y más madura.

Minho se giró para ver a un chico de unos dieciocho años parado en la puerta principal de una casa, a una dos casa de distancia. La puerta estaba abierta de par en par.

—¡Mira Jisung! ¡Conseguí una entrada para ver la nueva película! -El niño agitó emocionado los boletos frente al ahora hombre visible.

-¡Qué bien Felix! -Esa voz. Todavía tenía ese tono infantil. Seguía siendo el mismo solo que más maduro. Minho sintió que se le revolvía el estómago cuando Felix se alejó de la puerta, revelando completamente a Jisung.

-Imposible.