【𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟶𝟷】

𝐯𝐢𝐞𝐫𝐧𝐞𝐬, 𝟐𝟔 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟒

𝓓afne

𝐌𝐄 𝐇𝐀𝐋𝐋𝐀𝐁𝐀 𝐑𝐄𝐂𝐎𝐒𝐓𝐀𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐄𝐃 𝐃𝐄 𝐌𝐈 𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐀 𝐓𝐄𝐑𝐑𝐀𝐙𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓𝐀𝐂𝐈Ó𝐍, con la mirada perdida en el horizonte, donde el sol comenzaba a desplegar su resplandor, tiñendo el cielo con matices cálidos y dorados.

La brisa suave danzaba a mi alrededor, acariciando mi rostro mientras mis dedos jugueteaban con los pliegues de mi camiseta. El susurro del viento se entrelazaba con el murmullo de las hojas de los árboles cercanos, creando una sinfonía suave y reconfortante que envolvía cada rincón de mi pequeño refugio. 

La noche anterior, había sido atormentada por pesadillas recurrentes, reviviendo una y otra vez el fatídico accidente que se llevó a mi padre hace apenas tres meses. Cada sueño se volvía una reproducción cruel de la tragedia, proyectando imágenes vívidas de aquel día que transformó mi existencia.

La ausencia de mi padre se manifestaba como un hueco palpable, una brecha que parecía imposible de llenar. Era como si el universo fuera el culpable del vacío que se expandía con cada latido de mi corazón, marcando la ausencia de lo que fue su presencia reconfortante.

Nuestra relación siempre fue buena. Cada recuerdo compartido, cada risa y cada consejo, ahora se entrelazaban con la tristeza de su ausencia, creando una melancolía que se filtraba en cada rincón de mi día a día. 

La realidad de su partida se traducía en pequeñas ausencias cotidianas, como el sonido de su risa o la calidez de sus abrazos. Incluso en los momentos de alegría, la sombra de su ausencia se proyectaba, y su presencia ya no iluminaba mi camino con su luz reconfortante. 

Cerré los ojos por un instante, permitiendo que los rayos cálidos del sol acariciaran mi rostro, como si quisieran disolver las sombras persistentes de mis sueños perturbadores. Siempre me pareció curioso como algo tan simple como la salida del sol podía tener el poder de transformar mi estado de ánimo. 

La salida del sol era una de las cosas que me recordaban que la vida continuaba, incluso en medio del dolor.  

Cuando el último destello del sol marcó el fin de la espectacular salida, me apresuré a adentrarme en mi habitación, deslizándome en la rutina de asearme para asistir a las clases. Sin demora, me encaminé directamente hacia la ducha, donde el agua templada acarició mi piel, llevándose consigo las huellas de la noche pasada. 

Mis esfuerzos académicos se vieron recompensados con brillantes calificaciones que no solo me permitieron continuar mi educación, sino que también me brindaron la oportunidad de perseguir lo que realmente amaba: inscribirme en un Grado en Diseño y Creación de Moda.

Este emocionante camino no habría sido posible sin el apoyo de mis padres... su respaldo incondicional fueron los faros que iluminaron mi travesía, alentándome a seguir a perseguir mis sueños. 

La moda, una pasión que siempre había anidado en lo más profundo de mi ser, se convirtió en el centro de mi nueva travesía educativa. Mi curiosidad por las texturas, los colores y las formas finalmente encontró su lugar en la creación de prendas y diseños innovadores, convirtiéndose en la expresión de mi creatividad, dando vida a ideas que habían danzado en mi imaginación durante mucho tiempo.

Además, ya tenía experiencia previa. Había participado en la grabación de anuncios y en la creación de series cortas, pero lo que realmente encendía mi pasión era desfilar en las prestigiosas pasarelas. Fue eso lo que me impulsó a inscribirme a ese grado, ya que la creación de mi propia ropa era algo que me entusiasmaba. Durante los últimos meses, tuve el privilegio de caminar en diversas pasarelas, sumando cada experiencia como un peldaño en mi trayectoria. 

Esas experiencias no solo me enriquecieron como persona y profesional, sino que también me brindaron la oportunidad de abrirme paso en la vibrante industria de la moda. 

Salí de la ducha con celeridad y me dirigí rápidamente hacia mi vestidor, tomando unos pantalones y una camiseta, los cuales combiné con unas botas. 

Con destreza, tomé mi teléfono móvil y revisé mis redes sociales. El aumento constante de seguidores en mis plataformas sociales se transformó en un indicador del reconocimiento que ganaba a diario. 

Mi cuenta de Instagram era un rincón más profesional, dónde cada imagen cuidadosamente seleccionada contaba una historia visual de mis sesiones creativas. Compartía no solo el resultado final de mi trabajo, sino también de los momentos detrás de las cámaras, permitiendo a mis seguidores sumergirse en el proceso creativo que daba vida a cada fotografía.

Por otro lado, Twitter se convertía en mi santuario de autenticidad, donde disfrutaba de mi libertad total de ser yo misma y expresarme sin restricciones. Aquí, las palabras me permitían compartir mis pensamientos más sinceros, opiniones y reflexiones del momento. Además, era un espacio que me permitía conectar de manera más directa con mis seguidores.

Mi teléfono sonó, revelándome la llamada entrante de la chica que se había convertido en mi mejor amiga. 

─ ¿Bajás? Ya te estoy esperando ─resonó una voz entusiasta al otro lado.

Conocí a Melanie cuando empecé el grado y, curiosamente, nos convertimos en mejores amigas con una rapidez que nos sorprendió a ambas. A pesar de nuestras diferencias, descubrimos que nuestras singularidades eran precisamente lo que nos hacía tan complementarias. 

Melanie era una chica con una presencia cautivadora y unos rasgos faciales delicados que capturan la atención de quienes la rodean. Su piel tiene un tono suave y radiante, parecida a una luz natural que resalta su belleza innata. Sus ojos son expresivos, profundos y de un color que oscila entre el castaño y el avellana. Su cabello es abundante y siempre cae en ondas suaves, otorgándole un aire natural y despreocupado. Su estatura es elegante, con una figura esbelta y grácil y su vestimenta refleja su gran gusto por la moda. 

─ Sí, ya voy ─respondí con una sonrisa, preparándome para un nuevo encuentro que, de alguna manera, siempre estaba impregnado de risas, confidencias y momentos inolvidables. 

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𝐋𝐋𝐄𝐆𝐔É 𝐄𝐗𝐇𝐀𝐔𝐒𝐓𝐀 𝐀 𝐂𝐀𝐒𝐀 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐔É𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀𝐒 𝐂𝐋𝐀𝐒𝐄𝐒, completamente rendida tras las extensas horas que dedicamos al estudio de la historia de las artes y el diseño, desentrañando el lenguaje intrincado de las técnicas de representación y comunicación.

Encontré la casa vacía, mi madre era una empresaria incansable, solía ir de un lado a otro, y rara vez coincidíamos las dos en el hogar.

Sin perder tiempo, me encaminé directamente a mi habitación y me dejé caer en la cama, anhelando un momento de descanso. 

Tomé mi móvil y comencé a explorar Twitter, dándole me gusta y retuiteando algunos mensajes interesantes y graciosos. Un rato después, agarré mi ordenador y abrí la página de Netflix, enfrentándome al desafío de elegir qué ver entre la amplia oferta de contenidos.

Ante la indecisión, volví a agarrar el móvil y publiqué un tuit con cierta urgencia, con la esperanza de recibir sugerencias interesantes de mis seguidores, confiando en sus gustos para guiar mi decisión.

NO SE OLVIDEN DE VOTAR Y COMENTAR!!!!❤️❤️❤️