Minjeong POV:

Salí del baño y me dirigí al dormitorio. Solo quería irme a dormir y olvidarme de todo. Me di la vuelta y salté un poco cuando me encontré con la cara de Jimin a solo unos centímetros de distancia.

Retrocedí un paso, tratando de evitar sus ojos curiosos. No quería que supiera que estaba llorando, pero me veía tan cansada que probablemente era bastante obvio. Mis ojos estaban hinchados y mi cabello desordenado, simplemente no quería que se preocupara y se culpara a sí misma.

Para ser honesta, llorar no ayudó mucho. Sí, me siento un poco mejor después, me ayuda a aclarar mi mente y dejar que mis emociones se derramen por un tiempo. Pero después me siento peor, sabiendo que mis problemas siguen ahí para atormentarme y que no hay nada que pueda hacer al respecto.

Mis orejas y mejillas se pusieron rojas cuando Jimin no dejó de mirarme, sino que solo dio un paso más cerca de mí. Levanté la vista del suelo para ver sus grandes ojos y labios ligeramente separados. Parecía confundida, como si buscara respuestas que, francamente, yo no estaba preparada para dar.

Frunció el ceño cuando vio mis ojos cansados. Puso sus grandes manos en mis mejillas ardientes y tomó mi rostro suavemente.

— ¿Qué pasa min? —Preguntó con voz preocupada.

Me sentí incómoda bajo su fuerte mirada, así que desvié mis ojos para mirar al suelo de nuevo, pero en el proceso me encontré con sus labios. Mis ojos por alguna razón decidieron quedarse allí, solo admirando sus labios carnosos y rosados. Mi mente comenzó a preguntarse cómo se sentiría saborearlos o tenerlos por todo el cuerpo. Lamí mis propios labios ligeramente cuando sentí que mi boca se secaba. Vi a Jimin sonreír e inmediatamente saqué los pensamientos de mi cabeza.

Volví a mirarla a los ojos y maldije en mi cabeza por no responder de inmediato.

— Nada..

— Min, sé que tú-

— Realmente no es nada. —Saqué sus manos de mi cara y le di una mirada de disculpa. Empecé a alejarme de ella, golpeando levemente nuestros hombros en el progreso ya que ella estaba parada en la entrada.

— Si no es nada, entonces ¿por qué estabas llorando? —Preguntó con una voz profunda, de espaldas a mí.

Mi única excusa fue decirle que no, pero antes de que pudiera expresar mis pensamientos, se me adelantó.

— Y no me digas que no lo hiciste porque pude escucharte desde la sala de estar.

— Yo solo... —Suspiré, mis manos empezaron a temblar un poco, sentí que la ansiedad se apoderaba de mí.

— Puedes confiar en mí, Min. —Jimin se dio la vuelta y habló en voz baja.

— No quiero hablar de eso. —Jugué con el dobladillo de la camisa de Jimin que estaba usando.

Me encantaba usar su ropa, incluso si me quedaba un poco grande. Pero eso fue lo que me hizo sentir cómoda y cálida, como si ella siempre me estuviera abrazando. La mejor parte era el olor de su colonia que nunca parecía desvanecerse.

— Entonces suéltalo, te escucho. —Se rió entre dientes mientras se apoyaba en el marco de la puerta y se cruzaba de brazos.

— Voy a joderlo todo si lo suelto. —Susurré. Estaba tan ocupada jugando con su camisa que no me di cuenta de que ahora estaba sentada a mi lado en la cama, con su cara junto a la mía.

Estaba luchando contra el impulso de simplemente agarrarla por el cuello, golpearla contra mi cama y besarla hasta que ambas nos quedáramos sin aliento, o incluso desnudas.

— Está bien, supongo que no hablarás. —Jimin suspiró y colocó su mano sobre mi muslo. Abrí mucho los ojos ante el repentino contacto y recé para que no empezara a mover la mano, porque entonces tendríamos un problema más serio.

Pero como Dios me odia, solo tuvo que empezar a frotar mi muslo lentamente. Tragué saliva y mordí mi labio, tratando de bloquear cualquier sonido que pudiera salir de mi boca en cualquier momento.

Jimin, por otro lado, no parecía molesta mientras murmuraba algunas cosas al azar a las que realmente no podía prestar mucha atención con su mano en mi muslo.

— Min, ¿me estás escuchando? —Preguntó y me miró.

— S-sí. —Traté de esconder mi vergüenza detrás de una sonrisa, aunque mi mente se estaba volviendo loca.

— Entonces... comenzamos con la broma esta noche, ¿verdad? —Cuestionó y se mordió el labio con anticipación.

Abrí mis ojos y mi corazón comenzó a acelerarse. Mierda, si su mano en mi muslo fue capaz de mojarme, ¿qué va a pasar si la escucho gemir mi nombre?

— Por supuesto. —Sonreí torpemente.

Su brazo ahora descansaba sobre mi hombro y yo tenía mis manos en mi entrepierna, tratando de hacer que mi centro parará de palpitar.

Esta va a ser una noche larga...

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