Marlene Lockley es llamada a la oficina de su jefe para discutir su más reciente percance que tuvo con cierto famoso futbolista del equipo rival. Mar sabía que esta junta no terminaría para nada bien por lo que ya estaba mentalmente preparada para asumir lo peor. Eso no significaba que por dentro temía que esto afectara su futuro en su vida laboral.

-Muchas gracias por verme, srta. Lockley- dice su jefe y la inglesa toma asiento -hemos contactado con usted porque los empleados del estadio Wembley nos enviaron un video compartiendo una pelea entre usted y el jugador del Manchester City, Rúben Dias. Dime, srta. Lockley, qué fue lo que pasó exactamente?- pide saber con calma.

Jugaba con sus dedos para calmar sus nervios -estaba involucrada con Rúben Dias en una relación amorosa- revela con un tono de voz baja y asustada.

-Ya veo, y me puede explicar por qué la estranguló por el cuello?- cuestiona haciendo recordar a Mar de tan horrible día que experimento.

Traga saliva y al mismo tiempo recuerda el dolor que el portugués la hizo pasar -me vio que asistí al partido por mi trabajo. Me pidió que jamás lo vuelva a ver, cosa que yo confronté y él perdió el control- describe tan penosa experiencia.

"Eres una egoísta al creer que todo este tiempo has sido la víctima cuando en realidad lo único que provocas es hacer pedazos el corazón de otros."

Eran las palabras que de repente sonaron el la mente de la británica haciéndola sentir depresiva -ya veo- su jefe comenzaba a tomar notas y luego alza la mirada -una última cosa- busca algo en su computadora, gira de la pantalla para mostrar las cámaras de seguridad que grabaron todo el incidente -aquí se ve que usted y el sr. Dias están discutiendo hasta que llega una persona misteriosa que parece salvarla, luego golpea del futbolista para después tomarla y llevarla lejos de ahí- repite lo sucedido -me podría confirmar la identidad de esa persona?

Ahí es cuando se le baja la presión hasta los pies, la cámara nunca tuvo un perfecto ángulo de que fue el mismo Jadon Sancho quien la rescató -yo... no lo sé- miente.

Su jefe suelta un suspiro de frustración -srta. Lockley, no queremos que se sienta presionada, pero no queremos que este incidente salga a la luz y sea boca de todos. Sólo es cuestión de tiempo que los reporteros se enteren de esto o que el mismo Rúben Dias dé una entrevista contando su versión. Necesitamos que nos diga quién más estuvo involucrado y quién agredió al jugador del Manchester City- pide con seriedad.

Mar estaba consiente de que si le decía que había sido Jadon el responsable, lo iba a meter en problemas y de esos ya no quería, estaba harta, estaba cansada -ya se lo dije, no lo sé- vuelve a defender -no tenía una clara vista porque mis ojos veían borroso.

Toma un respiro profundo -muy bien, srta. Lockley. Teniendo en cuenta que tiene una relación cordial con ciertos futbolistas del United fuera de las horas laborales, no me queda que más que hacer que despedirla de su cargo como jefa de prensa.

Los ojos de Mar estaban listas para desprender lágrimas sin embargo, ella las contuvo -lo entiendo. No buscan polémicas y claramente yo soy una- desmiente.

-Usted fuera de esto, siempre fue una muy buena empleada que supo cubrir el puesto de jefe de prensa en tan corto tiempo con ejemplares resultados. Eso jamás lo olvidaremos y estamos agradecidos porque mantuvo el orden en cuanto a la prensa. Lamentablemente sus problemas personales chocaron con su trabajo y eso les pedimos a todos nuestros empleados que se mantengan privados sin interferir en sus jornadas, temo que usted no pudo balancear ambas vidas- detalla.

-Entiendo, me disculpo- dice triste.

-No tiene porqué disculparse. Es algo que se salió de control y usted no tiene la culpa- intenta calmar su jefe -pero quiero que sepa que el sr. Dias recibirá su debida sanción al tratar de abusar de usted, no crea que se saldrá con la suya. La gente de Wembley también envió el video donde se demuestra lo horrible de persona que es el futbolista.

-Se lo agradezco, jefe- se levanta de su asiento.

Este la acompaña a la salida -usted es una excelente empleada, srta. Lockley. Verá que encontrará trabajo rápidamente- intenta consentir.

Mar solo le sonríe y sale de la oficina.