【𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟻𝟸】

𝐬á𝐛𝐚𝐝𝐨, 𝟑 𝐝𝐞 𝐟𝐞𝐛𝐫𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟒

𝓓afne

𝐌𝐈𝐒 𝐏𝐄𝐍𝐒𝐀𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐒𝐄 𝐄𝐍𝐑𝐄𝐃𝐀𝐁𝐀𝐍 𝐄𝐍 𝐋𝐎 𝐎𝐂𝐔𝐑𝐑𝐈𝐃𝐎 𝐀𝐏𝐄𝐍𝐀𝐒 𝐔𝐍𝐎𝐒 𝐌𝐎𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐀𝐓𝐑Á𝐒.

Las palabras del hombre resonaban en mi mente como un eco, negándose a desaparecer, y esparciendo sombras de incertidumbre sobre el futuro de Matías y el mío propio. ¿Qué consecuencias tendría para nosotros lo que aquel individuo decidiera plasmar en su artículo?

La preocupación me envolvía mientras consideraba las posibles consecuencias de su publicación. Temía que sus palabras pudieran manchar nuestra imagen, tanto la de Matías como la mía. Aunque entendía la reacción que había tenido Matías, avivada por la provocación del periodista, sabía que sus acciones podrían malinterpretarse y tener un impacto negativo. Esta idea me inquietaba profundamente, haciendo que mi mente se sumergiera en un mar de preocupaciones sobre el incierto camino que se abría frente a nosotros.

Me separé de Matías apenas unos momentos atrás, y ahora me encontraba entre la marea de personas, escudriñando entre rostros en busca de mi madre. Aunque mis ojos rastreaban el lugar en su búsqueda, mi mente se aferraba a lo ocurrido con el periodista, sumiéndome en un torbellino de pensamientos.

Cada paso entre la multitud parecía sumergirme más en un mar de interrogantes sin respuesta, como si las preguntas se amontonaran a mi alrededor. Me sentía abrumada por la incertidumbre, preguntándome cómo estas circunstancias influirían en nuestra vida, en el camino que Matías y yo estábamos trazando juntos.

¿Qué significaría todo esto para nuestro futuro?

Era una pregunta que resonaba en mi mente, buscando desesperadamente respuestas en medio de la confusión que reinaba en mi interior.

No obstante, en un abrir y cerrar de ojos, toda esa vorágine mental se desvaneció cuando divisé a mi madre entre la multitud, entablada en una conversación con dos hombres.

Uno de ellos, para mi grata sorpresa, resultó ser Pablo Ramírez, mi diseñador asignado. El alivio y la alegría se entremezclaron en mi pecho, y mis pasos se aceleraron hacia ella, como si un imán me atrajera hacia su lado.

Cuando por fin alcancé a mi madre, me invadió un ligero sentimiento de culpa por interrumpir la conversación que estaban teniendo. Sin embargo, el abrazo que nos dimos fue inevitable. Mi madre me envolvió con fuerza, su calidez y su amor se convirtieron en mi refugio en medio del bullicio del evento.

─ Mamá ─exclamé, dejando que la felicidad y la gratitud impregnaran mi voz─. No tenía ni la más mínima idea de que venías. ¡Fue una sorpresa bárbara!

La sonrisa que iluminó su rostro en respuesta fue el mejor regalo que podría esperar.

─ Obvio que vine a bancarte, mi vida ─sus palabras confirmaron todo lo que necesitaba saber en ese momento─. Ni en pedo me perdía este momento, ¿viste?

Después del abrazo reconfortante nos separamos, pero el vínculo entre mi madre y yo permaneció tan sólido como siempre.

─ Perdoná por cortar su conversación ─dije con una pequeña sonrisa, consciente de que había interrumpido la charla entre mi madre y los dos hombres.

Sin embargo, me tranquilizó su respuesta cuando me dijeron que la interrupción no había causado molestias.

Pablo, con su característica amabilidad, procedió a presentar al otro hombre con un gesto que denotaba la importancia en su presencia.

─ Dafne, dejáme presentarte a Ricardo Díaz ─anunció solemnemente, señalando al hombre de unos cincuenta años que estaba a su lado, con el pelo canoso y una elegancia innegable─. Es un diseñador groso, su creatividad reventó en la industria de la moda, tiene proyectos piolas y colaboraciones destacadas.

Ricardo me recibió con una sonrisa cordial y extendió su mano en un gesto de saludo.

─ Un gusto, Dafne. Pablo me ha hablado re bien de vos ─dijo con una voz amable y un brillo de curiosidad en sus ojos.

Su presencia inspiraba confianza y su amabilidad me hizo sentir bienvenida en su compañía. Correspondí al saludo, estrechando su mano con firmeza, sintiéndome emocionada por conocer a Ricardo.

─ Un gusto conocerte, Ricardo ─respondí sinceramente, devolviéndole la sonrisa.

A continuación, mi madre, con una expresión de orgullo evidente, compartió un poco de lo que había estado hablando con Pablo y Ricardo.

─ Pablo nos estaba tirando flores por cómo la rompiste en el desfile de prueba de ayer ─dijo mi madre con una sonrisa que reflejaba su satisfacción por mis logros.

Pablo continuó con el halago de mi madre, sus palabras captaron mi atención de inmediato.

─ La verdad es que tanto Ricardo como yo nos quedamos impresionados con tus dibujos ─comentó con una de sus sonrisas─. ¡Tenés un talento bárbaro, tanto para el dibujo como para el desfile! Ojalá también lo tengas para el diseño.

Sus palabras me tomaron completamente por sorpresa. ¿Acaso acababa de decir que tanto él como Ricardo, dos diseñadores destacados, estaban impresionados con mi trabajo? La idea me llenó de emoción y nerviosismo al mismo tiempo, como si hubiera sido lanzada repentinamente a un torbellino de oportunidades y expectativas.

─ Nos coparía seguir en contacto con vos y, cuando termines la carrera, ver más de tu laburo ─añadió Pablo, mientras Ricardo asentía con una sonrisa a su lado.

Apenas habían pasado unos meses desde que había comenzado la carrera, y ya estaba despertando interés en profesionales de la industria. Sentí una oleada de gratitud y emoción ante sus palabras, como si un rayo de luz hubiera iluminado mi camino hacia un futuro prometedor.

─ Che... no tengo palabras. ¡Estoy re emocionada por lo que pueda venir en el futuro! ─respondí con entusiasmo, sintiendo una mezcla de sorpresa y alegría que se reflejaba en mi rostro, iluminado por una sonrisa.

La idea de que profesionales tan talentosos estuvieran interesados en mi trabajo era algo abrumador y emocionante.

Mientras mi madre me observaba con una sonrisa rebosante de orgullo, me sentí abrumada por las palabras elogiosas de Pablo y Ricardo. Apenas estaba dando mis primeros pasos en el mundo del diseño, y recibir propuestas para el futuro me dejaba completamente desconcertada.

Se sentía como si un viento fresco estuviera impulsando mis sueños hacia horizontes mucho más prometedores.

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