O1
—¿Quién eres?
Sunwoo se mostró desconfiado ante la repentina presencia de aquel desconocido que lo observaba de una forma tan familiar e íntima.
Riki estaba perplejo, no podía creer la mala jugarreta del destino, era increíble, justo cuando al fin todo se había solucionado, cuando todo parecía estar bien, cuando finalmente iban a ser felices juntos, pasaba esto. Pero a pesar de estar rompiéndose por dentro, literalmente, encontró la forma de sonreír, y todos sabemos que las sonrisas que más duelen son las forzadas.
Heejin decidió intervenir para poner las cosas en contexto.
—Él es tu-...
Riki predijo lo que iba a decir la mujer, así que se adelantó y habló por encima de su voz.
—Amigo —Riki completó, y esa palabra nunca había dolido tanto como lo hacía ahora.
¿Porque cómo podría llamar amigo a alguien con quien compartió secretos en la oscuridad? ¿Cómo llamaría amigo a alguien que estuvo en su piel y que le permitió estar en la suya?
No, no era fácil, pero Riki tenía intenciones, y para que estas funcionaran tenía que hacer grandes sacrificios.
—Solo vine a ver cómo estabas —explicó, enseñándole a Sunwoo su mejor sonrisa porque él no merecía menos.
Sunwoo lo miró con sospecha, pero poco después asintió muy despacio.
—Lo siento, pero no sé quién eres, no recuerdo nada en absoluto —Sunwoo se abrazó a sí mismo con incomodidad, aún le costaba adaptarse a la idea de no poder ni reconocerse a sí mismo.
—No es necesario disculparse, esto pasará. Recuperarás tu memoria, estoy seguro de eso.
Riki sonó demasiado optimista para el gusto de Sunwoo, por lo que este no tardó en protestar.
—¿Tú qué sabes? ¿Acaso eres doctor? No vengas aquí, pretendiendo que te importo, a mirarme con esa lástima y llenarme los oídos de promesas vacías —Sunwoo estaba bastante molesto y descargó toda la ira que tenía retenida con aquel sujeto, y en el fondo sabía que no era justo tomarla con él puesto a que no era su culpa, pero simplemente no podía permitirlo, había estado escuchando palabrerías de ese tipo durante todo el día y ya tenía suficiente.
Riki abrió los ojos y comprendió su error inmediatamente, había tenido muy poco tacto con una situación tan delicada.
—No, estás malentendiendo las cosas, esa no es mi intención —Riki trató de explicarse, no obstante, las palabras no se pusieron en orden para salir de su boca, siempre le había resultado duro pensar bajo presión.
—No me importa cuál sea tu intención, no puedes decir algo así tan fácilmente. No estás en mi situación, no sabes lo difícil que es, así que, por favor, no finjas que lo haces —Sunwoo le dio otro ultimátum, encontrándose cada vez más irritado.
—No pretendía hacerlo, solo quería darte... —y una vez más, Riki enmudeció por culpa de sus nervios.
—¿Esperanzas? ¿Ánimos? Ya estoy harto de esas mierdas —el peliblanco maldijo, ganándose una mala mirada por parte de su madre, quien observaba en silencio el panorama. —Y sea lo que sea, no lo necesito, no necesito nada de ti, tu compasión me repugna. De hecho, no sé siquiera por qué sigues aquí.
Riki pensó que un golpe en la tráquea dolería mucho menos, la actitud de Sunwoo lo estaba matando, su desprecio, la distancia que ponía entre ambos.
—Sunwoo —Heejin dio un paso al frente al percibir que el asunto se le estaba yendo de las manos.
Sunwoo ignoró a su madre y siguió observando a Riki con su semblante completamente serio.
—Te voy a pedir que te marches, quiero estar a solas con mi madre —exigió con un tono de voz fuerte, y después arregló las vendas de su cabeza que se habían deslizado un poco hacia atrás.
—No seas maleducado, Riki ha venido a verte, claramente está preocupado por ti —Heejin intentó hacer que Sunwoo entrara en razón, pero era en vano.
—No he pedido su preocupación —Sunwoo fue mordaz con su lengua viperina. —¿Te he pedido que te preocupes por mí? —Preguntó directamente a Riki, quien no supo qué hacer exactamente, por lo que negó con la cabeza.
—¡Kim Sunwoo!
—Señora Kim —Riki puso una mano en el hombro de la mujer. —Comprendo que Sunwoo no me quiera aquí. Me iré en este instante —planteó, decidido a obedecer las exigencias de Sunwoo.
—Te lo agradecería —Sunwoo carraspeó y se arropó mejor con la sábana, repentinamente tenía frío.
—Sin embargo, no será un adiós —Riki avisó.
Sunwoo centró su mirada en él y se encontró con una sorpresa al verlo sonriendo nuevamente.
—¿De qué hablas?
Riki se acercó y tomó la mano de Sunwoo, procedió a apretarla fuerte pero no lo suficiente como para hacerle daño, el objetivo era transmitirle seguridad.
—Vendré cada día, y no me importará si me echas, no importa si no quieres verme o si no quieres escucharme. Estoy bien con eso, de verdad, pero no te voy a dejar solo nunca más, ten eso por seguro —Riki le aseguró con la mirada más sincera.
Sunwoo se encontró conmocionado, algo dentro de su pecho palpitó en respuesta.
—Te voy a ayudar a recordar, te lo prometo.
Los ojos de Sunwoo brillaron, pues de una forma muy estúpida, confiaba en todo lo que le decía aquel extraño.
De repente, unas ganas de tirarse a llorar lo invadieron.
—Como sea, vete ya —Sunwoo se zafó del agarre d Riki y le dio la espalda rápidamente, con cuidado y disimulo se limpió las lágrimas que habían escapado.
—Cuídate.
Riki le dio una leve reverencia a Heejin antes de salir de la habitación.
—Fuiste muy cruel —Heejin le dejó saber antes de salir en busca del japonés.
Y para su suerte, aún se hallaba a la vista.
—¡Riki! —Gritó su nombre para detenerlo.
El japonés retrocedió y volteó a ver a la mujer con consternación.
—¿Pasó algo? ¿Sunwoo está bien?
Heejin no lo podía creer, incluso después de haber sido despreciado por su hijo seguía estando pendiente de él.
—¿Por qué dijiste que eran solo amigos? —Heejin fue directa, pues era una mujer a la que no le gustaba perder el tiempo.
Riki bajó la cabeza y jugó con sus manos, nervioso.
—Sunwoo ya tiene demasiado para procesar, y teniendo en cuenta lo complicada que ha sido nuestra relación, traerla ahora mismo a tema de discusión solo lo agobiaría más, y no quiero que eso pase —Riki explicó con total sensatez y madurez.
—Eres una buena persona, Riki. Gracias —Heejin se conmovió, había comenzando a apreciar a ese muchacho.
—No me agradezca, lo hago porque amo a su hijo y quiero lo mejor para él.
—Lo sé —Heejin estaba bastante consciente de ello, porque no todos se arriesgarían para salvar la vida de sus amantes.
Riki había salvado a Sunwoo de la muerte, y eso era algo que Heejin siempre tendría en cuenta.
—Y lo que dije iba en serio —Riki sacó un tema que merecía ser reiterado.
—¿Perdón?
—Voy a hacer que recuerde, que nos recuerde a todos —Nishimura dio su palabra.
Su decisión fue tan abismal que dejó impactada a la imponente diseñadora Kim Heejin.
¿Hasta dónde llegaba la nobleza de ese chico? ¿Cómo era posible que tuviera tanta fe?
—Te espero aquí mañana. Ten cuidado al regresar a tu casa.
Riki asintió y retomó su camino.
Heejin sonrió de medio lado mientras veía al rubio marcharse, definitivamente su hijo había tenido más suerte que ella en el amor.
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Riki entró al apartamento y fue recibido por Bisco, este movió la cola con alegría e incluso se colocó en dos patas para ser acariciado por Riki, pero Riki no tenía fuerzas para nada.
—¿Ya estás en casa? —Kei gritó desde la cocina al sentir el ruido.
Riki no habló, solamente caminó como un zombi hasta llegar a donde se encontraba su hermano. Kei estaba de espaldas, organizando el desorden que había dejado en la encimera.
—Debes estar preguntándote qué hago aquí tan temprano, bueno, nos han dado el día libre. Es el cumpleaños del jefe y no tenía ganas de abrir la tienda. ¡Incluso me ha pagado el día de hoy! —Kei expresó con emoción, al parecer este mes podría pagar el alquiler a tiempo.
Riki no intervino en ningún momento, así que Kei siguió parloteando.
—¿Cómo está Sunwoo? —Kei le preguntó, y le pareció raro no recibir una respuesta inmediata, así que se dio la vuelta y vio a su hermano menor con los ojos inyectados en sangre y los puños apretados.
Kei dejó lo que estaba haciendo a medias y corrió hacia Riki con gran preocupación.
—¿Qué pasa? —Kei lo sacudió por los hombros.
—Estoy bien —Riki contestó en un hilillo de voz, su cara mojada de lágrimas se contrajo en una expresión lamentable.
—Eso no es lo que pregunté —el mayor frunció el entrecejo, fastidiado al no comprender la situación.
—Estoy bien —reprodujo una vez más, confiando en que si se lo repetía muchas veces podría terminar creyéndoselo, pero contrario a como había pensado, sólo consiguió sentirse peor que antes.
—Ven aquí —Kei no necesitó más para hundirlo en un abrazo.
—Hyung... —Riki sollozó en el pecho de su hermano, derramando mucosidad por toda la tela de su camiseta.
—No hables, solo sigue abrazándome y llora todo lo que quieras, permítete eso a ti mismo —Kei lo contuvo en sus brazos con fuerza, pues tenía la sensación de que este se iba a desmayar en cualquier momento.
Riki forcejeó y rompió el abrazo.
—Pero no puedo llorar, tengo que ser fuerte por él —Riki trató de limpiar sus lágrimas con manos temblorosas.
Kei respiró profundo y tomó la cara hinchada del rubio entre sus manos.
—Riki, si algo he aprendido es que ser fuerte no quiere decir que renuncias a tu sensibilidad. Puedes llorar y ser fuerte al mismo tiempo, eso te hace incluso más valiente —Kei le aseguró como el experto que era.
Prque no sólo era hermano, también era padre, tuvo que asumir esa responsabilidad en un momento muy difícil para ambos, así que básicamente, Riki lo había hecho más fuerte, pero también más sensible.
—Hyung, él perdió la memoria... no me recuerda... no recuerda lo nuestro —Riki balbuceó entre jadeos, todavía podía sentir la indiferencia de Sunwoo.
Kei cerró los ojos por un instante, procesando la información y preparándose mentalmente para consolar a su hermano más a fondo.
—Y me siento egoísta porque lo que más me preocupa es eso —Riki se lamentó, su pecho dolía tanto, era como si los pedazos de su corazón roto estuvieran tendiéndole una emboscada desde dentro.
—No es egoísta sentir preocupación por algo así, si lo amas es normal que te duela. Así que deja de castigarte y acepta ese dolor, a veces es bueno hacerlo —Kei peinó con sus dedos el desorganizado cabello del menor.
—Yo... no sé qué hacer, le prometí que lo iba a ayudar a recordar, pero no sé cómo —Riki se sentía tan impotente, tan inútil, tan hipócrita.
¿Qué pensaría Sunwoo si lo viera ahora?
Llorando como un niño pequeño en las faldas de su madre, seguramente se alejaría aún más.
—Es tan duro verlo y no poder tenerlo.
—¿Por qué estás pensando tan negativamente? ¿No ves que es una oportunidad magnífica? —Kei alzó su voz para que Riki reaccionara de una vez por todas.
Riki dejó de llorar y culpabilizarse para prestarle atención a su hermano.
—Ahora que Sunwoo no recuerda nada puedes hacerlo todo de nuevo, vivir diferentes experiencias con la misma persona. Un primer abrazo, un primer beso, la primera discusión; puedes comenzar una nueva relación, una más sólida y sana que la anterior. ¿No lo entiendes? ¡Puedes hacer que se enamore otra vez de ti!
Después de ver las cosas por ese punto de vista todo cobró sentido, pero las dudas atacaron nuevamente y lo carcomieron vivo.
—¿Y crees que puedo conseguirlo? ¿Crees que si tenemos algo otra vez no será igual que antes? —Riki sabía que era una estupidez preguntar algo así, Kei no tenía ni la más mínima idea, pero necesitaba que alguien más creyera en él para comenzar a hacerlo por su parte.
Sí, él estaba muy dañado. Era física y emocionalmente dependiente de otras personas, era de máxima prioridad conseguir una cita con su psicólogo para esta semana, porque para poder ayudar a Sunwoo antes debía ayudarse a sí mismo.
—Lamento decírtelo, pero no lo sé, no puedo asegurarte nada. Pero tú sí puedes, tienes el destino en tus manos, aprovecha al máximo esta oportunidad y aprende a amar bien —Kei le habló de corazón, transmitiéndole mediante unas palmaditas en la cabeza su apoyo incondicional.
—Siempre sabes qué decir. Eres el mejor dando consejos —Riki le dedicó una de sus sonrisas cuadradas.
—¿Sabes en qué soy el mejor también? —Kei sabía de algo que le subiría el ánimo a Riki.
—¡No puede ser! ¿Hiciste tus famosas galletas de jengibre y miel? —Riki preguntó, sus pupilas se dilataron y su boca comenzó a salivar más veloz de lo que era normal.
—Sí, están recién horneadas —el más alto afirmó, recibiendo vítores y todo tipo de chillidos. —¿Qué te parece si hoy tenemos un día de hermanos? Podemos ver películas de terror mientras nos comemos las galletas.
Kei no recordaba la última vez que había pasado tiempo a solas con Riki, y es que el trabajo le consumía mucho tiempo. Usualmente cuando regresaba de su jornada laboral iba directo a su cama, pero eso cambiaría de ahora en adelante, Riki lo necesitaba en este momento tan duro.
—Me encantaría —Riki sonrió y abrazó a su hermano, sintiendo un poco de paz.
—Sabes que te quiero, ¿verdad, hermanito? —Kei se había acostumbrado últimamente a repetirle esa frase cada vez encontraba una ocasión.
—Lo sé, ahora déjate de cursilerías y tráeme una galleta —Riki demandó como todo un rey.
—¡No seas irrespetuoso, renacuajo! —Kei tironeó una de las orejas de Riki para regañarlo.
—¡No me digas así! ¡Soy casi tan alto como tú! —Nishimura protestó, sobando su pobre oreja.
—Ya quisieras —Kei chasqueó la lengua y empujó a Riki.
Los hermanos terminaron la tarde dormidos en el sofá, con la televisión prendida, y con un revoltoso Bisco encima de sus piernas acabando con las palomitas de maíz que habían sobrado.
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—Tengo hambre —Sunwoo protestó al mismo tiempo que su estómago lo hizo, sus tripas rugieron como un león famélico.
Heejin leyó el último mensaje de Yeosang y procedió a prestarle atención a su hijo.
—Cenaste hace una hora —Heejin no podía creer lo rápido que trabajaba el metabolismo de su hijo.
—No fue suficiente. Tengo antojos de algo dulce —Sunwoo hizo un puchero, decepcionado, porque lo más dulce que podría encontrar en el hospital sería la insípida natilla baja en calorías que tuvo como postre.
—Ahora que lo mencionas, vi una máquina expendedora en el pasillo.
Los labios de Sunwoo emplearon la forma de una sonrisa entusiasta, Heejin pudo ver a la pequeña réplica del Sunwoo de seis años, un niño que le regalaba dibujos cada día, dibujos a los que nunca le prestó importancia.
Un rastro de culpa bajó por su garganta, dejándole un mal sabor de boca.
—No te muevas, iré por ti —Heejin se levantó de la silla al ver a Sunwoo listo para bajar de la camilla.
—No estoy inválido, creo que puedo caminar diez pasos para conseguir una estúpida barra de chocolate —Sunwoo masculló, harto de tratos especiales, había tenido una lesión cerebral que le ocasionó amnesia retrógrada, muy bien, Sunwoo lo había superado, había llegado la hora para que los demás lo hicieran también.
—Solo quiero ayudarte, cielo —la mujer se excusó, sin comprender la hostilidad por parte de su heredero.
Sunwoo se colocó en sus dos piernas y caminó muy despacio hacia la puerta, tratando de asimilar el mareo que le había provocado la súbita acción.
—No necesito tu ayuda, puedo hacerlo por mí mismo —Sunwoo le dijo, sin cuidar las maneras nuevamente.
Heejin resopló y se dio por vencida.
—Haz lo que quieras, aquí tienes el dinero —ella le ofreció unos billetes de su bolso y después se lo colocó en su hombro izquierdo.
—¿A dónde vas?
—Algo surgió en el trabajo —contestó mientras se aplicaba labial.
Siendo sinceros, ella iría a verse con Yeosang, pero nadie podría culparla, era una mujer joven con necesidades, y sumando que había pasado una semana bastante complicada era totalmente comprensible que precisara de una pequeña distracción.
—No te preocupes, no me tardaré —confirmó, dejando un beso en la mejilla pálida de su hijo.
—Bien —Sunwoo asintió, dándole su voto de confianza.
Sunwoo vio a su madre desaparecer por el pasillo y no supo cómo sentirse, él no la recordaba pero sentía una especie de instinto que lo apegaba muchísimo a ella, así que, en resumidas palabras, se podría decir que estaba comenzando a extrañarla.
Sunwoo miró la máquina y mordió su labio al encontrar justo lo que quería. Depósito un billete y marcó el número de serie, observó con ojos grandes y ansiosos cómo la golosina se desenrollar del resorte que la mantenía cautiva, pero poco después, ocurrió la catástrofe.
La golosina se atascó.
—¡No puede ser! ¿Tan mala suerte tengo? —Sunwoo farfulló, procediendo a golpear a la maquinaría con esperanza de obtener su dulce.
Después de unas cuantas patadas y forcejeo de puños Sunwoo se detuvo y soltó una epaecie de grito ahogado.
—¡Dame mi Choco Pie, máquina estafadora! —Sunwoo exclamó de la manera más infantil posible.
—¿Qué te ha hecho esa pobre máquina expendedora?
Sunwoo se sobresaltó y dio un pequeño salto en el lugar, rápidamente buscó a su lado, temiéndose hallar a una enfermera que lo fuera a regañar, pero en cambio, encontró a una chica con beanie.
—No es asunto tuyo —Sunwoo escupió de forma maleducada.
No obstante, su propósito de alejar a la pelinegra le jugó en contra, ya que en lugar de repelerla solo logró atraerla.
—Vaya, tienes mala actitud —la chica lo dijo como si fuera algo que le resultara atractivo. —¿Necesitas que te eche una mano?
—No —Sunwoo se rehusó inmediatamente.
—De acuerdo, entonces me quedaré aquí viendo como pierdes tu tiempo —la chica se encogió de hombros y recostó su espalda a la pared próxima a Sunwoo.
—¿Por qué no me dejas solo? Estás siendo una molestia —Sunwoo se quejó, propinándole una mirada de ultratumba.
—¿En serio? —Preguntó con la voz algo aguda, su mano viajó hacia sus labios, visiblemente abochornada.
—Sí, lárgate —Sunwoo fue mordaz y directo, expresando su irritabilidad.
—No, es divertido mirarte —ella sonrió como si nada, como si hace un minuto atrás no se estuvo muriendo de la vergüenza.
Al parecer, tenía habilidades de actuación dignas de admirar por el propio DiCaprio.
—Tienes labial en la mejilla —señaló hacia la marca de beso.
—Es de mi mamá —Sunwoo no sabía siquiera por qué le estaba dando explicaciones.
—Encantador —la chica se estaba burlando de él, el tonillo sarcástico se lo dejó muy claro.
—Oh, cállate —Sunwoo hizo una mueca y pasó su mano por el moflete, esparciendo así el tinte rojo por toda la zona, ahora parecía como si le hubieran dado una bofetada.
Su estómago se quejó en un sonido estrangulado y la frustración se hizo presente nuevamente, por lo que se desquitó con una leve patada.
—De esa forma no vas a conseguir nada —la chica insistió, viéndose como toda una sabelotodo.
Sunwoo hizo una pequeña exclamación cuando la golosina se movió un poco, pero grande fue su decepción al verla caer en el sitio inadecuado.
—¿Qué sabes tú? —Sunwoo estalló, harto de los aires de superioridad de la chica.
—Alguna que otra cosa, por ejemplo... —la pelinegra movió a Sunwoo y comenzó a presionar una secuencia de botones, poco después la puerta de cristal se abrió de repente.
—¡Wow! ¿Cómo haz hecho eso? —Kim Sunwoo estaba oficialmente impresionado.
—Magia —movió sus cejas de modo juguetón, luego miró a sus costados para verificar que nadie los estuviera mirando. —¿Un Choco Pie, cierto?
Sunwoo solo pudo mover su cabeza en señal de afirmación, todavía demasiado impresionado para vocalizar.
La chica trabajó rápido, alcanzó la golosina de Sunwoo y un refresco energético para ella, cerró la puerta y después pagó lo que había tomado.
—Gracias —Sunwoo aceptó el Choco Pie con timidez. —¿Esto que acabas de hacer no es ilegal?
—Todo es legal mientras no hayan policías cerca.
Sunwoo odiaba admitirlo, pero la chica era muy cool.
—Kim Minji —pronunció alto y claro, ofreciendo su mano como el típico saludo que se empleaba para las presentaciones.
Pero Sunwoo se encontraba demasiado ocupado devorando su chocolate como para prestarle atención.
—Es de mala educación dejar a una dama con la mano extendida —Minji se quejó, cansada de extender su extremidad sin propósito.
Sunwoo se tragó el último bocado, y satisfecho actuó en corresponderle.
Luego de la presentación, Sunwoo dio media vuelta con intenciones de regresar a su habitación, y lo hubiera hecho, si Minji no se lo hubiera impedido.
—¿No me vas a decir tu nombre? —Minji preguntó, sin poder ocultar su interés en Sunwoo.
—Sunwoo —contestó cortamente, tomando distancia de la chica al ver que estaba muy cerca de su espacio personal, y a pesar de su reciente intento, Minji volvió a cruzar la línea de proximidad.
—¿Sunwoo, por qué estás tan a la defensiva? —Minji lo analizaba, empleando todas sus neuronas en el proceso.
—Porque no te conozco —respondió con simpleza, pues no había otra verdad o un trasfondo más interesante.
—¿Cuál es tu signo?
Aquella pregunta tomó por desprevenido a Sunwoo.
—¿Ah?
—Dime tu signo zodiacal —Minji le dio un poco más de contexto.
Los colores rojos subieron al rostro de Sunwoo cuando este se percató de un pequeño gran detalle: había perdido la memoria.
—No lo sé —Sunwoo evadió la mirada de Minji, demasiado avergonzado como para mantener contacto visual.
—¿Cuándo es tu cumpleaños? —Minji probó una vez más, pues debía recordar que no todas las personas conocían su signo, no todos eran unos locos del Horóscopo como ella.
—No lo sé —repitió.
Sunwoo pensó en lo ridículo y patético que era y sonaba, ni siquiera era capaz de recordar su propio nacimiento.
—¿Cómo es eso posible? —Minji frunció el ceño con extrañeza.
Sin embargo, no ahondó en el tema y eso fue algo que Sunwoo agradeció.
—Estoy segura de que eres virgo, es algo típico de los virgo, son muy inseguros, sobre todo cuando conocen a alguien nuevo. Probablemente te sientas intimidado por mi presencia y desconfíes de mis intenciones, o tal vez ya me evaluaste y decidiste que no era lo suficientemente buena como para acercarme a ti —Minji le comentó su pequeño análisis a Sunwoo, quien la miraba como si estuviera loca.
—Eres rara —Sunwoo decretó, era cierto que Minji era... peculiar, pero no le daba mala espina, todo lo contrario.
—Soy tauro, no me juzgues —la pelinegra bromeó.
Y Sunwoo tuvo que aceptar que algo de gracia tenía su chiste, por lo que acabó riendo, pero lo que más le causaba mofa era el descabellado análisis que había hecho sobre él en tan solo unos segundos.
Minji lo miró reír en silencio, orgullosa de haber conseguido tal cosa.
—Entonces... ¿Quieres salir de aquí?
—¿Qué? —Sunwoo abrió los ojos como platos.
—Los hospitales me deprimen y odio deprimirme —Minji bostezó y se cruzó de brazos, adoptando una pose despreocupada. —Ven conmigo, apuesto a que también necesitas un respiro de este sitio.
—No puedo, no creo que sea correcto —Sunwoo dijo, algo asustado, pero por una parte, sentía mucha adrenalina al imaginarse rompiendo las reglas.
—Tú eres el único que decide lo que es correcto. Es tu vida, nada te lo prohíbe. Todo lo que estás pensando ahora mismo son excusas, en otras palabras, limitaciones —Minji supo darle la vuelta a la situación para influenciar a Sunwoo con su forma de pensar. —Vamos... ¿Qué es lo peor que puede pasar?
A Sunwoo se le ocurrían un par de cosas.
Pero extrañamente, terminó decantándose por la opción más estúpida y arriesgada.
—¿A dónde quieres ir?
Minji celebró, aplaudiendo de forma aniñada.
—Ya lo verás —Minji tomó la mano de Sunwoo pero este la detuvo.
—No puedo ir así —él señaló hacia su vestimenta de hospital von una mueca.
—¿No tienes ropa en tu habitación? —Minji inquirió.
—Eso creo.
—Vamos, ve a cambiarte, te espero aquí.
Sunwoo asintió y mientras caminaba hacia su habitación se preguntaba internamente:
¿Había sido una buena idea?
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Después de huir del hospital, tomaron un taxi y se dirigieron hacia una cafetería de comida rápida que estaba ambientada en los años ochenta, tenía juegos de mesa y una rocola con una amplia selección de canciones que fueron un hit tiempo atrás.
—¡No! ¿Qué haces? —Minji gritó escandalizada, ganándose la atención de varias personas alrededor.
Sunwoo detuvo sus movimientos, confundido, al no saber qué estaba haciendo mal.
—Comerme la hamburguesa —respondió con la voz insegura.
—¡De la forma incorrecta! Nadie come una hamburguesa con tenedor y cuchillo —Minji se veía ofendida, era como si se lo hubiera tomado personal.
—¿Ah, no? —Sunwoo soltó los cubiertos, sonrojado por su error de principiante.
Minji negó con la cabeza y alcanzó el plato de Sunwoo, armando la hamburguesa nuevamente, y después de añadirle una buena cantidad de ketchup y mostaza se la devolvió.
—Mírame, la tomas así y muerdes —Minji le enseñó. —Ahora inténtalo tú.
Sunwoo tomó el pan entre sus manos, y con cuidado de no dejar caer nada, le dio un gran bocado, la mezcla de sabores lo llevó directo al paraíso.
—¿Mejor?
—Mejor —Sunwoo balbuceó, gimiendo de pura felicidad.
—¿No habías comido una hamburguesa antes? —Minji preguntó entre risas, pues nunca había visto a alguien comer con tanta emoción.
A decir verdad, Sunwoo no tenía ni la más mínima idea, lo único que sabía era que no podía parar de comer, la carne era maravillosa.
—Voy a pedir nuestras bebidas para llevar —Minji avisó cuando un nuevo plan se le pasó por la mente.
Ahora se encontraban en un parque de niños, cada uno balanceándose en un columpio. Sunwoo tomaba su malteada de fresa con los ojos cerrados, concentrándose en el sabor, mientras que Minji tenía la vista perdida en el cielo nocturno.
—¿Crees que la luna tenga sentimientos? —Minji preguntó inesperadamente.
—¿Qué? —Sunwoo pestañeó varias veces, tratando de buscarle la lógica a su cuestión.
—Sí, yo la veo diferente cada noche —Minji tomó algo de impulso y se dejó llevar por el vaivén.
—Eso se debe a las fases lunares —Sunwoo dijo de manera razonable, pues aún no entendía del todo lo que Minji quería decir. —¿Acaso no sabes eso?
—No me refiero a eso, es algo más... algo respecto a su aura —Minji fue más específica, su precioso perfil se veía tenso mientras trataba de buscar las palabras precisas. —Hay ocasiones en donde está llena y brillante, y se ve tan inalcanzable que no parece real. Pero en noches como esta adquiere una vibra tenebrosa y casi melancólica, siento que se cubre de oscuridad para que no la veamos llorar, después de todo, tiene una reputación que mantener.
Minji volteó a ver a Sunwoo, quien ya la estaba mirando desde antes, entonces esta le sonríe de la forma más dulce.
—Me provoca ganas de llorar.
Sunwoo estaba perdido. ¿Seguían hablando de la luna o de algo más?
Sea cual sea el sentido, Sunwoo sentía que tenía que decir algo para animar a Minji, esta había adquirido un humor tan fúnebre como el de la luna.
—Ahora que lo dices... sí se ve algo triste —Sunwoo susurró, interpretando la expresión vacía de Minji.
¿Cómo no lo había notado antes?
A pesar de siempre sonreír y verse como una persona carismática y extrovertida, había algo más en ella, algo triste y sombrío, era como si estuviera gritando en su interior por ser escuchada, por ser amada, por ser vista de verdad, por quien era.
—No hay motivo para llorar, ella no está sola, está rodeada de estrellas —Sunwoo añadió, y ahora que lo meditaba, eso era lo más positivo que había dicho en el día.
—No creo que sea eso, me da la sensación de que se trata de ella misma, el problema radica en lo profundo de su ser —Minji fue más profunda, abriéndole a Sunwoo su corazón y mente.
Sunwoo se quedó en silencio hasta que vino con una nueva teoría.
—Es como las mariposas.
—Explícate —Minji exigió, repleta de dudas.
—Las mariposas, a pesar de tener alas hermosas no pueden verlas, quizás pase lo mismo con la luna, está tan absorta en su miseria que no es capaz de ver lo maravillosa que es —Sunwoo habló sin muchas complicaciones.
Minji reprodujo las palabras de Sunwoo en su cabeza una y otra vez.
—Tiene sentido —en esta ocasión mostró una sonrisa natural y sincera.
Sunwoo se alegró de haber servido de ayuda, se sentía bien ser útil para alguien.
—No me has preguntado qué hacía en el hospital. ¿Acaso no tienes curiosidad? —Sunwoo mostró aires de fisgoneo, y es que le resultara muy extraño que Minji no haya tocado ese tema, cualquier persona normal ya lo habría hecho.
—¿Quieres que te pregunte? —Minji le contestó con otra pregunta.
—No —Sunwoo dijo con total honestidad, él en verdad no quería hablarlo.
—Ahí tienes tu respuesta. Es asunto tuyo, es tu decisión si quieres compartirlo conmigo o no, no voy a forzarte a nada —Minji sinceró, reconociendo una parte de ella en Sunwoo. —Cuando estás conmigo, automáticamente te trasladas a mi mundo, el planeta Minmin.
—¿Minmin? —Sunwoo repitió con cierta burla.
—Lo sé, es fabuloso, original y tierno. El idioma oficial es el blubang —ella infló su pecho, satisfecha consigo misma.
Para sorpresa de Sunwoo, Minji se lo estaba tomando bastante en serio.
—¿Qué tipo de idioma es ese? —Sunwoo no podía creer que en verdad estaban manteniendo esa conversación.
Minji se levantó del columpio, se posicionó frente a Sunwoo, balbuceó una especie de trabalenguas ininteligible y finalizó con una elegante reverencia.
—¿Qué fue eso? —Sunwoo no sabía qué acababa de presenciar.
—Me presenté en blubang —Minji comentó con autosuficiencia.
—Solo murmuraste cosas sinsentido —Sunwoo la puso en evidencia.
—De eso se trata el blubang, pero no te dejes engañar, es uno de los idiomas más difíciles de aprender —Minji le aseguró, pues no cualquiera podía hablar fluidamente el idioma que se había fabricado en su subconsciente.
Sunwoo no lo pensó mucho e imitó lo que Minji había pronunciado hacía un minuto atrás.
—¡Yah, me acabas de maldecir! —Minji exclamó, pretendiendo estar ofendida.
No se hizo esperar por mucho tiempo más la risa de Sunwoo. Minji se estaba volviendo bastante buena en eso, en hacerlo reír.
—Me gusta el blubang —Sunwoo aceptó.
—Sí, a todos les gusta.
Minji caminó hasta el tobogán y se recostó en la superficie inclinada, Sunwoo se terminó su malteada y se unió a ella.
—El planeta Minmin es el mejor, no hay contaminación, impuestos, ni sistema judicial, no es necesario, somos personas muy pacíficas. Tenemos todo lo que puedas desear, comida deliciosa, playas de color índigo e igualdad monetaria, no hay nadie por encima de nadie.
Sunwoo escuchaba fascinado cómo Minji se expresaba con tanta facilidad y elocuencia, era admirable ver lo soñadora y creativa que era.
—Pero hay una regla fundamental. ¡Si la rompes estás desterrado para siempre! ¿De acuerdo?
Minji apuntó directamente a la cara de Sunwoo, este se quedó quieto, algo intimidado.
—Está prohibido pensar, problemas o pensamientos que afecten tu estado de ánimo negativamente, bórralos ahora mismo de tu cabeza —Minji le advirtió, sonando aterradoramente seria. —Cuando estés en mi mundo relájate y déjate llevar por los sonidos de tu corazón, nada más importa.
Sunwoo comprendió, Minji tenía un punto.
—Gracias —susurró con su voz más afable.
—¿Por qué? —Minji lo miró con curiosidad.
—Por tratarme con normalidad —Sunwoo sabía que estaba sonando un poco tonto, pero eso en verdad valía mucho para él en estos momentos.
—¿Acaso no eres alguien normal? ¿Eres una simulación de mi cabeza? —Minji lo atacó a preguntas. —Lo sabía, eras demasiado lindo para ser verdad, mi esquizofrenia ataca una vez más. Esquizofrenia: 1; Kim Minji: 0 —ella llevó la cuenta en su marcador imaginario.
Sunwoo dejó las bromas de lado y se lo tomó muy en serio.
—El hecho es que... me siento bien contigo y en verdad necesitaba esto, pasar tiempo de calidad con una persona de calidad —Sunwoo no tuvo filtro y expresó cómo se sentía.
Definitivamente lo mejor que le había pasado desde que despertó fue conocer a Minji, aunque ahora que lo pensaba, aquel chico rubio también había provocado algo en él, algo a lo que Sunwoo no le podía dar nombre todavía.
Minji se levantó de pronto, y el ruido que eso ocasionó hizo que Sunwoo saliera de sus pensamientos.
—Lo tengo decidido. Yo, Kim Minji te adopto oficialmente, a partir de este momento cuidaré de ti —Minji puso una mano en su pecho, como si se tratase de un juramento.
—No me trates como a un animal —el peliblanco se quejó, aunque en el fondo lo apreciaba.
Minji se inclinó un poco y tomó a Sunwoo por la barbilla.
—¿Quieres ser mi mascota, Sunwoo-ssi? —Susurró de forma provocativa, incluso tuvo el descaro de guiñarle un ojo.
Sunwoo no pudo contener sus movimientos y la empujó por cuestión de nervios.
Minji estalló inmediatamente en carcajadas.
—¡Debiste haber visto tu cara!
—No digas cosas raras —Sunwoo farfulló, indignado.
—Es divertido ver como te sonrojas —Minji confesó, pinchando una de sus regordetas mejillas.
Sunwoo rodó los ojos y posteriormente se fijó en el reloj en su muñeca, notando que ya era medianoche.
—Debería regresar, se está haciendo tarde —Sunwoo estaba preocupado por su madre, seguramente ya habría regresado y estaría buscándolo como una loca, o quizás le daría igual, Sunwoo aún no la reconocía así que no sabía cuál sería su reacción.
—¿Estás seguro de que quieres regresar ya?
—No, pero... —Sunwoo maldijo a Minji y a sus preguntas tan directas, las cuales nunca podía refutar con argumentos concisos.
—La noche aún es joven, no te preocupes, estaremos de regreso para la mañana —Minji tenía facilidad increíble para convencer a las personas en cuestión de segundos. —Ahora vayamos a por otra hamburguesa. ¿Qué te parece eso?
Sunwoo no podía rechazar tal tentación, así que rápidamente aceptó, un sonido incomprensible salió de lo profundo de sus cuerdas vocales.
—Eso estuvo muy bien, mejoró tu pronunciación —Minji le regaló un pulgar arriba, aprobando el blubang de Sunwoo.
—Aprendo bastante rápido —Sunwoo dijo, pretencioso.
Minji rió y lo abrazó por los hombros, y entre anécdotas y algún que otro chiste, se dirigieron nuevamente hacia la cafetería.
Por esa noche, Sunwoo se olvidó de todo, bueno, de casi todo, pues aún tenía una frase grabada en la cabeza.
'Te ayudaré a recordar'
●☆●☆●☆●☆●
Oficialmente le damos la bienvenida a "you're so freaking special", la segunda temporada de mi historia favorita, "you're so fucking fake".
Por favor, un minuto de silencio para la difunta obra 🕯😔
Anyways, quiero saber qué les pareció este primer capítulo. ¿Están emocionados por lo que se viene? 🔥
Introducimos a un nuevo personaje, Minji, ella dará mucho juego en este libro, y dato curioso... está basada en alguien a quien conozco muy bien...
En serio estoy muy emocionada por retomar este trabajo, y espero de todo corazón que hayan disfrutado de la lectura.
Una canasta de besos y abrazos 💐💙.
—SAN.
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