【 𝟏: 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝𝐨 】
Roy, Robert y Ross se encontraban en la entrada del Candy Club, la mayor tienda de caramelos del pueblo, con sus respectivas bolsas de dulces.
Los tres ya habían hecho sus compras, pero seguían esperando afuera de la tienda, ya que todavía quedaba alguien dentro.
—¿Va a tardar mucho tu mamá? —preguntó Robert, el rubio, al pelinegro— Me han dicho que debo estar a las ocho en casa, y ya son las siete y media...
—Vayámonos sin ella— dijo Roy, el castaño, cruzándose de brazos— No es como si nos fuera a pasar nada por andar solos
—Yo me quedaré, no puedo irme. Aún no ha pagado lo que compré— Ross alzó la bolsa casi vacía que llevaba— Además, se pondrá triste si me voy sin ella
—Pues yo ya he pagado y tengo que irme— dijo Roy— Ya es suficiente que mi madre me haya dejado venir aquí con... ustedes
—¿Tu mamá y la de Ross siguen sin llevarse bien?— le susurró el rubio al castaño
—Si, aún se llevan mal— contestó el pelinegro, antes de que Roy pudiese hacerlo. Después lo miró con inexpresividad— Puedes irte ya, si quieres
Ross hizo una pausa, y luego añadió
—Y si no te da miedo el caníbal que nos encontramos la semana pasada, claro
—Oh, si, aún sigue por aquí. Por eso nos estaba acompañando la mamá de Ross— recordó Robert
—Ugh, está bien, me quedaré entonces— Roy se había asustado de nuevo al oír esto, pero no pensaba admitirlo— ¿Pero cuanto va a tardar?
—Lleva ya media hora hablando con el cajero— contestó el pelinegro, mirando su reloj— Supongo que no tardará
—Espera, ¿con Kevin? ¿Tu mamá y él son amigos?— preguntó él rubio, y Ross se encogió de hombros como respuesta— ¿De qué hablarán tanto?
—De que se la quiere coger, lo más seguro— dijo Roy, cruzado de hombros— No me sorprendería que-
El pelinegro miró al castaño con furia, haciendo que este callase de inmediato.
—E-Ehhh...
Robert tartamudeó, algo asustado por la reacción de su amigo, pero Ross lo ignoró también. Miró hacia la puerta cerrada del Candy Club, y suspiró.
—Voy a entrar— dijo el pelinegro— Enseguida vuelvo
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—¡Oh, eso debió ser muy gracioso! —le dijo Jaune al cajero, siguiendo la larga conversación que ambos estaban teniendo?
Los dos comenzaron a reír con ganas, justo en el momento en que Ross abrió la puerta y entró.
—Si, aunque haya algún incidente de vez en cuando, es divertido trabajar aquí— contestó Kevin, sonriendo— Tratar con los niños no es tan malo como parece
—No sé si conocerás a mi hijo, no viene tanto por aquí— dijo la mujer— Es un poco serio, pero es un buen chico. Algún día podríamos quedar y te lo presen-
—Mamá
Los dos adultos se giraron hacia el menor, que no se movió de la entrada. Ninguno de los dos se había dado cuenta de su presencia hasta que decidió hablar.
—¡Ah, Ross, aquí estás! —le saludó Jaune— Enseguida voy, hijo, solo iba a decirle una cosa al cajero
—Llevas 40 minutos diciéndole una cosa al cajero— la paciencia de Ross se agotaba al ver que su madre insistía en seguir hablando con este
—El cajero tiene nombre, soy Kevin, creo que ya lo saben— dijo el dependiente con una risa, más animado que de costumbre— O por lo menos tu mamá si que lo sabe, chico
El niño lo miró con su inexpresividad habitual.
Era raro ver a Kevin tan animado, misma cosa con su madre, ya que el primero solía estar serio y la segunda estaba enfadada poco antes de que fueran allí.
—Deja de hablar con mi madre para que así pueda irme— le dijo el pelinegro a Kevin
—¡Ross, no seas maleducado!— lo recriminó la mujer
—No importa, los hay peores— bromeó Kevin, y después preguntó— ¿Que llevas en la bolsa, eh?
Ross metió la mano en la bolsa y sacó dos barras grandes de Snickers, y se las mostró sin decir una palabra.
—¿Nada más? Eso no llega ni a los cuatro dólares
—Es lo único de esta tienda que me gusta— dio el menor como respuesta— Y también a mi madre
—Tonterías, hay otra cosa que me gusta en esta tienda~— dijo Jaune en tono coqueto, mirando al cajero, que solo apartó la vista nerviosamente
—Bueno, si solo es eso, corre de mi cuenta— Kevin trató de ignorar a la mujer y ser agradable con el niño— Puedes irte ya si quieres, está pagado
—Bien
Tan pronto como escuchó eso, Ross salió de la tienda a paso rápido, dejando a los dos adultos solos de nuevo. La mujer no volvió a hablar hasta que este hubo salido.
—Intentando comprar a mi niño con dulces, ¿eh?— le dijo la rubia en broma, apoyándose en la barra
—¿Que? ¿hablaste todo este rato conmigo para conseguir no pagar?— contestó el pelinegro, también bromeando
—Mi fabulosa compañía debería ser pago suficiente— dijo la mujer, haciendo reír a ambos, y luego añadió— Es broma, hombre. Pero a la próxima vendré a verte yo sola
Jaune lo abrazó rápidamente, como despedida, y luego fue hacia la puerta.
—¡Nos vemos pronto, Kev!— dijo la mujer animadamente, saludando con la mano, antes de salir por donde había entrado.
Kevin sonrió, y contestó con un "nos vemos", a pesar de que Jaune ya se había ido.
Si, seguramente estaría pensando en aquella mujer hasta que el día terminase.
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