━━ 𝟑𝟒
【𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟹𝟺】
𝐣𝐮𝐞𝐯𝐞𝐬, 𝟏 𝐝𝐞 𝐟𝐞𝐛𝐫𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟒
𝓓afne
𝐄𝐍 𝐔𝐍 𝐀𝐁𝐑𝐈𝐑 𝐘 𝐂𝐄𝐑𝐑𝐀𝐑 𝐃𝐄 𝐎𝐉𝐎𝐒, organizamos los equipos para la primera partida. La división por género no sorprendió a nadie, y así nos encontramos las chicas enfrentándonos a los chicos en un duelo lleno de competitividad y diversión.
En nuestro equipo éramos cuatro: Melanie, Isadora, Emilia y yo misma. Nos miramos con determinación, conscientes de que debíamos demostrar que las chicas también podíamos destacar en ese juego. Aunque las habilidades de Melanie y las mías en el beer pong no fueran las mejores, confiaba en que Isadora y Emilia pudieran compensarlo y llevarnos hacia la victoria.
Por otro lado, el equipo de los chicos estaba compuesto por Juani, Matías, Pipe y Blas, quienes intercambiaban bromas y gestos de complicidad mientras se preparaban para la batalla. Podía sentir la energía vibrante en el aire mientras cada equipo se alistaba para mostrar su destreza en el juego.
Enzo tomó la palabra y se encargó de explicar las reglas del juego con su habitual claridad y concisión. Nos detalló las normas básicas del beer pong, asegurándose de que todos estuviéramos en la misma página antes de comenzar la partida. Algunos asentían con la cabeza en señal de comprensión, mientras que otros intercambiaban miradas llenas de emoción ante la perspectiva del juego que estaba por comenzar.
Con cuidado, colocamos los vasos en forma de triángulo en cada extremo de la mesa, preparándonos para la acción.
Enzo repartió las pelotas de ping-pong. Nuestro objetivo era claro: hacer que esas pelotas entraran en los vasos del equipo de los chicos. Enzo nos recodó con una sonrisa traviesa que, cada vez que lográramos meter una pelota en un vaso, el equipo contrario debía enfrentar el castigo de beber su contenido.
Con cada lanzamiento, el ambiente se llenaba de emoción. Las risas y las palabras de ánimo se entrelazaban con las bromas entre ambos equipos. Era evidente que la competencia era feroz, pero también reinaba un espíritu de diversión y amistad en el aire.
─ ¡Dale chicas, ustedes se la bancan! ─animaba Santi con su característica energía y entusiasmo.
─ ¡Obvio que sí! ¡Vamos a ganarles! ─respondió Emilia con determinación. Sus palabras resonando con fuerza, infundiendo confianza en nuestro equipo.
Las risas resonaban en el aire cada vez que una pelota se desviaba del objetivo o cuando un lanzamiento preciso conseguía llegar a un vaso rival.
La tensión iba en aumento a medida que el número de vasos disminuía en nuestro lado de la mesa, gracias a los precisos lanzamientos del equipo de los chicos. Cada vez que una pelota de ping-pong encontraba su objetivo, sentíamos la presión aumentar, conscientes de que estábamos cada vez más cerca de la derrota.
─ ¡No subestimen nuestra garra! ─gritó Juani desde el otro lado de la mesa, desafiante y con una sonrisa triunfante, después de meter una bola de ping-pong en uno de nuestros vasos.
Pronto nos encontramos con una situación desafiante: mientras que al equipo de los chicos aún les quedaban cinco vasos, nosotras nos encontrábamos con solo uno.
Observé a mis compañeras de equipo: Melanie, Isadora y Emilia, quienes se habían tomado dos vasos de cerveza cada una. Yo también me había tomado dos, pero decidí tomar el tercero, consciente de que mi falta de habilidad estaba contribuyendo a nuestra inminente derrota.
Agarré el vaso en el que Juani había metido la pelota y me bebí su contenido de un solo trago. El amargor de la cerveza se deslizó por mi garganta, dejando un regusto un tanto desagradable.
─ ¡Estamos arrasando, loco! ─exclamó Matías con entusiasmo, su voz resonando con alegría por el éxito que había logrado su equipo. Sus palabras fueron seguidas de vítores y aplausos por parte de los demás, quienes se regocijaban de su victoria momentánea.
Finalmente, el equipo de los chicos logró hundir la última pelota en nuestro vaso, poniendo fin al juego con un marcador a su favor. A pesar de la derrota, nosotras aceptamos el resultado con deportividad, felicitando a los chicos por su habilidad en el juego.
─ Fue una buena pelea, chicas, pero los pibes se llevaron la victoria esta vez ─comentó Agus con una sonrisa de complicidad, extendiendo la mano para felicitarnos por el esfuerzo.
─ ¡La revancha va a ser nuestra, eh! ─exclamé con determinación, lista para ganar el próximo desafío.
Vi cómo Juani agarraba su teléfono y escribía rápidamente. Pronto me llegó una notificación. Al revisar mi teléfono, me encontré con el tuit de Juani, proclamando su victoria sobre mí en el beer pong. Una sonrisa se dibujó en mi rostro ante su audaz publicación, aunque no pude evitar sentir un poco de sorpresa por su rapidez para compartir su triunfo.
Después del emocionante enfrentamiento inicial, la expectación se elevó mientras el equipo de los chicos ganadores se preparaba para enfrentar a Agus, Santi, Fran y Enzo en la siguiente partida.
Esteban optó por quedarse como espectador, reconociendo con humildad su falta de destreza en ese juego, aunque prometió unirse en los siguientes juegos para no perderse la diversión.
La segunda partida prometía ser tan intensa como la primera. Cada jugador mostraba habilidad y determinación, y el resultado estuvo en juego hasta el último momento. La tensión era palpable en el aire, ya que todo iba tan igualado que era imposible predecir qué equipo saldría victorioso.
A medida que se acercaba el final de la partida, la esperanza de un giro repentino en la situación se desvanecía lentamente para el equipo de Agus, Santi, Fran y Enzo. Cada lanzamiento se volvía más crucial, cada movimiento más determinante. Con cada bola de ping-pong lanzada, la tensión en el aire aumentaba, y el suspenso se apoderaba de todos los presentes.
Finalmente, con un último lanzamiento certero, Pipe aseguró la victoria. Un estallido de emoción y celebración inundó el lugar, mientras los jugadores victoriosos se abrazaban entre sí, exultantes por su triunfo. Por otro lado, el equipo de Agus, Santi, Fran y Enzo se mostró comprensivo en la derrota, reconociendo la destreza de sus oponentes y sabiendo que dieron lo mejor de sí en el juego.
La atmósfera estaba cargada de anticipación y determinación mientras las chicas nos preparábamos para la revancha. Observé a mis amigas, cuyas expresiones reflejaban una mezcla de concentración y confianza, todas listas para mostrarles al equipo de los chicos de qué estábamos hechas.
Con el sonido del primer lanzamiento, la tensión se hizo presente de nuevo. Cada pelota de ping-pong se convirtió en una oportunidad para acercarnos a la victoria, y cada movimiento se volvió crucial en nuestra búsqueda por igualar la situación.
A medida que avanzaba el juego, nos dimos cuenta de que estábamos igualadas con el equipo de los chicos. Cada punto ganado era motivo de celebración, y cada error nos impulsaba a esforzarnos aún más.
Conforme nos acercábamos al final de la partida, la tensión alcanzó su punto máximo. Cada movimiento era calculado, cada lanzamiento era ejecutado con una precisión milimétrica. El ambiente vibraba con la emoción del enfrentamiento y podíamos sentir la mirada de nuestros amigos fijada en nosotros, expectantes por el desenlace.
Finalmente, llegó el momento decisivo. Con un lanzamiento preciso, Emilia logró hundir la última pelota en el vaso restante del equipo de los chicos. Un grito de alegría estalló entre nosotras mientras celebrábamos nuestra victoria.
Las risas y abrazos se mezclaban en el aire, y el orgullo llenaba nuestros corazones al saber que habíamos logrado vencer al equipo de los chicos.
Era un triunfo merecido y nos sentíamos imparables.
NO SE OLVIDEN DE VOTAR Y COMENTAR!!!!❤️❤️❤️
💌nota de la autora:
en el próximo capítulo van a pasar cosas y espero que no me odien por ello jsjs. ¿tienen teorías?
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